Hoy he leído un
recuerdo de un corazón, más bien de una “mente cardiaca” femenina, de un
pequeño pueblo de la Sierra de Guara. Mi hijo Mariano me ha traído de Madrid un
pequeño y sentimental libro que me ha hecho recordar aquellos pueblos pequeños,
pero con grandes sentimientos de unos corazones, guiados por sus mentes y por
la prolongada Sierra de Guara.
Yo nací en Siétamo,
que se halla situado en la carretera general, que va desde Huesca a Barbastro y
desde mi casa se divisa muy cercana la Sierra de Guara. Hace unos tres o cuatro
días mi nieta Belen del pueblo serrano de Coscullano fue
elevada por un ganadero de este pueblo a la Punta de la Sierra de Guara, desde
donde se capta el Pirineo, el Somontano y la Tierra Baja hasta el ya
lejano Río Ebro. He visto a esta bella e intelectual, llamada Belén
Almudévar impulsada por su afán de subir mucho más arriba,
sujetándose en la Cruz, que corona el Pico de Guara. Ella subió a estas alturas
elevadas acompañada por un señor de Coscullano, que sube con cierta frecuencia
a vigilar ese rebaño dc ovejas y cabras, que se crían en lo más alto de la
Sierra de Guara. Belén, agarrándose a la Cruz que preside la Sierra, se
agarraba a sus yerros para acercarse más al cielo. Ascendió a más de 2.077
metros, y como si quisiera llegar al cielo, intentaba hacerlo por
la Cruz.
Por la carretera que
desde el Estrecho Quinto sube por el Sur de la Sierra de Guara se sube desde
Huesca a Loporzano y desde allí se alcanza el Pantano suministrado por el río
Guatizalema, y se encuentra un paisaje con unas Peñas, algunas con
nombre vasco. Pero si uno se desvía por la derecha antes de llegar a Loporzano
se encuentra con Coscullano, situado en la misma Sierra de Guara. Después de
pasar por Coscullano, dejando a su izquierda un pequeño Pantano, que yo vi
construir. Se llaga al pueblo de Aguas, donde al lado de la fuente, me esperaba
ya hace muchos años, un anciano de una gran amabilidad para acompañarme en la
vacunación antirrábica de los canes. Desde este pueblo, sigue la carretera
hacia el pueblo de los antepasados de Almudévar de Sieso de Huesca y que siguió
produciendo Almudévares en Casbas de Huesca.
En lugar de seguir por
esta ruta, subimos con mi hijo Mariano a Panzano, donde todavía vive un
pariente mío llamado Bescós de apellido. Desde este pueblo subimos a Santa
Cilia de Panzano, pueblo atractivo para los turistas y para los buitres y
quebrantahuesos, donde se frecuenta el hecho de ver con un señor que las
alimenta con restos de ganado sobrante en mataderos. Un poco más arriba se ven
las ruinas antiquísimas de una iglesia, que fue construida por los cristianos
para defender Aragón contra los invasores árabes. En este kpueblo, igual que en
Panzano viven con apellido Bescós, sucesores de la familia del escritor,
alcalde de Huesca Don Manuel Bescós Almudévar, primo hermano de mi padre. En su
casa luce un escudo de Bescós, hermoso, pero al que el antiguo Alcalde de
Huesca, exhibía en sus escudos de un lujo no “serrano” sino imaginario. En la carretera que a
estos dos pueblos conduce, es decir a Santa Cilia de Panzano y de Panzano,
desde ellos sale otra que conduce al desaparecido pueblo de Doña MANUELA
CITOLER CARILLA, autora de la “Memoria de un pueblo abandonado” . Tomando
este camino se llega al abandonado pueblo y centro de caza de ciervos, llamado
BASTARAS, se convirtió en una “leyenda” de aventuras, que al principio parecían
buenas, pues cercaron todo el Monte y compraron a una familia que poseía
campos, toda su tierra.
Se cercó el monte y se iniciaron
aventuras fuera de la ley, como la destrucción de
Arte Primitivo que dominaba en las Cuevas. Fueron los autores
de alguna destrucción en una zona en que se esperaba lucir sus obras artísticas
de Arte Antiguo. Se encuentra aquella enorme finca, en la misma Sierra de Guara
y la cercaron toda ella, destruyendo todas las obras de
Arte antiquísimo. En toda la zona de todos aquellos pueblos,
el Pico de Guara preside todo el paisaje de aquellos pueblos nombrados y los de
Bastaras, Yaso y Morrano. Bastaras depende ahora del
Ayuntamiento de Casbas.
En Bastaras se queda
uno admirado de su Historia y de la belleza, que recuerdan la Cueva de Chaves,
cuyas antigüedades que conservaban la belleza antigua de los adornos
primitivos, que fueron destruidos por los creadores de aquella colonia, convertida
en tal y que cercaron totalmente la tierra comprada y la común, convertidas en
una colonia. Pero destaca la riqueza natural de la GRALLERA, que es una enorme
Cueva Natural, con una entrada de unos 278 metros. Se llama esta entrada la
Grallera porque en su “divino Portal”, se posan las grallas o grajos de Guara.
Es la GRALLERA una
exagerada Cueva, creada por la Naturaleza, que no se sabe donde empieza a
recoger agua, aunque por flores o semillas que arrastra el agua, parece ser que
viene esta Sima del río Pirenaico ARA, de unos 70 kilómetros que nace por el
río pirenaico Viñemal y desemboca en Ainsa.
Parece que hay
comunicaciones entre las aguas del río ARA que van a la Grallera, en el pueblo
de Bastaras. ¿Por donde pasan esas aguas que llevan desde el río Ara, restos
vegetales al Gran Depósito de agua de Bastaras?.
Las aguas que se
encierran en la GRALLERA son de volumen variable y a veces brotan
del misterioso
depósito al río Formiga, con crecidas de volumen de agua inesperadas, que
convierten en caudaloso tal río. La cuenca de este
río recibe el desagüe de la ladera Sur de
la Sierra de Guara. Hace unos 22 kilómetros para desembocar en el río
Alcanadre, ya cerca de Bierge.
La Sierra impide el
paso directo desde Casbas y Sieso a San Román de Morrano, por el que desde
Aguas, se pasa por Bastaras, Yaso y Morrano, hasta llegar a la carretera que
sube al noble pueblo de San Román de Morrano. Desde el pueblo de San
Román de Morrano, en la Sierra de Guara, se fueron mezclando las familias de
los Aniés, los Almudévar y los Mancho de Torres.
“Aquí, alrededor de la
Cruz de hierro, que está situada al lado del mirador, sobre su base
de piedra, nos encontramos, contemplando la historia de la Sierra Guara, a
través del Monasterio de Casbas, donde no sólo fue Abadesa la hermana de
Don Alfonso Buil Aniés, sino la escritora en castellano y en
aragonés Ana María Abarca de Bolea, tía del Conde de Aranda. Estábamos Joaquín
Borruel Caborbaya, cuyo abuelo nació en el Castillo de San Román,
Pepe Ballarín, pariente del Maestro que inició a Don Alfonso Buil Aniés, en su
enorme cultura; el otro era yo mismo Ignacio Almudévar Zamora, pariente de los
Claver y de los de casa Aniés de San Román de Morrano. También nos acompañaba
mi sobrino Pablo, que encontró en esa Cruz un maravilloso tema para filmar una
película”.
MANUELA CITOLER
CARILLA ofrece en su libro el paisaje de un calle, hoy abandonada con viejas
casas y en medio de la calle se alza una alta base de piedra de una Cruz, que
ya ha desaparecido. Está abandona la columna que se eleva al cielo, pero con la
tristeza de carecer de una Cruz, que parece abandonada por sus
antiguos vecinos. La triste Manuela Citoler Carilla, en el artículo
“ADIOS”,escribe: Aquí
solo queda polvo que ha cubierto los recuerdos, los rostros, las cadieras, las
tinajas, las colleras, los aperos…El viento se llevó las fiestas y las
canciones. No queda nada”.
Tengo en mi memoria al
señor Alfonso Buil Aniés, de cerca de los cien años de edad, que ha viajado por
el Mundo y que ha recogido yerbas para el ganado en el Puntal de Guara y a la
licenciada MANUELA CITOLER CARILLA, que vivieron en San Román de Morrano y ha
escrito la muerte del pueblo.
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