domingo, 10 de marzo de 2024

Humor negro



Hay cien mil formas de entretener el ocio: desde contar borregos “in mente”, hasta coleccionar soldaditos de plomo, pasando por la filatelia, que además de divertir instruye sobe multitud de temas. Pero doña Angustias y doña Lástimas, haciendo honor a la tristeza de sus desgraciadas gracias, escogieron una afición casi macabra: el chismorreo relativo a las desgracias del prójimo. Lo ejercían con una profesionalidad no aprendida, sino intuida y vivida con total entrega. Si Alfred Hichcock crease una escuela de chismorreo macabro, los alumnos que de ella salieran, no llegarían jamás a alcanzar la  maestría de Doña Angustias y Doña Lástimas; a éstas sólo la superarían en poder mostrar su título profesional... Pero ellas rechazarían tal documento, porque lo hacen con afición y procurando dar apariencias de interés humano,

Cuando los dos colegas se encuentran por la calle, dice doña Lástimas. ¿Què tal, doña Angustias? Muy mal, hija mía, hoy estoy con el corazón relajado, porque no tengo ninguna angustia que llevar a esta víscera  (dice doña Angustias, señalando con su mano la región precordial).

¡Ay!, no se apure, porque le voy a contar un caso que le va a dejar el corazón con su angustia habitual. ¡Qué buena eres! No es que sea buena, dice doña Lástimas; es que me das mucha pena, verás: a la vecina del tercero, dicen que le ha salido un cáncer. Pues, ¡vaya desgracia tan pequeña! Eso le sale a cualquiera y luego viven muchos años. ¡Espera!, es que es maligno y creo que, antes de morir, va a sufrir mucho. ¡Oye!, pues tenemos que ir a verla, porque como somos tan virtuosa! Y de paso, nos enteramos de todo, incluso de si es verdad lo de la dote que le dejaron. Y tú, Lástimas, ¿cómo te encuentras? ¡Pobre de mí! La vecina del segundo no tiene donde caerse muerta y se ha comprado coche nuevo. ¿De qué le viene a ella? .Ya sabes que he estado toda la vida ahorrando y entre las pensiones de mi marido, los alquileres y las pólizas, sólo tengo en el colchón cinco millones, Doña Angustias, con la aviesa idea de sacar a doña Lástima de un lastimero estado le dice: No te preocupes, que cualquier día veras pasar el coche de tu vecina arrastrado por la Grúa, ¡ji, ji!

A los dos días lo ven pasar en dicha condición y escuchan a dúo: Vamos a buscar a doña Dolores y a doña Virtudes, y todas en humanitaria compañía, iremos a ver a la ve -                                 cina para mostrarle nuestro disgusto y, de paso nos enteraremos de cuantas costillas se ha roto y, a lo mejor tiene algún riñón roto o algún pulmón suelto.

¡Ay, muy señoras mías! Como dice la canción,” me voy a hacer un rosario con los dientes de marfil”. De marfil o de lo que sea, pero yo más bien me haría un relicario con sus lenguas de doble filo y de “coral”, pero coral de de huerta y picante.

Qué hermosura de muertas, exclamó el Mosen, frotándose las manos, el día que las enterró.


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