1.
Para Para Dios no hay ni pasado ni futuro, todo está
presente. Él es Todopoderoso,
pero nosotros, nacemos, crecemos y morimos y por tanto,
vivimos el presente, recordamos el pasado y estamos pendientes del futuro. Tu
esposa y tú, criasteis un hijo y una hija, que os acompañan y os hace que
tengáis un consuelo en esta vida, pero el hijo se fue, porque Dios lo llamó y
desde el más allá, os ama y os protege y mira por vosotros, recordando que
vosotros mirasteis por su porvenir en esta vida. Ya no tiene oídos para
escucharos ni boca para hablaros, sin embargo está en compañía del Señor Todopoderoso y
participa de su Presente y Eterno reinado sobre el Mundo.
Cuando voy al Convento de San
Miguel, me acuerdo de vuestro hijo, porque al entrar en su pórtico, veo y me
parece que al que está mirando este Arcángel Santo, representado en un hermoso
cuadro, es a vuestro hijo. Al entrar desde el Pórtico en el gran pasillo
acristalado de los claustros, me encuentro con un enorme cuadro y de gran
belleza, que representa a un enorme y piadoso santo, asistido por un hermoso Angel. Al contemplar su imagen me inspira la santidad de este
piadoso
monje, vestido con un hábito
blanco. Sobre su cabeza vuela el Espíritu Santo en forma de paloma blanca.
Me acuerdo de cuando, en tiempos
pasados, iba a visitar a las Monjas del Convento de San Miguel, del cuadro de
aquel santo Monje, que no tenía marco y me enteré de que cuando la Guerra Civil,
aquellas Monjas, al mismo tiempo
que recibían mujeres públicas de la Calle Pedro IV, para
pedir al Señor la purificación de sus espíritus y la salud de sus cuerpos para
que no les afectasen los cañonazos. Pero para comer las Monjas tenían que
buscar algún céntimo, para comprar el pan de cada día y le quitaban el marco a sus cuadros, para
cobrar algún céntimo, con su venta.
San Miguel suele representarse en
las alturas, pero la iglesia que lo venera, está colocada cerca de la Muralla de
Huesca, en su parte baja, lo que hace suponer, que han colocado la imagen de
San Miguel, en lo más alto del presbiterio, para que desde lo alto del altar
mayor, proteja a las monjas, kal muchacho hijo del carpintero
y a las buenas mujeres, que se refugiaban, durante la Guerra Civil, en la
iglesia de San Miguel.
Cuando paso por la iglesia de San
Miguel, le doy recuerdos para mi amigo, el hijo del Carpintero.
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