Un número del Heraldo de
Aragón dice en un número del mes de marzo de 1992, lo siguiente:”En el sur de
la Hoya de Huesca, a muy pocos kilómetros de la capital, varios castillos viven
el abandono, la ruina o la restauración de urgencia para evitar su derrumbe.
Las construcciones militares y defensivas de Siétamo, Monflorite, Novales,
Barbués, Argavieso, Sangarrén, Corvinos…, ofrecen un variopinto panorama de
este apartado del patrimonio aragonés. Desde el edificio al borde de la ruina
al monumento en restauración, pasando por la construcción conservada en
aparente buen estado, todos forman parte de la historia regional.
Paradójicamente, la comunidad autónoma carece de un inventario de arquitectura
militar, aunque todos los castillos de España fueron hace tiempo dotados del
carácter de monumento nacional. La ley de patrimonio los convirtió
automáticamente en bienes de interés cultural, por lo que gozan de la máxima
protección legal y las instituciones regionales tienen, en teoría, la
obligación de preservarlos de la ruina”. Y sigue Mariano García, ”En la parte
sur de la Hoya de Huesca, en un puñado de kilómetros, se alzan varios castillos
señoriales construidos en piedra durante el gótico tardío, siglos XV y
principios del XVI. Las fortalezas de Siétamo, Monflorite, Novales, Barbués,
Argavieso, Sangarrén o Corvinos ofrecen
un variado muestrario de la situación del patrimonio histórico aragonés. Hay castillos
abandonados, en restauración, rehabilitados y ominósamente perdidos. Muchos de
ellos no responden a las características típicas de los castillos. Se trata en
muchos casos, de mansiones señoriales con diverso grado de fortificación,
aunque en algunos de ellos se descubren restos de fosos y murallas”.
Muy poco se puede salvar del primitivo castillo
de Siétamo. Unicamente queda en pié un largo lienzo de su barrera exterior,
pero en él se encuentra un torreón cilíndrico con almenas apuntadas. Es un
detalle arquitectónico importante, ya que es prácticamente único en la
provincia de Huesca. Está a punto de desmoronarse…La construcción, dañada en la
Guerra Civil, fue demolida años después para utilizar sus piedras en la
reconstrucción de los pueblos de alrededor de Huesca, aunque es imposible recuperarlas,
los trabajos arqueológicos resultarían muy interesantes, ya que la localidad
recibe el nombre, por ser el “Septimum miliarium” de la vía romana de Osca. La
presencia árabe en la población, avalada por varios documentos históricos,
pervive también en algunos sillares del lienzo de la muralla. Según Julio
Brioso, ”Que hubo sarracenos en Siétamo parece probado por el documento fechado
el día 5 de Mayo de 1093, en que el rey Sancho Ramírez y su hijo Pedro dotan a
la Real Casa de Montearagón con las iglesias de Siétamo, Olivito, Arbaniés,
Castejón de Arbaniés y Alcalá, con todas sus décimas y primicias, así como sus
mezquitas y todos los bienes de los moros
“Cristóbal Guitart asegura que era uno de los
castillos más representativos de las baronías oscenses. En él nació Pedro Pablo
Abarca de Bolea y Ximénez de Urrea, IX conde de Aranda y uno de los políticos
más notables de la Ilustración. Guitart señala que era un palacio cuadrangular,
de piedra y macizo, cuya torre miraba hacia la Plaza Mayor y conservaba sus
matacanes continuos. Por un arco lateral se llegaba a una plaza de armas donde
estaba la fachada principal, con puerta semicircular, balcones modernizados y
una galería aragonesa de arcos semicirculares de ladrillo, posterior al
edificio”.
En las almenas de los torreones de la muralla,
en su cima había unas bolas de piedra, que uno no sabe dónde fueron a parar.
Don Antonio Naval Mas en el Diario del
Altoaragón del 5 de marzo de 1995, en un artículo, escribe:”El palacio del
Conde en fachada respondía a casa entre dos torres que al tiempo de su
desaparición estaban desmochadas, si es que alguna vez fueron terminadas lo
cual el lo más probable. Estas torres enmarcaban una galería de arquillos de
ladrillo que recorría todo el alto de la fachada sosteniendo el alero según
solución muy corriente en casa distinguidas aragonesas. Con toda probabilidad
esta parte del edificio existía al menos a principios del siglo XVI. Los
balcones serían abiertos con bastante posterioridad pues uno de ellos se
interponía entre la entrada y el matacán o balconcillo defensivo, que fue
colocado sobre ella para la protección del acceso. La casa-palacio estaba
yuxtapuesta a una enorme torre que en el momento en que fue hecha la
fotografía(Foto publicada en el libro”Huesca en imágenes”, editado por la
CAZAR) todavía conservaba las ménsulas del matacán que rodeó todo su entorno.
Obviamente sería la parte más primitiva, la medieval, que comenzaría estando
exenta para despiués ser ampliada con la casa que se apoyó en ella.
“Todavía quedan las bases de esa torre, de la
que se dice va a ser restaurada en algunos metros.
Don Ricardo del Arco escribió lo siguiente:”La
gran torre es robusta, de fuertes sillares, ligeramente rectangular. Mide 20
metros de altura por once de ancho, su cara mayor. Tiene matacanes en lo alto y estuvo almenada. Junto a ella hay un
arco por el que se entraba al castillo desde el pueblo, pasando antes por otra
puerta abierta en la muralla, sigue un típico pasadizo con dos arcos y se entra
a un descubierto o plaza de armas. A mano derecha está el palacio que ostenta
ventanas góticas con mainel, hoy cegadas y matacanes sobre la puerta de
entrada…
La puerta de entrada a aquel es de arco
circular; en el patio hay dos arcos robustos, uno de medio punto y otro ojival,
que arrancan del pavimento y sustentan las vigas del techo…a mano derecha está
la escalera. En su primer rellano hay una mazmorra. Acaba en otro rellano con
galería arqueada y antepecho de yesería. Acaba en otro rellano con galería
arqueada y antepecho de yesería. Estos son adición del siglo XVII. A la
izquierda, una gran puerta de entrada a las habitaciones palaciales,
espaciosas, aunque divididas hoy por tabiques. Enfrente de la escalera hay
otras habitaciones. Se conserva la sala y la alcoba(con molduras doradas) donde
nació el conde de Aranda, el célebre ministrote Carlos III. Hay otra del siglo
XVIII también con azulejos en el zócalo y una chimenea”(La casa aragonesa,
1919,pág. 22).
El palacio tuvo su ruina a raíz de la Guerra
Civil. Este edificio estaba habitado, según Cardús, por dos familias, pero
según mi padre llegaron a vivir en él hasta catorce familias. Para la Guerra
fueron bastantes los vecinos de Siétamo que allí se refugiaron, al ser atacado
el pueblo de Siétamo por el Frente Popular, pero al quedar cercados huyeron por
la huerta a la Costera y otros se quedaron en el pueblo. La fecha de su huída
fue la del día del Santo Cristo de los Milagros. Los rojos se vengaron
desvalijando el edificio y además lo incendiaron. Acompaño testimonio escrito de
Isidro Artero que lo esenció desde su casa en la calle Alta. Después de la
Guerra primero la casa y más tarde la Torre fueron empleadas para reponer de
piedras a Siétamo, Apiés, Banariés, Chimillas,Huerrios y otros pueblos de la
Hoya de Huesca ,que quedaron destruidos.
En este castillo vivieron unas seis generaciones
de los Aranda, que tomaron posesión del mismo por la boda de un Abarca de Bolea
con la hija del Señor de Castro, que trasmitió sus bienes a dicha hija y cuyos
documentos poseo.
Los Condes de Aranda tuvieron casas en muy
diversos lugares, como Epila, Zaragoza, Huesca, etc. En dichas casa pasaba
largas temporadas y en la de Zaragoza nació, como ha descubierto Angelines
Campo, Ana María Abarca de Bolea, que llegó a la categoría de Abadesa del Monasterio de Casbas y a escritora y poetisa
castellana y en aragonés.
En Huesca poseían varias casas, que no hay que
confundir con la de sus parientes los Abarca, que estaba en la calle Sancho
Abarca, sobre los almacenes Simeón, que derribaron el año 2002 y han edificado,
imitando a la antigua.
La desaparición del castillo-palacio de Siétamo
es verdaderamente lamentable, pero consecuencia de la Guerra civil y Antonio
Garrigues Diaz-Cañabate dice de esa oportunidad:”La guerra civil no fue una
cruzada, sino acaso dos cruzadas, una religiosa y otra laica. Y ambas impuras
en cuanto a su fe respectiva, puesto que entraban y participaban en ellas otras
pasiones e intereses humanos, bien humanos. Fue una lucha fanática, heroica, en
la que se jugaban la vida o muerte dos formas de ser, dos ideales, dos
Credos, no sólo los consabidos de las dos
Españas sino de otros muchos pueblos, que con eso vinieron a luchar y a
morir aquí, y a uno y otro lado de la
cambiante frontera estratégica y la lucha por muchas cosas :dinero, fama,
honra, prepotencia y otras mil vanidades, pero sólo se muere por unas pocas en
las que se cree. Esas creencias, ya divinas
ya humanas, fueron el núcleo genésico de la Guerra Civil española. La
marea universal de las publicaciones en todas las lenguas, revela que no se
trató sólo de una guerra civil más entre las dos Españas, sino de algo muy
profundo, muy universal. Esto es lo que da su grandeza, su sentido histórico,
y, si hay-dudosamente –guerras justificables, su justificación.
En la Escritura de Capitulación matrimonial de
Don Manuel Almudévar y Vallés y Doña
Pilar Casaus y López, vecinos del lugar de Siétamo, autorizada por el Notario
de Huesca Don Pablo Linés y Sarrate, el día 24 de Julio de 1881, se dice en el
nº 66, Tomo 146, Folio 3, Fº.n.166: Un edificio llamado el Palacio, sito en
dicho pueblo de Siétamo
,en la calle baja, señalado con el número 16, de
nuevecientos metros cuadrados de superficie, lindante por la derecha entrando
con campo de esta herencia, y por la izquierda con camino y por la espalda con
calle y casa de Ramón Laguarta: estimado en dos mil quinientas pesetas y no
tiene cargas.
En la Escritura de Capitulación matrimonial de
Don Manuel Almudévar Casaus con Doña Victoria Zamora Lafarga, ante el Notario
de Huesca Don Félix Marquínez y Ruiz del Burgo, de fecha diecisiete de Febrero
de 1923, viene la misma escritura.
En el Testamento de don Manuel Almudévar Cavero,
a cuatro de marzo de mil ochocientos
setenta y tres, ante Don Pablo Linés Notario, se lee una escritura igual a las
dos anteriores, pero a la que añade: Que dichas cuatro fincas(huerta de
Palacio, Tapiado, un Horno de pan cocer,
que limita por la derecha entrando con casa y corral de Joaquín Aquilué, por la
izquierda con casa y corral de Pascual Carilla y por la espalda con casa y
corral de Ramón Laguarta y un edificio llamado Palacio) las adquirió el
expresado Don Manuel Almudévar y Cavero por compra que de ellas hizo según
escritura otorgada en veinticinco de octubre de mil ochocientos sesenta y cinco
ante el Notario de Barluenga Don Sebastián Ferrer, la cual se halla inserta en
el Registro de la propiedad del Partido, Tomo ciento cuarenta y seis, Libro
tercero de Siétamo, Folio, tres, seis, doce y quince, Fincas número ciento
sesenta y seis, ciento sesenta y siete, ciento sesenta y nueve y ciento
setenta, Inscripción primera, con fecha nueve de Diciembre del mismo año(1865),
según consta de la nota puesta al pie de su primera copia de la calendada
escritura que se me ha exhibido.
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