jueves, 15 de junio de 2023

La pintura de María Asunción Laplana.- ( 2ª Parte)

 


Asunción también sufre, en ocasiones, la abstracción,  como  aquella que “tiene Montearagón en su agonía”, pero su optimismo, su fe y su esperanza gritan: ”que renazcas de nuevo pretendemos- ¡ y que no esté muy lejos todavía!.”,  tu reconstrucción.


Asunción ha pintado Montearagón con su poesía, como acabamos de leer, pero no sé, si habrá pintado su elevada posición, mirando a Huesca. Pero yo te pido, Asunción, que lo pintes,  porque como digo en mi libro “Retablo del Alto Aragón” : “Ruinas de Montearagón, todos los días os veo, todos los días os miro…le prendieron fuego y las llamas de la deforme hoguera, subían al cielo en forma ¿de jota?,  no,  que era un dance criminal y provocado(como tal vez muchos cuadros abstractos)….El esqueleto del Castillo-Monasterio se resiste a caer, parece no ceder pero, ¿hasta cuando?. Igual que ahora muchos pintores pintan brumas en el aire,  sin embargo “los castillos que tienen sus cimientos en nuestra tierra, los dejamos caer”. Pero no tú, Asunción que tienes representados como glorias aragonesas los castillos de Loarre y de Monzón. Como escribo en mi libro: ” Si ahora las ruinas de Montearagón  muestran historia con su elevada presencia, ¿qué enseñarán el día que esté el Castillo-Monasterio reconstruido?.Entonces dejará de ser “lastimosa reliquia solamente de su invencible gente”.

Ama Asunción la Naturaleza y pinta además de la gallina y el cordero, las montañas y los monumentos, además de los niños y las niñas, a los inmigrantes, las humildes casetas y a toda la humanidad.

Asunción se mudó de Maestra de Primaria a Profesora de Adultos. Pasó de la sonrisa que acompaña la poesía en los niños a la risa sonora que explota en el trato de las personas mayores, en contraste con los lloros y las lágrimas de los hombres y mujeres, acompañada siempre dicha risa por la sonrisa de los niños, que acuden gozosos a estas obras de teatro que representan las alumnas del Centro Miguel Hernández. Llaman a las actrices desde los distintos pueblos de la provincia, unas veces de Siétamo o de Barluenga, de Salas Altas o de Tabernas y de casi todos los pueblos de la provincia.

 Así como la poética sonrisa acompaña la pintura, la sonora risa  acompaña al Teatro que rima, dentro de la  representación  serena de aquellas actrices, con las  distintas situaciones económicas, vivenciales,  lúdicas  y amorosas. 

Es que a Asunción  le pasa como le ocurrió a Picasso,” el más creativo de los artistas del siglo XX” porque ambos  han convertido  “el arte en su estado de ánimo” y así como el gran pintor no limita su creatividad a la pintura, al dibujo, a la cerámica, a la poesía, al teatro y al cine, Asunción no llega a crear cine, pero pinta la cerámica de Bandaliés,  dibuja, hace poesías como la que ya hemos leído, titulada “Recuerdos” y escribe obras de teatro y va dirigiendo por los pueblos a las muchachas  en  sus representaciones. A Picasso no lo puede alcanzar Asunción, porque ésta no ha estudiado las artes en Barcelona,  ni ha estado largo tiempo viendo y comentando el Museo del Prado, ni ha trabajado en París y no ha salido casi de las calles de Huesca y de los pueblos del Somontano, pero su inspiración parece seguir el estímulo que engrandeció a Picasso.  Este,  a partir del cuadro “Les demoiselles d’Avignon”,  inicia una nueva etapa en el arte, y pone en duda toda su representación plástica precedente. Es este cuadro el principio de una nueva ejecución del arte,  es el cubismo, del que dijo Apollinaire que con él,  se inicia un análisis de los componentes de la pintura, igual que los cirujanos diseccionan un cadáver. Este proceder cubista,  que conducía a la abstracción, hizo reflexionar a Picasso y tuvo que introducir “fragmentos de realidad”. En su Retrato de muchacha, están los componentes de la disección de esa muchacha, que se deja ver y adivinar, pero logró que se asomaran a sus cuadros “esos fragmentos de realidad”, al “imitar el mármol negro, la tela y el papel de pared”. En su cuadro “Guitarra sobre una mesa”, aparece ésta, formada por planos geométricos mezclados, que podrían hacer pensar en un cuadro abstracto, pero no lo es, porque representa indicios de guitarra, que indican ser figuras concretas.

Igual que Cervantes es el genio de la literatura universal, Picasso lo es de la pintura y como los cirujanos buscan la composición de los cuerpos, él la busca con su cubismo

Diseccionar las líneas rectas y las curvas, los colores que unas veces los hace casi desaparecer y otras vuelven a explotar triunfantes. Parece a veces volver a la abstracción, pero siempre hace aparecer en sus cuadros” esos fragmentos de realidad”.

Asunción ha sido y es Maestra y aunque no ha pretendido nunca trabajar para diseccionar  los misterios del arte, los ha vivido siempre y se ha sentido inquieta por resucitar la naturaleza de las cosas y de los hombres, haciendo partícipes de la misma, a los niños con su pintura realista y poética y  a las mozas con la representación de la vida por medio del Teatro.

Picaso en 1912, decidió reintroducir el color, hizo reaparecer las líneas curvas, para volver desde 1918 a 1924 “al orden”, como él mismo dijo.

Asunción también sufrió la abstracción, cuando recitaba, hablando de Montearagón: ”compuse su silueta allí en mi mente- y vi como el olvido y la desidia lo han ido desgastando lentamente”. Aquel monumento se veía deprimido y deprimente,  lo que me hace repetir aquellas palabras, que pronuncié : ”Son el peso y el paso de los años los que tornan abstractas las visiones de los paisajes y castillos que han pintado, no hace abstracciones en lo que la imaginación del hombre espera y no  pinta  negros nubarrones, mezclados con relámpagos y abortos etéreos”.

A Picasso le costó desde 1918 hasta el año 1924, volver “al orden”, como él mismo se expresó,  pero a Chonín, que con sus sonrisas y sus risas se ha conservado siempre joven, con su optimismo, su fe y su esperanza, gritó ante la triste visión del Montearagón: ”¡que renazcas de nuevo pretendemos- y que no esté muy lejos todavía” tu reconstrucción.

De la misma forma que Picasso en su “Retrato de muchacha”, lo llenó de colores y muchos otros materiales repartidos en un verde prado e imitó el papel de pared, la tela y el mármol negro, Chonín  en su cuadro “La era”, lo llena de colores y de curvas que requiere la lejana montaña, el montón de trigo, al que un campesino con su boina clavada en su cabeza, limpia con una escoba improvisada por él mismo con palos y cuerdas. Es también redonda la criba  con la que la esposa, agita las granzas del cereal, que allí han trillado. Al fondo se descubren campos cultivados y árboles,  pero en su parte delantera, sobre un trillo de arrastro descansa la hija del matrimonio trabajador, apoyando su cabeza en un paquete de cuerdas y “fencejos”.

Admiremos al genio de la pintura de Picasso, pero cuando dirijamos nuestra mirada a su cuadro “Retrato de muchacha”, pondremos serio nuestro rostro, porque estaremos pensando si unas de sus partes es un trozo de tela o de papel, si un trozo mineral negro es de mármol, si dos curvas casi simétricas son los pechos de la muchacha y buscaremos su boca para ver si habla o espera a ver si quiere dar un beso.

En cambio si contemplamos los cuadros de Asunción, la mujer ya mayor, la que ríe y causa risas en los espectadores de sus obras de Teatro, sonreiremos como sonríe Chonín, la niña, y provoca sonrisas, en nosotros mismos, cuando vemos los múltiples objetos, animales como corderos y gallinas e incluso personas como el abuelo moro abrazando a su hermosa nieta. Le dedico una sonrisa a Chonín, mientras Asunción nos animará a que en nosotros explote la risa.

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