Huesca femenina y acompañada en este día de la Santa, por el sometido sexo masculino, ha ardido en
fiestas de recuerdo y de amor a
Santa Águeda, que murió con los pechos cortados. Ahora, después de siglos, las mujeres la recuerdan
unas veces, por medio de la oración, otras por los bailes de todas las mujeres
e incluso de los hombres y ambos sexos
se recrean con los pasteles de las
“tetas cortadas”. Tales “tetas cortadas” las presentan en este día, con
un arte que brota de los corazones de las mujeres y también de los hombres,
para consumirlas y recordar con placer el sacrificio de Santa Águeda.
Aquí, en Huesca, en la Ermita de las
Mártires pasan los fieles a besar una teta o pecho de plata, que allí se
conserva. Dice San Agustín en la “Ciudad de Dios” que “si en algún momento los
dioses de la Ciudad Terrenal, esclavizan a los ciudadanos de la Celestial por
la necesidad de bienes perecederos, los fieles ya tienen su paz en la esperanza
cierta”, como demuestran el día de Santa Águeda con su fe, su devoción y su
amor a las Santa del Señor. La mujer siempre se ha creído igual al hombre, pero
las dificultades económicas, entre otras muchas, le impedían hacer las labores
del sexo contrario, pero el día de Santa Águeda, vemos como en nuestros pueblos
el alcalde le entrega la vara de mando a una mujer y esta preside la vida del
pueblo durante todo el día de la Santa. Por la tarde celebran un baile las
mujeres, que en ocasiones permiten participar a los hombres, pero siendo ellas
las que se adelantan a sacar a bailar al que ellas prefieren.
Aquí en Huesca, un grupo de chicas, unas casadas y otras solteras,
entraron en una sala en que se celebraba
un baile en honor de Santa Águeda y vieron que toda ella se encontraba llena de
hermosas y morenas mujeres, unas jóvenes con su mata de pelo suelta y las
mayores con unos peinados moños. Eran bellas con unos ojos negros, que no daban
tristeza sino que repartían la luz de la alegría entre todo el público que allí
había acudido. Se escuchaban rumbas,
“cante jondo”, coplas andaluzas y gitanas y ellas parecía que los átomos
eléctricos movían sus piernas, sus brazos, su abdomen y su tórax, mientras
arrojaban por sus ojos la emoción de quien se siente feliz. Un guapo gitano de
la raza calé, se colocó al lado de las niñas “payas” y todas las miradas de las
calés se dirigieron sin sonreírse, no se
sabe si hacia ellas o hacia su deseado gitano. Ellas iniciaron su retirada y al
decirles el gitano que parecían Reinas, una de ellas le contestó: tú si que
pareces un auténtico Rey. Se le notó en su cara una satisfacción enorme y ellas
se fueron pacíficamente.
Es que todas las razas que están en España, acuden a esta sala, pues
aquel día de Santa Águeda, estaban por allí unos cuantos “poni payos”,
como llaman los calés a los latinos o
hispanoamericanos que son de baja estatura, como los potros “ponys”, pero que a
pesar de su escasa altura entonan hermosas canciones hispano americanas.
Se fueron marchando por las calles del centro de Huesca, aunque a alguna
de ellas, la tuvieron que llevar al “Más allá “ de la ciudad, como llaman al
Barrio que está más allá del Tanatorio.
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