lunes, 18 de diciembre de 2023

Sarsamarcuello.-

 


Este año de 2003 ha acabado su larga vida un hijo de Sarsamarcuello a los ciento tres años de edad. Se llamaba Félix Palacín y según su sobrino, también nacido en Sarsamarcuello, no murió de ninguna enfermedad, muriéndose simplemente de viejo. Tan viejo sería que debió nacer al fin del siglo diecinueve, vivió durante todo el siglo veinte y murió en el siglo en que nos encontramos, a saber en el veintiuno. Desde los Pirineos, que forman una barrera natural, que nos separa al tiempo que nos une a Francia, se extienden unos quince mil kilómetros cuadrados que nos llevan a terminar la provincia en los secos Monegros. Estos territorios han ofrecido al hombre una variedad de formas de vida, que han hecho de su historia el origen del Reino de Aragón. Dentro de los Pirineos se encuentra una depresión longitudinal, que llega desde la Canal de Berdún,  por la Val Ancha, entre Jaca y Sabiñánigo, con las alturas de San Juan de la Peña y la peña Oroel , hasta la depresión en que se encuentran Fiscal, Boltaña –Ainsa y acabando en Benabarre.

Antes de llegar a la Tierra Plana se encuentran las Sierras Exteriores, entre las que se están la de Caballera, separada de la de Loarre por los ríos Sotón y Riquel. Al sur de esta Sierra de Loarre se halla uno en el Somontano del Gállego, desapareciendo la continuidad del nivel, dando lugar a que los arrastres de tierras como la arcilla y la arenisca vayan dejando “mallos” de materiales más fuertes, que como los que se ven en Riglos, desde el muro de Sarsamarcuello, son impresionantes. Debajo del Somontano queda la Plana de Huesca y la Depresión de Almudévar. Y en esta noble tierra, en la Montaña y huyendo de ella para bajarse a la Tierra Plana, por tanto tan cerca de una como de otra, en  esta  Comarca de Loarre, nació el Señor Félix Palacín, concretamente en el pueblo de Sarsamarcuello. Y ese nombre de Sarsa equivale al de Sarasa, pueblo desaparecido cerca de Jaca, que pertenece a la lengua vasco-ibérica, que hablaban los ilergetes y que demuestra que los vascos son españoles, conservando palabras en nuestra Geografía y en nuestros apellidos, aunque  hayamos dejado de hablar el euskera, usando en nuestro hablar diario palabras como “bresca”. Para subir a estos lugares, se pude ir por Bolea y Aniés hasta Loarre o por Ayerbe, donde al pasar por él, puede uno comprar tortas del mismo Ayerbe y también en casa del botero Castán se puede uno hacer con una bota, con la que acompañarlas con  vino.

Desde Ayerbe, también palabra vasco-aragonesa, se sube por la carretera que va a Loarre y a Bolea y desde ella se desvía para entrar en Sarsamarcuello y en Linás de Marcuello. Ambos pueblos pertenecen al Somontano de la Sierra de Loarre, aunque el sobrino  del centenario Félix Palacín, dice que aquello no es Somontano, sino Montaña, ya que se  encuentra  a unos setecientos cuarenta y cuatro o cuarenta y cinco metros de altura sobre el nivel del mar,  pero existen alturas de mil cien metros de altitud, en una de las cuales se construyó por Ramiro I, una torre cuadrangular, que contribuía a la instalación de  una cadena de Castillos, desde el extraordinario Castillo de Loarre, hasta el desparecido de Murillo de Gállego. Del Castillo cercano al de Loarre, es decir de Sarsamarcuello solamente quedan restos  del siglo XI.  Según me dice el hijo de Sarsamarcuello José Luis Ibor Lorés,  sólo queda un muro que cada año se reduce y corre el peligro de caerse. Cerca del mismo se encuentran dos ermitas románicas, una la de San Miguel y otra de la Virgen de Marcuello del siglo XII. En su proximidad se puede ver la Vía Romana, que permitía viajar al Pirineo y de allí a las Galias. Quedan pocos habitantes en Sarsamarcuello y en Linás, pero cuando llega la fiesta de la Virgen se llena la comarca de hijos de la misma y de descendientes de ellos y cantan: ”Virgen de Marcuello-que alta que estás-bendice los frutos- de Sarsa y Linás”. ¡Cómo se demuestra que asisten a la procesión gentes de otros pueblos!,  porque siempre se escucha a algún ayerbense exclamar: ”y los de Ayerbe nos tocaremos a faba”, como expresando los celos por no ser admitidos en la oración que reza por los de Sarsamarcuello y por los de Linás. En cambio los de Sarsa con los de Linás se entienden desde hace muchos siglos, pues después de la procesión que hacen por los alrededores de la ermita de piedra, recogen a la Virgen, durante un año los de Linás y otro los de Sarsamarcuello. Después de la fiesta sólo quedan durmiendo en Sarsa unos treinta y tantos ciudadanos y si vas a Linás te dará la impresión de que no queda nadie, porque me dijo José Luis:”Si vas ta Linás, ellos te verán ,pero tú no los verás”.Yo creo que eso que dicen de Linás, pasa en casi todos los pueblos de la provincia y además yo he comprobado la simpatía de sus hijos.

Pero no sólo está llena la comarca de  Sarsamarcuello y de Linás de construcciones, sino que  también existen los lugares  naturales, desde los que se contemplan, por ejemplo desde la Peña del Sol,  toda la depresión del Gállego, con hermosas vistas panorámicas de su valle. Una de las mejores vistas del conjunto de los Mallos de Riglos se obtiene desde el Mirador de los Buitres. Desde allí se puede mirar como viven  y vuelan, como se reproducen y alimentan esas aves y ¡qué quietos y tranquilos están los mallos de Riglos, que se ven más bajos que el mirador, al contrario que si uno se los mira desde la carretera de Jaca, que los verá como unos enormes mallos que reinan en las alturas¡ .

En estos panoramas vivió durante muchos años Félix Palacín, donde en ocasiones tuvo que pasar muy malos ratos y en otras gozar en los límites que Ramiro I, guardaba al antiguo Reino de Aragón. Su oficio principal fue el de esquilador, que era un oficio en el tenían que trabajar con más intensidad cuando llegaba la época de esquilar las ovejas, porque el resto del año debía esquilar las caballerías, para lo que le avisaban los dueños de las mismas. Ahora los esquiladores disponen de aparatos más cómodos que aquellas tijeras de antes, porque esquilan con máquinas eléctricas, pero el señor Félix tenía que ponerse lana en las manos para que el roce con las tijeras, no le produjera úlceras en ellas. Tenía que tener un gusto artístico para hacer a las caballerías unos dibujos en las ancas y dejarles en la parte alta del cuello un adorno con las crines, al tiempo que la cola o rabo, unas veces los dueños la querían corta y otras larga. Muchas veces tuvo que ir a cuidar el ganado caprino y el lanar por esas subidas y bajadas, tanto que aún de viejo siempre estaba con tres o cuatro cabras, de las que a una tenía que clavarle una clavija en el suelo y atarla a ella con una sogueta.

Había trabajado toda su vida y tuvo que seguir haciéndolo después de muy viejo para ganarse la vida.

En la provincia de Huesca se ha dado y se está dando el abandono de numerosos pueblos, cientos de ellos, en hermosas tierras como las que hemos visto en la Sierra de Loarre y es triste y produce desaliento su contemplación y en esos pueblos se ha dado el desarraigo de cientos de hombres y mujeres, que como Félix, cuando vivía en Huesca, se acordaba de ellos. Además algunos tienen dificultades para reunir la cantidad de dinero que les piden para retirarse a una residencia de ancianos, como si el señor Félix no se hubiera pasado toda su larga vida trabajando por la sociedad humana.          

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