domingo, 10 de noviembre de 2024

Mi sobrino Luis Manuel, ama el Mundo y a sus pequeños habitantes.- (17 de Mayo de 2021)




                    Escultura realizada y pintada por mi hermano Luis Almudévar Zamora         

Yo tengo muchos recuerdos de mi sobrino Luis Manuel, de sus padres Luis y María Pilar Arnal y de sus dos hermanas Natalia y Marina. Nacieron en Bilbao, Puerto Marino, donde tenían un piso, iban a sus colegios y acompañados por su madre María Pilar Arnal, casi siempre esperando a su padre  Capitán de Barco. Cuando ya llevaba muchos años navegando, se quedó en el mismo Bilbao, trabajando en las tareas que requería su puerto. Pero un día, estando yo mismo escuchando la radio, quedé con mi corazón muerto, al escuchar a la Emisora, que habían explotado bombas en el puerto de Bilbao. Llamé inmediatamente a mi hermano Luis, que no se había enterado de la cruel noticia y se quedó absorto, extrañado y asustado. Se le acabó aquella vida familiar en Bilbao, porque tuvo que volver a navegar por el Mundo, pero él, capaz de navegar por los desiertos mares, aguantó hasta que lo jubilaron. Luis Manuel de una curiosidad humana indescriptible, aprendió inglés y todo lo que encontraba por el Mundo, le despertaba una gran curiosidad. Bastaba  observarlo  cuando venía a Siétamo, como sentía una curiosidad de las serpientes que en la Era, debajo de los pajares, se sentaba encima de una piedra como asiento, frente a los agujeros por los que él había visto entrar o salir alguna culebra. Y en su humilde asiento esperaba ratos y ratos para poder ver y apoderarse de alguna serpiente, que debajo de la pared de la era, se había refugiado. El quería cazar alguno de esos animales, a los que se sentía atraído por su forma especial de vivir una vida, sin patas, que se desplazaba por la era reptando. Su forma de ser le dotaba de fortaleza, para esperar el momento oportuno en que podría capturar a una de ellas. ¡Qué amor a la naturaleza tenía Luis Manuel, pues después de sentarse, como he dicho sobre una losa de piedra, era capaz de esperar no a su enemiga, la culebra sino a su amiga, para hacérsela compañera de la vida!. Yo como persona nerviosa no podía estar a su lado, pues no podía hablar con Luis Manuel. Solamente lo observaba y lo dejaba sólo, comprendiendo su paciencia. No me hablaba, pero me sonreía en tanto yo lo acompañaba.

Dios había puesto en su corazón un atractivo hacia esas culebras y necesitaba vivir con ellas y dedicaba el tiempo que tenía para convivir con ellas, porque a él no le causaba soledad ni miedo en su corazón, sino que su presencia le hacía compañero en este Mundo de tan misteriosos animales. El Señor le había dado el poder convivir con ellas y él buscaba la ocasión de sentirse más cerca del Creador, conviviendo con las mismas. La culebra es un animal misterioso y el diablo, adoptando un cuerpo serpentino, se presentó ante Adán y Eva para tentarles que comieran un fruto prohibido y a estos primeros hombres originarios de la humanidad, les hicieron perder la vida humana en el Paraíso. Pero mi sobrino Luis Manuel, sabía que las culebras no habían provocado la Expulsión de Adán y Eva del Paraíso y él estaba enamorado de la imagen original de tales animales. Y él centró su atención, la dirigió a las culebras y no podía hacer otra actividad que sentarse en una piedra frente a las paredes de los pajares en la era de Siétamo por cuyas bases, salían agujeros en los que se escondían las culebras.

 


 

                       Caricatura realizada por mi hermano Luis Almudévar.

Además de coger las culebras en la era, bajaba con su primo Mariano al río Guatizalema, donde mi hijo no podía ver dichas culebra y Luis Manuel las captaba prontamente.  Su compañía no les faltó nunca, pues  su eterna sonrisa aliviaba la enfermedad, que padecía su madre María Pilar. Cuando mi esposa y yo estuvimos en Bilbao, su hija Natalia se preocupaba de que su madre fuera feliz. Mi esposa y yo nos volvimos a Huesca y a los pocos días tuvimos que volver a participar en el funeral de María Pilar. Luis mi hermano, ya estaba jubilado y pensó en vivir en su Tierra Natal y con su hija Natalia, vinieron a vivir al piso de Huesca. No estaba sólo, sino que le  hacía  compañía su hija Natalia, y él se dedicaba a colocar símbolos de la Navegación, en pequeños armarios, para poderlos contemplar. Construía barcos, que colgaba por diversas habitaciones familiares. Tenía muchos amigos, que lo hacían feliz a él, como él mismo los hacía a ellos y cocinaba preparando meriendas sabrosas, cuya preparación había aprendido en los barcos en el curso de sus viajes. Luis cogió uno de los soldados de plomo, ya medio destrozados por el juego y escribía artículos, que estaban llenos de humor, acompañados por una gran humanidad. Cuando murió María Pilar, sus restos fueron llevados al Cementerio por su esposo Luis, acompañados por toda la familia. Cuando Luis murió, se incineró también su cuerpo junto con el de su esposa. En el Panteón de los Almudévar de Siétamo, permanecen juntos gozando del descanso eterno.   

Luis Manuel, hermano mayor de los Almudévar-Calvo, marchó de Bilbao a Málaga, donde ha vivido feliz con su trabajo y con su placer de convivir con pequeños reptiles en su casa. Marina, casada con el buen Gabriel, vive en Zaragoza, donde se ocupa de la educación de los niños. Natalia que mientras vivía su padre en Huesca, no lo abandonó. Y estando sola en la vida, se marchó a Madrid y después de casada con el buen Juanma, se trasladó a Barcelona,donde trabajó con su esposo , también abogado. Cuando van a Alicante a convivir con la familia de Juanma, los niños gozan, unidos a sus abuelos, de su clima y corren por debajo de los naranjos. Han crecido su hijo y su hija y Natalia, sufre para que no sufran el niño y la niña. Hoy Luis Manuel llega a Huesca y a Siétamo a rezar en la tumba por sus padres y yo animaré mi corazón al ver a Luis Manuel, que soñará estar junto a sus padres. "Tuvo con la visita a la tumba de sus padres, una gran alegría que le duro muy pocos días, pues murió al mes siguiente para acompañar a sus padres en la tumba".


sábado, 9 de noviembre de 2024

Andador por los Montes y sentado en una Residencia


Valle de Benasque (Huesca).
He encontrado en un mirador de la Residencia de Ancianos del pueblo de Chimillas, desde el que se observa con claridad meridiana la Sierra de Gratal,  un hombre maduro, al que he saludado. Me ha contestado con esa alegría del que a veces querría hablar y no puede, porque no encuentra a quien dirigir su palabra o no es capaz de hacerlo, porque su presencia le impone respeto. Le he preguntado si le gustaba la visión de la que gozaba desde tal punto y me dijo que sí, que aquello le llenaba, porque él era Guarda de Monte jubilado y su visión le recordaba, los tiempos en que vigilaba aquellos montes y los recorría. Le pregunté que donde había ejercido tal misión y esforzándose en recordar el nombre de aquel pueblo, cuyos bosques, cuidándolos y vigilándolos, él no podía responderme del nombre de aquel pueblo de la Montaña del Alto Aragón; pero señalaba su frente con el dedo índice,  y al mismo tiempo me decía: ¡es qué sabe,  me falla la memoria!.
Estaba el anciano Guarda Forestal, sentado delante de una cristalera, a través de cuyos cristales, contemplaba, la Sierra desde el pico de Gratal hasta el pico de Guara a su derecha. Con su imaginación contemplaba aquellos montes que le recordaban el Pirineo de Benasque, que al fin recordó su nombre.
Recorriendo aquellos locales tan clásicos, ornamentados en sus pasillos de ánforas y de vajillas romanas, me daba cuenta del paralelismo que existía entre aquellos hombres y mujeres ancianos y los ornamentos más antiguos, que colgaban por las paredes de los pasillos. ¡Aquel edificio parecía un Bar inmenso, donde no se siente ni el calor en verano ni el frío en el invierno.

Pero, sin embargo, la vejez sigue apoderándose de nuestros cuerpos y de nuestros espíritus. Así me lo decía el Guardia Forestal de Benasque, que los árboles nacen muy pequeños y viven creciendo muchos años, pero al fin, se apodera de ellos una vejez, que los conduce a que los abrasen en el fuego y a los hombres a pasar su vejez mirando los montes, que han recorrido durante toda su vida. 

viernes, 8 de noviembre de 2024

DEL APAGON Y EL RAYO (CLAROSCUROS)

 


Primeras bombillas inventadas por Tomas A. Edison.


Tomás Alba Edison,  al inventar la bombilla, era consciente de los grandes beneficios que de ella se iban a derivar para la Humanidad. Su gozo,  como buen filántropo, debió ser enorme. Pero tal vez no llegara a  darse cuenta de que de la misma forma que al día le sigue la noche y al sol las tinieblas, a la iluminación eléctrica le iban a seguir  los apagones. El sol se va ocultando poco a poco en el horizonte y a las gallinas les da tiempo sobrado para instalarse cómodamente en sus perchas; los pastores calculan el tiempo que va a durar el crepúsculo y se van acercando a sus apriscos, antes de que la noche les sorprenda en el monte, donde, por otra parte, prolongan su estancia si comprenden que el cielo está despejado y la luna llena va a hacerles compañía.

Pero los apagones eléctricos producen trastornos repentinos e imprevistos; son como los que siempre ha producido el rayo,  pero al revés, porque éste es una avenida tumultuosa de electricidad y el apagón es una huida masiva de la corriente.  El rayo electrocuta, quema y a veces derrumba edificios. El apagón también derrumba a algún anciano, que subía o bajaba por la escalera, suspende a otros en el ascensor, hace que alguien meta mano a los estantes del supermercado o en los sostenes de quien se descuida.

La luz eléctrica, por otra parte, nos separa de la vida natural, cambiando los horarios solares por los oficiales. Por eso muchos campesinos, cuando preguntan la hora, piden que se les aclare si ésta  que se les da, es la vieja  o la nueva.

Poco a poco nos vamos adaptando a la luz artificial, pero nos quedan reminiscencias de cuando gobernaban nuestras vidas la luna y el sol. La luz de la luna era propicia para los enamorados, que todavía cantan ”Los dos a media luz, a media luz los dos, ¡qué bello es el amor!. La mayor ventaja que le veo al apagón sobre el rayo es que éste disminuye la población, y aquel hace que aumenten los nacimientos.

jueves, 7 de noviembre de 2024

Organización , de mi hijo Ignacio, que en estos días dolor y sufrimiento ha estado ayudando a las victimas de la DANA en Valencia y Albacete



En estos días, las impactantes imágenes de las recientes inundaciones en Valencia nos recuerdan la importancia de estar preparados y organizados, tanto en lo personal como en lo colectivo. Las consecuencias de estos desastres no sólo exponen nuestras vulnerabilidades ante la naturaleza, sino también la necesidad urgente de mejorar nuestra capacidad de respuesta. Para afrontar estas situaciones de forma eficaz, hay una asignatura pendiente en nuestra sociedad que necesitamos abordar: la organización.
Organizar nuestra vida no es sólo una cuestión de conveniencia; es una necesidad. La organización del tiempo, de las tareas y de los recursos es lo que nos permitirá ser resilientes y efectivos. Este valor debe forjarse desde las primeras edades, ya que formar a las generaciones futuras en organización y coordinación es clave para un futuro mejor. Y junto a la organización, debemos enseñar algo esencial en el trabajo colectivo: la disciplina. Cuando formamos parte de un equipo, la disciplina es esencial para actuar con agilidad, asumir responsabilidades y acatar las directrices que nos guían. Sin ella, nuestra capacidad de responder en equipo se ve debilitada.
No obstante, para alcanzar esta organización y disciplina, necesitamos resolver un inconveniente que a menudo frena nuestras iniciativas: el exceso de burocracia. Los trámites interminables ralentizan los procesos, dilatan las decisiones y, en última instancia, debilitan nuestra capacidad de actuar con rapidez y eficacia cuando más se necesita. Para que la organización florezca, necesitamos una administración más ágil y centrada en servir a los ciudadanos.
Y no podemos olvidar una tarea crucial: la optimización de nuestros recursos. Debemos aprender a compartir y aprovechar al máximo lo que tenemos, poniendo en común los medios y apoyándonos mutuamente. Así, conseguiremos sacar adelante todas las tareas, desde las más cotidianas hasta las más extraordinarias.
Hago un llamado a todos nosotros, como pueblo, para reflexionar sobre la importancia de la organización y del compromiso en nuestro día a día. Nuestra capacidad de actuar juntos, de manera disciplinada y eficaz, es lo que hará la diferencia en los momentos críticos.
Unamos nuestras fuerzas y empecemos a construir una sociedad más preparada y solidaria. Sólo así estaremos listos para afrontar los desafíos del futuro, juntos y mejor.
Ignacio Almudévar Bercero

De mi hijo Ignacio , os paso este emotivo y conmovedor escrito sobre la ayuda a los afectados por la DANA:


El amor es un sentimiento del ser humano, que partiendo del corazón de una persona, busca el encuentro y unión con otro ser, que procediendo de su propia inteligencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro. Esta vocación de poeta de Francisco Brines (1.932-2021), es maravillosa, porque la poesía es una sorpresa total y luego, cuando termina es un documento material, lo reconoces por el Poeta. El mismo declara:” yo soy el miedo abandonado”.” Una vocación de poeta es maravillosa: te convences por el poema, pero no conocías antes de redactarlo que en él escribes: “Amor…El sentimiento intenso del ser humano, que partiendo de su propia insuficiencia, necesita el encuentro o unión con otro ser”.

El valle de la Albufera descrito por Francisco Brines, se ha visto estos días entristecido por la terrible caída de la DANA.





 

"Queridos compañeros y compañeras del campo:En un año donde el calendario de labores nos impide sembrar el cereal y recoger el fruto del maíz, el tiempo nos juega una partida difícil. Las lluvias y las condiciones del terreno nos han dejado sin las jornadas de siembra y cosecha de las que dependen nuestros esfuerzos y familias. Sin embargo, en medio de la dificultad, nuestra dedicación sigue intacta, y hemos transformado nuestras herramientas de cultivo en herramientas de solidaridad.Hoy, los tractores no solo trabajan la tierra; también cruzan caminos para llegar hasta Valencia, donde nuestros esfuerzos se unen a los de otros para limpiar y ayudar a quienes han sido golpeados por la adversidad. No es solo una muestra de ayuda, sino de ejemplo y compromiso: la misma tierra que nos une es la que queremos ver limpia y fuerte, para que nuestras comunidades también puedan levantarse.Este año, aunque el suelo no nos permita sembrar cereal, estamos sembrando algo aún más profundo: solidaridad. Que este esfuerzo germine, crezca y dé frutos en forma de una sociedad más unida y comprensiva. Que lo que no podemos recoger en el campo, lo recojamos en apoyo mutuo y esperanza.Gracias a todos los agricultores y agricultoras que, pese a las adversidades, encuentran en su corazón y en su trabajo una manera de seguir adelante, siempre juntos y con la vista en el futuro. No es solo un gesto; es un acto que nos define como personas y como gremio.Con esperanza y reconocimiento."
Ignacio Almudévar Bercero

Onofre Almodóvar o Almudévar y después Almudéver


Escudo de la Villa de Almudévar.

 

La Villa de Almudévar, conquistada por los cristianos a los moros, para entrar a dominar y conquistar Zaragoza, se llamaba antes de la invasión de los árabes, Burtina, nombre vasco –ibérico. Parece ser que los moros la llamaban Almodóbar, que significa El  Redondo o La Redonda.  Se ha mantenido su condición de La Redonda, con la edificación encima del tozal de La Corona, de la iglesia donde  se aposenta la Virgen, que hace rimar la redonda corona de tierra del tozal, con la corona, también redonda, que le colocaron sobre su cabeza, los hijos de Almudévar. Al ser derrotados los moros por los cristianos, éstos honraron a la Virgen, identificando su nombre y su corona con el del tozal, en que edificaron su iglesia.

En una Cruzada promovida   en Toulouse y apoyada por el vasallo del Rey de Aragón, Vizconde de Pau y Señor del Bearn,  a donde se asciende por las Cinco Villas, entre otros pueblos por Luesia, fundado por un Vizconde del Bearn, por Sos del Rey Católico, por Sigüés y por el pueblo navarro de Burgui.  Roma  convocó la Cruzada y se reunieron en Ayerbe, voluntarios del Bearn,  de Vizcaya, de Alava, de Navarra y de la Montaña aragonesa, y conquistaron Almudévar, para llegar después a Zaragoza.
En un escrito, pone que Onofre Almodóvar o Almudévar, fue, según lo alaba Polo en el “Canto del Turia”, un  poeta valenciano.  Fue impresor, que se dedicó a imprimir numerosas obras en valenciano, que él amaba con un fervor enorme y en castellano, lengua en la que escribía con arte. En la BIBLIOTECA VALENCIANA el “Libro Tercero de la ínclita y Coronada Ciudad de Valencia y de su Reyno: copilada por Martín de Vicyana, natural de la Villa de Burriana”, pone que en aquellos tiempos fue “impreso con Licencia de la Sancta Ynquisición”. Al principio del libro, está escrito: “Onofre Almudévar en alabanzas de toda la crónica a modo de epílogo”. Y a continuación sale su famoso soneto, que así dice: “Soneto”: “Armas, hechos, linajes y edificios-de muchos aun presentes y pasados,- de nuestros y de extraños  memorados- las paces, disensiones, y bollicios.-Los grados, dignidades, los oficios-como, cuando y por quien fueron fundados-los tiempos, las mudanzas recontados- vereys sin que verdad salga de quicios.-Dexen pues la lición de historia vana-frecuenten los lectores tal historia- y alaben nuestra patria Valenciana.-Laureen al auctor de fama y gloria-pues la verdad desenterró Vicyana- de cosas tanto dignas de memoria”. El nombre de Almodóvar, era el que le pusieron los moros a la población de Burtina. Almodóvar, que significa Redondo, de donde sale   La Corona Redonda, que es una corona redonda  geológica, sobre la que se asienta la iglesia de la Virgen de la Corona. Existe en España el apellido Almodóbar, que entre otros posee un gran creador de cine, pero lo posible es que dicho apellido derivase de la Villa moruna de Almodóvar, y que los que de tal forma se llaman, fueran moros huidos  de dicha población, cuando fue conquistada por el rey Alfonso el Batallador. Pero en aquella confusión lingüística, aparece en una Biblioteca Valenciana, el apellido de Almodóvar en el escritor Onofre y otras veces el Almudévar y el Almudéver.

 En aquel complicado mundo por las diversas lenguas que se hablaban en el Reino de Aragón, a saber el árabe, el vasco- aquitano, las diversas formas de aragonés, como el ribagorzano, el lemusín y el castellano,  pone una crítica en la “Biblioteca Valenciana de los Escritores”, sobre los tres apellidos con los que se conocía a ONOFRE ALMODOVAR, y así se expresa en la página 124: “Onofre Almodóvar”, en la epístola proemial de su obra: “Instrucción para saber devotamente oír Misa”, que cita Ximeno, se llama ALMUDÉVAR, de cuya epístola consta que imprimió también algunas Obras de N. Arcis Vynoles, y de muchos otros doctos valencianos……Ximeno, tomo I, pág.158, col.2, le llama malamente ALMODÓVAR, siendo así que en el prólogo que hizo a “Lo Sompni de Joan Joan, y la Brama dels llauradors” de Jaime Gazul, que reimprimió en Valencia 1561…se llama ALMUDÉVER”…
“A Onofre Almudévar lo menciona Timoneda en su “Sarao de Amor” y Gil Polo, en su Canto de Turia, dice con estas palabras: Aquel a quien de derecho le es debido-por su destreza un hombre señalado,- de mis sagradas Nymphas conocido,- de todos mis pastores alabado,- hará un metro sublime y escogido,-entre los más perfectos estimado:-éste será Almudévar, cuyo vuelo- ha de llegar hasta el supremo cielo”.
ONOFRE ALMUDÉVAR es muy digno de alabanza, no sólo por las obras propias que dio a luz, si no también por las ajenas que renovó, como las de Roig impresas en Valencia en 1561, con el elogio en verso que ya produjimos, y el “Procés de les Olives”, y “Sompni de Joan Joan”, etc. “En la misma Ciudad y año: precede un modesto prefacio, que por contener curiosas noticias y elogios de muchos Poetas Lemosines celebrados por Polo, lo pondremos aquí”.
Si, debo poner pequeñas partes de sus obras, unas en valenciano, como ya he puesto  un soneto en castellano. En la página 125 de la” BIBLIOTECA VALENCIANA de los escritores”, obra de Justo Pastor, pone ONOFRE ALMUDÉVER al Lector, un escrito, que  entre otras cosas dice: ”Per hon vos exorte, y tant quant puch encarregue, que torneu sobre vosaltres, y respongan per la vostra honra en no dexar perdre los obres de tant celebres Autors, sino que renovantles, mostreu a les nacions stranyes la capacitat de les persones, la facundia de la llengua, y les  coses altes que en ella están escrites: majorment queus deveu lloar de dos coses: que ella es en sí tan delicada, que aba facilitat se gira y apren quansevol de les altres, y ella de poschs es compresa, sen lo que mes importa, que per la sanctedat del vostre benaventurat compatriota Sanct Vicennt Ferrer, fonch decretada en tal manera, que la estengué per les parts llonginques y remotes, predicnat a estranyes nacions, y de totos clarament ab ella fonch entes”…….San Vicente Ferrer dice Onofre que predicaba en extrañas naciones y en pueblos lejanos, como en pueblos más cercanos, pertenecientes, como Valencia, al Reino de Aragón, por ejemplo  en Graus, donde el Santo dejó un Cristo, que todavía se venera con gran devoción por los grausinos.  San Vicente Ferrer predicaba en valenciano, pero los que lo escuchaban, sólo entendían algo de lo que expresaba, que sin embargo, los llenaba de fe. En Graus concretamente hablaban y todavía lo hacen en el idioma ribagorzano, que aunque se parezca, no es catalán. Como el valenciano, según he oído a muchos hijos de Valencia, tampoco lo es. Me acuerdo de contemplar en Huesca, la televisión valenciana y cuando iba a explicar el tiempo que iba a hacer, lo anunciaba con un cartel, que decía: “L’Orache”, que en Huesca lo pronuncian de esta forma y en Cataluña,  me dijeron que casi no se usaba tal palabra, pero en mi pueblo de Siétamo, a doce kilómetros de Huesca, la gente se decía: “¡ Qué mal orache va a fer!”. Al acabar el escrito en valenciano,  Onofre, saluda a sus lectores con la palabra VALE, que quiere decir  que gocen de buena salud. “Don Juan Antonio Mayans, Canónigo de Valencia, sujeto literato, en varias ocasiones aseguró llamarse Almudéver nuestro autor, y si la última e , la mudó en a, en la referida epístola, sólo fue por querer castellanizar el apellido”. Pero Don Juan Antonio Mayans se equivocaba, porque los antepasados de  Onofre, venían del Bearn y tenía parientes en Zaragoza. Además amaba a la lengua valenciana, relacionada con el lemosín que de Francia llegó y enriqueció el valenciano. A su antepasado que seguramente venía también del Bearn, lo nombró el Rey Bayle de Almudévar, al Vizconde del Bearn lo nombró Señor de   Zaragoza y Onofre, con su lengua se encontraría feliz y contento en Valencia. Los valencianos al pronunciar el apellido Almudévar, cambiarían la a, en e, como les ocurría con palabras valencianas como “obres”, que era como pronunciaban la palabra obras y con el apellido Sorribas, que en Huesca pronunciaban de esta forma y en Cataluña, lo transforman en Sorribes.  No tenía Onofre ganas de castellanizar el origen de su apellido,  cambiando la a, por una e; la cambiaban cuando pronunciaban el apellido Almudévar, que se convertía en Almudéver, que siguen siendo el mismo apellido, como lo es también el de Almodóvar. En el libro valenciano “Notas al canto del Turia”, dice en la página “162.,l.3,(1) ALMUDÉVAR (ONOFRE). Este Poeta fue contemporáneo de Polo. (1) Llámase  Almudéver y Almudévar indistintamente”. Esta afirmación está hecha por un valenciano.
 Los cristianos  llamaban Almudévar al antiguo pueblo de Almodóvar y el Rey,  al nombrar Baile al parecer a un caballero del Bearn, le dio el nombre del pueblo, del que lo hacía Baile. ¿Por qué supongo que mi antepasado en nuestro apellido, aplicado por el Rey de la Villa de Almudévar, tuviese sentimientos españoles, tomando la iniciativa en la conquista de Almudévar y de Zaragoza?; tanto es así que en Zaragoza nombró el Rey de Aragón al Vizconde o Señor del Bearn, Señor de la Ciudad conquistada. Miembros de la familia del Bearn, fundaron en la Provincia el pueblo de Biel, en el camino que desde el Bearn baja a Zaragoza y del pueblo de Buil, con uno de sus apellidos. Pusieron de Bayle en Almudévar a un seguramente bearnés, que se nombra en la Infanzonía de los Almudévar, y de Zaragoza nombraron Señor a Gastón IV del Bearn. Conquistaron Zaragoza el año 1.118 y tardaron por otras causas en apoderarse de Valencia, hasta el año 1238. Parece ser que hay relación entre el habla que usaban aquellos bearneses con el lemosín y la “fabla”, aragonesa en la que todavía escriben en la revista de Almudévar, alguno de sus hijos. Yo puedo hablar un poco en “Fabla aragonesa” y tengo un libro publicado en dicha “fabla”, que se titula “Beyendo chirar o sol”, pero no sé nada de si el lemosín influyó en la formación del valenciano; sólo sé que en la página 423, en la que pone:”Almudévar es muy digno de alabanza, no sólo por las obras propias que dio a luz, sino también por las ajenas que renovó, como las de Roig, impresas en Valencia en 1561, con el elogio en verso que ya produximos, y el Procés de les Olives, y Sempre Joan Joan, en la misma ciudad y año, a que precede una discreta prefacción, que por contener curiosas noticias y elogios de muchos POETAS LEMOSINES, celebrados  por Polo, lo pondremos aquí”. Pero entonces parece que el tiempo corría muy poco, pues de la misma forma, que en Ayerbe se unieron las tropas del Bearn, para seguir la llamada del Papa, para conquistar Almudévar, Zuera y Zaragoza, cuando se conquistó Valencia, también acudieron los bearneses.
 Yo no sé valenciano, pero me parece que debe existir también algo común a lo largo de la Edad Media, entre el Lemosín y el Valenciano, aunque haya “poca filiación filológica entre el limosín” y la lengua de Valencia. Alguien define la lengua lemosina como: un dialecto de la lengua de Occitania”. En el libro de “La Diana enamorada”, escrito por Gaspar Gil Polo, pone “En los pasajes que se han puesto en Lemosín, se hallará alguna diversidad en la ortografía, nacida de las mismas que hay en las varias ediciones y copias de que nos hemos salido  y alguna vez se ha puesto ñ por ny, que en Valenciano tiene una misma pronunciación”. Por este comentario se adivina que al  Valenciano empezaron a llamarlo Lemosín. Y no es extraño, por tanto que Onofre Almudévar, conservara un recuerdo  lejano en el tiempo, del Bearn, porque se ve la continuidad de los Bearneses en Huesca, en Zaragoza y en Valencia. Zaragoza fue conquistada en 1118 y Valencia en 1238. La familia de Onofre subiría al Bearn con frecuencia o pasaría temporadas en alguno de los pueblos que habían fundado los bearneses; no se sabe, pero en la Biblioteca del autor Gregorio Mayans se lee que un hermano de Onofre Almudévar, que tenía una profesión en relación con la construcción, vivía en Zaragoza.
En 1238, ¿acudiría el padre de Onofre a conquistar Valencia?. Es de suponer que se acercaría al cerco desde Zaragoza, pero es posible que viviera en algún pueblo valenciano,como Manises conquistado por  los cristianos antes que Valencia, pues se sabe que El Vizconde del Bearn parece ser que fundó tres pueblos, también en el que sería pueblo valenciano, como los había fundado en Aragón. Manises era una alquería mora y en 1238 fue donado a Artal de Luna,que lo vendió en 1307 a Pere Boil o Buil, que venía del Bearn y se convirtió en la Baronía de Manises. Este Boiñ o Buil, había fundado en la actual provincia de Huesca, el pueblo de BUIL. Pasaron muchos años desde que los voluntarios que iban a conquistar Zaragoza, se reuniesen en Ayerbe, el año 1118, hasta que volvieron a hacerlo en  Valencia el año 1238, donde se unieron  aragoneses, catalanes, navarros, occitanos e incluso ingleses.
Allí se quedaría a vivir y nacería Onofre, que amaba la historia de Valencia, primero por haberla vivido. Este amor le llevó a escribir el siguiente soneto: ”El lustre de linajes escogidos-de la ciudad y reyno de Valencia-su antigua prosapia y descendencia- al parangón de estraños muy subidos.- Los títulos y nombres conocidos-por hechos de grandísima excelencia-la renta, y vasallos, la eminencia-injusta era tenerlos escondidos-Vicyama sin que más aquí lo alabe-por tu milicia antigua ha descubierto-estos indicios do sacan tall tesoro.- Ilustrísimo Duque pues os cabe ser uno-y principal deste concierto-de quilates que por Vos suba a tesoro”.
En la página 419 de “Notas al Canto del Turia”, vuelvo a repetir  lo siguiente:”Pag.162.l.3.(1) ALMUDÉVAR (ONOFRE). Este Poeta fue contemporáneo de POLO”. En el bajo de la hoja, pone “Llamase Almudévar y Almudéver indistintamente”.
Queda claro que los apellidos Almodóvar, Almudévar y Almudéver son el mismo sobrenombre. La forma valenciana Almudéver es muy frecuente en Valencia, de donde se extendió por las Islas Canarias, por Francia y por otros muchos países. El apellido Almudévar lo llevan varios ciudadanos canadienses. Yo tuve un escudo de Almudéver, que perdí y recuerdo que era casi igual al del pueblo de ALMUDEVAR, como el escudo del apellido que se extendió por Aragón y que se exhibe en Siétamo sobre la puerta de mi casa.
Para recordar estos acontecimientos históricos, podían subir por Zaragoza,Almudeveres y Almudévares, por Almudévar y siguiendo el Canal,  por Sos del Rey Católico, por Biel , por Sigüés y por el pueblo navarro de Burgui, al solar del Bearn, que tanto influyó en la formación del Reino de Aragón y de Valencia.

miércoles, 6 de noviembre de 2024

Fe.-



Estuve un día  de este  mes de Julio del año 2006, en el Museo de los Mártires, hijos del Padre Claret, que se encuentra en Barbastro. Fui acompañado por mi amigo Antonio Bescós , hijo del famoso sacristán de Siétamo, con el que estuvimos en Roma, cuando Don José María Javierre fue proclamado Cardenal; también  nos acompañó mi amigo Joaquín  Caborbaya, que vive ordinariamente en Catañuña y que posee una fe ciega en el Señor. Nos recibió el claretiano Padre Beruete, con sus conocimientos y su sencillez, que al hacernos pasar dentro del antiguo convento, me dio la impresión de que estábamos entrando en una sucursal divina de la fe. Fueron cincuenta y uno los mártires claretianos, que entregaron su vida voluntariamente y que perdonaron a sus asesinos; para ello hace verdaderamente falta una fe en Cristo y una formación religiosa perfecta en aquellos jóvenes, en su mayoría. Pero entre aquellos cincuenta y un mártires estaba uno, que había nacido en Siétamo, en la ya desaparecida casilla de la carretera N-240, que estaba en el término de Las Valles; se llamaba Gregorio Chiribás y el Ayuntamiento de Siétamo, movido por su Alcalde, mandó hacerle un retrato, que se conserva en la Iglesia Parroquial y ejecutado por el mismo Padre que nos recibió al entrar en el Museo. En aquel ambiente de paz, empecé a reflexionar sobre aquellos mártires, pero Ortega y Gasset en sus Obras Completas, con su privilegiado cerebro me ayudó en mi reflexión, al escribir : ”El hombre no puede vivir plenamente si no hay algo capaz de llenar su espíritu hasta el punto de desear morir por ello…Lo que no nos incita a morir no nos excita a vivir…. Por esta razón, yo no he podido sentir nunca hacia los mártires admiración, sino envidia. Es más fácil lleno de fe morir, que exento de ella arrastrarse por la vida”.
Pudieron arrastrarse por la vida, aquellos ahora mártires y gozosos espíritus, que desde el cielo nos están protegiendo, si se hubieran escapado o hubieran renunciado a su fe, pero ésta, les dio ánimos para morir, que como dijo Ortega “es más fácil lleno de fe morir”.
Y ahora nos arrastramos por la vida, sumidos en la búsqueda del placer, del dinero, del consumismo,  de la ambición y de la indiferencia de lo eterno, que el demonio, el mundo y la carne introducen en nosotros. Escriben algunos diciendo que Dios no existe y lo proclaman con su falsa autoridad, fundada en su inteligencia, que es obra del Dios del que reniegan. El Señor nos ha creado a los hombres y mujeres, como seres que poseen la libertad y algunos en lugar de buscar con su libertad la verdad, tratan de constituirse en dioses,  pero que no sé porqué , son dioses falsos. Los mártires del convento que visitamos el otro día, tenían fe y creían en la eternidad y se entregaron a Dios, que hace que gocen eternamente de  El.  Los miles de animales, que nos acompañan en la vida, son criaturas del Señor y lo alaban, pero obedecen solamente a sus instintos, en tanto el hombre que es libre,  unas veces respeta a su Creador y otras lo odia o lo ignora o trata de substituirle. El que respeta al Creador, lo busca y lo ama y algunos estudian la Teología y otros viven acompañándose por su Creador y amándole místicamente, como hizo la Santa Teresa de Jesús. Otros pensaron en el primer mandamiento de la Ley de Dios, que dice: Amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo por amor de Dios. Y allí tenemos a muchos hombres y a muchas mujeres, que dedican su vida a cuidar a los enfermos. Jaime Primero el Conquistador fundó el Convento de San Miguel,  en el que acogía en aquellos tiempos de pobreza,  a muchos necesitados.
Estamos en tiempos de confusión y uno necesita acercarse a esos conventos, en los que quedan ya pocas vocaciones, para estar cerca del Señor y para que Este me ayude a conservar  la fe. Allí están las monjas rezando y meditando y obedeciendo sus reglas monásticas, para no ser distraídas por la confusión que reina en el mundo. Por eso yo tengo reparo en visitar a tales monjas, que aman a Dios sobre todas las cosas,  pero aman también al prójimo como a sí mismas.

Francisco Brines (1.932-2021)

                

¿Qué  es  el  hombre ?. Me pregunto, y hoy con la muerte del valenciano Francisco Brines, gran poeta, leo su frase: “Porque el hombre es eso, un tránsito pensante, sensible, que por ahí anda, para perderse en la nada. Viene de una nada para terminar en otra nada. Somos el misterio que existe entre dos nadas”. Este escritor es el ganador del Premio Cervantes. Nació en 1.932 y ha muerto el 27 de Mayo de 2.021, hace escasos días.  Se ha marchado de este mundo, tal vez el último Poeta, y digo que puede ser el último que se acaba de marchar, “sensible, pensante, que por allí iba andando, para perderse en la vida”. Parece que los Reyes de España estaban pendientes de entregarle el Premio Cervantes 2.020 en el propio hogar del Poeta Francisco Brines, fallecido a los ochenta  y nueve años de edad, en el Hospital de Gandía. La vida le dio escaso tiempo de recibir de manos del Rey de España, el premio Cervantes. Fue Francisco Brines el último superviviente de la generación literaria de los años 50. Francisco Brines fue  ingresado  en el Hospital de Gandía, un día posterior a aquel en que los Reyes le entregaron el galardón en su finca particular de Oliva (Valencia), escasamente a una semana de recibir su Premio Cervantes.  Muere el poeta Francisco Brines, el  último  Premio  Cervantes a sus 89 años. Un día después de que los Reyes entregaran el Premio Cervantes  en su hogar. Este poeta fue el último superviviente de la Generación de los Años 50. Ha muerto a los 85 años de edad el Poeta, al mismo tiempo que se le ha tornado su personalidad en el  Viejo  Cervantes. Brines se pregunta por el funcionamiento de la vida,  por la belleza del Mundo, pero él que es un enamorado de la belleza del Mundo, se daba  cuenta del contraste entre esa belleza con la fealdad de las tormentas que asustan a los niños  y a los hombres. Pero él que sueña con la belleza de la Naturaleza, porque no comprende “porqué el hombre es eso, un tránsito pensante, sensible, que por ahí  anda para perderse en la nada. Viene de una nada para terminar en otra nada. Somos el misterio que existe entre dos nadas”.  Adopta Brinet la Poesía que encuentra en los pasajes alegres de la vida, la adopta como una religión. Y lo proclama con su poesía  (Aún no, en 1.971). El poemario en el que escribe su ruptura con la fe y ni duda en que el que lo más patente es la desesperanza. “El poeta se rebela ante un Dios, que ha creado al  humilde  para morir, para el sufrimiento”, que escribe Pedrol. Es aparte de entonces cuando, según el propio poeta “la fórmula del rezo se  hizo verso”. “Brinet emplea el lenguaje   de la  mitología religiosa de  la vida, es decir el engaño de la vida” que para él hace imposible la existencia de Dios, y por tanto la imposibilidad de la eternidad. Pero la Eternidad está basada en la existencia de Dios y basta contemplar la continuación de aparecer más estrellas “cada día”, que se van extendiendo por el espacio, aunque nuestra mirada humana no alcanza ese inmenso espacio celeste, donde crecen y siguen creciendo las estrellas.  Brinet  no  sabía que esas estrellas eran gobernadas por el Todopoderoso Dios, o más bien no pensaba en los propósitos de Dios y dándose cuenta de su incapacidad para entender el gobierno del Mundo, “el poeta se rebela ante un Dios, “que cree” que ha creado al hombre para morir. Pero no es la primera vez que el hombre sufre un fracaso en la Historia de la Humanidad, pues Adán y Eva comieron el  Fruto Prohibido y fueron expulsados del Paraíso Terrenal. ¿Puede alguien oponerse a la Voluntad de Dios?. Todos sabemos que los ángeles malos o demonios se oponen al Señor. Por tanto es posible que algunos hombres, amigos o creyentes hagan caso de El y no crean en la Vida Eterna. Brinet escribió en Oliva en 1.932 y en Gandía en 2.021 : “Era un pequeño dios: nací inmortal”, instituyéndose dios e inmortal. Pero en el poema “ La Perversión” cierra su pensamiento con esta frase: “ Ningún hombre es feliz”, incluso cuando sus “cuerpos  se han amado con furia y alegría” porque sus cuerpos sufren una especie de maldición, es decir la Soledad. “En la soledad has escrito estas palabras/ y estás ardiendo:/ húndelas en la oscuridad, la incomunicación, el paso del tiempo que nos desarma y nos envejece”. En “Noche de la desposesión” apunta: “Inhóspito es el mundo.  Francisco Brines, encuentra el problema de su vida sin solución, pero enfermó para morir y en su ausencia que lo dejó ausente de este Mundo, hechos que han alejado a su País de sus sueños poéticos y realistas, para dejarlo ennegrecido de su vida romántica. Y ahora, ¿qué soluciones se presentan para, que El País de Valencia, despierte en el progreso y vuelva a su progreso material y espiritual? 


martes, 5 de noviembre de 2024

Enrique Capella.-



Enrique Capella, año tras año, en el periódico de Huesca y en el Programa Oficial de Fiestas de San Lorenzo, ha venido recreándonos con sus humorísticas e irónicas coplas, que recopiladas darían tema a un antropólogo para una tesis sobre el comportamiento humano de nuestras gentes y a los lingüistas para comprobar el uso de nuestras palabras aragonesas por el pueblo.
Capella se ha ido y yo sin más investidura que la que me da mi admiración a un oscense tan puro y tan neto, pretendo hacerlo presente un año más en este Programa, a pesar de que ya no está físicamente presente entre nosotros. Ustedes mismos pueden reavivar su presencia, repasando los programas festivos y los periódicos del día de San Lorenzo de años anteriores y se encontrarán con su obra; léanla porque difícilmente podrán volver a leer a un costumbrista que nos defina a los altoaragoneses con el mismo realismo y sentido de la ironía.
¿Dónde nació Capella?. Sólo podía haber nacido en nuestra capital y para saberlo no hay que ir a mirarlo en su partida de nacimiento; Basta recordar la letra del Himno de Huesca, con partitura de Montorio, que dice”: Huesca querida, mi sertoriana, con  alma  y vida te quiero yo cantar”. Pocos Oscenses podrán inmortalizar como Capella su declaración de amor a Huesca, que lo vio nacer y que acompañada con esa música pone la carne de gallina a los oscenses. El espectro humano de nuestro hombre era amplio y así como ascendía a las alturas líricas para decirse oscense, descendía al lenguaje del pueblo llano para manifestarse “Huesqueta”: El que nace por Huesqueta, no sería güen baturro si carece de nobleza, que al nacer ya lleva dentro”.

Su afición por la música heredada de su padre, la cultivó desde niño, pues cuando fue a estudiar a Zaragoza, la utilizó entre otras cosas para pasárselo bien al estilo de los estudiantes de la famosa “Casa de la Troya”. No debió mirarse mucho los libros, pues eso de la inspección, percusión, palpación y auscultación que se aprende en Medicina lo debió aplicar a inspeccionar partituras, percutir en bombos y tambores, palpar cuerdas de mandolina y “rasquetas” de violín; en lugar de auscultar cajas torácicas con ruido de olla cascada, auscultaba las cajas de los instrumentos de cuerda para que no desafinasen. Lo hacía bien eso de la música, pues, con sus compañeros, era llamado a las fiestas de los pueblos, donde con su facilidad para versificar, hacía las glorias de sus vecinos. Los vascos aún conservan sus versolaris, con una gran capacidad de improvisación, que era característica en Capella.
Volvió a Huesca y fue durante muchos años funcionario municipal. No eran entonces los sueldos muy generosos y él para sacar adelante a su familial tuvo necesidad de dedicarse al pluriempleo; por la tarde iba al periódico y cuando tenía ocasión acudía a acompañar con su violín los espectáculos que venían a Huesca. No es extraño que ante tal tensión, la reciedumbre de su carácter aragonés de que presumía, se manifestara en alguna ocasión un “poquer masiau” recia. Se relajaba de sus preocupaciones cultivando ese su amplio espectro mental, que llegaba en música desde la altura del violín hasta la popular bandurria, pasando por la mandolina; en la expresión literaria llegaba también a la lírica en la letra del Himno de Huesca, ya citado o en la de”Dicen que muere la jota”. Hasta las letrillas las escribía sobre el primer papel que le venía a la mano. Para seguir la trayectoria de su vida, hubiera sido interesante que un duende hubiera ido recogiendo de las papeleras, las innumerables coplas que en ellas arrojó. Ironizaba en ellas de todo y algunas veces como en la copla que le dirigió al funerario Bernués, parece sarcástico, pero hay que darse cuenta de la amistad que los unía y de la casi diaria visita al periódico de Bernués, para encargar las esquelas. La copla decía así”: Este mundo es un sufrir y mira tú si lo es, que es preciso morir todos para que viva Bernués”. El primero en reírse fue el mismo aludido. No se escapaba nadie de sus alusiones, incluyendo a las mismas mairalesas, de las que destacaba su belleza y cualidades, al tiempo que ponía en evidencia sus pequeños defectos.
Estando en una ocasión, en la redacción del periódico, tratando de temas heráldicos, me dijo el buen Lorenzo Celada, que le creó un escudo nobiliario, en los siguientes términos: “El escudo de Celada es solamente un porrón, pues así va sobrau de bota y ésta le pesa un c…”
Las letras de los cuplés las utilizaba, así como las de las canciones sentimentales para provocar la risa de los oyentes. A mí, no sé si estaré equivocado, me da la impresión de que lo que más feliz lo hacía, era la música, pues igual acompañaba a Camila Gracia en sus jotas, debajo de los arcos de los Porches, como me contó Carretes, que iba con el Doctor Barrón a casa de Marieta Pérez, que tocaba el piano, el Doctor el violoncelo y nuestro hombre el violín. Esa entente musical no debió de durar mucho tiempo, pues al ser los tres artistas de recia personalidad, no coordinaban muy bien, ya que nadie podía a nadie.
Una costumbre perdida, que yo todavía recuerdo, consistía en acompañar las imágenes del cine mudo con música y en ella era Enrique un maestro.
Acudí hace unos días al homenaje musical de la Nueva Sertoriana a Don Enrique Capella. Pedro Lafuente resaltó el “trémolo” que con la mandolina interpretaba Capella. Me lo imagino haciendo “tremolar” o “tortular” en aragonés, vibrar, aquellas cuerdas.
La noche de San Lorenzo, que suele ser tan clara para mirar a las estrellas, me miraré haber si titilan o “tremolan” más que otros años, por si a través de ellas adivino que Capella está allá arriba, tocando la mandolína.

domingo, 3 de noviembre de 2024

Carta a mis parientes argentinos

 

Manuel Orus Almudévar

Carta a mis parientes argentinos

El 31 de mayo del año 2024 recibí una carta de Lula y Julio, de cuando estuvieron unos días realizando un viaje por España y nos visitaron a Huesca y Siétamo, donde los recibimos con todo el cariño.  La visita que nos hicieron, a la casa de Siétamo Lula y Julio, fue de lo más lindo como dice ella. Disfrutamos todos esa tarde, con las anécdotas y las fotos que se conservan en la casa familiar, como su abuela Teresina, su abuela Irene y la del tío Manolo Orús Almudévar, al que conoció Julio. El tío Manolo fue Juez en primera instancia muchos años allá en la Argentina. Antes de casarse el tío Manolo Orus, viajo a España y supongo que visito a la familia aquí en Siétamo. Agradezco que observaréis con que cariño guardo las fotos de la familia de Argentina que la llevo siempre en el corazón, aunque haya pasado muchos años desde que se fueron.

Esperando poder vernos de nuevo, os agradecemos muchos vuestra visita que a pesar de la distancia no se han roto los vínculos familiares que nos unen.

Un fuerte abrazo a Lula y Julio.

Ignacio Almudevar Zamora

Me alegro que te haya gustado mi escrito sobre la fuente de Marcelo.


sábado, 2 de noviembre de 2024

Mis lejanos parientes de la Argentina


Manuel Orus Almudévar
Armas de los Orus

Teresa Orus Almudévar










Doña Irene Almudévar Vallés, hermana de mi abuelo de Siétamo, de la Provincia de Huesca, Don Manuel Almudévar Vallés, que murió en el año de 1930, se casó con Antonio Orús Vallés, con el que eran parientes. Este era un joven comerciante del Coso Bajo de Huesca. Esa boda se realizó en el siglo XIX.
El apellido Orús tiene su origen  en el nombre de un pequeño pueblo de los Pirineos, que se encuentra  a unos diez kilómetros de Sabiñánigo, por la carretera de Yebra de Basa. En una casa de Javierre de Ara, en el Pirineo se exhibe sobre su puerta de entrada, un escudo, con un casco que mira a la izquierda y debajo se alzan dos, al parecer delfines, sobre  una raya que los divide de las cuatro barras de  Aragón. Desde este pueblo se extendió el apellido Orús por Aragón, más tarde por Barcelona y Antonio Orús Vallés, casado en 1881 en HUESCA o ¿Siétamo?, con mi tía Irene Almudévar Vallés y se marchó con ella, a la Argentina. Esta palabra Orús, es de origen vasco-ibérico, el mismo que tiene la palabra Javierre, que quiere decir “casa nueva” y Ara, que equivale a “valle”. En aquellos años de mil ochocientos  y pico del siglo XIX, la Argentina, con ese nombre tan bello, que despierta en los oídos del que lo oye, sonidos como los de una campanilla de plata era un País,  que atraía a los españoles e italianos. Huesca tenía un ambiente de escaso desarrollo y que no mejoraba, después del incendio provocado en el Monasterio de Montearagón, pasada la Desamortización de Mendizábal. En cambio Argentina era soñada por los españoles y los italianos, que emigraban a ella, llenos de esperanza. ANTONIO ORUS  VALLES y su esposa IRENE ALMUDEVAR VALLES, decidieron buscar su porvenir en aquella  gran tierra de La Pampa, la Patagonia, las Sierras y las elevadas cumbres de los Andes.
Tuvieron siete hijos e hijas, con el segundo apellido Almudévar.1ª- A-   María Teresa Orús Almudévar, nacida en Huesca en 1883; casó en Buenos Aires en 1913 con Julio Torino Solá, abogado y natural de Salta  en la Argentina.
2ª-B-Pilar Orús Almudévar, nacida en Huesca en 1886 y murió en Buenos Aires en 1899. Tanto María Teresa Orús Almudévar como Pilar Orús Almudévar nacieron en Huesca, la primera en 1883 y Pilar en 1886. Se deduce que emigraron a la Argentina ANTONIO ORUS e IRENE ALMUDEVAR, unos seis años después de casados.
3º-C-José María Orús Almudévar, nació en Buenos Aires, en 1889. Fue Cónsul argentino en Gijón, donde se casó en 1927, con María González Buhigas. Murió en Gijón en 1929, sin tener hijos. De este José María, conservo una carta,  dirigida a mi padre Manuel Almudévar Casaus, con una cultura inmensa, un gran humor y un cariño a los Almudévar, que al leerla conmueve mi sensibilidad.
4º-D-Antonio Orús Almudévar, nacido en Bellavista en 1891, que fue Ingeniero Civil. Murió en Buenos Aires en 1927.
5ª-E- Margarita Orús Almudévar, nacida en Bella Vista en 1894 y murió en Buenos Aires, en 1927.
6ª-F-María Magdalena Orús Almudévar, nacida en Bella Vista en 1897 .Murió en Buenos Aires en 1967.
 Primera Instancia en el Fuero Civil de la Capital Federal. De Manuel tengo, como me recuerda Manuel Torino en su carta del 24 de Julio de 1977, un retrato en carbonilla y una fotografía, que le adjudican una gran inteligencia y unos rasgos de nobleza.
¨Los hijos de JULIO TORINO SOLÁ y de MARÍA TERESA ORÚS ALMUDÉVAR, hija de ANTONIO ORUS VALLES  y de MARÍA TERESA ALMUDEVAR VALLES, fueron:
1-FRANCISCA TORINO ORÚS, nacida en Salta 1914; murió siendo niña.
2-MARGARITA TORINO  ORÚS nacida en Salta en 1916.Casó con OSCAR CORNEJO SOLA, médico, en 1939, y tuvieron siete hijos.  A saber: a)Oscar , médico, casado con María Isabel Colombres Pasquini, con tres hijos; b)Manuel, militar, casado con Amalia Jovanovics Figueroa, con cuatro hijos; c) Ramiro, ingeniero, casado con Gloria Cabanillas Urrestarazu, con cinco hijos; d)Margarita,profesora de inglés y bibliotecaria, soltera; e) Jorge, militar, casado con Margarita Jovanovics Figueroa , con cuatro hijos; f) María Teresa, profesora de letras, casada con Carlos García Pareja, con tres hijos y g) Fernando,ingeniero, casado con Claudia Becker Lastra, con cinco hijos.
3-JULIO TORINO ORÚS, nacido en Salta en 1919, fue abogado, presidente del Superior Tribunal de Justicia de la provincia de Salta y casó con Mercedes Escudero Gorriti en 1955.Tuvieron siete hijos.
4- MARÍA TERESA TORINO ORÚS, nació en Salta, en 1922, casó con Francisca Uriburu Michel y fue abogado. No tuvieron hijos.
5-MARÍA DEL PILAR TORINO ORÚS, nació en Salta, en 1924, casó con Julio Michel Cornejo, abogado en 1949.Tuvieron siete hijos.
6-MANUEL TORINO ORÚS, nació en Salta en 1926.Casó con Carmen Ortiz Sánchez de Bustamante, en 1947.Tuvieron cuatro hijos.

Mis abuelo, don Manuel Almudévar Vallés se casó con mi abuela doña Pilar Casaus López, nacida en el  pueblo de al lado de San Juan de la Peña, llamado Botaya y de donde guardo algún  libro del Padre Larripa, que al cerrar el Monasterio por la misma Desamortización que acabó con el de Montearagón, las habitantes de Botaya,  tomaron algunos, para guardarlos y leerlos en sus casas, impidiendo que fueran abrasados, como lo fue todo el Monasterio  de Montearagón y gran parte del de La Peña.
Siempre se comunicaron por correo los habitantes de casa Almudévar de Siétamo, situada en la Plaza Mayor de Siétamo, con el  matrimonio emigrado. En 1930, en que yo nací, murieron mis dos abuelos. Llegó la guerra Civil y casi todos los papeles, incluidas sus cartas, desaparecieron. No desapareció solamente la correspondencia familiar,  sino además sesenta y tres antiguos cuadros de pintura y libros históricos como Las Crónicas de Diego de Aysa. Yo tengo un borroso recuerdo de los cuadros y de los libros porque mi querida tía Luisa, nos entretenía jugando lejos de tan sagrados recuerdos, para que,  como niños, mis hermanos y yo,  no hiciésemos algún destrozo.
Pero, al llegar la Guerra Civil el año de 1936, tuvimos que huir a Huesca y en nuestra casa se destruyeron y se robaron  muebles, libros, cuadros y todo lo que allí se encontraba. Don José María Trisán de Fañanás, que estaba de chofer con los nacionales, un día, entró en mi casa y en un saco metió todos los papeles antiguos que pudo y los entregó en Huesca en la Farmacia de Llanas Almudévar.  Al volver a Siétamo mi padre,  una vez acabada la Guerra, encontró muy pocas cosas, de las que  se conservan algunas fotografías   disparadas por mi tío Don Feliciano Llanas, unas sacadas del saco del generoso  Trisán y otras de  la Torre de Casaus, que estaba debajo del cerro de San Jorge de Huesca, con su ermita dedicada al santo patrono, que ayudó a los cristianos a conquistar Huesca en 1096 y donde tenía mi familia una vivienda en la que se encontraron cartas de correspondencia, enviadas por los parientes argentinos y un hermoso látigo, que se conserva como nuevo y que también está fotografiado en manos de mi tío José María, vestido de gaucho de la pampa argentina. El látigo con su cámara escondida, en la que se aloja una especie de machete o espadín, que tenía por objeto, sacarlo, unas veces para atacar y otras para defenderse y siempre para domar el ganado y para bailar  Este látigo se guardaba en la Torre de Casaus y después en la casa de Siétamo, muchos años, pues en una fotografía aparece entre las manos de mi tío José María Almudévar, hermano de mi padre Manuel y estando mi tío revestido con un traje de gaucho, que ya está desaparecido. El látigo toda mi familia lo ha tratado con cariño y se conserva como nuevo y se venera como una reliquia, unida al traje de gaucho, de aquellos queridos parientes de la Argentina El bonaerense,  que   se llamaba JOSE ORUS ALMUDEVAR se escribía con mi padre y todavía he encontrado una carta suya escrita en Gijón (Asturias), donde mi padre me dijo que  estaba ocupando el cargo diplomático de Cónsul. Esta carta es de fecha once de Junio de 1926.  Comunica a mi padre que había recibido en Gijón, dos cartas, una para su madre y otra para él y dice que después de leídas, complacido, expidió la primera para América. Escribe con estilo y con gran sensibilidad, pues hablando de las cartas dice así:”De la primera me son particularmente agradables los recuerdos de los riquísimos Mariví (mi hermana mayor) y Lorenzín (primo hermano mío) con sus raras cualidades imitativas del tión lejano que una vez pasó por Siétamo, y que ahora les envía una porción de besos”. Luego escribe: “He encontrado en casa de un amigo de Gijón una obra heráldico-genealógica de colosales proporciones, y en ella, unas notas sobre nuestro apellido. De estas tomé copias literal y fotográfica que considero pertenecen de derecho a mamá y a vosotros, y por consiguiente envío a Buenos Aires y a Siétamo. Van adjuntas”.  Escribe, a continuación de “Nuestra querida Teresina, la que dejó los pinceles en abandono imperdonable, quizá tenga la ocurrencia de hacer, con los elementos que os envío, una copia colorida mucho más perfecta que la que os va. Ojalá sea”. Como escribe José María:”Nuestra querida hermana Teresina, que dejó los pinceles en un abandono imperdonable”, aprendió a pintar de niña, pues era  tarea que utilizaban las familias  para educar a sus hijas. Esta educación artística y disciplinada, le fue impartida en mil ochocientos y pico y en 1926,  José María Orús, escribe que Teresina “quizá tenga la ocurrencia de hacer, con los elemento que os envío, una copia colorida mucho más perfecta que la que os va”.  Lamentábase  el cariñoso pariente de que Teresina no pudiera pintarnos algún retrato de la familia o algún colorido paisaje. Aquella carta fue escrita en Gijón el once de Junio del año 1926, año en el que todavía no había venido yo  al Mundo. No sé si enviaría a mi casa, alguna obra en color, porque el año 1936, estalló la Guerra Civil, lo que no dio tiempo a mi familia para recoger nada, pues entre otras obras,  los “rojos” se llevaron sesenta y tres cuadros de nuestra casa. Esto no fue nada, porque salimos vivos todos los miembros de la familia, no como le ocurrió a Mosen Jesús Vallés Almudévar de Fañánas, doblemente pariente vuestro y nuestro, al que le fusilaron a su buena madre y a su hermano de unos dieciséis años. Mi hermana María, la única que conmigo queda de los seis hermanos, me dice que mi padre, después de la Guerra Civil, recibió una tarjeta de felicitación por haber salido de ella, sanos y salvos. No se acuerda María de quien fue el argentino que la escribió, pero yo creo que fue Manuel Orús Almudévar, que se murió hace pocos años. A Jesús Vallés, lo conocieron Manuel Torino  y sus hermanas Carmen y Pilar, cuando ya hace muchos años los recibimos en mi casa de Siétamo, enseñándoles la fotografía de su madre TERESINA ALMUDEVAR.  Sintió ella una emoción al encontrarse retratada a su madre, que la impulsó a decir toda emocionada: “¡mi mamá!”. Después fuimos a comer con José Antonio Llanas Almudévar y con Jesús Vallés, también Almudévar y pariente vuestro  y nuestro, con vosotros por los apellidos Vallés y Almudévar. Hace unos pocos años murió el sacerdote Jesús Vallés Almudévar, al que para la Guerra Civil, le mataron a su madre y un hermano. Teníamos apellidos comunes pero usábamos muchos nombres familiares en unos y en otros, como, por ejemplo Manuel, José María, Antonio, Margarita y Teresina. 
El  retrato con carboncillo de MANUEL ORUS, nacido en 1889, que  fue abogado y Juez Nacional de Primera Instancia como pone en la parte posterior del mismo y escrito por mi padre, tiene veinticuatro centímetros de altura por dieciocho de anchura. Está dibujado sobre una recia cartulina y dibujado con lápiz, resultando un retrato de gran belleza. Tengo una fotografía de MANUEL ORUS ALMUDEVAR, enviada a mi padre y sacada en 1933 y un retrato dibujado a  lápiz y realizado  el mismo año de 1933. En la fotografía se ve la bondad de los  ORUS  ALMUDEVAR, su tranquilidad acompañada de un gran sentido de la justicia, su elegancia  y en el dibujo se cruza su mirada penetrante y serena con la del que siente la necesidad de interrogarle. No eran la fotografía  y el retrato de José María, pero al leer la carta que éste  escribe a  mi padre, estoy leyéndolo a él, pero representándose en mi cabeza la imagen de MANUEL ORÚS  ALMUDEVAR, dos hermanos gemelos en su físico y en su espíritu.
  José María, escribe desde Gijón una carta familiar, genealógica y moral, que dice del hermano de mi padre, eternamente soltero y conocedor del único oficio de  la vida en que no se trabaja, que es el de vividor.   Dice de él : ”Otro “imperdonable” tenemos en la familia: mi tocayo. Invítalo de mi parte a calificar su actitud de reiterado silencio ante mis cartas. Dile que yo no quiero hacerlo, por temor a subirme un poco en la calificación; pero que él, con mayor confianza consigo mismo, puede apretar cuanto quiera en los adjetivos, seguro de que nunca me parecerán exagerados”. ¡Dios mío,  qué razón tenía José María Orús Almudévar, al diagnosticar la “vagancia” de su primo José María Almudévar!.
No es que su primo y tío mío José María Almudévar fuera malo y no quisiera tratos con  sus familiares, sino que siempre estaba alegre y de conversación con todo aquel con el que se encontraba. Pero no quería obligaciones que le obligaran a trabajar o hacer el sacrificio, de simplemente, escribir una carta o contestarla. No fue el hermano heredero, pero tenía derecho a vivir en casa  Almudévar, sin trabajar ni manualmente ni administrativamente. Estuvo algún tiempo en Zaragoza, para estudiar la carrera de Ingeniero. No aprobó ninguna asignatura y al llegar a su casa de Siétamo, le preguntó su padre que era lo que prefería, si estudiar o no. El padre de José María, don Manuel Almudévar Vallés, fue un hombre trabajador, pues llegó a levantar la Fábrica de Harinas de Siétamo, pero a su hijo no le transmitió la cualidad de ser útil,  por medio del trabajo para la sociedad humana.  El, como si se encontrara en apuros, no se tomó la molestia de contestarle y allí se dedicó a vivir, primeramente  en Siétamo y después de la Guerra Civil en la Torre de Casaus de Huesca, cuando sus hermanos le ofrecieron la oportunidad de ser transportista, a lo que no contestó, como no contestaba a las cartas de su primo José María Orús. Pero siempre fue  acompañado y siempre servido por su hermana y tía mía, Luisa. Esta fue una santa mujer, pues siempre estaba sometida por el amor al prójimo. Cuando éramos niños, a mis hermanos y a mí, algunos montados en la burra torda, nos bajaba a todos a bañarnos al río Guatizalema, donde nos instalaba al lado de una fuente y nos servía agradables meriendas. En Huesca apoyaba a los que pasaban apuros económicos y llevaba alimentos a diversos conventos de clausura. A José María le ayudó a pasar una vida feliz. Montaba en su caballo y paseaba por el monte y en ocasiones cazaba algún conejo o perdiz, pero no se apeaba del caballo para recoger ninguna pieza, porque ¿cómo se iba a sacrificar?. En el hogar siempre estaba de conversación humorística y yo me acuerdo de cómo en una ocasión levantaba la cabeza y se miraba con cara de mal genio, torcía la boca y me  preguntaba que quien era aquel personaje, que estaba representando.  Me dijo  que era Musolini, el rostro del político, que estaba imitando y yo, con sólo cinco años, también imitaba la figura todopoderosa del dictador. Aquello, después me ha parecido una profecía de mi tío José María de la proximidad de la Guerra Civil,  que iba a llegar muy pronto.  En la Guerra Civil por no tener ya edad para ingresar en el Ejército, hacía por las noches vigilancia por las trincheras voluntariamente y no lo pasó muy mal, pues se consolaba echándose buenos tragos de vino. Fue feliz, mi tío José María, pues nadie de la familia le achacó ningún vicio ni  defecto. Sólo su primo y tocayo José María Orús Almudévar, lo quiso enmendar. En la carta que desde Gijón le envió a mi padre, le decía: “Otro imperdonable  tenemos en la  familia: mi tocayo, invítalo de mi parte a calificar su actitud de reiterado silencio ante mis cartas”. Acaba esta carta, escribiendo:”Sólo un temor me asalta en este caso, porque lo sé honrado; y es el de que imite a aquel prototipo de la honradez y de la justicia que, a puñetazos, se puso a sí mismo un ojo negro por haber descubierto que hacía trampas en un solitario”. Y después de esta anécdota moral le pone a su primo:”Que no te dé tan fuerte, José María y que me contestes, ¡concho!”. Mi tío José María, era feliz leyendo todos los días el periódico ABC y recibiendo tus cartas, unas procedentes de Gijón y otras desde la Argentina y lo demostraba, revistiéndose con las ropas de gaucho que le mandasteis desde la sonora Argentina y haciendo exhibiciones con el látigo precioso con el que hacía ejercicios como los hacían  los gauchos en la Pampa. Bueno, quizá exagere con esta afirmación, porque el látigo está igual que nuevo con los años que hace que su familia nos lo envió a Siétamo.  Don Feliciano Llanas sacó una  fotografía de José María con la ropa de gaucho y  agitando el látigo.
José María Orús Almudévar en su carta dirigida a mi padre el día 0nce de Junio de 1926, muestra un gran amor a su familia que se quedó en Siétamo, en tanto su madre unida con su padre, emigró a la Argentina. ¡Con qué delicadeza trata a mi hermana Mariví y a mi primo Lorenzín! y habla de “sus raras cualidades imitativas del tión lejano, que una vez pasó por Siétamo, y que ahora les envía una porción de besos”. Envió a los Almudévar de Siétamo “copias literal y fotográfica de una colección heráldico-genealógica”, diciéndoles que “pertenecen de derecho a mamá y a vosotros”. Hoy ,después de ochenta y seis años de recibir el dibujo del Escudo de Armas de los Almudévar y no queriendo ser tan poco cumplidor como mi tío José María, os envío una fotografía del escudo de los Orús.
El tiempo va pasando y de la misma forma que ya no podréis lucir lar Armas de Almudévar, quizá tampoco os den categoría las de Orús, aunque ya la poséis. Sin embargo, después de leer la carta de José María Orús Almudévar a mi padre Manuel Almudévar, me ha dado la impresión de que  el tiempo pasa para los hombres, por lo menos por sus cuerpos, pero nuestros espíritus, deben volar por los caminos de Dios, que es eterno. Y de la misma forma que yo he recibido una gran satisfacción con la contemplación del retrato y de la fotografía de Manolo Orús Almudévar y he aplicado su mirada a José María, ambos por los cielos se acordarán de nosotros,  aunque ya no tienen laringe ni boca para hablarnos, ni oídos para escucharnos; pero  tendrán medios para enterarse del agradecimiento que yo, Ignacio Almudévar les envío por sus rasgos y por sus palabras. Manolo Orús Almudévar, del que tú, MANUEL TORINO, en tu carta del 24 de Julio de 1977, me recuerdas que poseo su fotografía.
Pero conservo una fotografía, sacada en Buenos Aires, que el día uno de Enero de 1903, recibida en casa Almudévar de Siétamo, en la que aparece una bellísima y elegante dama, todavía muy joven, que representa a Doña TERESINA  ALMUDEVAR VALLES, casada con ANTONIO ORUS VALLES, tía de mi padre y madre de siete  hijos e hijas, con los apellidos ORUS y ALMUDEVAR. El año 1977, me escribió MANUEL TORINO ORUS y me decía:” Ayer día 23 de Julio, fui a visitar a MANOLO ORUS (¿recuerdas que tú tienes su fotografía?) y con unos pocos papeles que conserva y un mucho de su memoria, hemos compuesto los datos que te envío en hojas separadas. Puede haber algún error en las fechas, pero son, en general correctas y los que hubiese de menor cuantía).Dice a continuación que “desde que nos despedimos, continuamos nuestro viaje con CARMEN y PILAR….” Los tres coincidimos en que el hecho de “encontrarnos a  ti  y los tuyos y todos los primos con quienes estuvimos, fue lo que nos “hizo” del viaje, sin duda, lo más agradable que nos ocurrió”.  
Su hija se emocionó al contemplarla, con un cariño semejante al de mi padre, que guardaba esa fotografía, después de haber sufrido los dolores de una Guerra Civil y criminal, como quien conserva un santo o un antepasado suyo. A mí me da la impresión de que alguna devoción me transmitiría, porque al encontrar en la Plaza Mayor de Siétamo, a sus hijos, como una chispa me vino el recuerdo de la fotografía de TERESINA ALMUDEVAR, y corriendo los acompañé al despacho donde la guardaba y se la mostré. Les di una copia de esa emigrante española, bella, elegante  y  simpática, más animada  que mi tío José María Almudévar Casaus. Supongo que la conservaréis, como yo, pues también os la presento en este escrito.  
 Al despedirse no se olvida de nadie, pues escribe: ”Recuérdanos a Jesús, A Luis y  Mariví, a José Antonio y María Antonia y sus hijos, particularmente a María Teresa para que no nos olvide.
A Felisa y los chicos muchos cariños, muy especiales de CARMEN para la pequeña Pilar, y para ti un agradecido y cariñoso abrazo de CARMEN  y MANOLO.     

Mi sobrino Luis Manuel, ama el Mundo y a sus pequeños habitantes.- (17 de Mayo de 2021)

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