“Van
cayendo con las hojas amarillas-las que fueron mis verdes ilusiones.-El aire
las agita y las levanta-formando fantásticas visiones.”
Ciento
cincuenta años hace que don Francisco de Goya murió en Burdeos. ¿Por qué razón
tuvo que morir allí el genial aragonés?. Hubo razones de esta España nuestra,
que él retrató y plasmó como nadie en este mundo ha sabido hacer. No fue el
último español que muriese en el destierro. ¿Cuándo seremos un país como los
demás?. Yo creo que no tenemos las cualidades y defectos humanos equilibrados,
sino que constituimos un espectáculo trágico, a la vez que cómico para el
mundo.Y Goya supo pintar a España con tal realismo, que es suficiente mirar sus
cuadros para ver nuestra figura tal cual es en la realidad. Me produce risa
cuando el ver la “Familia de Carlos IV”, cargado de condecoraciones y con unas
caras que parecen ser verdaderas radiografías sicológicas de cada miembro de
esa familia. Dan ganas de vivir cuando contemplas “Las Majas”. A cualquiera le
gustaría luchar cuando mira “El Dos de Mayo” y le darían ganas de llorar ante
“Los fusilamientos de la Moncloa” y ante la “Diversión de España”, que
representa una capea de esas en que tantos compatriotas han muerto como perros,
a causa de las cornadas de los toros enfurecidos por un pueblo harto de
sangre.Pero lo que más gozo me hace es acudir a interpretar todas y cada una de
las miradas de los frailes y de las brujas, las actitudes de los machos
cabríos, las lechuzas y los murciélagos y otros espíritus que se amontonaban
con las figuras medio humanas en una masa disforme. En esa masa gozarán
encontrandose “as zamuecas y os gambusinos” y otros mitos populares. Entre toda
esta antropofauna me ha parecido ver a “Patetas”, el que se lleva a los niños
malos y a algún “sacamantecas”, que en otros tiempos mataban a los pequeños a
golpes, para sacarles la manteca y ahora para sacársela a los mayores. De estos
aquelarres salían las brujas que mataban a los “abríos” en las casa de labor en
las Nocheviejas, durante la misa de Gallo. Las que golpeaban en las falsas
ensordecían con sus ruidos a la gente, que, asustada, pasaba las noches en
vela, y las que hacían dar saltos a las cacerolas, pucheros, terrizos y toda
clase de vajillas en los aparadores. En un momento dejaban a las mujeres sin
instrumentos de cocina. Aquella gente no necesitaba películas de terror porque
las tenía gratis siempre delante de sus vidas.
Estas
escenas las pintaba en el período negro. Algún crítico ha afirmado que Goya se
había vuelto loco. Pero de eso , ¡nada!. El mismo nos explicaba “que el sueño
del espíritu encarna monstruos”. Y por desgracia la razón suele dormir mucho,
pero sobre todo en los españoles, aunque Ortega y Gasset fundase el
Ratio-vitalismo. Quería Goya con aquellos cuadros hacer reaccionar a España,
despertarla, pero no creo que lo haya conseguido.
Los
locos o barrenados somos los hombres y él lo define perfectamente en su “lucha
a golpes de vara”, en “Saturno hambriento, comiéndose a sus hijos” y en los
“Concietos”.¿ Qué diferencia hay entre los dos muchachos que luchan a
“tochazos” y los muchachos que ahora luchan en la puerta de una discoteca?.¿Qué
diferencia encontramos entre “Saturno comiéndose a sus hijos” y la humanidad
que traga con gula sus alimentos del futuro?. ¿En qué se diferencian los
berridos del “Gran Buco” y los de los espectadores que en el fútbol llaman
“buco” al árbitro?.
¿Qué
le pasaba a Goya cuando pintaba sus aquelarres?. Era como si fueran cayendo con
las hojas amarillas “las que fueron sus verdes ilusiones”. El cierzo que corría
por su cerebro las revolvía y las levantaba “formando quiméricas visiones”.
Fueron visiones que “el aire de la vida disipó”, porque todavía tuvo tiempo de
pintar la “Lechera de Burdeos”.
Contempló
quiméricas visiones del “Gran Buco”, rodeado de brujas sicalípticas, obscenas y
marranas. O se acompañaba con formas contrarias como las místicas, beatas,
atónitas y pasmadas. Poco más o menos como los aquelarres presididos también
por un Gran Buco, que llena sus bolsillos, con le excusa de la liberación
humana. Los dos llevan barbas de grandes machos cabríos y pelambreras de pelo
duro hasta en el corazón. Así como portaban sobre sus cabezas, unos cuernos
como pilares salomónicos.
Se
ven brujas viejas que son como un armazón de huesos y “pelleta” y en su escoba
llevan una “broxeta” para beber que no envidia a la “Maja desnuda”. Brujas
narigudas de profundos estímulos olorosos. Brujas morrudas, piconas y befas,
unas con lengua o sin ella, con dientes o sin ellos, pero todas con la ambición
de agradar al Gran Buco. Vampiros que “volastreaban” por encima de las escenas,
también con ganas de chupar sangre humana, como los especuladores. Murciélagos
y lechuzas de ojos como farolas lúgubres, que se recrean con lo que están
viendo y como “escalfetas” van volando a contarle a todo el mundo lo que pasa y
lo que no pasa. Burros con riseta, con cara de más inteligentes que muchos
magnates, pero además, más prácticos y más productivos. Tan monstruoso es un
burro sonriendo como un hombre que no lo hace nunca. Tocinos con cara de
filósofos, que recuerdan a algunos señores con tirantes, que son sencillamente
auténticos cerdos con tirantes. Y en todas las pinturas te llaman la atención
ojos de deseo, de odio, de espanto, de envidia, de avaricia, de asombro, de
pasmo, de carraña y ¿por qué no?, de ingenuidad.
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