Pertusa |
Los hombres, caminando, caminando
recorrían los montes, y unas veces cazando y otras, al ver una colmena, se
endulzaban sus cuerpos y sus almas, con la rica miel que habían obtenido las
abejas de las flores, que adornaban el monte.
Estuve un día de estos, en un
Bar, tomando un café, en compañía de Manolo Bibián y de su cuñado Emiliano Díez. Escuchábamos
ambos al mosen, Manuel Bibián, que con
sus palabras, nos parecía que aquel café estaba bendecido, en armonía el sabor
y el aroma del café, con la rectitud de sus palabras. Ese café es el fruto de
una planta que navegando, navegando
hacía el Nuevo Mundo y luego caminando, caminando por ese Continente, fue
recogida por los españoles y con el aroma de ese fruto, que se obtiene cociéndolo
y que todavía estamos
consumiendo, endulzándolo a veces con
azúcar y otras con la dulce miel de las abejas.
Manolo Bibián es amante de todas las obras de la Naturaleza,
como son los patos, los pavos, las perdices, los faisanes e incluso los
cobayas, que alimenta en un corral de
Pertusa y admira y colabora en las obras del hombre, como las iglesias, por
ejemplo la parroquia de tipo catedralicio de Pertusa o aquellas casas, como la
suya, que hace más de un siglo alojó religiosas, que educaban a los niños del
pueblo. Esa casa abandonada, con su
trabajo personal continuado durante muchos años, ha conservado, como casa
de Dios, y de su servidor, el cura de Pertusa. Si, ama al pueblo de
Pertusa de cuya población es el párroco, porque es admirable el terreno en que
se asienta dicho pueblo, ya que se encuentra en una península, casi del todo
rodeada del agua del río Alcanadre, menos su “istmo”; y por
la profundidad por la que corre su cauce, hace sonar el agua rozando y besando
las paredes que separan el río de la altura en que se asienta el pueblo de
Pertusa. Pasaba por la Villa el Camino de Santiago, que venía desde Levante y por tanto pasaron
por ella, desde los íberos y los romanos, y en la época de la arquitectura románica;
aquella en que en 1575, se alzó la Torre Plateresca del arquitecto del Escorial,
Juan de Herrera y últimamente el monte
lo han convertido en terreno de regadío, con aguas procedentes del pantano
del Grado, dejando a las del Alcanadre, que
sigan el cauce de su profundo curso.
Manolo, de mi pueblo y querida
familia con la mía, ha vivido la restauración de la iglesia, que es Monumento
Nacional y ha luchado por los antiguos tubos del órgano del siglo XVI, y de
reverente sonido, tubos que hacían vivir a los hombres actuales, hasta que los
han renovado, el tiempo de la vida en que se colocaron los primitivos. Porque
una vez en la iglesia, sus visitantes se recuerdan además de la Torre
construida por Herrera en 1575, de la cripta con sus hermosos capiteles del
siglo XIII, y del claustro gótico.
Frente a la Torre de Pertusa, en
lo alto del paisaje se asoma la blanca ermita de la Virgen de la Victoria, con
su espadaña, que parece lanzar saetas al
firmamento. En esta ermita estuvimos con mi mujer y con la hija mayor de
Montori de Tierz, Mari Carmen y su marido Ignacio y con la ya difunta y muy
recordada Maruja Palacio, y asistimos a la boda de su sobrino, bendecida por
Mosen Manuel Bibián, al que le pido me
perdone, porque yo no puedo casi, llamarlo de otra forma que Manolo. En
aquellas alturas, alrededor de la ermita
había jardines, que unidos a la música y
a los cantos que en la boda, se cantaron, daba la sensación de encontrarse
cerca del cielo. Me dio la impresión, al salir del cementerio de Pertusa, en el
que Mosen Manuel acompañó el cuerpo de Maruja Palacio, de que desde el lugar
donde la enterraron, se veía la Ermita de la Victoria. Al volver del cementerio
el ambiente sonreía, pero se veían lágrimas brotar de los ojos de muchos
vecinos. Algunos conversaban y el Mosen, dio orden al público de que guardaran silencio. Es que este hombre es
armónico con la Naturaleza, con la vida, con la muerte y con el ruido que crea la
corriente de agua en el río, que circula
alrededor de Pertusa y con el silencio con que está la ermita de la Victoria, allá
arriba. He tenido la suerte de visitar en su casa a Manolo, pero cada vez que
entraba en ella, me daba la impresión de que cada vez, aumentaban la belleza y
el orden en su construcción. “El patio de su casa es particular” porque el
suelo es de guijarros de piedras gravillosas, recogidas en el río Alcanadre. Estos
pavimentos van desapareciendo de los patios de las antiguas casas del Alto
Aragón, pero quedan algunos, como el de casa Almudévar de Siétamo. Pero el suelo de casa de mosen
Manuel, es totalmente perfecto, habiendo
él mismo, colocado los guijarros de piedra, uno a uno. Pero, pasando de
la piedra a los papeles históricos, yo me quedé, en una de las visitas que le
hice, admirado de la gran cantidad de papelas antiguos y modernos, en los que estudiaba la historia
aquella Villa de Pertusa. En nuestro pueblo de Siétamo, en la Guerra Civil,
quemaron todo lo que encontraron, incluso los edificios y al dejar al pueblo sin
datos de sus antiguos habitantes, Manolo creó un conjunto de pequeños discos,
en los que podemos estudiar el pasado de nuestros abuelos, bisabuelos, etc. y a
mí me regaló uno de ellos.
No sólo ha estudiado el templo,
Monumento Nacional de Pertusa, sino que ha investigado la Calzada romana que
venía de Levante, por el puente romano que cruza el río Alcanadre. El me manifestó el bochorno
que sintió, cuando encontró una sepultura de los romanos, que dejó abierta el
agua de una tormenta, dio parte a quien correspondiese, pero ahí se quedó la
tumba con sus difuntos romanos. Estos hacían periodos de descanso en Pertusa y
esos romanos, en su tumba no se sabe si siguen descansando o se han caído sus
huesos en el río. ¿Cómo no se acuerdan de al menos conservar la muralla romana,
que todavía muestra algún tramo?.
No sólo recuerda Manolo las obras
de los hombres a lo largo de la historia, sino que cultiva y se recrea en la
obra de la Naturaleza, que Dios creó y que los hombres tenemos que cultivar,
para vivir y gozar del regalo divino. Y la defiende, no sólo en la cuenca del río Alcanadre, sino
en la Plaza de la Inmaculada de Huesca. Por ejemplo su cuñado Emilano Diez, sentado en el velador, en que nos sirvieron el
café, estaba con los ojos abiertos, escuchando contar a su cuñado, la captura
de una colmena de abejas. Apareció en el jardín de la Plaza de la Inmaculada un
grupo de abejas, que buscaba un lugar para establecer su colmena. Avisaron a
los bomberos, que atacaron a las humildes abejas, cuando llegó por ahí
Manolo, les acercó una caja de zapatos y
en ella se introdujeron poco a poco. Quedó todo el mundo admirado al contemplar
el arte y el cariño que sentía Manolo por esos animalitos, de los que dicen que
van a desaparecer. Sería terrible su desaparición, pues aparte de la desaparición de la miel, tan
dulce, dejarían de polinizarse los árboles y los arbustos. No sólo
desaparecerían los panales que destilan la dulce miel, que da sabiduría mental a los hombres y fecundidad a los árboles
frutales, en los que aparecen los frutos,
que reciben el polen, con que las abejas fecundan las flores, que cada
primavera, se convierten en frutas. ¡Oh, abejas
mellíferas, que sois los insectos
más valiosos, que nos ha regalado el Señor, Dios del Universo!. Sois las productoras de la miel, de la cera,
con la que se ha alumbrado la humanidad durante muchos siglos. Produce además
la polinización de los nogales, de las hortalizas y de los forrajes, ayudan a
muchas plantas silvestres, que no tienen la misión de producir frutos, pero que
impiden ser arrastradas a los cauces de los ríos. Están compuestas las colmenas
por la Reina, a la que las obreras han alimentado con jalea real y los zánganos
fecundan. Esas obreras recolectan el néctar de las flores y reparten el polen
entre ellas. Han intervenido en la Historia de la humanidad, ya en los tiempos
clásicos de Sofocles, apareciendo en la
obra titulada Edipo Rey.
Son las abejas los seres más
democráticos, pues las obreras eligen a sus compañeras como Reinas. A la abeja
que eligen como reina, la van alimentando con jalea
real.
Mariano no es el rey de las
abejas, pero es un sabio conocedor de las mismas y por tanto un gran apicultor.
Para ello tiene que conocer la vida de las plantas y por tanto en el huerto de
las Monjas Teresianas de la Carretera de Zaragoza, cuida de varias colmenas, a las que procura evitarles la muerte de los
insectos, que produce la agricultura moderna, que usa fungicidas y pesticidas.
Mariano ha vivido y vive el problema de la fe cristiana en el mundo y ahora se
le plantea el envenenamiento no sólo de las almas, sino que pone en peligro la
cadena alimentaria del mundo, como dijo Einstein. Sólo hay que fijarse en los Estados Unidos de
América, en que se han muerto en seis años cientos de miles de colmenas.
También Mariano es hombre que
conoce la Teología y al mismo tiempo tiene unos conocimientos de apicultor. Él
es un hombre vestido con sencillez y que viaja con su cuerpo por el mundo en
automóvil, al mismo tiempo que piensa con su cerebro, siempre pidiéndole al
Señor, hallar el bienestar espiritual y el natural de los hombre y de los
animales. Así como yo, Veterinario he tenido que estudiar la patología de los
animales, él conoce la patología de las abejas, como la varriosis y otros enemigos, como el
abejaruco, que en estos momentos le
preocupan enormemente. La agricultura moderna suministra a las abejas unos productos que serán la causa de su
desaparición, es decir que dicha agricultura sería un callejón sin salida para
la producción de la miel, que supone una gran importancia en la vida humana.
Los franceses en la Opera de
París, en su parte más alta, han
instalado colmenas ,para alejarlas de los productos del cultivo de las grandes fincas. En una región china, ya
polinizan los perales, los mismos hombres, que tienen un rendimiento escaso y
que cuesta mucho dinero. Un tercio de los alimentos que consume el hombre, nos
los proporcionan las abejas.
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