Ahumador de abejas. |
En las paredes del corral de mi
casa y de un pajar en la era de la trilla, habían creado las abejas tres
colmenas. Como mi hijo Manolo no puede hacerse cargo de la cría de dichas
colmenas, quiso que se hiciera cargo de ellas un mielero del vecino pueblo de Fañanás y le avisó,
para que viniera a buscarlas. Este aficionado a la creación de miel, se
llama Santiago Aliaga Escario y tiene una edad de unos cuarenta y dos años. Hoy
día, en que casi toda la población emigra a las ciudades y abandona la producción
en los pueblos, Santiago está entusiasmado con las abejas y las cuida y coloca las colmenas o “arnas” en puntos del
monte, en que no sufren molestias de otros seres agresivos. Pero a mí me viene
a la cabeza la idea de que las flores de las aliagas, de las que él ha tomado
su apellido, son amarillas y son cortejadas por las abejas, para fabricar miel. Tal vez, su propio
apellido le acerca a la vida de las abejas, fabricantes de dulce miel .Pero no
puede olvidar a un señor de Osera de Ebro, ya difunto, que cuando venía a
Fañanás, se unía con él, entonces el niño Santiago, e iban a observar a las
abejas que tenía en este monte. No era tan sólo Fañanás el lugar donde poseía
colmenas, porque las cuidaba también en numerosos puntos de Aragón. De niño se fijaba en las maniobras
del señor de Osera de Ebro y su imaginación trabajaba al mismo tiempo que las abejas. No podía Santiago
evitar su recuerdo, y hace unos seis
años, se puso a ejecutar las faenas que había aprendido del señor de Osera y
para ello, compró en Egea de los Caballeros una docena de colmenas. Colocó las
colmenas o arnales, en la paridera de Casa Acín de Fañanás y más tarde colocó
otras colmenas por distintas zonas de huerta y de secano. Yo conozco varias
colmenas de Santiago en el secano de Fañanás, por donde yo paso con cierta
frecuencia y siempre me he preguntado de quien serían dichas colmenas. Hoy me enterado
al ver a Santiago, que trataba con las abejas como amigas, como lo hacía con todos los que
acudían a contemplar sus faenas. Yo también, me iba a ver a estas tan
trabajadoras abejas. Creció en mí la curiosidad por unos insectos tan
solidarios y trabajadores para producir la rica miel y cuando podía me iba a
Pertusa a hablar con Mosen Bibián, gran
amigo mío, de los éxitos y de los actuales peligros que tienen, en estos tiempos.
Este sacerdote, originario de Siétamo, es un SABIO de las colmenas, de su vida,
de su producción y de sus enemigos. Lo he visto trabajar en el Convento de
Santa Teresa, que se encuentra en la carretera de Zaragoza, con colmenas que
traía de Pertusa.
Al ver trabajar a Santiago con
sus ropas y con su fuelle, con el que ahuma, apartando las abejas de su
persona, protegida por guantes y escudos de tejidos formando redes que cubren
su cabeza, sus ojos y su rostro, y me he
acordado del aparato de más de cien años, que tengo guardado en el hogar de mi
casa. Comparando el fuelle de Santiago
con el férreo aparato, para lanzar humo a las abejas, se ve que hay una
diferencia material entre el moderno fuelle, con el antiquísimo aparato, que
usaron en viejos tiempos, para manejar las abejas. Me vienen ganas de comparar
el aspecto de hierro primitivo del ahumador
de abejas, con el objeto volador, que se
detuvo encima del Portal de Belén, donde
había nacido el Niño Jesús. Dicen que el profeta Ezequiel,
habló con el conductor de un objeto volador, y que el miembro de la
NASA, Bhumrich, ha tomado notas
interesantes, para los actuales aparatos
voladores. Los antiguos no tenían los medios técnicos actuales, pero fabricaban
aparatos muy eficaces, a pesar de su aspecto no moderno, pero eficaz. A mí me
pareció oportuno enseñárselo a Santiago,
y fui a buscarlo, quedándose Santiago admirado de su funcionamiento.
José Otín Nasarre, nacido en
Alberuela de Laliena, me ha explicado como en casa de su abuelo en Otín,
cuidaban colmenas, que las fabricaban con cañas y rebozaban de barro, mezclado
con estiércol o “boyiga” de vaca o de buey, para que no se apoderase el frío
del invierno de las abejas. Tenían dichas colmenas dos extremos, uno más delgado, que orientado hacia el Sur, permitía
a las abejas, entrar y salir del tubo de caña, barro y estiércol de vaca; por el otro extremo
abrian, para sacar la miel, que creyeran conveniente.
De esas colmenas obtenían miel, cera y agua, con el gran sabor de la miel.
El valor económico de las abejas, es una de las bendiciones de Dios
sobre la Naturaleza, porque sin ellas no
habría polinización en las plantas y casi desaparecería la agricultura.
Pero yo estaba pendiente de
Santiago, que en esta ocasión colocó
tres colmenas modernas, cada una frente a cada colmena silvestre, con lo cual se invitaba a las
abejas a hacer el trasiego de las mismas a las colmenas modernas. Las colmenas que trajo eran de forma
cuboide, con su techo, cubierto con aluminio o con zinc, que evitaba la humedad
de la lluvia y que se podía abrir para meter y sacar los panales de cera, donde
las abejas iban depositando la miel. Por la parte de abajo, se encuentra la
entrada de los insectos en la colmena y para estimular su paso de la pared a su
nuevo lugar de producción, les lanzaba de vez en cuando, impulsos de humo, a
la salida de la colmena rústica. Los
inteligentes insectos, parecía que se
daban cuenta de la comodidad de la colmena que se les ofrecía y poco a poco,
iban pasando una tras otra, a su moderna
fábrica de miel.
En las colmenas rústicas suelen
producir las abejas unos quince kilogramos de miel y en las modernas, poseedoras de los panales de cera, pueden
crear hasta unos cuarenta o cincuenta kilogramos. Cuando el sol se iba a
esconder, ya habían pasado bastantes abejas a su nueva morada y por la noche,
con el fresco se iban reteniendo en sus movimientos. Me dijo que todavía
tendría que dejar las colmenas próximas
a las rústicas, unos doce días, para que su acomodo resultara completo. En
colmenas que están preparadas para iniciar el comienzo de un nuevo enjambre,
para constituir una nueva colmena, la reina antigua sale de la colmena con su
enjambre a buscar otra y la nueva reina
permanece en la colmena. Pero si se
trata de sacar de una colmena rústica, la labor de la reina, parece resolverse muy pronto, porque la abeja destinada para ser reina, a la semana
de nacida, alimentada con jalea real, ya realiza un vuelo de fecundación
rodeada de zánganos, que la hacen fértil. Como las colmenas que se va a llevar
Santiago, las deja al lado de la colmena rural, durante doce días, hay
suficiente tiempo para que el mielero, se pueda llevar una colmena fecunda.
Santiago cuida con cariño las
abejas, pues son la mayor parte de ellas, obreras que producen miel, polen,
jalea real, propoleo, cera y otras
materias apícolas. Embriológicamente , las reinas tienen un origen idéntico al
de las obreras. Son ambas procedentes de
unos huevos, depositados en la colmena por una reina, pero la alimentación con
jalea real, durante su etapa de larva de
seis días, hace que a la semana de nacida, esa nueva reina, se
lance al cielo, volando para ser fecundada por los zánganos que la rodean en el
aire. A veces, en Primavera, se marcha de la colmena una reina, rodeada de
obreras y zánganos, dejando a una reina más joven encargada de la colmena, ya
de nueva generación.
Yo no sé qué pasará en las
rústicas colmenas, pero la primavera ya se ha puesto en marcha, dentro de las
colmenas, que se llevara Santiago a otros colmenares.
La producción de miel es una, en la
alimentación principalmente, de las actividades más buscadas por el
hombre, que se preocupa de colaborar con
las abejas. Éstas son insectos sociales y han buscado desde siempre la
alimentación de los hombres. Pero en estos tiempos, al tornarse el Globo en una
aldea, se trasladan por él, y dadas las facilidades de traslado, varias razas
de insectos que les perjudican, llegan a
sus colmenas para perjudicar a las trabajadoras obreras. El hombre tiene que defenderlas, porque si no,
desaparecerían muchas especies, unas animales y otras vegetales, que se cultivan en el mundo y se
vería en peligro la alimentación de la humanidad y tal vez, también la
medicina.
De la misma forma que aparecieron
especies vegetales y animales, en Europa, después del Descubrimiento de
América, fueron a las Américas los caballos y las ovejas. Ahí tenemos a las
patatas, al cacao, a los tomates, al maíz y a otras especies, que han facilitado la
conservación de los europeos. En 1554, fueron traídas las patatas a España, como
una curiosidad vegetal, pero a finales del siglo XVI, ya era un alimento
corriente en Italia, Alemania, Polonia y Rusia. En el siglo XVIII, se dieron
hambrunas en Galicia, por falta de
patatas, igual que ocurrió en Irlanda en 1840. Hasta que llegó la patata, en
nuestros pueblos ya existían los “arnales” o colmenares y la miel daba un rico
alimento a sus habitantes, pero no se podían acaparar cantidades enormes de
miel y tal vez por esa causa, eran necesarias las patatas. A principios del
siglo XIX, Napoleón I, reunió cantidades ingentes de patatas, para que sus ejércitos
no murieran de hambre en las guerras de Rusia y en la Guerra de la
Independencia en España.
Aquellos años en que vivió la
Familia Azara en Siétamo, donde llegaron a vivir en 1588, son aquellos, en que se trajeron patatas a España, como una
curiosidad vegetal; En 1554 trajeron las
patatas y en 1588, vino la familia Azara a vivir a Siétamo.En 1783 ya estaban
casados Francisca Escabosa Azara con José Almudévar de Barluenga, la úlima
Azara de la familia y el primer
Almudévar, de la Casa Azara-Almudévar. En fecha de 1730 a 35, fecha casi
coetánea con la del matrimonio de Almudévar con Azara, los gallegos combatieron
el hambre con las patatas. En Irlanda un año de mala cosecha de patatas,
pasaron los irlandeses un hambre feroz.
En todos los pueblos había
colmenares y en casa Azara-Almudévar poseían dos, el colmenar grande y el
pequeño. Yo no sé si enriquecerían la cocina de la patata, añadiéndole miel y
en ocasiones mostaza con miel, que le daban a las humildes patatas, un sabor
celestial.
Lo que se sabe es que en cuestión
de herencias José Almudévar Altabás, junto con su señora María Francisca Escabosa
Azara, tuvieron sus líos, pues Mateo Escabosa Azara,hermano de Francisca
Escabosa Azara, y su esposa Rosa Sipán, levantaron un pleito que parece ser
acabó de buena manera, pues en la escritura Apoca de 1776,dice:”confesamos
haber recibido de María Francisca, de Azara, nuestra Madre y Señora, la
cantidad de doscientas y treinta libras Jaquesas…a más confesamos y otorgamos
haber recibido de nuestra madre, los doce Basos de Abejas o Colmenas, que por
la misma Escritura de Dotación me mandó y señaló”. Esto ocurrió en el año de
1773. “Siendo a todo ello presentes por testigos Don Antonio Los Arcos,
Cadete del Regimiento de Dragones del Rey, residente en la ciudad de Huesca, y
Antonio Morcate, Labrador, residente en el Lugar de Siétamo”
En Zaragoza y en el año de mil
setecientos ochenta y siete, el Abogado Don Pascual de Azara, dice haber
convenido, que “los dichos Pablo Segura, Don José Almudévar y Doña María Francisca Escabosa y Azara, me han de entregar a mí, el Doctor
Don Pascual de Azara o los habientes mi Derecho, la cantidad de cien Libras
Jaquesas, las que he recibido luego, y de presente, y otorgo Apoca en la debida
forma; y además la Canal de un Zerdo de cien o más libras de peso, que deberán
entregar para la Navidad del Señor del presente año de Mil Setecientos Ochenta
y Siete; y con dicha cantidad recibida, y el referido Zerdo y doce vasos de miel, yo dicho Don
Pascual de Azara me separo, y aparto de cualesquiere pretensiones, que me
pertenecen, y puedan pertenecer en cualesquiera manera a los Bienes de dichas
Herencias, renunciando como renuncio de todas ellas a favor de la dicha María
Francisca Escabosa y Azara”.
“En estos papeles que yo, Ignacio
Almudévar, he revuelto, salen los alimentos de aquellos años de los siglos
XVIII y XIX, como la miel que poseían los Azara y los Almudévar, en aquel
Colmenar de la Costera y también se puede observar el interés del Abogado
zaragozano de la familia Azara, por la canal de un cerdo.
La miel, ahora de Santiago Aliaga
y antes de los Almudévar Azara de Siétamo, envuelve la miel con otros
alimentos, como hemos visto con el cerdo del Abogado Azara y cómo podemos ver
en la carta que escribió el Alcalde de Siétamo en 1813, en que todavía duraba
la Guerra de la Independencia, que dice: “Señor de Jaso, muy Señor mío, me hará
Vd., el favor de decirme cuanto es cada ración de carne, en dinero, cuantas
raciones por cada fanega de judías, cuanto de Guijas, por ver si podemos
completar el número de legumbres, a causa de haber dado 4.000 raciones en
carne. Favor que espera de Vs. Su afto. Q.B.S. M. ¿No se tratará de
abastecimientos obligatorios para las tropas, en estos años de la Guerra de la
Independencia?”. Vicente Benedé, Alcalde, añade: “Un señor llamado Bederrain,
contrata con las siguientes palabras, cada ración en dinero es tres reales, y
son en legumbres, 36 raciones por fanega, no siendo admisibles las arvejas o
guijas”. Se ve como los encargados de la alimentación de los soldados era
cuidadosamente cuidada por sus jefes, pues las guijas, prohibidas, no se
admitían en aquellas raciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario