jueves, 23 de agosto de 2018

Homenaje a una Maestra excepcional. (27-XII-2.008)

Escuela de Siétamo.



Dicen ahora, que el mundo está en crisis. Se trata de una crisis económica, que descompone la sociedad, porque deshace los matrimonios, altera el temperamento de los niños, que no confían en nadie, ni en Dios ni en sus padres, que se separan y carecen de medios económicos para criar sus cuerpos y formar sus espíritus. Pero no sólo es la actual crisis la que puede traer malas consecuencias, sino que ya existían y siguen existiendo enfermedades que perturban la vida de los hombres y mujeres. Una de ellas es el Trastorno de las Emociones, que están padeciendo en España unas ochocientas mil personas.
Yo conozco a un hombre del Somontano oscense, que vive soltero y solo, con sus sesenta años. Muchas veces me he preguntado a que causas se deben estas circunstancias. Nos hemos encontrado en una calle de Huesca y hemos entrado en un Bar a tomar cada uno, una pequeña botella de agua mineral y de la misma forma que regando con agua los huertos, nacen y crecen las plantas con las que nos alimentamos, esas pequeñas botellas de agua, con su líquido contenido, regaron nuestras mentes y entramos en conversación. Nuestras palabras, empezaron por las preguntas que le hice sobre su estancia de Maestro Rural en Siétamo, ya hace muchos años y sus contestaciones me fueron llevando a comprender la vida de su hermana mayor, Maestra de gran inteligencia, que según pone en la lápida que tiene en el cementerio, dice: ”María Pilar Ruiz, Maestra Nacional, que dedicó su vida a servir a los demás”. Efectivamente, María Pilar, sufriendo su enfermedad, entregó su persona a servir a los demás, durante treinta y cinco años. Su hermano dedicó su vida a ayudar a su hermana y se ha quedado solo, pero está feliz y desea que las personas sanas no estigmaticen a las personas que sufren Transtornos de las Emociones. La sociedad tiene el deber de ayudar a estas personas, respetarlas y aportarles toda la dedicación y el cariño necesario, para que no sufran soledad en sus vidas, ni sufrimientos, ni desconcierto, sino que se vean felices por el interés que les demuestran las personas que les rodean.

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