lunes, 27 de agosto de 2018

Mi hermano Luis y José Mª Escartín Solano, nacido en Gerbe




Nacimos cuatro hermanos y dos hermanas en la Villa de Siétamo, muy cerca del Castillo- Palacio de Don Pedro Pablo Abarca de Bolea, Marqués de Torres de Montes y Barón de Siétamo, que por herencia llegó a ser Conde de Aranda. El Conde de Aranda viajó por Moscú, Polonia y en París estuvo pendiente de la política mundial. Se escribía con sus amigos los Azara, del pueblo de Barbuñales, de los que uno llegó a ser Marqués y tuvieron una gran amistad. Estos Azara eran parientes de los Azara de Siétamo, de las que una de ellas, se casó con un Almudévar.  
Un hermano mío por nombre Luis, quiso hacer los viajes de los Azara de Barbuñales y dedicó su vida a navegar por el Mundo. Cuando me contaba las aventuras que vivió en la Guinea Ecuatorial, me llenaba mi cerebro de aventuras, entre hombres de color y españoles aventureros y trabajadores, en medio de unos paisajes bañados por el sol y por las sombras forestales de un País verde, que no solamente es como el trigo verde si no de un verde apasionante.  
En “A Fondura” geográfica creada por el río Guatizalema, cuando corre por Siétamo, enfrente del Mesón, unos señores amigos de mi familia, levantaron una gasolinera, a la que baja cada día Luis, un pastor de las ovejas, que todavía convive con ellas, a desayunar y a leer el periódico. Tiene la Paridera en la parte alta de la Meseta, donde se asienta la Villa de Siétamo, al Norte de la misma, en cuyo extremo Sur se alzaba, cuando yo era niño, el Castillo- Palacio, del históricamente famoso Conde de Aranda. Desde él se divisa “A Fondura” o valle de Siétamo, regada por el río Guatizalema.
Yo, cuando todavía conducía un automóvil, bajaba cada día a reponer de gasolina su depósito y allí me encontraba con el “buen pastor”, que se llama Luis Grasa, con el que nos apreciamos.
 Algunas veces este “buen pastor” y yo nos sentamos a tomar algún café con leche y uno frente a otro, nos miramos desde la Gasolinera, situada en el Valle del río Guatizalema, a la Meseta donde los vivos miran hacia abajo y otros, que yacen en el “Fosal” o cementerio, y miran con sus ojos ya muertos, hacia el cielo.   
En el “Fosal” yace mi hermano Luis acompañado por su esposa Pilar Arnal, y  en  el  Valle, dentro de la Gasolinera, yo encuentro a otro amigo suyo, altoaragonés, nacido en Gerbe o Cherbe en aragonés y que vivió en Quibel, cerca de Ainsa, en el Sobrabe.  Este amigo se llama José Mª Escartín  Solano,  amable  y sonriente, que sirve gasolina a los conductores de la  carretera  N-240 y cuando eleva sus ojos a la meseta, que se encuentra frente al Valle donde se ve el cementerio de Siétamo, donde descansa  mi hermano Luis con su esposa Pilar, se acuerda de su antiguo amigo, conocido por él, en la Guinea Española. 
Era esta Tierra, que tenía un color deslumbrante, verde y que unía los espíritus con la Naturaleza, como buscando un Mundo Feliz.
José María  Escartín  Solano trabajó durante varios años en la Guinea Española con una empresa constructora haciendo carreteras y empresas de construcción en general.
¿ Cómo se encontraba José María Escartín en esta tierra africana de la Guinea?.  Era una Tierra que tenía una vida deslumbrante, verde y que unía los espíritus con la Naturaleza, como buscando un mundo feliz. Formaba parte de varios españoles que trabajaban por el progreso de Guinea. José María tenía una misión importante en el desarrollo del trabajo de los españoles y sufría a causa del clima exageradamente encendido y a veces por la situación política que por entonces imperaba en el Mundo.

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