Nacimos cuatro hermanos y dos
hermanas en la Villa de Siétamo, muy cerca del Castillo- Palacio de Don Pedro
Pablo Abarca de Bolea, Marqués de Torres de Montes y Barón de Siétamo, que por
herencia llegó a ser Conde de Aranda. El Conde de Aranda viajó por Moscú,
Polonia y en París estuvo pendiente de la política mundial. Se escribía con sus
amigos los Azara, del pueblo de Barbuñales, de los que uno llegó a ser Marqués
y tuvieron una gran amistad. Estos Azara eran parientes de los Azara de
Siétamo, de las que una de ellas, se casó con un Almudévar.
Un hermano mío por nombre Luis,
quiso hacer los viajes de los Azara de Barbuñales y dedicó su vida a navegar
por el Mundo. Cuando me contaba las aventuras que vivió en la Guinea
Ecuatorial, me llenaba mi cerebro de aventuras, entre hombres de color y
españoles aventureros y trabajadores, en medio de unos paisajes bañados por el
sol y por las sombras forestales de un País verde, que no solamente es como el
trigo verde si no de un verde apasionante.
En “A Fondura” geográfica creada
por el río Guatizalema, cuando corre por Siétamo, enfrente del Mesón, unos
señores amigos de mi familia, levantaron una gasolinera, a la que baja cada día
Luis, un pastor de las ovejas, que todavía convive con ellas, a desayunar y a
leer el periódico. Tiene la Paridera en la parte alta de la Meseta, donde se
asienta la Villa de Siétamo, al Norte de la misma, en cuyo extremo Sur se
alzaba, cuando yo era niño, el Castillo- Palacio, del históricamente famoso
Conde de Aranda. Desde él se divisa “A Fondura” o valle de Siétamo, regada por
el río Guatizalema.
Yo, cuando todavía conducía un
automóvil, bajaba cada día a reponer de gasolina su depósito y allí me
encontraba con el “buen pastor”, que se llama Luis Grasa, con el que nos
apreciamos.
Algunas veces este “buen pastor” y yo nos
sentamos a tomar algún café con leche y uno frente a otro, nos miramos desde la
Gasolinera, situada en el Valle del río Guatizalema, a la Meseta donde los
vivos miran hacia abajo y otros, que yacen en el “Fosal” o cementerio, y miran
con sus ojos ya muertos, hacia el cielo.
En el “Fosal” yace mi hermano
Luis acompañado por su esposa Pilar Arnal, y en
el Valle, dentro de la
Gasolinera, yo encuentro a otro amigo suyo, altoaragonés, nacido en Gerbe o
Cherbe en aragonés y que vivió en Quibel, cerca de Ainsa, en el Sobrabe. Este amigo se llama José Mª Escartín Solano, amable y
sonriente, que sirve gasolina a los conductores de la carretera N-240 y cuando eleva sus ojos a la meseta, que
se encuentra frente al Valle donde se ve el cementerio de Siétamo, donde
descansa mi hermano Luis con su esposa
Pilar, se acuerda de su antiguo amigo, conocido por él, en la Guinea Española.
Era esta Tierra, que tenía un
color deslumbrante, verde y que unía los espíritus con la Naturaleza, como
buscando un Mundo Feliz.
José María Escartín
Solano trabajó durante varios años en la Guinea Española con una empresa
constructora haciendo carreteras y empresas de construcción en general.
¿ Cómo se encontraba José María
Escartín en esta tierra africana de la Guinea?. Era una Tierra que tenía una vida
deslumbrante, verde y que unía los espíritus con la Naturaleza, como buscando
un mundo feliz. Formaba parte de varios españoles que trabajaban por el
progreso de Guinea. José María tenía una misión importante en el desarrollo del
trabajo de los españoles y sufría a causa del clima exageradamente encendido y
a veces por la situación política que por entonces imperaba en el Mundo.
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