En Siétamo, frente al edificio, hoy
Casa del Cura y antes de Antoñito el Herrero, situada al nivel de la Plaza
Mayor, identificada como del año de mil setecientos cuarenta y cinco,
frente al ahora campo de recreo y al Ayuntamiento de Siétamo, nos poníamos
mirando al Sur-Este, para ver el Monte del Moncayo. No siempre veíamos este
Monte, dada la gran distancia que lo separa del pueblo de Siétamo, ya que
Zaragoza se encuentra a unos ochenta kilómetros de Siétamo y todavía faltan
bastantes kilómetros para llegar a Tudela, que se encuentra al Norte del
Moncayo. Se encuentra Siétamo en el Somontano Oscense, y está esta villa separada
del Moncayo, primero por Huesca capital, debajo
por una gran porción de su provincia, luego por otra gran porción de la
provincia de Zaragoza y después, junto a
la provincia de Soria, elevada por el monte Moncayo, debajo y muy próxima a la
navarra Tudela, limita con la provincia de Soria.
¡Qué lejos está Siétamo del
Moncayo, pero sin embargo, qué bien se divisa el Moncayo desde Siétamo!. Digo
que se divisa bien ese Monte que está en la provincia de Zaragoza, debajo mismo
de la localidad navarra de Tudela. Está muy cerca de esta ciudad navarra, toda
ella ocupada por zonas agrícolas selectas, donde se cosechan espárragos,
verduras y frutas. En cambio en el monte del Moncayo, se crían setas, que van a
por ellas, entre otros, los navarros de Tudela y se oyen leyendas romanas.
En la superficie del Moncayo se
observa el Monasterio de Veruela. ”En una celda iba consumiéndose el cuerpo de
Gustavo Adolfo, pero en la Cruz vecina se agigantaba el espíritu de Bécquer, estimulado
por esa constante majestuosidad de los montes”. Pero el Moncayo despertó la
poesía de Gustavo Adolfo Bécquer y la inspiración de Ana María Abarca de Bolea, tía del Conde de Aranda, que
vivió ya desde muy joven en el Monasterio de Casbas. Escribió una obra teatral
en el Monasterio de Casbas, desde donde se ven
mutuamente el Monte del Moncayo y Siétamo y Casbas, al pie de la Sierra
de Guara.
Mercedes Campo, hija de un
Alcalde de Huesca, que fue Directora de la Escuela Normal y que consiguió el
Título de Tesis Doctoral, escribió esa Tesis que tituló “Edicigón y Estudio de
la vigilia y octavario de San Juan Bautista ”.Esta doctora descubrió el
nacimiento en la ciudad de Zaragoza de Doña Ana Francisca de Bolea, que estaba en relación
intelectual y religiosa con el prócer oscense don Vicencio Juan de Lastanosa.
En esta época de la novela
pastoril y campesina, fue cuando Lastanosa se cuidó de los maravillosos
jardines que acogían su casa en una época en que Ana Francisca de Bolea
escribió la “Vigilia y Octavario de San Juan Bautista”, en que representa la poesía, la santidad, la tragedia y los
MISTERIOS de la NATURALEZA, en aquel jardín maravilloso de los Montes del
MONCAYO. En “La cultura del Barroco y sus jardines” escribió José Enrique
Laplana Gil que “muestra como en la
prosa novelística se produjo en el Barroco, la sustitución lenta de lo pastoril
por lo cortesano en la que el
cortesano-pastor cede su puesto al cortesano paseante”, porque como dice Fray
Alonso Remón “pasear por los jardines es recreación propia de príncipes y
poderosos”.
La mente de Ana Francisca Abarca
de Bolea, era noble, pero amiga de la humildad y de la igualdad humana y
espiritual entre los nobles y el pueblo, por eso escribe Don Ricardo del Arco, al
que yo admiré en mi niñez, en “La erudición aragonesa en el siglo XVII”, sobre
“El laberinto creado por Ana Abarca de Bolea en su Vigilia”, que se encontraba
en un hermoso jardín situado en las laderas del MONCAYO…y el laberinto que
tenía LASTANOSA en sus maravillosos jardines”.
“No se puede dejar separadas esa
zona del Moncayo y la de la Sierra de
Guara, debajo de la cual se encuentra el Monasterio de Casbas, en el que Doña Ana entró ya a los tres años”. “El contraste
entre el comportamiento de los cortesanos y el rústico de los pastores lo pone
Doña Ana en evidencia, en la corrida de toros que se celebra en el Moncayo, como
una más de las fiestas que se celebran para honrar a San Juan Bautista. Aquí se
ve la diferencia que se daba entre los caballeros que en la fiesta de los toros
han tenido como herederos a los actuales rejoneadores y los pastores a los toreros de a pie. A
ambos, los asistentes a los toros del Moncayo, les manisfestaron su admiración
por la bizarría de los pastores, ya que
todos, los cortesanos y los rústicos, iban vestidos de pastores. Ahora ya no
hay diferencia entre una y otra clase de toreros”.
A Doña Ana Francisca de Bolea, no
le llama la atención que hubiera gentes con posesión de bienes materiales, pues
dice Doña María Angeles Campo : “que a Doña Ana Francisca
Abarca de Bolea , no le repugnaba que hubiera gentes en posesión de bienes
materiales, pues dice que “para celebrar las fiestas de San Juan se unían gustosos desde el opulento ganadero
hasta el menos crecido rabadán”. “El dinero ha sido y es necesario, pues en
aquellos tiempos se creaban amparos para los necesitados” aunque siempre han
tenido necesidades muchos ciudadanos. La misma Doña Ana Francisca de Bolea hace
“ver como se unían gustosos desde el opulento ganadero hasta el más menudo
repatán”.
El dinero era escaso ,y en el
mismo Monasterio de Casbas, donde fue Abadesa Doña Ana Francisca de Bolea, se
llegaron a pasar periodos de pobreza. “Estos fenómenos explican la evolución
social, que pretendía Doña Ana Francisca, es decir que el hombre no sea
cortesano o pastor, sino que todos sean hombres”.
Toda la sociedad lleva en su
mente y en su corazón el deseo de usar
sus jardines ,que en tiempos pasados eran solamente unos pocos ciudadanos los
que podían gozar de ellos y en muchas urbanizaciones se añade un jardín a una
vivienda. Recordando a Ana María Abarca de Bolea, que pensó en crear un jardín
en el Moncayo, para todos los ciudadanos.
“Podemos concluir, pues que la síntesis y la antisíntesis entre lo natural y lo artificial, tan típica
del Barroco,se manifiesta en la Vigilia
y Octavario de San Juan Bautista en la
presencia del paisaje artístico y en la ermita ruinosa y ornamentada, como
primeros espacios sobre los que se desarrollan las fiestas pastoriles”.
El Parque de Huesca,ocupado en
vida de Lastanosa, fue admirado su discípula Doña Ana Abarca de Bolea, que más
tarde desapaeció.
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