jueves, 28 de noviembre de 2019

La Virgen de Septiembre se celebraba en jardines y ermitas, en Aragón




En Siétamo, frente al edificio, hoy Casa del Cura y antes de Antoñito el Herrero, situada al nivel de la Plaza Mayor, identificada  como  del año de mil setecientos cuarenta y cinco, frente al ahora campo de recreo y al Ayuntamiento de Siétamo, nos poníamos mirando al Sur-Este, para ver el Monte del Moncayo. No siempre veíamos este Monte, dada la gran distancia que lo separa del pueblo de Siétamo, ya que Zaragoza se encuentra a unos ochenta kilómetros de Siétamo y todavía faltan bastantes kilómetros para llegar a Tudela, que se encuentra al Norte del Moncayo.  Se encuentra Siétamo  en  el  Somontano Oscense, y está esta villa separada del Moncayo, primero por Huesca capital, debajo  por una gran porción de su provincia, luego por otra gran porción de la provincia de Zaragoza  y después, junto a la provincia de Soria, elevada por el monte Moncayo, debajo y muy próxima a la navarra Tudela, limita con la provincia de Soria.
¡Qué lejos está Siétamo del Moncayo, pero sin embargo, qué bien se divisa el Moncayo desde Siétamo!. Digo que se divisa bien ese Monte que está en la provincia de Zaragoza, debajo mismo de la localidad navarra de Tudela. Está muy cerca de esta ciudad navarra, toda ella ocupada por zonas agrícolas selectas, donde se cosechan espárragos, verduras y frutas. En cambio en el monte del Moncayo, se crían setas, que van a por ellas, entre otros, los navarros de Tudela y se oyen leyendas romanas.
En la superficie del Moncayo se observa el Monasterio de Veruela. ”En una celda iba consumiéndose el cuerpo de Gustavo Adolfo, pero en la Cruz vecina se agigantaba el espíritu de Bécquer, estimulado por esa constante majestuosidad de los montes”. Pero el Moncayo despertó la poesía de Gustavo Adolfo Bécquer y la inspiración de Ana María  Abarca de Bolea, tía del Conde de Aranda, que vivió ya desde muy joven en el Monasterio de Casbas. Escribió una obra teatral en el Monasterio de Casbas, desde donde se  ven  mutuamente el Monte del Moncayo y Siétamo y Casbas, al pie de la Sierra de Guara.
Mercedes Campo, hija de un Alcalde de Huesca, que fue Directora de la Escuela Normal y que consiguió el Título de Tesis Doctoral, escribió esa Tesis que tituló “Edicigón y Estudio de la vigilia y octavario de San Juan Bautista ”.Esta doctora descubrió el nacimiento en la ciudad de Zaragoza de Doña Ana  Francisca de Bolea, que estaba en relación intelectual y religiosa con el prócer oscense don Vicencio Juan de Lastanosa.
En esta época de la novela pastoril y campesina, fue cuando Lastanosa se cuidó de los maravillosos jardines que acogían su casa en una época en que Ana Francisca de Bolea escribió la “Vigilia y Octavario de San Juan Bautista”, en que representa  la poesía, la santidad, la tragedia y los MISTERIOS de la NATURALEZA, en aquel jardín maravilloso de los Montes del MONCAYO. En “La cultura del Barroco y sus jardines” escribió José Enrique Laplana  Gil que “muestra como en la prosa novelística se produjo en el Barroco, la sustitución lenta de lo pastoril por lo cortesano en la que  el cortesano-pastor  cede su puesto al  cortesano paseante”, porque como dice Fray Alonso Remón “pasear por los jardines es recreación propia de príncipes y poderosos”.
La mente de Ana Francisca Abarca de Bolea, era noble, pero amiga de la humildad y de la igualdad humana y espiritual entre los nobles y el pueblo, por eso escribe Don Ricardo del Arco, al que yo admiré en mi niñez, en “La erudición aragonesa en el siglo XVII”, sobre “El laberinto creado por Ana Abarca de Bolea en su Vigilia”, que se encontraba en un hermoso jardín situado en las laderas del MONCAYO…y el laberinto que tenía LASTANOSA en sus maravillosos jardines”.
“No se puede dejar separadas esa zona del Moncayo  y la de la Sierra de Guara, debajo de la cual se encuentra el Monasterio de Casbas, en el que Doña  Ana entró ya a los tres años”. “El contraste entre el comportamiento de los cortesanos y el rústico de los pastores lo pone Doña Ana en evidencia, en la corrida de toros que se celebra en el Moncayo, como una más de las fiestas que se celebran para honrar a San Juan Bautista. Aquí se ve la diferencia que se daba entre los caballeros que en la fiesta de los toros han tenido como herederos a los actuales rejoneadores  y los pastores a los toreros de a pie. A ambos, los asistentes a los toros del Moncayo, les manisfestaron su admiración por la bizarría  de los pastores, ya que todos, los cortesanos y los rústicos, iban vestidos de pastores. Ahora ya no hay diferencia entre una y otra clase de toreros”.
A Doña Ana Francisca de Bolea, no le llama la atención que hubiera gentes con posesión de bienes materiales, pues  dice  Doña  María Angeles Campo : “que a Doña Ana Francisca Abarca de Bolea , no le repugnaba que hubiera gentes en posesión de bienes materiales, pues dice que “para celebrar las  fiestas de San Juan  se unían gustosos desde el opulento ganadero hasta el menos crecido rabadán”. “El dinero ha sido y es necesario, pues en aquellos tiempos se creaban amparos para los necesitados” aunque siempre han tenido necesidades muchos ciudadanos. La misma Doña Ana Francisca de Bolea hace “ver como se unían gustosos desde el opulento ganadero hasta el más menudo repatán”.
El dinero era escaso ,y en el mismo Monasterio de Casbas, donde fue Abadesa Doña Ana Francisca de Bolea, se llegaron a pasar periodos de pobreza. “Estos fenómenos explican la evolución social, que pretendía Doña Ana Francisca, es decir que el hombre no sea cortesano o pastor, sino que todos sean hombres”.
Toda la sociedad lleva en su mente  y en su corazón el deseo de usar sus jardines ,que en tiempos pasados eran solamente unos pocos ciudadanos los que podían gozar de ellos y en muchas urbanizaciones se añade un jardín a una vivienda. Recordando a Ana María Abarca de Bolea, que pensó en crear un jardín en el Moncayo, para todos los ciudadanos.
“Podemos concluir, pues  que  la  síntesis  y  la  antisíntesis  entre lo natural y lo artificial, tan típica del Barroco,se manifiesta en  la Vigilia y Octavario  de San Juan Bautista en la presencia del paisaje artístico y en la ermita ruinosa y ornamentada, como primeros espacios sobre los que se desarrollan las fiestas pastoriles”.
El Parque de Huesca,ocupado en vida de Lastanosa, fue admirado su discípula Doña Ana Abarca de Bolea, que más tarde desapaeció.


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