El día nueve de Enero del año
1998, hizo 200 años de la muerte del décimo Conde de Aranda. Y en tal día, como
el citado, se celebró en Epila una misa acompañada por el canto gregoriano, a
la que asistimos unos sesenta sietamenses y vecinos de los pueblos cercanos. Fue un día maravilloso,
pasado en parte en aquella magnífica iglesia que acababa de pintar el gran
Bayeu, cuando hace doscientos años se hizo el funeral que ahora, después de
tantos años, se volvía a repetir. Después de la misa escuchamos, en la misma
iglesia de Santa María la Mayor, las palabras ya emocionadas del Señor Alcalde
de Epila, Don Martín Llanas, así como la sabia conferencia del Doctor Armillas,
que por un momento nos emocionó a los del Alto Aragón cuando dijo que el Conde
había nacido en Siétamo y, por fin oímos la palabra de Cristóbal Montes que
aseguró que el Conde “nunca abandonó el sentimiento aragonés”.
Pero los que estuvimos allí
presentes, nacidos en el alto Aragón, un poco escamados por no oír nombrar la
personalidad altoaragonesa del Conde de
Aranda, que además fue Marqués de Torres, Duque de Almazán, Barón de
Siétamo y de esta forma, poseedor de
unos, treinta títulos. Queremos que se celebren conmemoraciones de la vida de
tan ilustre personaje, en Siétamo que fue el pueblo que lo vio nacer, como está
escrito en la Partida de Bautismo, que consta en el Libro de Bautismos en
su iglesia parroquial, en el folio 165 y
que firmada por Mosen Antonio Cabezo; dice así”: En el uno de Agosto de 1719
bauticé solemnemente en la iglesia (de Siétamo), el abajo firmado, al
Excelentísimo Señor Don Pedro Pablo Abarca de Bolea…; hijo natural y legítimo
de los Excelentísimos Don Buenaventura Abarca y Doña Josefa Ponz, Marqueses de
Torres y Duques de Almazán. Padrinos los nobles Don Nicolás de Olzina y su
mujer Doña María Maura Felices, vecinos de la ciudad de Huesca, a quienes
declaré el parentesco espiritual”.
Como puede verse en la partida su
madre no se llamaba de primer apellido Jiménez de Urrea sino Ponz de Mendoza, pero el Conde quiso
llamarse Abarca de Bolea Ximénez de Urrea, cuyo condado fue fundado por los
Reyes Católicos, en 1488,con lo que pasó
a ser el décimo (X) Conde de Aranda, con un palacio magnífico en Epila,
rodeado de unas grandes propiedades y cerca de Zaragoza y de Madrid, con lo que
se estableció en un punto desde el que podría, en caso de necesidad,
acudir en defensa de España. El enorme
Palacio estaba y sigue estando unido al Convento cercano, por un pasaje por el
que iban juntos el Conde con la Condesa a oír misa. Y es natural que el Conde
se sintiera atraído por la riqueza de Epila, por la magnificencia del palacio,
por su situación intermedia entre Zaragoza y Madrid y porque también Epila es
Aragón; ya por entonces se regaba por el
río Jalón y en sus últimos años se montaba en su caballo y se daba vuelta por
sus tierras en las que hacía experimentos con nuevas semillas de cáñamo para
“observar e instruir de su progreso y efectos”.Como tantos alto aragoneses
venía de la Montaña y acababa su vida en tierras de Zaragoza.
Pero hay que tener en cuenta que
él, antes conocido como Marqués de Torres, Barón de Clamosa o Barón de Siétamo,
donde como he dicho nació, conservándose en la Parroquia un pequeño y hermoso
mantón con el que decían fue vestido para ser bautizado; Ferrer Benimeli dice
que no fue posible tal uso, porque dicho mantoncito, lo encuentra confeccionado
en fecha posterior a la del nacimiento del Conde.
Su origen estaba en los Pirineos,
como el de todos los Abarcas altoaragoneses y navarros, porque ese calzado de
nombre euskera, se usaba de ordinario en los Pirineos de aquellos viejos
tiempos. Era pariente de Sancho Garcés II Abarca, Rey de Navarra y Conde de
Aragón, de donde pasó a ser su primer Rey. El escudo de este rey se encuentra
en Pamplona con dos abarcas y está enterrado en San Juan de la Peña.
Más adelante se casó un Abarca
con una Bolea, que descendía de unos cristianos mozárabes resultando los Abarca
de Bolea. Uno de estos Abarca de Bolea se casó en Siétamo con la hija del Señor
de Castro, poseedor del Castillo-Palacio del mismo pueblo, a saber Doña
Jerónima de Castro y Pinos. Los Castro cultivaban el pueblo de Siétamo, que
estaba amurallado, cayendo un tramo de dicha muralla el invierno del año 2003 y
le trabajaban los moriscos, de los que he descubierto su cementerio. La Iglesia
de los cristianos no era la actual que es de mil setecientos y pico, sino que
se encontraba en las afueras, frente a casa de los Palacio y de la que quedan
escasos restos; algunos de ellos son tallas de un ángel y de una tiara, puestos
en el muro de la nueva iglesia.
Se conservan los papeles en que
el Señor de Castro vende a su única hija, todos los bienes que poseía, y que
dice así": In Dei nomine, amen. Sea a todos manifiesto que yo el noble Don
Pedro de Castro y Pinós, Señor de los castillos y lugares de Siétamo, Olivito,
Loscertales, Clamosa, Puydecinca y Torres de Montes con otros lugares
infrascritos ,de grado y de muy cierta ciencia, testificado bien y
plenariamente de mi derecho en todo y por todo…cedo, transporto y desamparo a
vos la noble señora doña Isabel de Castro y Pinós, fiya suya ,los castillos y
lugares y sus términos en el Reyno y dentro del Reyno de Aragón”.La hija del
Señor de Castro se debía llamar Jerónima e Isabel, pues ambos nombres, en solitario,
se escriben en distintos papeles.
Dicen que esta venta la hizo para
que su hija se pudiera casar con un Abarca de Bolea.
Son seis las generaciones de
Abarca de Bolea que tuvieron su
residencia oficial en Siétamo, aunque uno encuentra que la que por algún tiempo
fue abadesa de Casbas y escritora aragonesa, nació en Zaragoza y a los dos años
ya fue trasladada a dicho pueblo y los Abarca de Bolea, varones, eran militares
y, diplomáticos algunos y casi todos escritores y residían la mayor parte de su
tiempo fuera de la Villa de Siétamo
Cuando el mismo Don Pedro Pablo
Abarca de Bolea, estuvo de Embajador en París, su esposa iba mucho a Madrid,
otras a Zaragoza y muchas a Huesca, donde tenían su Palacio, igual que en
Siétamo. Este Palacio no hay que confundirlo con el que los Abarca tenían en la
Calle Abarca, encima de los, ya desaparecidos Almacenes Simeón. Una niña de
estos Abarca estuvo muy apreciada por su tía Ana María Abarca de Bolea, en el
Monasterio de Casbas, donde están ambas retratadas en el altar de la Virgen de
la Gloria,que pagaron entre ambas.
El Conde de Aranda, a saber Don
Pedro Pablo Abarca de Bolea y Ximénez de Urea, sabemos que nació en Siétamo en
1719.Su padre Don Buenaventura, que heredó el título de Conde de Aranda, estuvo
de militar en Italia y sacó a su hijo del pueblo muy niño todavía. En Italia
estudió, llegando a ser Capitán General de los Ejércitos, siendo herido de muy
pocos años. Ocupó siempre altos puestos de responsabilidad, luchando en Italia,
en Portugal, donde después de dirigir la guerra contra los portugueses, se
quedó para España el pueblo de Olivenza. Luego las envidias lo sacaron de las
batallas y lo pusieron muy lejos de España como diplomático, pues fue embajador
en París, en Polonia y en Dantzing. Godoy, hombre poco culto lo tuvo preso en
la Alhambra de Granada, indultándolo en 1795 y es entonces cuando el Conde
elige Epila para retirarse y allí, a pesar de sus años, debía pensar que
volvería a ser llamado a defender a su patria.
Murió el día nueve de Enero de
1798,hace unos doscientos años y en Huesca se conserva un retrato suyo, pintado
por Ballet.
No se olvidó de Siétamo, pero
quizá lo dejara un poco abandonado, acordándose de las aguas más importantes
que corren por el Canal Imperial de Aragón. Su viuda se acordó de restaurar la
balsa que recogía las aguas de la fuente de Siétamo, que al fin hubo que
suprimir por las enfermedades que los mosquitos transmitían.
De lo que no se olvidó nunca era
de su antiguo origen pirenáico y de su parentesco con los primeros reyes de
Aragón, buscando documentos en San Juan de la Peña, bastantes años antes de
morirse y al fin ordenó ser enterrado en el citado Monasterio de San Juan de la
Peña, donde fueron depositados sus restos el día 12 de enero de 1798.
En tanto en Siétamo el pueblo en
el que había nacido, no se regaba con el río de un modo total, sino que en este Lugar, ”los señores de Siétamo pusieron
el monte en huerta- y “pa” la Virgen de Nunca-pasa el agua por la acequia”. Y
la gente se quejaba y se trataba con autoironía, gritando: ”ay, que me mojo”. Y
si esto ocurría alrededor de 1840, relativamente pocos años después de la
muerte de Don Pedro Pablo Abarca de Bolea y en 1915 se hizo el proyecto del
Pantano de Vadiello, con el que se regaría Siétamo y varios pueblos de las
orillas del río Guatizalema. Gracias a otros, como la Capital oscense, sigue el
pueblo sin regarse.
Hace setenta y nueve años que se
pudo celebrar el aniversario del nacimiento del Barón de Siétamo, pero ahora
podremos reparar el olvido. Lo que nos satisfizo enormemente fue que el folleto que nos regalaron, tenía en su tapa delantera un retrato del Conde de
Aranda que se encuentra en el Museo de Huesca y por otra parte, el buen Conde
pensaba igual que todos los aragoneses, pues se hizo enterrar en San Juan de la
Peña, allá arriba, en el Pirineo, de donde procedían sus orígenes.
Menos mal que el Monasterio de San Juan de la
Peña, lo van a conservar, no como el Castillo-Palacio de Siétamo, que si no
ocurre un milagro, no reconstruirán ni el Torreón, que es en parte, lo único
que queda.
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