sábado, 16 de noviembre de 2019

Carletes en San Andrés.-

   
 
A Carletes lo buscaban para preguntarle por las clásicas ferias de San Andrés, pero no lo encontraban.¡Cómo iban a encontrarlo si estaba en el Hospital!.Se cayó de un árbol, al que se había subido; él sabrá para qué. Con las veces que se ha subido, a lo largo de su vida a caballos, mulas y asnos y nunca se rompió nada.
Las estadísticas nos enseñan que el que a los dieciocho años obtiene el carnet de conducir, debe esperar, aún tomando precauciones, un cierto número de golpes, que mi memoria no retiene. Nuestro amigo sacó su licencia de conducir “abríos, bajes, bestias” o mejor dicho solípedos, a los doce años. Sólo lo derribó un caballo salvaje, que no había sido domado, a pesar de haberlo intentado el desbravador de Infantería, pero volvió a montar y aunque se puso rampante y braceando,  no pudo con Carletes.
Los coches además de despistarse, atropellan a los peatones y las mulas además de derribar, atropellaban con sus coces y eso es lo que pasó, que le arreó al amigo tal par de coces, en las ferias de Ayerbe, que se la salieron dos costillas y sangraba por la boca.
Estadísticamente ha salido bien librado pues por los años cincuenta, en cada feria de San Andrés, pasaban por sus manos unas quinientas bestias, sólo para ponerlas guapas con las tijeras, la crin formaba una media luna, la cola quedaba igualada por abajo, por los lados rayada hasta el maslo y por arriba quedaban dibujo de rayas, como las que  hacían los godos en sus armas y adornos de bronce. Adornaba las ancas, las bragadas y los lomos, dejando a los animales, según su expresión como "mujeres bien acicaladas”.
No ha podido Carletes contar sus aventuras en las ferias, allá por San Andrés, porque estaba mal herido; se ha repuesto y me ha contado que se ha portado peor con él, un árbol, que los miles de caballos, de mulas y de asnos que han pasado por sus manos y sus piernas.
Has salido bien, Carletes, de la aventura de tu vida, porque además de “que tanto va el cántaro a la fuente, que al fin se rompe”, había bestias que “calciaban, tociaban y esmosegaban”.

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