viernes, 15 de mayo de 2020

La vida de un amigo y una amiga míos.-



Estos días del mes de Abril, cuando me ponía a tomar el sol en la galería, en qué me  iluminaba, me sentaba en una silla para tomarlo  y observar la laguna en que los patos vola  nderos y nadadores, lo tomaban  en dicha laguna. Veía desde la galería los jardines del Parque, y miraba como esos patos, se  daban  cuenta,   de que estando cerradas las entradas al Parque a los humanos y a los perros, con vallas metálicas, para detener su entrada en él, recorrían todos los jardines, que adornaban su superficie. Recorrían, zanqueando con sus torpes patas, impulsadas por su naturaleza, para andar por todos los lugares del Parque, incluso los más alejados de la balsa. Es un espectáculo ver aquellos patos como dominan sus alas en sus vuelos, que los trasladan de los prados al agua de las balsas. Cuando aterrizan o más bien llegan a las aguas  de las lagunas, parecen ser felices, desplazándose con elegancia sobre ellas, manifestando su belleza, en sus desplazamientos sobre las aguas. Cuando sienten la necesidad de ir a alimentarse en la balsa municipal, arrancan su vuelo y con rapidez, se desplazan a ella pero no vuela sólo un pato, de elegantes colores sino que se ve en el aire a su “esposa”, que arranca también de la gran balsa, para acompañar a su “esposo o marido”. ¡Qué colores llevan más brillantes en sus plumas, los machos, que  a  esas plumas elegantes, que con su pico, las engrasa después de  recoger una grasa que crea la Naturaleza, que brota por una elegante pluma, que se alza, formando un rizo del que con su pico, recoge una grasa que distribuye  por encima de su elegante vestido plumífero!.   
En el hombre se considera la belleza de los hombres y la de las mujeres y en los patos del Parque, los machos se presentan más elegantes que las hembras, pero unidos, entre sus dos sexos, forman una pareja de gran belleza, que  siguen nadando por la balsa, para llenar la balsa- madre de patitos pequeños y amarillos. En esta balsa crían los patitos el pato y la pata y los hijos nadan como si estuviesen volando no por el aire, sino por el agua.
He escrito sobre el volar y el remar con sus compañeros en la balsa, pero me he fijado otras veces en su torpe andar, como los he visto desde el balcón de mi casa, después del  cierre  de las entradas del Parque. En cualquier lugar de este Parque, los he visto andar en parejas, torpemente, porque aunque pueden lucir en el aire sus vuelos y hacer espectáculos elegantes en el aire y en el agua; en la tierra ponen de manifiesto su torpeza, caminando sobre ella. Este torpe andar de los patos se da porque dispone en las palmas de sus patas remadoras, una membrana de piel entre los dedos de sus extremidades, que convierten sus patas para caminar en remos para nadar en el agua. Su doble misión de las plantas de sus patas, es la que hace que su andar sea un tanto torpe.
Pero muy cerca de la laguna del Parque, en que aparecen con frecuencia patos enamorados, se encuentra al Sur el piso en que vive Mariano Sampietro, otro enamorado, que en tiempos pasados, cultivaba flores y hoy en día aparece su balcón como un jardín de flores rojas. Desde ese balcón se observa el de Cristina Pérez Martínez, mujer de una belleza extraordinaria que se quedó viuda, con un tiempo escaso de felicidad. Quedó sola con sus hijas en este mundo y el tiempo y la providencia, hizo que se encontrara con Mariano, hombre que perdió a su esposa y siguiendo su caridad, convivió con él.
¿Ay soledad, soledad, que Cristo amó a los hombres y mujeres y María Magdalena se quedó sola en la muerte de Jesús?. Desde los balcones de sus casas adornadas con flores, se ven y el amor llama a él y a ella y ambos se aman y son felices, y aquel espectáculo del Parque con el verde de sus plantas, que se besan con las flores rojas del balcón de Mariano, convive la Naturaleza entre la belleza de la flores del Parque y del balcón privado” del amor.

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