sábado, 2 de mayo de 2020

Amigo de los cisnes en el Parque de Huesca.-



Cuando paso por la Laguna de los cisnes rodeada de bellos árboles, en el Parque de Huesca, al contemplar aquel cisne negro, me emociono como le pasó al hispano- americano Rubén Darío. En la laguna ya queda tan sólo un cisne negro. Parece que se está acabando el “modernismo” en ella. Exclama, ante tal panorama, Rubén Darío: “ y un cisne negro dijo: “ La noche “anuncia el día”. Y un cisne blanco, al verlo, exclamó: ¡la aurora es inmortal!, ¡la aurora es inmortal!”. “Aún guarda la Esperanza de la caja de Pandora”.
Rubén Darío llevaba por sus venas sangre ibérica y sangre de los indios de América y siendo un poeta puro, se acordaba de ambos ambientes, el europeo y el americano y soñaba con alcanzar el “modernismo” con el progreso y exclamaba: ”Juventud divino tesoro, ya te vas para no volver, cuando quiero llorar, no lloro y a veces lloro sin querer”.
Pero no fue sólo el escritor que hablara del “modernismo”, pues escribió del oscense “el Señor Llanas Aguilaniedo, uno de los espíritus  qué  en la nueva generación española, hacen el estadio y la meditación en el “modernismo”, debido a la sociedad”. José María Llanas Aguilaniedo, nació en el año de 1.875 y murió el año de 1.931,  fue  Farmacéutico Militar, escritor, periodista y crítico de la literatura española. Escribió de problemas sociales  y  otros sobre la  época en que vivió. Pero José María se ve envuelto por el “modernismo” y Rubén Darío contempla en José María  el cisne que preside la Laguna del Parque de Huesca, porque vuelve a escribir, que le parece sumamente interesante. Escribió y el cisne negro, oscureció su pluma, atacando su cerebro , que lo dejó abandonado por los bancos de los paseos andaluces.

 Ya, cuando penetraron en su cerebro, las situaciones nerviosas de las dudas de su espíritu, estuvo por Andalucía, abandonado por la sociedad, en la que se encontraba solo. Pero su hermano, Feliciano Llanas, farmacéutico oscense, cuando se enteró de la situación del espíritu de su hermano, el farmacéutico militar, fue a buscarlo a Andalucía, para traerlo a Huesca, para que viviera con su familia en la casa de sus padres. Allí estuvo viviendo varios años. Pero el hombre, inteligente y amante de su prójimo, ordenador de los distintos medicamentos,          Joaquín Santafé, nacido en ibieca, que obraba en la Farmacia el bien, procurando la salud para los enfermos y ancianos. Vivía con su familia en un piso de  Llanas y era un hombre responsable del bien de su  prójimo e  hizo vivir al gran escritor Llanas, acompañado de sus pensamientos, dándole una amistad, acogida con cariño por el sabio y pensador Llanas. Joaquín  Santafé era un hombre sabio, que amaba a los miembros de la humanidad y que vivió haciendo el bien, más de cien años.  
Dice que José María, ”en su juventud surge alguna que otra esperanza, y no es poca la que ha de dar en su cerebro, tan bien surtido y generoso como el del cantar de “ Alma contemporánea”, que escribió el mismo.
“Llanas Aguilaniedo ha entusiasmado a los intelectuales contemporáneos suyos, como al mismo descontentadizo Clarín”.  Pero murió muy pronto y en tanto él vivía en casa de su hermano, el Farmacéutico, parece que su inteligencia pensaba, pero no podía vivir gozando de su propia sabiduría, porque su cerebro, había tenido tantos pensamientos, que le hacían sufrir su cerebro, que había pensado tanto, que ya se le estaba agotando la vida, de tanto pensar.
Llanas  Aguilaniedo fue un hombre estudioso y reflexivo, pero al morir tan joven, España se dejó olvidar sus pensamientos modernistas.
¡Qué ilustre ilusión supuso el “modernismo”! y Rubén Darío, contempla en José María Llanas el cisne, que preside la Laguna del Parque de Huesca, porque vuelve a escribir que le parece sumamente interesante. Ya Calderón en la época brillante de la literatura castellana, esclamó: ¡la vida es sueño!. Y tenía razón Calderón porque analizando la vida de José María Llanas Aguilaniedo y buscando el “modernismo”, se ve que esa vida era un sueño, porque yo  pude comprobar, que aquel “modernismo” de la Laguna del Parque, formada por la belleza de la pareja de cisnes negros, de las tórtolas, de los ánades, de las palomas, de los altos y verdes árboles, con las cañas de bambú de la isleta, en medio de la Laguna, se acababa con la lucha entre las aves de rapiña persiguiendo a los estorninos.
Rubén Darío y José María Llanas Aguilaniedo soñaron, con la “sangre de Hispania, fecunda; sólidas, inéditas razas, - muestren los dones pretéritos, que fueron antaño su triunfo.- vuelva el antiguo entusiasmo; vuelva el espíritu ardiente,-que regará lenguas de fuego en esa epifanía”.  Añade Rubén Darío: “¡inclitas razas ubérrimas; sangre de Hispania fecunda!. Latina especie, verá la gran alba  futura en un trueno de alba gloriosa; millones de labios saludarán la 2espléndida luz, que vendrá del Oriente. Oriente augusto, en  donde  todo  lo cambia y renueva la eternidad de Dios, la actividad infinita!”. ¡Inclitas razas ubérrimas sangre de España fecunda!.
Yo creo que los pensamientos de Rubén Darío, tienen como tema dos fines diferentes, uno el  que busca un porvenir mundial de Hispano-América, sin amparar al racismo, sino a la labor humanitaria  y se da cuenta de la voluntad de José María Llanas, de su amor a las virtudes de los hombres, y su inquietud por las costumbres corrompidas y sin repartir entre el pueblo, las buenas costumbres y la cultura. Sus obras son de una rareza y de una exquisitez, que escribe en el papel, de una gran calidad artística y con una originalidad extraordinaria.
 El señor Santafé era un gran amigo de José María Llanas Aguilaniedo, me contó la aventura de José María Llanas Aguilaniedo, que fue la siguiente: “No me llevó a ese cementerio el romanticismo de principios de siglo…iba sencillamente a estudiar efectos, efectivos y subjetivos, cuya grandiosidad a media  noche  y en las condiciones de ánimo en que me hallaba, calculé sacudiría mi espíritu de una manera nueva e imprevista”. En medio de la noche, “descubrió un sepulcro donde estaba enterrada una joven, representada por una bella estatua, a la que conmovido le dirigió sus palabras,diciéndole:muerta mía, vive!.Vea yo moverse tus ojos, levantarse anheloso tu pecho…agítense tus labios estremecidos por convulsiones de amor. Hermoso ángel dormido ¡háblame!. Estaba el oscense “José maría Llanas  Aguilaniedo trabajando en su cerebro el “modernismo”, la pintura, la criminología, el dcadentismo pero se iluminaba su sensibilidad con los sentimientos del corazón,a causa de la belleza de la bella joven”. En estos momentos de encuentro en el cementerio con una estatua femenina de gran belleza, en su interior percibió Llanas Aguilaniedo, una gran emoción, propia de la “locura cerebral”. Eran instantes de emoción humana ante la muerte de una bella joven, que hace ver como un hombre superinteligente, estaba perdiendo la razón. Efectivamente Joaquín Santafé que alcanzó los cien años de edad, fue un testigo de ello, pero se entendía perfectamente con el sabio y con mente alocada. Conocí  al señor Joaquín, pero de José María Llanas, ya no lo vi jamás en esta vida, pero recuerdo su obra, como su novela Pityusa cuando paso por la laguna oscense del Parque de Huesca.
Cuando paso por dicha laguna, recuerdo también a Rubén Darío, amigo de los cisnes y a José Llanas Aguilaniedo, que a sus cuarenta años perdió la razón, pero quedó unida a Joaquín Santafé.      

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