jueves, 14 de mayo de 2020

Mi hijo Ignacio, creyente en el Señor, y que imitó a San Urbez.


        
                     
Ignacio Almudévar Bercero ha recibido el lunes, día 11 de este mes de Mayo del año de 2.020, el alta, 50 días después de haber ingresado en el hospital San Jorge, con síntomas de coronavirus. Se ha dado cuenta del regreso de su salud y ha exclamado en su despedida de la sala del Hospital: ”Me habéis devuelto la vida, muchas gracias a todos. Os habéis jugado  vuestras vidas y las de vuestros familiares. Muchas gracias a todos, de verdad, me habéis vuelto a la vida, 48.000 infectados profesionales como vosotros, 27.000 muertos, que no pueden contarlo como yo y saborear el cariño que me está dando todo el mundo, no lo han podido hacer. Gracias de todo”. Este es el emotivo mensaje, entre lágrimas y aplausos que ha dejado este lunes el empresario oscense IGNACIO ALMUDÉVAR BERCERO, de 56 años, al abandonar por su propio pie el HOSPITAL SAN JORGE de Huesca, donde ha recibido el alta, después de haber permanecido ingresado 50 días por coronavirus, 35 de ellos en la UCI.
 Leyendo este relato se da uno cuenta de la sensibilidad de su esposa y su hija, afectadas ambas, como todo el pueblo por esta enfermedad sufrida por la humanidad y encontrarse a IGNACIO ALMUDÉVAR BERCERO, con la lucha entre la vida y la muerte.
El día doce de Marzo de este año de 2.020, empezó el sufrimiento del coronavirus sobre su salud, que fue aumentando entre otras molestias estomacales, que fueron aumentando hasta que se vio obligado a refugiarse en la cama con una fiebre que se le apoderó. Estaba acompañado por su esposa y su hija y teniendo miedo por su salud, se refugió en una sala exenta de contacto con sus seres queridos en la casa  de  Coscullano, pedanía de Loporzano y se aisló de las habitaciones. Escribió Ignacio, en esta habitación: “Me daban comida por el balcón y tenía mi propio baño”. Pero le confundieron los peligros que le comunicaron los teléfonos “habilitados por el gobierno de Aragón” y como se expresó mi hijo Ignacio, después y después de decenas de intentos, consiguió una respuesta “aunque me dijeron que los síntomas no correspondían con el coronavirus”. “Aquel  fin de semana nos llegó a todos un vendaval que les pudo pillar desprevenidos, pero poner sólo dos teléfonos disponibles fue un fallo garrafal. Nunca sé qué hubiera pasado si me hubieran contestado antes”, opina Ignacio.
“Siguió  durante nueve  días  confinado  en  su  habitación  a  base únicamente  de  paracetamol  pero al ver que la fiebre seguía sin bajarle, su mujer y su hija contactaron con el Centro de Salud y una ambulancia lo trasladó al hospital San Jorge de Huesca el 23 de Marzo y al día siguiente lo ingresaron en la Unidad de Cuidados Intensivos, donde estuvo 35 días, 20 de ellos intubado con respiración artificial y sedado. De hecho, le tuvieron que hacer incluso una traqueotomía. Hace un año le diagnosticaron parkinson y ha estado luchando contra la enfermedad haciendo mucho deporte”. “Y creo también que he podido salir de esta por eso, porque he llegado muy fuerte físicamente, afirma”.
Ignacio salió de la UCI “y después de dos semanas en planta estabilizándose, este lunes ha recibido por fin el alta”. “Y me ha hecho “muy feliz porque lo he podido contar, algo que no han conseguido hacer las casi 27.000 personas que han fallecido en España, y saborear todo el cariño que me está dando a mí la gente”. Añade Rubén Darío Núñez: "ahora le quedan muchas semanas por delante para lograr la recuperación total (ha perdido 14 kilos y se ha quedado prácticamente sin fuerzas) pero no tiene ninguna prisa". Esta semana me tengo que quedar en casa y la que viene ya podré salir a pasear un poco. Pero va a ser cuestión de tener mucha paciencia”, reconoce mi hijo.
Mi esposa, mi hija Pilar y yo, hemos recibido cartas de dolor de la hija del entonces enfermo Ignacio Almudévar Bercero; Piluca  copió a continuación su texto:  “Hola. No sé  que  escribir ni como empezar, sólo sé que estoy destrozada, abatida e inmersa en una enorme pesadilla. Lo positivo, de esta situación, es que hoy  por  hoy, se valora cada minuto que nos regala la vida. PAPÁ, NO DEJES DE LUCHAR. Hoy es el cumpleaños de yaya y queremos que su regalo sea que te pongas bien lo antes posible. No te rindas, sigue, sigue por nosotras y por toda esa gente que tanto te quiere. Todos sabemos lo cabezón que eres y las ganas que tienes de seguir viviendo. Adelante papá, eres un hombre fuerte y estás en las mejores manos. Agradecer al personal del Hospital San Jorge, el trato que está recibiendo mi padre. No vamos a perder la esperanza ni la fe. TODO IRÁ BIEN. Eres mi héroe papi.  Belén”. 
 Su hija siempre le decía desde el pueblo de Coscullano: padre no dejes de luchar. Estos sentimientos de Belén, y efectivamente todo fue maravilloso. Después de perder catorce kilos, Ignacio se sintió muy feliz diciendo :” Esta semana me tengo que quedar en casa y la que viene ya podré salir a pasear un poco. Pero va a ser cuestión de tener mucha paciencia”.
Ya se estaba aproximando el momento en que tendría que salir vivo del Gran Hospital de San Jorge, mi hijo Ignacio, pasando por aquellos lugares desinfectados y limpios como en el Templo de Jerusalén, estaba la “multitud” que hace siglos ocupaba las calles de Jerusalén. Entre aquella multitud de hombres y mujeres estaban esperando el paso hacia la crucifixión de Cristo, aquellas mujeres santas, como María, la madre de Jesús, María Magdalena, una de las discípulas curadas por Jesús, María de Betania, hermana de Lázaro, María de Cleofás, seguidora de Jesús y María Salomé discípula de Jesús. Y en este último año, en que ha llegado otra “Peste”, estaba otra multitud de mujeres, una Doctora en Medicina, Doña TERESA OMISTE, seguida por todo el personal sanitario y no sanitario  del Hospital, especialmente de la UCI. Porque como escribió IGNACIO ALMUDÉVAR BERCERO “he vuelto a la vida gracias al trabajo de todos ellos, que son un equipo de diez en profesionalidad, en humanidad, en unidad de acción…”. Ante aquel conjunto de mujeres, todas vestidas de blanco sanitario, Ignacio pronució aquellas palabras a todas las mujeres y hombres que allí, en la salida de la Sala de Salud, estaban, para despedirse de mi hijo Ignacio. 




Después se ve aquel selecto grupo sobre todo de mujeres y hombres sanitarios y mujeres de la limpieza y de la higiene. En medio de ellas aparece mi hijo Ignacio, como un recién sanado enfermo, al que está llegando la humildad y el agradecimiento de aquellas mujeres, que acuden de todo el Hospital a despedirlo felizmente con la salud devuelta. Sintiendose humildemente agradecido a aquella “multitud de Mujeres”, que le aplauden, mi hijo Ignacio, se ve obligado a ponerse de rodillas delante de aquel coro, principalmente formado por mujeres, como aquellas que acudieron a acompañar a Cristo en su marcha hacia el monte de Getsemaní. Aquellas modernas y santas mujeres, unas lloraban y otras aplaudían la salida del enfermo de la muerte.
Ignacio , de rodillas en el suelo, dice a aquel grupo de mujeres y hombres sanitarios “palabras de agradecimiento, para todo el personal sanitario y no sanitario”.
Al salir caminando por la puerta de la Sala en que abundan la muertes de muchos ciudadanos, se encuentra con  su esposa Paz y se abrazan con cariño, para unirse con su hija Belén.
Suben al coche y se van a su piso oscense, pasando por delante de la casa donde  viven su madre Feli y yo. Bajamos todos a la calle y nos felicitamos y lloramos dando gracias al  Señor y al grupo sanitario del Hospital Oscense de “San Jorge”. Desde el primer piso su prima Isabel y su sobrina Jimena le enviaban besos de alegría.



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