Recopilación de
escritos, de Ignacio Almudévar Zamora.-
Aquí en Huesca se dan las mismas circunstancias, cuando las buenas gentes, quizá movidas por su subconsciente colectivo algunas y otras por una consciente fe cristiana, vienen a Cillas a Sanjuanarse, la noche de San Juan Bautista.
¡Samjuanarse!,
palabra nuestra, el porque me parece que no se encuentra en el Diccionario de
la Lengua Castellana.
Y
aquí hemos acudido los presentes, ya sanjuanados, doblemente por el agua que
recibimos en el bautismo y por las reflexiones y alegrías, que la próxima, más
bien inmediata Navidad promueve en nosotros. Y entre nosotros están los
pastores, con los que, como Veterinario, tantas veces he convivido, he
participado en sus trabajos y ¿por qué no decirlo?, en sus colaciones. Y es que
los pastores están llenos de dignidad, ya que ellos fueron los primeros
llamados al Portal por un Angel, que les
cantaba: “Pastores venid, pastores llegad, a adorar al Niño, que ha nacido ya”.
En
el Evangelio también se lee: “El Buen Pastor da la vida por sus ovejas”. Yo lo
he podido comprobar en varias ocasiones, sobre una de las cuales escribí de la
siguiente forma: hay un pozo en mi pueblo, contiguo al camino que conduce a una
granja. Una vez que pasaba por ahí un rebaño de ovejas, una de ellas se asomó
al citado pozo, que carecía de brocal y cayó dentro Antonier, buen pastor como
el del Evangelio, sin encomendarse a Dios ni al diablo, se tiró al pozo para
salvarla, pero una vez dentro no podía sacar la oveja ni salir él. Empezaba a
subir, y la pared de tierra se desmoronaba como se desmorona un montón de trigo, cuando los niños suben por
él. Antonier sufría por sí mismo, por la oveja que balaba, por la que arriba
permanecían sin pastor y por los perros del ganado que se miraban desde arriba,
con pena, como si fuesen a llorar.
Cuando
notó que se agotaba, empezó a llamar a gritos, hasta que, por casualidad,
alguien que por ahí pasaba, le oyó y avisó a los demás vecinos que por allí
estaban y entre todos sacaron, primero a la oveja y luego a él.
El
Señor dice que el Buen Pastor da la vida por sus ovejas, pero no dice que la ha
de dar por las ajenas y la oveja, en este caso, no era del pastor.
Por
este comportamiento, me explico que los pastores tengan tanto protagonismo “ en
el Portal de Belén, donde hay también
como protagonistas, estrellas, sol y luna, la
Virgen y San José y el Niño que
está en la cuna”.
En
lo más alto del pueblo de Belén y ahora del belén luce una estrella que en un cuadro de Giotto,
algunos identifican como el Cometa
Halley, que guió a los Reyes Magos hasta
el Portal, y como si descendieran
también del cielo, por el que circulaba el cometa, se veían ángeles que cantaban: “Pastores venid,
pastores llegad a adorar al Niño, que ha
nacido ya”. Se había cumplido la profecía y ángeles y pastores cantaban: ”Puer
natus est nobis in Betleem”. Nada menos
que un Niño- Dios había nacido para nosotros, para todos los hombres a los que
comunicó su participación en la divinidad,
nos comunicó la dignidad de hijos de Dios, de la que muchas veces, por
desgracia nos apeamos.
Bartolomé
Leonardo de Argensola, ante ese Nacimiento, ante tal acontecimiento exclama:”
La noche ofuscaba al
mundo- y por horror y por sueño- todas las cosas yacían- en el más alto
silencio – cuando piadosa la luz – nació de un
virgíneo seno- que distinguió distinguió los colores- y las tinieblas huyeron”.
Cedieron con el tiempo las tinieblas del alma ante la llegada de la Fe, en
el Hijo de Dios y en la dignidad del hombre, ante la llegada de la Esperanza,
que conduce al equinocio de Primavera, en que se alcanza el equilibrio
entre la duración del día y de la noche, en que Jesús seguirá el ciclo de la
Salvación, dando su vida por nosotros en la Cruz, para que esperemos su Segunda
Venida en el día del Juicio Final, practicando la Caridad, como nos advirtian
los pastores, cuando cantaban: ”Madre en Belén hay un Niño más hermoso que el
so bello, tirando está de frío, porque el pobre vino en cueros” ,”Anda y llévale
al Niño ropas y así se calentará, porque en esta tierra ya no hay Caridad.