miércoles, 30 de junio de 2021

El pastor Rafael, salva una oveja caída en un pozo.

 


                              Recopilación de escritos, de Ignacio Almudévar Zamora.-

Aquí en Huesca se dan las mismas circunstancias, cuando las buenas gentes, quizá movidas por su subconsciente colectivo algunas y otras por  una  consciente  fe cristiana, vienen a Cillas a Sanjuanarse, la noche de San Juan Bautista.

¡Samjuanarse!, palabra nuestra, el porque me parece que no se encuentra en el Diccionario de la Lengua Castellana.

Y aquí hemos acudido los presentes, ya sanjuanados, doblemente por el agua que recibimos en el bautismo y por las reflexiones y alegrías, que la próxima, más bien inmediata Navidad promueve en nosotros. Y entre nosotros están los pastores, con los que, como Veterinario, tantas veces he convivido, he participado en sus trabajos y ¿por qué no decirlo?, en sus colaciones. Y es que los pastores están llenos de dignidad, ya que ellos fueron los primeros llamados al Portal por un  Angel, que les cantaba: “Pastores venid, pastores llegad, a adorar al Niño, que ha nacido ya”.



En el Evangelio también se lee: “El Buen Pastor da la vida por sus ovejas”. Yo lo he podido comprobar en varias ocasiones, sobre una de las cuales escribí de la siguiente forma: hay un pozo en mi pueblo, contiguo al camino que conduce a una granja. Una vez que pasaba por ahí un rebaño de ovejas, una de ellas se asomó al citado pozo, que carecía de brocal y cayó dentro Antonier, buen pastor como el del Evangelio, sin encomendarse a Dios ni al diablo, se tiró al pozo para salvarla, pero una vez dentro no podía sacar la oveja ni salir él. Empezaba a subir, y la pared de tierra se desmoronaba como se desmorona un  montón de trigo, cuando los niños suben por él. Antonier sufría por sí mismo, por la oveja que balaba, por la que arriba permanecían sin pastor y por los perros del ganado que se miraban desde arriba, con pena, como si fuesen a llorar.

Cuando notó que se agotaba, empezó a llamar a gritos, hasta que, por casualidad, alguien que por ahí  pasaba,  le oyó  y avisó a los demás vecinos que por allí estaban y entre todos sacaron, primero a la oveja y luego a él.

El Señor dice que el Buen Pastor da la vida por sus ovejas, pero no dice que la ha de dar por las ajenas y la oveja, en este caso, no era del pastor.

Por este comportamiento, me explico que los pastores tengan tanto protagonismo “ en el Portal de Belén, donde  hay también como protagonistas, estrellas, sol y luna, la  Virgen y San José  y el Niño que está en la cuna”.

En lo más alto del pueblo de Belén y ahora del belén  luce una estrella que en un cuadro de Giotto, algunos identifican  como el Cometa Halley, que guió  a los Reyes Magos hasta el Portal, y  como si descendieran también del cielo, por el que circulaba el cometa, se veían  ángeles que cantaban: “Pastores venid, pastores llegad a adorar al Niño,  que ha nacido ya”. Se había cumplido la profecía y ángeles y pastores cantaban: ”Puer natus est  nobis in Betleem”. Nada menos que un Niño- Dios había nacido para nosotros, para todos los hombres a los que comunicó su participación en la divinidad,  nos comunicó la dignidad de hijos de Dios, de la que muchas veces, por desgracia nos apeamos.

Bartolomé Leonardo de Argensola, ante ese Nacimiento, ante tal acontecimiento exclama:” La noche  ofuscaba  al  mundo- y por horror y por sueño- todas las cosas yacían- en el más alto

 silencio – cuando piadosa la luz – nació de un virgíneo seno- que distinguió distinguió los colores- y las tinieblas huyeron”. Cedieron con el tiempo las tinieblas del alma ante la llegada de la  Fe,  en el Hijo de Dios y en la dignidad del hombre, ante la llegada de la Esperanza, que conduce al   equinocio  de Primavera, en que se alcanza el equilibrio entre la duración del día y de la noche, en que Jesús seguirá el ciclo de la Salvación, dando su vida por nosotros en la Cruz, para que esperemos su Segunda Venida en el día del Juicio Final, practicando la Caridad, como nos advirtian los pastores, cuando cantaban: ”Madre en Belén hay un Niño más hermoso que el so bello, tirando está de frío, porque el pobre vino en cueros” ,”Anda y llévale al Niño ropas y así se calentará, porque en esta tierra ya no hay Caridad.

lunes, 28 de junio de 2021

¡Oh, Capitán! ¡Mi Capitán!

 




Artículo escrito por mi sobrina Marina Almudévar Arnal, dedicado a su hermano Luis Manuel. Lo leyó en el huerto de la piscina, ante una asistencia de familiares de la familia Almudévar y Arnal.


(Tomo prestadas estas palabras del título de la elegía que el poeta norteamericano Walt Whitman escribió en homenaje a Abraham Lincoln, presidente de EE.UU. después de su asesinato en 1865 y que se popularizó gracias a la película “El Club de los Poetas Muertos”).

 

En la travesía de la vida no podemos dirigir el viento pero sí ajustar las velas. Y cuando Luis supo de la fatal tormenta que se avecinaba, tomó el timón de su nave con decisión y se dispuso a capear el temporal con la inteligencia, el coraje, la coherencia, el humor, el agradecimiento y la bondad que siempre le han caracterizado. Cualidades que en esa situación eran más útiles que nunca para hacer de él un buen navegante y conseguir así alcanzar su último puerto en paz.

Como justo patrón de navío, se rodeó de todas las personas que en un momento u otro de su vida habían embarcado con él, para compartir generosamente con ellas las anotaciones de su libro de navegación: sus miedos, sus logros, sus deseos, sus recuerdos... Y regalar a cada uno de sus compañeros de viaje unas palabras hermosas, amables y de ánimo que poder llevar en el petate cuando él ya no estuviera.

Proyección donde se recitó el escrito de Marina.

A su lado hombro con hombro en unos casos, o desde la distancia en otros, gracias a la balsámica sensación que procuran los recuerdos de pasadas singladuras memorables, se apoyó, agradecido y aliviado, tanto en su tripulación más veterana: sus hermanas, sus tíos y primos de aquí y de allende los mares. Como en la marinería de su niñez y juventud: sus amigas de aquellos veranos en el río de Siétamo, sus amigos de Bilbao, de Valencia, de Madrid y de otros muchos lugares. Y en la que se enroló con él, por azares del destino, ya en su madurez y que lo han querido y respetado como solo los leales camaradas saben hacer: Juanma y Gabriel, sus amigos y vecinos de Málaga - casi más una familia de adopción - y la gente de su gratificante trabajo. Pero por encima de todo, su serenidad y plenitud se la regalaban la frescura, el empuje, las ocurrencias y la alegría de Teo y Emma, grumetes a los que adora y a los que ha transmitido su curiosidad, variopintos conocimientos y sobre todo su disfrute vital: valiosa herencia que con orgullo los acompañará siempre en el diario de a bordo de su memoria.

Ahora, tras la breve pero intensa tempestad, en esta desangelada playa, nos toca remendar y reajustar las velas para seguir viaje, con el sabor salado de las lágrimas todavía en los labios. Y volviendo la vista al cielo, con una tímida sonrisa esbozada en la cara, exclamar:- ¡Oh, Luis! ¡Nuestro Luis! Y rogar que los vientos y los dioses nos sean propicios.

 

Dedicado a nuestro hermano Luis Manuel Almudévar Arnal que murió en Málaga, rodeado de amor, de palmeras y de sol, el 8 de junio del nefasto año de pandemia en el que han naufragado en soledad muchas vidas de las que él, aún inmerso en su personal galerna, se acordaba con pesar.

En Siétamo a 26 de junio de 2021

 


sábado, 26 de junio de 2021

Torre vieja y elegante

 

Torre carretera de Jaca.


Me he encontrado, paseando por la carretera de Jaca, con mi amigo Pedro Capablo, hombre de cierta edad, pero inferior a la mía y es un hombre comunicativo y amable. Lo he encontrado paseando con su perra, a la que llama Lola, en medio de una copiosa lluvia, que si así continúa cayendo, sobrarán en Huesca, hasta los bomberos. Estaba parado en la puerta de una hermosa “Torre” abandonada ya hace muchos años, por su entonces joven y simpático dueño ,que creo se llamaba Jesús. Yo me hablaba con él porque como veterinario iba a visitarle alguno de los animales a los que criaba y como era simpático, me contaba su vida, diciéndome, entre otras cosas, que era montañés y que estaba soltero, al decirle que muchas mozas querrían vivir en una Torre tan elegante. Porque, efectivamente al ver ese edificio tan atractivo, se admiraba del buen gusto de Jesús. Aun, ahora en que ascienden por alguna de sus paredes los verdes ramos de hiedra y las acarician algunas ramas de algún arbusto que nació casualmente, una emoción estética, acompañada de tristeza, me invade el espíritu. Delante está eternamente cerrada la puerta, al menos así me lo parece a mí, pero en los lados y por detrás, están la tierra y las cuadras y corrales, cercados por una red metálica, a través de la cual se ve la tierra yerma y todo lo demás abandonado. Me ha aumentado la tristeza al comunicarme mi amable compañero, que le habían dicho que el buen Jesús había muerto al arrojarse dentro de un pozo. Yo me resisto a creer tanta desgracia, porque, ¿quién iba a pensar en tan desgraciado fin como el de un suicidio, en un mozo que al hablar sólo sabía sonreír ?. Si así lo hizo, yo no creo que fuese por falta de dinero, sino por alguna causa psicológica, que afectase a su espíritu, que tal vez se sintiera sólo por no tener esposa ni novia, que le alegrase su vida. Me voy haciendo viejo o como ahora dicen, por respeto, mayor y me acuerdo de aquellos de mi edad, que ya murieron ya hace muchos años. Y pensando en la agricultura y en la ganadería , Jesús fue un adelantado, porque cesó de ejercer ambas actividades, porque tal vez, previó lo que iba a pasar con ellas. Hoy día ya no quedan “Torres” alrededor de Huesca, que estén ocupadas por hombres y mujeres que cultiven la tierra y sea felices criando animales..Entonces uno piensa: si Jesús se fue por causas psicológicas, estará allá arriba, gozando de la vida eterna, pero ¿no se marcharía porque veía venir esta época, en la que ya no quedan casi pastores, porque si alguno queda, está cobrando por cada cordero que vende unas siete mil pesetas, cuando hace treinta años se los pagaban a ocho mil. Supongo que con el trigo cobraría más dinero que ahora cobran los labradores, por unas cosechas, que cuestan carísimas con los precios del abono, de los nitratos y de la urea. Jesús, tú has triunfado y nos has dejado con tu “Torre” un hermoso recuerdo.

El gitanillo ahogado en Siétamo.-

 


 

¿Dónde se ha metido el niño ,capullo en flor de gitano?.

Por la orillita del río

Dicen que andaba pescando.

Ojos blancos, que brillan en tez morena,

Curiosos quieren saber

Qué se esconde en lo profundo de las aguas,

Bajo la piel cristalina del río donde acamparon

En otros tiempos sus padres.

Le han atraído las aguas, espejo de tu belleza

Y te han querido besar.

¡Dios, que beso tan traidor el de las aguas,

Que han querido hacerte suyo!.

Lloros gitanos, gritos se escuchan

A las orillas del río.

Ya vienen los hombres-rana a buscarlo por las balsas.

Es de noche y ya se han ido

Y así el niño podrá jugar con los peces,

A la luz de luna llena.

¡Cuantas veces los gitanos acamparon

Bajo la luna lunera, encendiendo sus hogueras,

Pero la hoguera de hoy, noche del dos de Septiembre,

Ha reunido gitanos, en velatorio fúnebre.

Y si no está bajo las aguas,

¿Dónde se ha metido el niño?

Por las laderas del monte, procesión de luciérnagas;

Son los gitanos que buscan y llaman al buen Juan Carlos.

¡Ay gitanico del alma, ay río Guatizalema!.

 

(Escrito a la luz de la luna y de la hoguera, la noche del uno al dos de Septiembre)

viernes, 25 de junio de 2021

Apellido de los Bercero



El apellido Berceo, cuando uno mira de compararlo con el actualmente abundante en la provincia de Huesca, uno se queda atento a la historia de este apellido Bercero, que no es de un origen aragonés, sino que es común con Berceo.  

Por los años en que vivía Gonzalo de Berceo, nacido en 1.198 que vivió hasta el año de 1.264, y fue  uno de los primeros que  escribieron poesías en castellano, pues él hablaba en vasco, porque entonces todavía se conservaba el vascuence en Logroño y se iba extendiendo el castellano. El mismo Gonzalo de Berceo, que en sus escritos mezclaba palabras vascas cuando profesó como monje en el Monasterio logroñés de San Millán de la Cogolla. Nació en la  aldea  de Madriz, que estaba muy próxima a San Miguel de la Cogolla, en la orilla del río Cárdenas.

El Monasterio de San Millán de la Cogolla se asentó en primer lugar en SUSO (arriba). Fué apoyado por los reyes de Navarra y después por los de Castilla. Por él pasaban los peregrinos a Santiago de Compostela. En el Siglo Once tuvieron que trasladar el Monasterio de SUSO a un terreno situado en el fondo del valle, y lo llamaron Monasterio de YUSO (abajo). En el siglo XIII entre sus muros “en la misma centuria es notable la presencia entre sus muros, como notario del Abad, de un personaje clave para nuestra cultura : GONZALO DE BERCEO”.

Gonzalo de Berceo era como miles de españoles pertenecientes a la raza vasca, por eso este primer escritor derrocha vasquismos en sus escritos, pues se leen en ellos abundantes palabras vascas “como beldur ´miedo´ (don belur para referirse al diablo). Gabe ´sin´ o ´privado de´; catico del vascuence zatico. ´pedacito´ o azcona, ´lanza´. Pero no sólo se hablaba vasco en la actual provincia de Logroño, sino que don Federico Balaguer, profesor oscense, ha escrito que también se ha hablado en Huesca, lo que ya se conocía.  Y no es extraño que se dedicaran peregrinaciones a la Virgen oscense de SALAS, desde Gonzalo de Berceo “en San Millán de SUSO, fue de niñez criado”. Y lo mismo Huesca que el Monasterio de Berceo, eran un paso cercano de la Peregrinación desde Francia a SANTIAGO de COMPOSTELA. Por ese paso de los peregrinos desde Francia a Santiago de Compostela, se acordó Gonzalo de Berceo de dedicar algún canto a la oscense Virgen de Salas.

El título de este artículo piensa en la unificación del apellido Bercero y el nombre de los Monasterios dirigidos cuando el vasco evolucionó hacia la lengua castellana en la provincia de Logroño. El escritor de origen plenamente vascuence, descubridor de una de las primeras obras literarias en castellano y su apellido Berceo es un sinónimo con el del pueblo próximo   vallisoletano de Bercero.El apellido Bercero está identificando a muchos altoaragoneses en la zona del Alto Aragón. Yo conocí a Bercero en Quinzano, en Aniés, en Almudévar y en Torralba de Aragón. Yo me di cuenta de este apellido en la casa de Torralba de Aragón, de Mariano Bercero, que tuvo  una hija, llamada  Felisa con la que me casé.   

La conversación con Don Jesús José María Bercero Bescós, con profesiones intelectuales y proveniente de la casa Seral de Aniés, me impulsó a escribir esta relación entre el apellido  Bercero y el escritor vasco-español Gonzalo de Berceo. Yo me acordé del escudo BERCERO, que aportó mi esposa a nuestro matrimonio y en él debajo del apellido BERCERO, pone: Apellido castellano: dada su antigüedad “ningún heraldista trata su ascendencia”. En campo de sinople hay un lobo de sable (arena). Este Escudo no es aragonés, sino castellano.

Este apellido viene de Castilla y está presente en la provincia de Huesca, y aquellos nombres y apellidos en Logroño y en la provincia de Valladolid, eran de personas que recorrían el Camino de Santiago y alguna de ellas se quedaba a vivir en la provincia de Huesca.  El escudo de los Bercero se conserva en nuestros pueblos y el que ahora expongo en este artículo, lo trajo de Torralba de Aragón, Felisa Bercero Abril.

Se ha investigado mucho sobre esta palabra, pero mirando donde mires, siempre me recuerda a ese apellido castellano de Bercero y al noble y antiguo apellido de Gonzalo de Berceo.Hay imágenes del Santuario oscense de nuestra Señora de Salas, en Huesca, con poesías de Gonzalo de Bercero. A esta ermita acuden cada año de los lugares próximos, procesionalmente, para pedir favor y socorro.


jueves, 24 de junio de 2021

Secorún, a orillas del río Guarga

 



                                                          Padre Alfonso Lopez Lopez

Yo he llegado muchas veces hasta el río Guarga, subiendo por la carretera, que ahora están convirtiendo en Autopista, desde Huesca a Sabiñánigo. Al llegar, bajando desde el Puerto de Monrepós, hasta el Valle de la Guarguera, por el que corre el río Guarga, puede uno seguir hacia Sabiñánigo o marchar hacia la derecha, a Boltaña. Se pasa por numerosos pueblos, ahora ya abandonados. A la derecha subiendo hacia Boltaña, subí en cierta ocasión, a Belarra, con Mariano Malo, pero entonces no había puente y lo hicimos por un vado, que nos permitió acceder al pueblo de nombre tan vasco-ibérico. Belarra, se encuentra al pie de la Sierra de su mismo nombre; allí conocíamos al cartero, que nos recibió muy amable. Al volver, para salir otra vez a la carretera de la Guarguera, se resbaló el coche en el vado y no pudimos cruzar el río. Tuvimos que apearnos e intentar continuar caminando hasta Sabiñánigo, pero pasó un coche, que paró al vernos tan apurados y nos condujo hasta Sabiñánigo. Ahora, que ya no queda nadie en ese pequeño pueblo, han levantado un puente. Después, a la derecha de la carretera, yendo a Boltaña, se encuentran los desvíos que suben a Arraso, Grasa y Gesera. Más adelante se encuentra el desvío que sube a Lasaosa y cerca de ella, en el Sur nace el Río Guatizalema, que pasa por Nocito, con las reliquias de San Urbez, que abrasaron para la Guerra Civil. El río Guatizalema, pasando por Vadiello, corre por el monte de mi pueblo, Siétamo. Después al lado de la carretera se alza el Molino Escartín y pasando por el mismo se llega a Aineto y a Solanilla. Ya estamos cerca de Secorún y desde éste se alcanza a poca distancia, antes del Puerto del Sarrablo, el pueblo de Matidero. Tengo recuerdos de este lugar porque de él bajó a Siétamo la familia de Losfablos, compuesta por tenaces montañeses, que conservan su amor al ganado vacuno al que siguen explotando, subiéndolo en verano a Matidero y bajándolo a Siétamo en el invierno. Con frecuencia José María transporta terneros a San Sebastián. Una vez pasado el Puerto de Sarrablo, ya quedan Boltaña y L’ Ainsa, bastante próximos. Son ambos pueblos las capitales del pacífico Sobrarbe. La familia infanzona de los Villacampa poseía muchos bienes en el Serrablo y la ribera del Fiscal.En su poder estaba la tercera llave de la urna en que se conservaba el cuerpo de San Urbez.Yo tuve amistad con el Villacampa que tenía en Huesca un almacén de piensos compuestos y lo recuerdo cada vez que voy a Nocito. En esta familia hubo un Diputado a Cortes y General, hace más de un siglo, que fue condenado a muerte, pero no lo ejecutaron por los grandes méritos de guerra que había ganado. El Valle de Nocito está adosado por el Norte con la Guarguera. El Molino de Gillué fue explotado por descendientes de la familia Villacampa. La Pardina de San Juan, en el Cuello del Sarrablo, fue propiedad del ya difunto señor Don José María de Villacampa. Hoy está arrendada y explotada por vaqueros

En tanto a la izquierda de la carretera, subiendo a Boltaña, se encuentran Ordovés, Villobas con su molino, Bescós a la altura del Molino de Escartín y frente a la subida que conduce a Aineto. Pasado Escartín, se sube a Gillué. Poco después, frente a Secorún se entra en Cañardo y pronto se llega a Laguarta. En este pueblo de Laguarta nació mi amigo Angel Allué. Dicho pueblo tiene diez o dice habitantes. Lo preside una hermosa iglesia, que tiene algo de estilo románico y está recién restaurada, al contrario que la de Secorún. Se encuentra a veintitrés kilómetros de Boltaña y a cuarenta y dos de Sabiñánigo. Jesús Allué es de casa Pablo y bajó a Huesca el año 1972, donde vive con soltura, pero conservó en él, el cariño a las ovejas, que apacienta en Laguarta y va a cuidarlas a cualquier hora. Está debajo del monte Gabardón con dos mil metros de altura y antes de llegar al Puerto de Sarrablo. Esas contantes subidas a Laguarta, le hacen vivir feliz, identificando su vida en la Guarguera, con sus actividades en la ciudad de Huesca.

Aineto y Secorún están próximos y Aineto dio origen a numerosos apellidos aragoneses, como el propio de Aineto, que resuena en los oídos, pero en Secorún, también vivían nobles, aunque la vida moderna ha pretendido quitarles importancia, como el de los López, procedente de Sobás y que en el siglo XVIII, llegó a Sabiñánigo, a Secorún y a Sandiniés. Formaban Secorún veintitantas casas, era cabeza del partido y tenía abierta una Escuela. Entonces se levantaba en medio del pueblo una preciosa iglesia, que al quedar abandonada, se fue demoliendo, quedando toda revestida de yedra y ahora queda la torre y dentro de ella, se encierran unos caballos y vacas con ovejas, que dicen llegan desde Nocito. Yo conozco a la familia López de Secorún y a sus dos hijas Celia de Gil y a Elvira de Buil. Cuando tenía Celia cinco años y Elvira uno y medio, sus padres fueron requeridos a abandonar el monte de Secorún, para repoblarlo de pinos. Fueron despedidos con crueldad los habitantes de Aineto, Secorún, Artosilla, Abenilla, Bescós, Villacampa, Gillué, Espín, Fablo, etc., etc. Le decían a la gente natural de la Guarguera: “Cuidado con las cabras, que estropean los pinos y os tendremos que llevar a la cárcel”. Pero esta era una mentira, pues las cabras no perjudican a los pinos, sino que son los animales que ha creado el Señor, para guardar a los bosques de pinos. Ahora divulgan propaganda para que suelten cabras en aquellos inmensos bosques, que tienen aquella comarca invadida de madera y de leña, pero no sé si lo conseguirán. Los corazones se llenaron de tristeza, pues Celia se acuerda con gran lástima de aquel abandono y Elvira, no puede acordarse, porque tenía sólo un año y medio. Los padres tuvieron que comprar en Huesca, en la Cruz del Palmo, una torre, llamada entonces de Vicén, con sus pajares y sus cuadras y que ahora se llama Torre de López, en la que quedan el recuerdo de Secorún y de los numerosos trabajos que toda la familia realizó en dicha torre. Se murieron sus padres, uno hace treinta y siete años y su madre hace doce años, pero siguieron su vida y sus trabajos. Celia casada con José Luis Gil y Elvira con Joselín Buil, nacido en el Batán de Los Molinos de Sipán, proveniente del Castillo de San Román de Morrano. Sus costumbres eran montañesas, igual que las que habían seguido los López de Secorún, pues su padre subía las ovejas cerca de Bara, de Used y de Zamora, que tantos apellidos ha dejado a los oscenses. No están en Secorún , pero viven en un hermoso paisaje de huerta y poblado de árboles. Parece que viven solos y a muy poca distancia se encuentran envueltos en la vida de la ciudad de Huesca

En Secorún están en ruina la iglesia y el pueblo entero, pero en tiempos pasados la familia López, regaló a la parroquia alhajas y ornamentos con su escudo de armas. Ese amor y respeto al Señor, se ha conservado hasta nuestros días. Efectivamente el Padre Alfonso López López, nacido en Secorún en 1878, fue fusilado durante la Guerra Civil. Lo han proclamado Beato y después de cincuenta años, Secorún acogió la celebración de la Eucaristía para gozarse con el Beato Alfonso. Se hizo la misa en las inmediaciones de la destruída iglesia. Asistieron personas de Secorún y del Serrablo, incluso alguno que había sido bautizado con el Beato.

A mí lo que me gustaría es ver lucir el escudo de los López de Secorún, presidiendo el letrero que dice Torre de López.

miércoles, 23 de junio de 2021

Las fuentes de Marcelo y Jara

 




Hace un tiempo, en la antigua Plaza del Mercado, me encontré con un joven oscense, de unos treinta y tantos años, y lo vi con síntomas de catarro, que le hacían, entre otras cosas, presentar una nariz completamente roja. Se lo dije y él exclamó:¡Sí, igual que un payaso! Trató de explicarme los motivos de su catarro, cuando yo le dije: “¡Ya lo habráscogido en Jara!”, porque con mucha frecuencia va a visitar esa bella ermita. Y me contestó: “Sí,el sábado a las ocho y media de la mañana, hacía frío y yo con sólo la camisa, me dirigí a la ermita que has nombrado y por la tarde, como creo que soy buen oscense, me fui a la fuente de Marcelo, debajo del Kilómetro Tres”. Se puede ir a dicha fuente por la carretera de Arguis, pero también se puede ir por el Pedregal, que está señalado con estacas, la fuente de Marcelo. Este Pedregal se coge por debajo de las Miguelas, cerca del huerto de Gambau. Pero él no fue por ninguno de estos dos caminos, sino que marchó caminando por la orilla del río y se entretenía en levantar algunos ladrillos del agua, les tapaba los agujeros y sacudiéndolos, salían dos o tres cangrejos, que según él eran “entreveraus”, es decir que ya habían perdido la antigua raza de los cangrejos autóctonos. Luego él, como no es amigo de “fartase”, los volvía a soltar, porque además tiene un gran sentido de la Ecología, que le hace respetar hasta a los cangrejos, porque se acordaba de que, cuando era niño, iba con otros a pescarlos al río. Me dijo que estaba enamorado de las perdices, a las que contempla cuando hacen sus escapadas, unas veces andando, otras corriendo y algunas volando y le gusta escuchar sus cantos que lo vuelven loco. Me habló de una pequeña liebre, que había cogido en un hueco que estaba en el tronco de una olivera, y al mirarme hacía él, vi que llevaba colgada de su chaqueta una pequeña figura de liebre que creí era para acordarse de aquélla que cogió en sus años infantiles. Al llegar a Marcelo, se mojó la cabeza con el agua tan fresca que sale por sus caños y se echó unos tragos descomunales y cuando hubo gozado de la frescura del agua, de la belleza del paisaje, que él dice que es precioso y para confirmarlo me añadió: “¡Nunilo también te lo puede decir!”; allá a las siete de la tarde se volvió hacia Huesca, andando otra vez por el río. Allá a las siete y media llegó a su casa y no notó nada, pero el domingo, al levantarse, le dolía la cabeza y tosía. ¡Había cogido un catarro oscense, que por ser tal es mejor que el actual y grave catarro, que los
chinos, tan viejos, han traído a este mundo! Me dijo que él tenía la culpa de haber cogido la gripe, pues se podía caminar por la orilla del río, sin mojarse los pies, pues hay dos pequeños puentes, uno al principio del camino y otro en la misma fuente, que es una obra de ingeniería de hijos del pueblo, como Berdié, que arregló el camino y las fuentes de Marcelo y Jara, con su dinero. El puente de Marcelo, cambia su posición cuando baja una iada, pero se hace girar sobre un eje y se vuelve a su posición anterior. ¿Qué clase de puente es éste? ¿Por qué no es colgante, no es fijo, sino giratorio? Es un puente de Marcelo, es de Huesca. Después de contarme estas cosas, me llevó a
ver la fuente de Marcelo, que yo había conocido de niño, pero ahora está transformada porque el río se ensucia más abajo, ya que allí tiene las aguas puras y limpias, llenas de madrillas y de “zapateros”. Las aguas bajan por cuatro caños, tres casi juntos y otro el del Gallo, que está un poco más alejado. La primera fuente se llama la del Pez, la segunda la del Toro y la tercera la de Marcelo y sus aguas se van al río, donde antes iba todo Huesca a bañarse en sus badinas y a su alrededor hay mesas con sus bancos, en los que se puede merendar, comer y pasar el día; es un lugar limpio, con zonas de sol y de sombra producida esta última por los árboles, como los
chopos y los robles o cagicos. Presidiendo el paisaje estaba levantado un cubierto, rodeado en su interior de cómodos bancos, en los que estaban sentados varios veteranos de Huesca, como el “ingeniero” Berdié, que parece que goza allí de su vida, con numerosos otros oscenses, presididos todos por Pascual Ascaso, que igual que distrae en el periódico a los oscenses con sus artículos, lo hace en la fuente de Marcelo, con su conversación.

martes, 22 de junio de 2021

El viejo campesino

 


Me he encontrado a un viejo campesino, pues tiene ya noventa años y allí en la puerta de su casa, estaba sentado, tomando la sombra. Seguramente por la mañana tomaría el sol, porque la fachada de su casa mira al sol saliente y en cada lado de la puerta tiene colocadas dos piedras de sillería, procedentes de algún pajar quemado para la Guerra Civil. En una de esas piedras estaba sentada su esposa y en otra Antonio, tranquilamente y sin prisas Nos hemos saludado, dándonos las buenas tardes y acabada la manifestación mutua de tan buenos deseos, el anciano Antonio, me ha ofrecido un vaso de buen vino y digo bueno porque, según me ha dicho, lleva ya cuarenta años en el mismo tonel. Es que lo viejo está lleno de buenos recuerdos y los toneles de madera, saben contener el buen vino. El, naturalmente, ha sido campesino, albañil, jugador de pelota en la Plaza Mayor de Siétamo, donde, jugando contra un equipo de tres “pelotaires”, nunca le ganaron. Pero con noventa años de edad, la vida le ha dado tiempo para hacer todas las cosas, por ejemplo fue cazador, unas veces de conejos, otras de liebres, muchas de perdices y en ocasiones de jabalís o “jabalines”, como los llaman los hijos de mi tierra. Cierto día, estaba Antonio en su huerta, que fue antes del Mesón y situada a las orillas del río Guatizalema, cerca del monte de Castejón de Arbaniés. En aquella parte alta del monte de Siétamo hay poca huerta, pero Antonio la había comprado al mesonero y en ella cultivaba patatas, judías, tomates, melones, cebollas de las que me recuerda que eran muy gordas. Pero además se preocupó de plantar nogueras, avellanos, manzanos, perales e incluso cereceras o cerezos. Cuando él cultivaba su huerta, veía, con frecuencia pasar y explorar su huerta, a alguna cuadrilla de jabalís, pero Antonio los vigilaba dentro de la “espera”, que era una caseta vieja y dentro de ella, esperando, comía nueces para aliviar tan larga espera. Los jabalíes, después de dar varias vueltas por los nogales de la huerta, se marchaban, porque se daban cuenta de que por allí, estaba el amo. Un día llegó por aquella huerta mi hijo Ignacio en plan de cazador y se encontró con Antonio y su mujer Rosario, que estaba cogiendo manzanas. Le dijo Rosario : ven a cazar los jabalís porque todas las nueces y avellanas que van cayendo durante el día, ellos por la noche se las comen. Los jabalíes batían los nogales, que entonces eran pequeños, rascándose en sus troncos y además se comían las avellanas y las cerezas. Con tanta variedad de frutas y verduras, no es extraño que Antonio todavía esté vivo con noventa años y sentado en su piedra de sillería tranquilamente, todavía le quedan bastantes más años de vida.

Pero ahora en los pueblos, no sólo Antonio sino muchos campesinos han abandonado el cultivo de los huertos y sus mismos huertos, pues teniendo tantos años, no pueden trabajarlos. Sólo quedan los árboles frutales, pero se han acabado las verduras, como aquellas gruesas cebollas, que se comían guisadas unas veces y otras en ensalada con tomate, que refrescaban el cuerpo y el alma. Ahora, como estamos en crisis, han arrendado la huerta a un ciudadano, que es frutero y esperamos que tenga la misma afición que Antonio por la huerta. Pero los jabalíes no sé si dejarán sanas las verduras y frutas de su viejo huerto.

domingo, 20 de junio de 2021

Hospital de San Jorge, debajo del Cerro del mismo Santo.-

 

          


                   

Debajo del Cerro de San Jorge, mirando a la capital oscense, se encontraba la Torre de Casaus, y ahora, gracias al progreso sanitario de Huesca, donde antes se labraba la tierra de huerta y de secano, ahora, se vigila y se desarrolla la Salud de los oscenses.

Yo  tengo  noventa  años de edad, pero cuando estudiaba los primeros años del bachillerato, acudía a jugar con mis hermanos y hermanas a esta Torre, acompañados por mis primos y prima de Casa de Llanas. Llegaban a divertirse con nosotros muchos amigos y compañeros. Recuerdo la piscina, que creó unos años antes mi tío Don Feliciano Llanas, casado con la hermana mayor de mi padre. Estaba la piscina en medio de un jardín, con paseos cubiertos de Arcos de Hierro, con unas mesas de piedra acompañadas de sus bancos también pétreos y subían agarrándose por aquellos arcos de hierro, las verdes hiedras. Daba gusto acudir a visitar los jardines, tanto que un día cualquiera, yendo yo a visitarlos, encontré a mi tía Luisa, observando un nido de ruiseñores, colgado en las ramas de una yedra. Hasta mi tía Luisa gozaba de los placeres ingenuos de esta vida. Ella con los ruiseñores y yo con mis infantiles amigos como Marianito Mallén Campaña, que se hizo médico, aprendimos a nadar en la piscina, saltando de placer al vernos a nosotros mismos, triunfantes en el agua, cruzando la piscina nadando llenos de alegría. Pero además en aquel solar al pie del Cerro de San Jorge, no sólo nos bañábamos, sino  que  organizábamos  corridas  infantiles  de toros. Aquel era el Coso de la Plaza de Toros y aquella corrida  estaba presidida por un primo hermano de Gil Fernando Ciprés, que la última vez que lo saludé, se había jubilado de su profesión taurina. De aquellos juegos festivos con toros artificiales, le brotó al primo hermano de Gil Fernando Ciprés, la vocación torera y por eso a lo largo de las Fiestas de Huesca, cuando yo como veterinario asistía a las Corridas, me saludaba con él, en la Plaza de Toros.

Después de subir y de bajar a la Ermita de San Jorge, por aquellos pinos que alegraban a los peregrinos, yo bajaba a la Torre de Casaus y me encontraba con mis hermanos, amigos y a mis primos mayores de Casa de Llanas. En aquel día de San Jorge, se escuchaban la música y los cantos de la multitud de oscenses, que habían subido a honrar al Santo.



Hoy en que ya han pasado muchísimos años de mi vida, he vuelto a aquel lugar de la Torre de Casaus, pero conservando esos recuerdos de la Ermita y de los olivos cultivados en la Torre. Encuentro la presencia de aquella rústica Torre en mi memoria, pero encuentro una gran Obra Sanitaria, que ha hecho que para la juventud se creara un Pabellón de Deportes y un Campo de Fútbol, un poco apartados del Hospital.

Aquel es un Hospital al que unos acuden cada día y otros permanecen en él, donde son tratados sanitariamente y unos vuelven a sus casas después de haber sufrido alguna operación. Al Este del Cerro de San Jorge, y en la Torre de Casaus se edificó el Hospital de San Jorge, en el que nacen niños y niñas, se intenta curar a los enfermos y procuran prolongar la vida de todos los ciudadanos, operando sus órganos. Hay un local en que se depositan los difuntos, que los doctores ha intentado sanarlos, y de allí llevarán son cadáveres a donde su familia quiera enterrarlos.

A mí me devuelven la visión de mis ojos, para poder contar las victorias y la derrotas de la vida de hombres y de mujeres.

Porque los hombres que trabajan en la Clínica de los Ojos y las numerosas doctoras, practicantes y de enfermeras, inspiran alegría.

Estando sentado en un lecho hospitalario observaba y escuchaba a todas las trabajadoras desde las médicas pasando por las practicantes y diversos y diversas trabajadores, domo estaban pendientes de la salud de sus hermanos, hombres y mujeres enfermos de sus ojos, para recuperar su salud.

Estuve una hora, poco más o menos, observando los hombres y mujeres, que en sus camillas esperaban que se les devolviera la luz de sus ojos, para alcanzar una feliz salud.

Mientras tanto se apoderaron de mi ojo izquierdo para darle una visión normal y alcanzaron una luz maravillosas, que yo tenía perdida desde hacía cierto tiempo.

Me di cuenta del interés de la Medicina Moderna por recuperar el uso normal de los órganos del hombre, a pesar de ser un enfermo ocular, de noventa años de edad. Es que la Medicina está preocupada se la salud del hombre, aunque éste se halle cerca de la muerte.   

En Siétamo, estuvo herido Orwell

 






                                                      Anais Nin


Eric Arthur Blair, era el verdadero nombre de este gran escritor. Nació en la India; estudió en el Ethon College en Ingalterra, ejerció de policía en Birmania y más tarde fue granjero, maestro y librero; se hizo voluntario del POUM en la Guerra Civil, hiriéndolo en el pueblo de Monflorite y fue acogido en el Hospital de Campaña de Siétamo. De aquí marchó a Cataluña y al verse perseguido por los estalinistas, marchó a Francia. Es uno de los mejores escritores de todo el mundo, pero acabó su vida como un pobre. Desde que nació en 1903 hasta su muerte en 1950, ocuparon su cabeza todos los problemas humanos, sobre los que escribió y definió, en sus obras “Rebelión en la granja” y “1984”, el totalitarismo que se apoderó de Rusia y quiso apoderarse de todo el mundo, dirigido por Stalin. Orwell cuando estaba en Barcelona se apoderaba de él, un temor a que lo “vaporizaran”, como ocurría con los anarquistas y los miembros del POUM, que fueron perseguidos por Stalin. El tenía una forma de expresión de categoría literaria,opuesta a la inexpresión de El Gran Hermano, que exponía mensajes por el mundo en su “neo lengua”, creada para que la plebe no pensara. Mi pariente Jesús Vallés Almudévar, escribió que en la iglesia de Fañanás, cerca de Huesca, la turba cantaba insultos, unos en castellano y otros en “latínajos”, mientras se revestían con las casullas y con las capas pluviales, destruyendo y quemando las imágenes de Cristo y de los santos. Orwell en su Homenaje a Cataluña explica esas juergas, que allí completaban con el asesinato de monjas y de frailes. Se casaban por meses o por otros periodos de tiempo, sin pensar en el porvenir. No sólo ocurrió esto en Fañanás, sino también en el cercano pueblo de Siétamo, mientras fuera de las iglesias mataban a todo el que no entendía su “neo lengua” y convencidos de que la guerra es la paz, destruían edificios e iglesias. Anais Nin, franco-americana e hija de un cubano, pasando por España, observó los males de la Guerra Civil y en su “Diario III” (1939-1944), escribe, cuando huyendo de la Guerra Mundial, iba de París a Portugal, lo siguiente: “En Irún hubo un rato de espera, un cambio de trenes. Di un paseo. Había una pared detrás de una iglesia, en la cumbre de una colina. Me volví para mirar a la iglesia. Sentí dolores en mi espalda. Me di la vuelta. De repente noté que la pared estaba llena de agujeros de bala. Alguien que pasaba dijo: aquí ejecutaron a miles de españoles. A mí alrededor todo está lleno de vestigios de destrucción. Unos niños juegan en las ruinas de los edificios”. El catalán Andrés Nin López, que era anarquista, fue apresado en Jaca por Orlov, el coronel Ortega y varios otros españoles, que lo secuestraron , lo atormentaron, lo desollaron, arrancándole la piel y lo asesinaron en el mes de Junio de 1937. Este crimen cometido con este hombre que desobedeciendo al Gran Hermano, mostraba sentimientos inofensivos, desprestigió para siempre a la República. Moscú no mandaba armas a España, pagadas con sobrados precios y de antemano, con el oro del Banco de España. No es extraño que Churchil, en Inglaterra no contribuyera a derrotar a los rebeldes contra la República, porque ésta, estaba infiltrada por todas partes por comunistas y hombres totalitarios. Escribió su novela satírica “1948”, sobre el totalitarismo de Moscú. Este estaba gobernado por el Gran Hermano, que era como un policía que controlaba hasta el pensamiento y la lengua del pueblo, que convirtió en una neo lengua. Los hechos que narra en su libro, ocurrieron el año de 1948. Divide a los humanos en dos clases, una formada por los miembros del Partido Unico y la Masa de gente pobre, que malvivía horrorizada y apartada de la política, en la que no podía ni pensar. Orwell relata la terrible historia de los protagonistas Winston Smith y su amor, Julia, que intentan escapar de una fórmula política en que la intimidad y el libre pensamiento estaban prohibidos. Tuvo que desaparecer el amor entre ellos, para ser substituido por el amor al Gran Hermano. Describe Orwell esta política que se trataba de implantar en España, en su obra “Homenaje a Cataluña”, en que narra muchas experiencias políticas. Pero al vivir la cruel Guerra Civil y comprobar las luchas entre comunistas, troskistas, múltiples sindicatos, partidos democráticos y totalitarios, y la miseria de los pueblos, como Siétamo, donde “la artillería lo había reducido en parte, a escombros y la mayoría de las casas estaban marcadas por las balas”, se preguntaba a qué partido político habría que obedecer por defender al pueblo. El mismo Orwell escribe:”Comenzaron a despertarse en mi mente vagas dudas acerca de esta guerra en la que, hasta ahora, la cuestión del bien y del mal me había parecido bellamente simple”.Se puso voluntario en el POUM y en un camión lo llevaron a Siétamo y de ahí a Alcubierre y escribe “Al evocar mis primeros dos meses de guerra, nunca puedo evitar el recuerdo de las costras de excrementos que cubrían los bordes de los rastrojos”. Más excrementos se extendían por las mentes del Gran Hermano, que asesinó a Andrés Nin y en Siétamo, los milicianos fusilaron al “Padre Jesús”. Debajo de Siétamo, entre Bespén y Blecua fusilaron a la madre y a un hermano de unos dieciséis años, de Jesús Vallés Almudévar, como se lee en las páginas de su Diario. A finales del mes de Agosto de 1936, se lee en ese Diario:”No había amanecido todavía, cuando fueron a por ellos”. Subieron a un coche y en “un barranco, entre Bespén y Blecua se detuvieron”. Dicen que el piquete estaba formado por guardias civiles y por dos mozos del pueblo. ¡Dispararon!. Cayeron. Luis no se movió. Mamá intentó incorporarse, una nueva descarga se lo impidió. Después llegaron los del comité. Rociaron los cadáveres con gasolina y les prendieron fuego”. De Blecua fueron unos hombres a enterrar sus restos”. Y Jesús con trece años cumplidos “estuvo en Siétamo y cuenta en su Diario:”Cuando llegamos a los alrededores de Siétamo, oímos graznidos de cuervos, que levantaban el vuelo al oír nuestros pasos y volvían de nuevo al festín, después que habíamos pasado……”. A Orwell, estando en Monflorite, le llamaba la atención la anulación de la colocación de cruces en los cementerios y la falta de ritos religiosos en los enterramientos de los difuntos, pero él pensaba que esas costumbres volverían como “volverían los jesuitas”. Del lenguaje o neo lengua del Gran Hermano se deduce esta ignorancia, ya que no dejaba ver que esas cruces eran unos de los objetos religiosos más amados por los españoles, en general. En cambio decía a la Masa que lo único válido eran la hoz y el martillo. En el cerco de Huesca tomó parte en el ataque al Manicomio, luchó en la Granja de la carretera de Sariñena y por fin, según escribe Orwell:”sentí…es muy difícil describir lo que sentí, aunque lo recuerdo en forma muy vivida. Con este balazo de fusil, el médico lo mandó a Siétamo.”Los hospitales de Siétamo eran barracas de madera, apresuradamente construidas, donde los heridos sólo permanecían unas pocas horas”. En Tarragona se comprobó como una de las cuerdas vocales estaba paralizada, pero al fin logró comunicarse con los demás. Vivió en Barcelona y “el quince de Junio la policía arrestó a Andrés Nin. Entonces no le quedó otra solución que huir de aquel ambiente contra los anarquistas y el POUM. Companys, presidente de Cataluña, que también visitó Siétamo, ”declaró riendo unos pocos días antes de la toma de la Central Teléfónica, que los anarquistas se avendrían a cualquier cosa”. Estuvo también en Siétamo Durruti, que tuvo un despacho en mi casa y que era violento con respecto al Poum. Como se deduce de estos recuerdos en esa democracia, abundaban los “intelectuales”, que imponían sus pensamientos a la Masa y de allí vinieron las derrotas bélicas, que le hicieron perder la guerra y a Orwell, le dejaron experimentar la historia triste, que se dio en España y que después se ha repetido por todo el Mundo.

sábado, 19 de junio de 2021

He encontrado una Novena a San Antonio de Padua

 


Foto a principios del siglo XX.

Hace años siempre estaban, cuando en las iglesias no había luz eléctrica, haciendo novenas a los santos, en los que confiaban, pues casi no estaban preparadas las carreteras para visitar a los  antiguos  santos, en sus ermitas o en sus iglesias parroquiales. Dentro de  la  mayoría  de  iglesias  no llegaba energía eléctrica, para venerar a los santos en medio de una alegre luz, los devotos y sobre todo las abundantes devotas. Si no brillaba la luz eléctrica en las calles, ni en los domicilios, ni siquiera en el centro de la iglesia, la oscuridad que se trataba de corregir encendiendo velas. Había quien fabricaba velas de cera con cuya luz, obtenían una visión natural encendida la mecha de la vela, que al quemarse derramaba buen aroma de cera natural por la bóveda de la iglesia.  Yo he visto pocos aragoneses vestidos con calzones cortos, que por su parte baja enseñaban unos calcetines de lana, que habían creado sus esposas, y en lugar de exhibir un gorro, llevaban “cacherulos”, que en algunos lugares y según su categoría, cubrían a veces con un sombrero. Cubrían su tórax con una camisa sin cuello, y encima portaban un chaleco negro.

Se ven en una fotografía por la carretera frente a casa Pisa un grupo de hombres que suben avanzando hacia el Oste del pueblo. Sigue otro grupo en el que también van vestidas de aragonesas varias mujeres y de las que es difícil sacar su aspecto con exactitud. ¿ De  qué  año procede esta fotografía?. Lo ignoro, pero esta imagen, muestra una realidad, que se vivió muchos años y que se ha olvidado. ¿Estarían celebrando alguna fiesta religiosa o esperando que por la carretera acudiese algún  sacerdote  o  alguno de esos antiguos políticos?.

Esa fotografía nos muestra una gran cantidad de hombres y de mujeres vestidos con sus ropas de aragoneses o “maños y mañas”, que van caminando por la carretera que pasa por el pueblo. Yo  no   a  qué se debe ese tránsito por la carretera, que sube por la derecha a Siétamo y por la izquierda a Huesca. Nadie me ha dado explicaciones de esa cantidad de  Sietamenses, pero yo recuerdo a “aragoneses” que iban vestidos de esa forma, como “Recuerdo algún año después de la Guerra Civil de 1.936 a un  abuelo, de casa “Calvitos” portando una especie de “tapacabezas” o cacherulo con una faja cubriendo su vientre y una abarcas, que cubrían sus calcetines, de lana de oveja.

El año de 1.936, subimos a Ansó huyendo de la Guerra Civil y allí proliferaban ansotanos y ansotanas, vestidos con sus trajes aragoneses. Me acuerdo de una ansotana, vestida toda ella con sus ropas aragonesas, a la que mi hermano pequeño Jesús, le causó la pérdida de unos pollitos y al tratar mi padre de pagarle su valor, la buena ansotana de un gran  corazón, no quiso cobrarle ni un céntimo. Pasaron los años y se veían ansotanos vestidos con su ropaje, por Huesca y por Zaragoza. El último ansotano vestido con su ropaje, lo seguí viendo en Zaragoza, donde yo estudiaba en la Facultad de Veterinaria y en Huesca. Tengo colgadas en mi casa fotografías de ansotanos y ansotanas, que me hacen recordar a esa noble casta aragonesa.

No hay que olvidar a San Antonio de Padua, “que fue un protector de los que han sufrido en la vida. La pérdida de la salud, la escasez de recursos, las injustas persecuciones, la ausencia de paz……y todo cuanto puede atenazar el alma”.

Hay un responsorio de San Antonio, que dice: “Si buscas milagros mira-muerte y error desterrados, -Miseria

 y demonio unidos-leprosos y enfermos sanos.- El peligro se retira,-los pobres van remediados; Cuéntenlo los socorridos,-díganlo los Paduanos”.

La vida era dura para nuestros antepasados y tenían que acudir a los santos, como San Francisco de Asís y a San Antonio de Padua. “Este se convirtió en protector de los que sufrían, pues acompañaba el dolor del pecado, la pérdida de salud, la escasez de recursos, las injustas persecuciones, la ausencia de paz, las hondad preocupaciones, las grandes tristezas”.

Los Santos Antonio y Francisco de Asís nacieron en  familias  poderosas,  pero se entregaron a los escasos de dinero, para proteger la ausencia de necesidades, cuando ahora la Sociedad trata de encontrar la igualdad entre los hombres. Los seres humanos van envejeciendo y tornándose muchos inválidos para el trabajo. Estos seres humanos son recogidos en residencias para ancianos y yo he visto en un Centro para ancianos, una pequeña capilla, en la que se juntan ancianos y ancianas, para rogar por un futuro, que se acuerde de la unión de los difuntos con la  Vida Eterna.

viernes, 18 de junio de 2021

Amor y muerte

 





Cuando uno visita los cementerios, encuentra una reproducción de la que algunos llaman, en la vida,  “lucha de clases” y es que esa lucha, camuflada y revestida por el amor de los vivos a los que mueren, está basada en el lujo que algunos dan a los panteones o monumentos funerarios de sus familiares o amigos. Lucha de clases, porque los que han destacado en su vida en el poder, en las riquezas o en diversos triunfos, como por ejemplo en el toreo, en la política, en el fútbol, en la literatura, en el arte o en alguna de las múltiples actividades, que en esta vida ejercen los hombres y mujeres, como el cine y tantas otras, pudieran ver a sus sucesores  levantarles monumentos, como  a  seres queridos o admirados, en tanto que la gente sencilla se conformaba con “enterrar a los muertos”.
La gran señora, al morir su esposo, quiso llenar de gloria el recuerdo de su vida y dentro de la sala o capilla, en la que descansaba, encargó un cómodo y lujoso sofá, para acompañarlo en las larguísimas visitas, que su amor le pedía; en aquel sofá vivirían acompañados mutuamente y allí recordarían aquellos pasados tiempos, en que fueron felices, aunque ella no podía recordar aquellas ocasiones ocultas en que él amaba a otras bellas mujeres. Parecía a la señora que así echarían nuevos planes para seguir gozando de una vida, que sin embargo ya no les daría más oportunidades de amarse, aquí en el suelo. ¿Por qué la señora quería o soñaba seguir triunfando en este mundo?, ¿ por qué no se acordaba de aquella familia que había perdido a su padre, dejando a sus hijos pobres y necesitados?. Tal vez con  los enormes gastos que hacía en su lucha contra la muerte, hubiera conseguido algún triunfo de aquellos niños en su educación, en su alimentación y en su felicidad. Varias veces pregunté a algún funerario si veía por allí a tan amante viuda y me contestaba, que no acudía al cementerio.
Hay, sin embargo, en unos una lucha por lo espiritual y en otros una lucha por la sensibilidad de los corazones. He visitado el cementerio de las Carmelitas de San Miguel y en él, en unos nichos, depositan, sin ataúd los cadáveres de las hermanas que mientras vivieron “desde el principio de la mañana hasta la noche, esperó su alma al Señor”. Por no lucirse ante nadie, ni siquiera ante sus hermanas, las que quedaron vivas en el Convento, rezan por ellas, pero no ponen en los nichos ni siquiera los nombres de las difuntas, porque el Señor ya las conoce.
Los corazones de los gitanos  tienen una sensibilidad especial con sus difuntos, porque cuando uno llega a una tumba de un gitano, ve flores abundantes y adornos, como su retrato o la imagen de la “ Majarí” o de algún santo. Cuando, cualquier día va uno por la calle, se encuentra algún gitano que va al cementerio a ver a sus difuntos. En cierta ocasión, vi en el “fosal” un gran jardín de ramos de flores ante una tumba y frente a ella, sentado en el suelo estaba un gitano, con cara contristada y rodeado de muchos y muchas gitanicos y gitanicas, que le acompañaban. Quizá, para esta clase de hombres morenos, hubiera estado bien que tuvieran un sofá, en el que pasarían el rato acompañando a sus difuntos, mejor que para la gran señora, que después de comprado el sillón, no lo utilizó nunca.
En el cementerio de Las Mártires se levanta un monolito, en el que pone: ”Los republicanos del Alto Aragón, los de Egea de los Caballeros y de Sadaba …erigieron por suscripción pública este mausoleo en el año 1885, para perpetuar la ejemplar memoria de los martirizados héroes que aquí reposan”. Poco nos acordamos los oscenses de tales hechos, pero aquel pueblo del siglo XIX, quisieron perpetuar su memoria, sin orgullo pero con amor. Lo contrario pasó en nuestra Guerra Civil, en que unos y otros se mataban y si se enterraban, lo hacían en cualquier lugar y superficialmente, sin señalar quienes eran aquellos pobres difuntos, sin ponerles sus nombres, pero no por que creyeran en la otra vida, como las monjas, sino por odio o indiferencia 
De todos modos, en el fondo daba igual que trataran de identificar a los difuntos, porque en cualquier lugar del monte, se encuentran calaveras y huesos de otros tiempos y de los que ya nadie se acuerda. Ya nos dice la Biblia : ”Memento homo, quia  pulvis es et in pulverim reverteris”. Tal vez, entre otras razones por este recuerdo que Dios recomienda al hombre, ahora se practica la incineración. Es que para el Señor, no existe ni pasado ni futuro, todo está presente y todos pasaremos a un presente eterno, donde imperarán la paz  y el amor.

jueves, 17 de junio de 2021

Arciprestazgo de Montearagón



Hace ya siglos que se desplazan los habitantes del pueblo de Siétamo, por la vía o camino, ahora convertida en Carretera Nacional-240, que viene desde Tarragona a Huesca. Los hombres, las mujeres y los niños la recorrían, unas veces andando y otras montados en asnos, en mulas o en caballos; también iban a veces subidos en carros o galeras, después en bicicleta o en moto y por fin en coches o autobuses. Cuando uno llega a la salida de Siétamo a la Carretera General, se presenta la Plana de Loporzano, a lo largo de varios kilómetros y allá ,en el horizonte aparece elevada la silueta del Castillo- Monasterio de Montearagón, que siempre resulta un atrayente objetivo para la mirada, al tiempo que hace recordar el pasado y pensar en el futuro. A pesar de ser una ruina, desde la carretera se contempla como un elevado monumento. A veces adopta aspectos misteriosos, como cuando la niebla cubre el monte, sobre el que se asienta el Castillo- Monasterio y éste, sin boiras, que lo oculten, da la impresión de ser una castillo etéreo. Desde el año 1835, en que se desamortizó Montearagón, iban desapareciendo las piedras que lo componían, al tiempo que también desaparecían generaciones humanas. Ahora, ya no desaparecen piedras, sino que las van colocando, aunque muy poco a poco. Sin embargo, se han seguido celebrando misas cada año, organizadas por pueblos del antiguo Arciprestazgo, como Loporzano y Quicena. Bastantes años después de la Guerra Civil, robaron la campana, que todavía colgaba en la torre de la iglesia. En Tierz encontraron un sello del Monasterio, en el que está representado San Juan Bautista. En Siétamo murió el monje y sacerdote, que tenía Perote por apellido, al que después de muchos años, veían algunos, como si se tratase de un santo, a través de una ventana de casa Lobaco. Al morir dejó a una señora de casa Ballarín, un relicario, del que dicen que contiene sangre de Cristo y que actualmente está en poder de una familia de Quicena. En mi casa guardaban, con respeto, unos simples tirantes del monje Perote. En Huesca se conserva el retablo de la iglesia y en San Pedro el Viejo, reposan los restos de Alfonso el Batallador, que estaban enterrados en Montearagón. Don Jesús Vallés Almudévar, sacerdote y doblemente pariente mío, me proporcionó un documento referido a Montearagón en 1789, que me aproxima a dicho Monasterio, porque en el contenido de dicho documento intervino mi antepasado José Almudévar Altabás. Sus hermanos fueron Judas Narciso el mayor, Miguel, que estaba casado en Torres de Barbués con Raimunda Corz, Antonio, que murió soltero, siendo negociante y que dejó asignada el arca de sus bienes a Montearagón; después viene Joaquín, que se casó en Blecua, donde todavía tiene descendientes y el citado hermano menor se llamaba José, que más tarde, se casó en Siétamo con Francisca Escabosa Azara y de los que venimos mis hermanos y yo. Cuando ocurrieron los hechos que narra el papel citado, Antonio Almudévar Altabás era soltero y moriría con unos cuarenta y tres años de edad. Vivía en casa Almudévar de Barluenga, en compañía de sus padres y hermanos y sus actividades se dirigían a los negocios, porque atendía las compras y ventas y los intereses de los préstamos. En el pueblo de Sasa del Abadiado, la influencia de dicho Abadiado era notable y él cuidaba sus intereses y parece ser que amaba al Monasterio, porque el Vicario de Sasa escribió lo siguiente:”Que es cierto que después de su muerte Don Antonio Almudevar y Altabás, en la misma casa de don Judas Narciso, dueño de ella, el día antes de morir le hizo al declarante, Don Antonio, de que inmediatamente que muriese se llevase un arca que el dicho difunto tenía con bienes propios y papeles de distintos asuntos” y que la dejaba en propiedad del Monasterio. ¡Cómo amaba Antonio Almudévar Altabás al Monasterio!, porque le dejó, aparte de los documentos, sus propias monedas de oro. Huesca tiene que devolver al Monasterio muchas cosas, pero yo no podré devolverle los tirantes, que dejó en mi casa el antiguo monje, Mosen Perote; se los llevaron.

Los Ovnis de la Biblia, del Medioevo y los que hemos vivido

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