domingo, 20 de junio de 2021

Hospital de San Jorge, debajo del Cerro del mismo Santo.-

 

          


                   

Debajo del Cerro de San Jorge, mirando a la capital oscense, se encontraba la Torre de Casaus, y ahora, gracias al progreso sanitario de Huesca, donde antes se labraba la tierra de huerta y de secano, ahora, se vigila y se desarrolla la Salud de los oscenses.

Yo  tengo  noventa  años de edad, pero cuando estudiaba los primeros años del bachillerato, acudía a jugar con mis hermanos y hermanas a esta Torre, acompañados por mis primos y prima de Casa de Llanas. Llegaban a divertirse con nosotros muchos amigos y compañeros. Recuerdo la piscina, que creó unos años antes mi tío Don Feliciano Llanas, casado con la hermana mayor de mi padre. Estaba la piscina en medio de un jardín, con paseos cubiertos de Arcos de Hierro, con unas mesas de piedra acompañadas de sus bancos también pétreos y subían agarrándose por aquellos arcos de hierro, las verdes hiedras. Daba gusto acudir a visitar los jardines, tanto que un día cualquiera, yendo yo a visitarlos, encontré a mi tía Luisa, observando un nido de ruiseñores, colgado en las ramas de una yedra. Hasta mi tía Luisa gozaba de los placeres ingenuos de esta vida. Ella con los ruiseñores y yo con mis infantiles amigos como Marianito Mallén Campaña, que se hizo médico, aprendimos a nadar en la piscina, saltando de placer al vernos a nosotros mismos, triunfantes en el agua, cruzando la piscina nadando llenos de alegría. Pero además en aquel solar al pie del Cerro de San Jorge, no sólo nos bañábamos, sino  que  organizábamos  corridas  infantiles  de toros. Aquel era el Coso de la Plaza de Toros y aquella corrida  estaba presidida por un primo hermano de Gil Fernando Ciprés, que la última vez que lo saludé, se había jubilado de su profesión taurina. De aquellos juegos festivos con toros artificiales, le brotó al primo hermano de Gil Fernando Ciprés, la vocación torera y por eso a lo largo de las Fiestas de Huesca, cuando yo como veterinario asistía a las Corridas, me saludaba con él, en la Plaza de Toros.

Después de subir y de bajar a la Ermita de San Jorge, por aquellos pinos que alegraban a los peregrinos, yo bajaba a la Torre de Casaus y me encontraba con mis hermanos, amigos y a mis primos mayores de Casa de Llanas. En aquel día de San Jorge, se escuchaban la música y los cantos de la multitud de oscenses, que habían subido a honrar al Santo.



Hoy en que ya han pasado muchísimos años de mi vida, he vuelto a aquel lugar de la Torre de Casaus, pero conservando esos recuerdos de la Ermita y de los olivos cultivados en la Torre. Encuentro la presencia de aquella rústica Torre en mi memoria, pero encuentro una gran Obra Sanitaria, que ha hecho que para la juventud se creara un Pabellón de Deportes y un Campo de Fútbol, un poco apartados del Hospital.

Aquel es un Hospital al que unos acuden cada día y otros permanecen en él, donde son tratados sanitariamente y unos vuelven a sus casas después de haber sufrido alguna operación. Al Este del Cerro de San Jorge, y en la Torre de Casaus se edificó el Hospital de San Jorge, en el que nacen niños y niñas, se intenta curar a los enfermos y procuran prolongar la vida de todos los ciudadanos, operando sus órganos. Hay un local en que se depositan los difuntos, que los doctores ha intentado sanarlos, y de allí llevarán son cadáveres a donde su familia quiera enterrarlos.

A mí me devuelven la visión de mis ojos, para poder contar las victorias y la derrotas de la vida de hombres y de mujeres.

Porque los hombres que trabajan en la Clínica de los Ojos y las numerosas doctoras, practicantes y de enfermeras, inspiran alegría.

Estando sentado en un lecho hospitalario observaba y escuchaba a todas las trabajadoras desde las médicas pasando por las practicantes y diversos y diversas trabajadores, domo estaban pendientes de la salud de sus hermanos, hombres y mujeres enfermos de sus ojos, para recuperar su salud.

Estuve una hora, poco más o menos, observando los hombres y mujeres, que en sus camillas esperaban que se les devolviera la luz de sus ojos, para alcanzar una feliz salud.

Mientras tanto se apoderaron de mi ojo izquierdo para darle una visión normal y alcanzaron una luz maravillosas, que yo tenía perdida desde hacía cierto tiempo.

Me di cuenta del interés de la Medicina Moderna por recuperar el uso normal de los órganos del hombre, a pesar de ser un enfermo ocular, de noventa años de edad. Es que la Medicina está preocupada se la salud del hombre, aunque éste se halle cerca de la muerte.   

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