jueves, 24 de junio de 2021

Secorún, a orillas del río Guarga

 



                                                          Padre Alfonso Lopez Lopez

Yo he llegado muchas veces hasta el río Guarga, subiendo por la carretera, que ahora están convirtiendo en Autopista, desde Huesca a Sabiñánigo. Al llegar, bajando desde el Puerto de Monrepós, hasta el Valle de la Guarguera, por el que corre el río Guarga, puede uno seguir hacia Sabiñánigo o marchar hacia la derecha, a Boltaña. Se pasa por numerosos pueblos, ahora ya abandonados. A la derecha subiendo hacia Boltaña, subí en cierta ocasión, a Belarra, con Mariano Malo, pero entonces no había puente y lo hicimos por un vado, que nos permitió acceder al pueblo de nombre tan vasco-ibérico. Belarra, se encuentra al pie de la Sierra de su mismo nombre; allí conocíamos al cartero, que nos recibió muy amable. Al volver, para salir otra vez a la carretera de la Guarguera, se resbaló el coche en el vado y no pudimos cruzar el río. Tuvimos que apearnos e intentar continuar caminando hasta Sabiñánigo, pero pasó un coche, que paró al vernos tan apurados y nos condujo hasta Sabiñánigo. Ahora, que ya no queda nadie en ese pequeño pueblo, han levantado un puente. Después, a la derecha de la carretera, yendo a Boltaña, se encuentran los desvíos que suben a Arraso, Grasa y Gesera. Más adelante se encuentra el desvío que sube a Lasaosa y cerca de ella, en el Sur nace el Río Guatizalema, que pasa por Nocito, con las reliquias de San Urbez, que abrasaron para la Guerra Civil. El río Guatizalema, pasando por Vadiello, corre por el monte de mi pueblo, Siétamo. Después al lado de la carretera se alza el Molino Escartín y pasando por el mismo se llega a Aineto y a Solanilla. Ya estamos cerca de Secorún y desde éste se alcanza a poca distancia, antes del Puerto del Sarrablo, el pueblo de Matidero. Tengo recuerdos de este lugar porque de él bajó a Siétamo la familia de Losfablos, compuesta por tenaces montañeses, que conservan su amor al ganado vacuno al que siguen explotando, subiéndolo en verano a Matidero y bajándolo a Siétamo en el invierno. Con frecuencia José María transporta terneros a San Sebastián. Una vez pasado el Puerto de Sarrablo, ya quedan Boltaña y L’ Ainsa, bastante próximos. Son ambos pueblos las capitales del pacífico Sobrarbe. La familia infanzona de los Villacampa poseía muchos bienes en el Serrablo y la ribera del Fiscal.En su poder estaba la tercera llave de la urna en que se conservaba el cuerpo de San Urbez.Yo tuve amistad con el Villacampa que tenía en Huesca un almacén de piensos compuestos y lo recuerdo cada vez que voy a Nocito. En esta familia hubo un Diputado a Cortes y General, hace más de un siglo, que fue condenado a muerte, pero no lo ejecutaron por los grandes méritos de guerra que había ganado. El Valle de Nocito está adosado por el Norte con la Guarguera. El Molino de Gillué fue explotado por descendientes de la familia Villacampa. La Pardina de San Juan, en el Cuello del Sarrablo, fue propiedad del ya difunto señor Don José María de Villacampa. Hoy está arrendada y explotada por vaqueros

En tanto a la izquierda de la carretera, subiendo a Boltaña, se encuentran Ordovés, Villobas con su molino, Bescós a la altura del Molino de Escartín y frente a la subida que conduce a Aineto. Pasado Escartín, se sube a Gillué. Poco después, frente a Secorún se entra en Cañardo y pronto se llega a Laguarta. En este pueblo de Laguarta nació mi amigo Angel Allué. Dicho pueblo tiene diez o dice habitantes. Lo preside una hermosa iglesia, que tiene algo de estilo románico y está recién restaurada, al contrario que la de Secorún. Se encuentra a veintitrés kilómetros de Boltaña y a cuarenta y dos de Sabiñánigo. Jesús Allué es de casa Pablo y bajó a Huesca el año 1972, donde vive con soltura, pero conservó en él, el cariño a las ovejas, que apacienta en Laguarta y va a cuidarlas a cualquier hora. Está debajo del monte Gabardón con dos mil metros de altura y antes de llegar al Puerto de Sarrablo. Esas contantes subidas a Laguarta, le hacen vivir feliz, identificando su vida en la Guarguera, con sus actividades en la ciudad de Huesca.

Aineto y Secorún están próximos y Aineto dio origen a numerosos apellidos aragoneses, como el propio de Aineto, que resuena en los oídos, pero en Secorún, también vivían nobles, aunque la vida moderna ha pretendido quitarles importancia, como el de los López, procedente de Sobás y que en el siglo XVIII, llegó a Sabiñánigo, a Secorún y a Sandiniés. Formaban Secorún veintitantas casas, era cabeza del partido y tenía abierta una Escuela. Entonces se levantaba en medio del pueblo una preciosa iglesia, que al quedar abandonada, se fue demoliendo, quedando toda revestida de yedra y ahora queda la torre y dentro de ella, se encierran unos caballos y vacas con ovejas, que dicen llegan desde Nocito. Yo conozco a la familia López de Secorún y a sus dos hijas Celia de Gil y a Elvira de Buil. Cuando tenía Celia cinco años y Elvira uno y medio, sus padres fueron requeridos a abandonar el monte de Secorún, para repoblarlo de pinos. Fueron despedidos con crueldad los habitantes de Aineto, Secorún, Artosilla, Abenilla, Bescós, Villacampa, Gillué, Espín, Fablo, etc., etc. Le decían a la gente natural de la Guarguera: “Cuidado con las cabras, que estropean los pinos y os tendremos que llevar a la cárcel”. Pero esta era una mentira, pues las cabras no perjudican a los pinos, sino que son los animales que ha creado el Señor, para guardar a los bosques de pinos. Ahora divulgan propaganda para que suelten cabras en aquellos inmensos bosques, que tienen aquella comarca invadida de madera y de leña, pero no sé si lo conseguirán. Los corazones se llenaron de tristeza, pues Celia se acuerda con gran lástima de aquel abandono y Elvira, no puede acordarse, porque tenía sólo un año y medio. Los padres tuvieron que comprar en Huesca, en la Cruz del Palmo, una torre, llamada entonces de Vicén, con sus pajares y sus cuadras y que ahora se llama Torre de López, en la que quedan el recuerdo de Secorún y de los numerosos trabajos que toda la familia realizó en dicha torre. Se murieron sus padres, uno hace treinta y siete años y su madre hace doce años, pero siguieron su vida y sus trabajos. Celia casada con José Luis Gil y Elvira con Joselín Buil, nacido en el Batán de Los Molinos de Sipán, proveniente del Castillo de San Román de Morrano. Sus costumbres eran montañesas, igual que las que habían seguido los López de Secorún, pues su padre subía las ovejas cerca de Bara, de Used y de Zamora, que tantos apellidos ha dejado a los oscenses. No están en Secorún , pero viven en un hermoso paisaje de huerta y poblado de árboles. Parece que viven solos y a muy poca distancia se encuentran envueltos en la vida de la ciudad de Huesca

En Secorún están en ruina la iglesia y el pueblo entero, pero en tiempos pasados la familia López, regaló a la parroquia alhajas y ornamentos con su escudo de armas. Ese amor y respeto al Señor, se ha conservado hasta nuestros días. Efectivamente el Padre Alfonso López López, nacido en Secorún en 1878, fue fusilado durante la Guerra Civil. Lo han proclamado Beato y después de cincuenta años, Secorún acogió la celebración de la Eucaristía para gozarse con el Beato Alfonso. Se hizo la misa en las inmediaciones de la destruída iglesia. Asistieron personas de Secorún y del Serrablo, incluso alguno que había sido bautizado con el Beato.

A mí lo que me gustaría es ver lucir el escudo de los López de Secorún, presidiendo el letrero que dice Torre de López.

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