No me acuerdo. Había, por lo viso, en
una de esas localidades un Cuartel y dentro de él, un sin número de soldados que
hasta ahora han sido siempre machos o
“mastos” y digo hasta ahora, porque con eso de la igualdad entre hombres
y mujeres, a lo mejor de ahora en adelante los ponen mezclados, con lo que se evitaría lo que pasaba en Olite, en
Tafalla o en Tudela, que no me acuerdo donde, o en Calatayud o en la
Cochinchina.
¿Qué pasó? Muy sencillo. Aquellos
soldados cuando salían del Cuartel, lo hacían como cuando en mi pueblo sueltan
los machos al “bacibo”, pues no paraban de encorrer a las mozas y algún
propasado llegaba a meterles mano. Llegaron las quejas a oídos del coronel,que
se subió a la parra y quería empaquetar a los propasados. El no tenía ese
problema, pues como era Coronel, tenía paga de tal y los soldados, como cuando yo
lo era, cobraban sólo dos reales. El capellán hombre más conocedor de las
debilidades humanas, aplacó las iras del Coronel y le dijo: “Déjemelos a mí”
Así lo hizo; reunió a todos los soldados y les habló así: “Si veo a uno de
vosotros por la calle del bracete de una tía bombón, le diré ¡Viva la madre que
te parió!, pero por favo, cuando vayáis en grupo y veáis a una chica guapa, no
os echéis encima como las moscas acuden a la miel; siempre hay alguno de
vosotros más bien plantado y más ingenioso que le pueda echar un piropo bonito,
que seguramente le agradará; a la próxima vez le podéis decir adiós, a la siguiente
hablarle y a la otra llevárosla al huerto.
¡Qué razón tenía ese mosen! Los
hombres trabajando en equipo y con un buen líder, como el soldado que echaba
los piropos pueden hacer lo que quieran, desde conquistar mujeres, pasando por
grandes obras, hasta regenerar la nación. Para regenerarla se forman equipos
políticos, que deben trabajar unidos bajo la dirección de un líder, pero en
lugar de hacer equipos, hacen partidos que como su nombre indica, parece que no
hace más que reñir entre ellos. Es como si los equipos de futbol se pegaran entre
ellos en lugar de dar patadas al balón y al portero contrario. ¿Qué consiguen
así en los partidos? En los de futbol perder y en los otros además de perder
las elecciones, perder el prestigio porque habían prometido acabar con los
pobres, y ahora dice la televisión que hay en España ocho millones de ellos. De
todas maneras, el pueblo que hace el papel de tonto, pero no lo es, ya decía
hace años: se han empeñado en acabar con los pobres pero se “jibarán”, que cada
día “en habrá” más.
Pero volvamos al capellán del
ejercito, que también aconsejaba a los soldados para sacar la conclusión de que
hay que hacer el amor y no la guerra, ya sea de sexos, de clases, de escuelas
de la patada, la de los precios de los blancos contra los negros, de la ciudad
contra los pueblos, de la industria contra la agricultura, de los agricultores
contra los ganaderos, de las mujeres contra los hombres, de los segundones
contra los herederos, de los payos contra los calés o de las suegras contra los
yernos o de las nueras contra los suegros. Luchan también los toreros por ser
el número uno; luchaban en mis tiempos Arruza para desplazar a Manolete, como
ahora lo hace Espartaco para ganarle a no sé quién. Uno dice que da mejor las
verónicas y el otro que hace mejor las manoletinas, igual que la Rocío Jurado
le dice a la Pantoja que tiene mejor delantera y ésta le dice a Rocío que tiene
mejor garrón. Así se pasan la vida, como los dos conejos que discutían sobre si
los perros que venían eran galgos o podencos y al fin se los “trincaron”. Eso
les pasará a las dos divinas, que si pechera que si pierna y mientras tanto
pasará el tiempo, se arrugarán como las pasas y los hombres se mirarán a otras
que ya vienen empujando.
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