viernes, 20 de enero de 2023

No sé si ocurrió en Tafalla o en Olite……..(Hace muchos años).

 



No me acuerdo. Había, por lo viso, en una de esas localidades un Cuartel y dentro de él, un sin número de soldados que hasta ahora han sido siempre machos o  “mastos” y digo hasta ahora, porque con eso de la igualdad entre hombres y mujeres, a lo mejor de ahora en adelante los ponen mezclados, con lo que  se evitaría lo que pasaba en Olite, en Tafalla o en Tudela, que no me acuerdo donde, o en Calatayud o en la Cochinchina.

¿Qué pasó? Muy sencillo. Aquellos soldados cuando salían del Cuartel, lo hacían como cuando en mi pueblo sueltan los machos al “bacibo”, pues no paraban de encorrer a las mozas y algún propasado llegaba a meterles mano. Llegaron las quejas a oídos del coronel,que se subió a la parra y quería empaquetar a los propasados. El no tenía ese problema, pues como era Coronel, tenía paga de tal y los soldados, como cuando yo lo era, cobraban sólo dos reales. El capellán hombre más conocedor de las debilidades humanas, aplacó las iras del Coronel y le dijo: “Déjemelos a mí” Así lo hizo; reunió a todos los soldados y les habló así: “Si veo a uno de vosotros por la calle del bracete de una tía bombón, le diré ¡Viva la madre que te parió!, pero por favo, cuando vayáis en grupo y veáis a una chica guapa, no os echéis encima como las moscas acuden a la miel; siempre hay alguno de vosotros más bien plantado y más ingenioso que le pueda echar un piropo bonito, que seguramente le agradará; a la próxima vez le podéis decir adiós, a la siguiente hablarle y a la otra llevárosla al huerto.

¡Qué razón tenía ese mosen! Los hombres trabajando en equipo y con un buen líder, como el soldado que echaba los piropos pueden hacer lo que quieran, desde conquistar mujeres, pasando por grandes obras, hasta regenerar la nación. Para regenerarla se forman equipos políticos, que deben trabajar unidos bajo la dirección de un líder, pero en lugar de hacer equipos, hacen partidos que como su nombre indica, parece que no hace más que reñir entre ellos. Es como si los equipos de futbol se pegaran entre ellos en lugar de dar patadas al balón y al portero contrario. ¿Qué consiguen así en los partidos? En los de futbol perder y en los otros además de perder las elecciones, perder el prestigio porque habían prometido acabar con los pobres, y ahora dice la televisión que hay en España ocho millones de ellos. De todas maneras, el pueblo que hace el papel de tonto, pero no lo es, ya decía hace años: se han empeñado en acabar con los pobres pero se “jibarán”, que cada día “en habrá” más.

Pero volvamos al capellán del ejercito, que también aconsejaba a los soldados para sacar la conclusión de que hay que hacer el amor y no la guerra, ya sea de sexos, de clases, de escuelas de la patada, la de los precios de los blancos contra los negros, de la ciudad contra los pueblos, de la industria contra la agricultura, de los agricultores contra los ganaderos, de las mujeres contra los hombres, de los segundones contra los herederos, de los payos contra los calés o de las suegras contra los yernos o de las nueras contra los suegros. Luchan también los toreros por ser el número uno; luchaban en mis tiempos Arruza para desplazar a Manolete, como ahora lo hace Espartaco para ganarle a no sé quién. Uno dice que da mejor las verónicas y el otro que hace mejor las manoletinas, igual que la Rocío Jurado le dice a la Pantoja que tiene mejor delantera y ésta le dice a Rocío que tiene mejor garrón. Así se pasan la vida, como los dos conejos que discutían sobre si los perros que venían eran galgos o podencos y al fin se los “trincaron”. Eso les pasará a las dos divinas, que si pechera que si pierna y mientras tanto pasará el tiempo, se arrugarán como las pasas y los hombres se mirarán a otras que ya vienen empujando.

 

 

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