Yo tengo un recuerdo sagrado de los pastores con los
que he convivido y es que Silvestre Bara, que estuvo de pastor en mi casa antes
de la Guerra Civil, y durante la misma,
tuvo que separarse del dueño del ganado. Aunque apartado del dueño, no
se separó del rebaño, para que una vez
acabada la trágica lucha, pudieran reunirse otra vez, en Siétamo el dueño, el
pastor y las ovejas. Pero en aquellos tiempos en que las vidas humanas peligraban,
las de los animales desaparecían rápidamente por el hambre que envolvía
las tristes vidas de los ciudadanos. ¿Qué hizo a Silvestre volver, después de una guerra, a la antigua
“tiña” o paridera de su amo, rodeado de ovejas?. Tenía Silvestre un gran
sentido de la responsabilidad, una gran fidelidad a su “amo”, que tenía que
demostrar cuidando sus ovejas, a las que amaba
enormemente, llegando a identificarse con ellas, que formaban un cuerpo
colectivo o un rebaño y él se constituía en su cabeza, para buscarles alimento,
cuidarlas, esquilándolas en su momento y apartándolas del peligro de ser
robadas y sacrificadas por los que apetecían sus carnes. En nuestra era
quemaron todos los pajares y cuando estaba pasando el fuego a través de un
grueso madero a la paridera, Silvestre se dio cuenta y en lugar de huir, apagó
el fuego echando cubos o pozales de agua. Todos los pastores tenían alguna
oveja preferida, con la que se entendían hasta casi identificarse, pues cuando
ellos comían sentados debajo de una carrasca, le daban a su amiga algún trozo
de su pan. Como he dicho, a las ovejas
les combatía las pulgas y les quitaba las “caparras” o garrapatas, que chupaban su sangre. Cuando llegabas a
hablar con el pastor Silvestre, junto a él se encontraba alguna oveja
“panicera”. Esto de mimar a las ovejas,
me recuerda a un señor de Huesca, que llegó a fabricar alimentos para
millones de animales, ya que siendo todavía un niño que vivía en un molino al
lado del río, donde poseían una docena de ovejas, escuchaba las palabras que su
padre y su madre, que le decían al pastor, que él, como todos sus compañeros,
siempre tendrían un pan encima de la mesa. Tal vez ese pan no sea siempre
tierno, pero no les faltará, decían los abuelos. El pastor pasaba todos los
días por nuestra casa o nuestro molino(como decía mi amigo), junto al río
Isuela, para integrarlas en el rebaño colectivo de todo el pueblo. Pero las
ovejas, por la ya obscura tarde, volvían
solas al molino, y el amo, es decir su padre, salía a recibirlas para echarles
alfalfa en aquellos días invernales en los que en el monte ya no salía yerba.
Cuando ya se había disuelto el rebaño por las casas del pueblo, el pastor se
daba una vuelta por el molino; entonces hablaba con el molinero y éste le solía
dar pan o algún bocado de carne del cerdo que habían matado o algún trozo de
torteta o algún gancho de morcilla, igual que el pastor había regalado con su
pan de cada día, durante todo el día a sus ovejas “paniceras”, que le ayudaban
a dirigir la marcha colectiva del rebaño. No sólo era el pan y la morcilla lo
que querían el “amo” y el pastor, sino que tenían necesidad de comunicarse ente
ellos y hablaban, unas veces del tiempo, al que el pastor seguía su curso,
cuando en el monte ojeaba el horizonte, miraba la Sierra y las nubes del cielo.
Algunas veces pronosticaba que las boiras iban a echar el agua sobre los
campos, porque veía como se movían las nubes en la Sierra y los aires que
soplaban por allá arriba, les proporcionaban humedad El pastor demostraba su inteligencia cuando,
después de pronosticada, la lluvia mojaba los campos y las casas y refrescaba
los rostros de las personas y la lana de las ovejas, que no dejaban pasar el
agua hasta su piel, porque se sacudían la lana y el agua caía. El molinero y
sus hijos admiraban el poder de observación del pastor y de tanto hacerlo se
convirtió, como dice mi amigo, en un sabio. Mi amigo sigue pensando y tiene
inquietudes en su cabeza, que le hacen a uno reflexionar sobre el porvenir de
la humanidad. No quedan ya casi pastores ni ovejas, lo que hace pensar de donde
en España se sacará la carne de cordero. Está claro que habrá que comprarla en
el extranjero y cara. Algo veremos.
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