Como todo el
mundo ,tengo mis ocupaciones y mis preocupaciones, que son culpables de que no
me fije en aspectos de la vida,que por su belleza la hacen más agradable. Llevo
algunos días pendiente de un nido de jilgueros y pasando miedo por el fracaso
de un acontecimiento tan sencillo y aparentemente tan intrascendente como es la
cría de algunos pajarillos.
¨Estaré
chalado por preocuparme de tan poca cosa, teniendo planteados tantos
problemas?.Pienso que no puedo ser un Quijote exclusivamente preocupado por las
cardelinas ,ni un Sancho Panza entregado absolutamente a los tráfagos y
trabajos del vivir diario, debe haber tiempo para holgar pensando y observando
y tiempo para trabajar, pero volvamos a la historia de las cardelinas.
Cuando era
niño y allí en Siétamo me juntaba con otros, trataba de sacarles donde
había algún nido, que ellos conocían y trataban de mantenerlo secretamente; para
ello les decía : me se un nido de cardelina!, con el fin de que ellos me
revelaran sus conocimientos, para que yo les contara mi falso secreto .En
seguida empezaba uno a decir: yo me se un nido de "gurrión", el otro
seguía : y yo uno de aloda, continuaban todos revelando sus conocimientos hasta
que el último afirmaba conocer un nido de "güitre". El estímulo mutuo
nos llevaba a soñar mentiras y a decirlas.
Poco respeto
teníamos a los nidos y sin embargo
abundaban los pájaros.En la vieja acacia de la fuente anidaban todos los años
las cardelinas y el Señor Martín de Concha Ferrando, cuando las crietas ya eran
volanderas, las metía en una jaula, que depositaba en la ventana de la Señora
Marcelina ,que está frente a dicha acacia y los padres les llevaban
"o cibo" ,el cebo hasta que alcanzaban su desarrollo. Pero el Señor
Martín debía tener cuidado porque las cardelinas mayores ,cuando ya tenían
criados a sus hijos,al verlos prisioneros ,les daban algún alimento venenoso
que los mataba, por lo que debía darlas o venderlas para evitar tal tragedia.
Qué amor a la libertad tienen las cardelinas
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