El día 16 de Noviembre del año 1999, por Huesca pasaron los
corredores ciclistas, que se encontraban participando en la Vuelta a España.
Eran aproximadamente las once de la mañana y yo, en el coche, iba desde Huesca
en dirección a Siétamo. Estaba la salida de la ciudad llena de gentes para
contemplar y animar a los ciclistas. Los coches iban despacio porque eran de
periodistas, de dirigentes de los equipos y de organizadores de la Vuelta, que
lo que querían y debían hacer era acompañar a los participantes en la Vuelta.
Había personas que querían ver la carrera en el empalme de Quicena, en el de
Tierz, en el de Loporzano y en el mismo Siétamo había espectadores y me puse de
observador en una ventana, viendo la carretera llena de gente, pasando con
frecuencia helicópteros en dirección a Barbastro, pero, en esta observación lo
que me llenó de gozo fue el hecho de ver a aquellas golondrinas, que hacía ya
muchos días que habían desaparecido de la vista de los habitantes de Siétamo.
Había llegado la época de emigración de las golondrinas al continente africano
y por este medio mes de Noviembre, ya no
se veían por nuestro Somontano volar las golondrinas, pero en aquellos momentos
en que ya habían desaparecido, se volvieron a ver la vuelta Ciclista a España
por los cielos de Siétamo, lo que
pareció que también ellas estaban esperando el paso de la Carrera.
Entonces me acordé que el año anterior, ocurrió lo mismo que
este año. ¿No sería la causa de este cambio en el viaje de regreso de Europa a
las Africas, se debiera a que el bienestar de algunas de ellas en el Sur
de Francia, las invitara a gozar unos
días más en tales tierras?. O tal vez se quedaran algunos días de más, porque
estuvieran acabando de criar alguna nidada de sus hijos o porque el tiempo que
hacía en en su habitual lugar de refugio veraniego, era todavía agradable,
abundando los mosquitos con los que se alimentaban, pero no les quedaba más
remedio que empezar su carrera al norte de Africa.
Al poco rato pasaron presurosos los participantes en la
carrera ciclista, desaparecieron los espectadores de la misma y tratando de
localizar a las golondrinas, ya no las vi más. Los coches de la Vuelta a España
hacían sonar sus bocinas, los helicópteros se dejaban oír con intensidad y los espectadores gritaban
animando a los valientes de las bicicletas. Estas no hacían ruido como
no lo hacían tampoco las golondrinas, con su vuelo más veloz que el correr de
los ciclistas.
Durante unos minutos corredores y golondrinas mantuvieron mi
ilusión, pero aquello duró esos minutos escasos. Unos buscaban la gloria de la
victoria en la carrera ciclista y por
qué no decirlo y el dinero para resolver
los problemas de su vida y de la vida de los suyos,en tanto ellas, las
golondrinas hacían otra carrera,esta vez aérea, sin ganas de ganar a sus compañeras, pero solidarias con ellas.
Dicen que también vuelan hacia Africa por la noche y allá llegarán viendo otras
tierras y otros habitantes, muchos de los cuales también hacen su “carrera” a
través del Estrecho.
Los hombres unas veces gozan cuando ganan, otras sufren
cuando pierden o se caen coo nuestro querido Escartín y otros naufragan, pero
las golondrinas, aunque también mueren son felices,gozando de dos o tres
patrias.
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