La “Siña Concha” o Concheta, para
los parientes y amigos, era una mujer pequeña de cuerpo y grande de espíritu.
Sus ropas también eran antiguas, pues tapaba su cabeza con un pañuelo negro,
que la cuidaba del sol y del viento. Cubría su tórax con una blusa de estilo
antiguo, y acababa en el suelo su ropa, con unas enormes faldas negras, de la
misma negritud que el resto de su ropa con unas enormes faldas negras. Calzaba
sus pies con unas alpargatas también negras, sobre las cuales subían por sus
piernas, unas medias también negras. Toda su persona estaba cubierta de negro,
pero su alma era blanca y amaba a todo el mundo.
Le gustaban los pequeños
animales, como los conejos chinos de colores variables y jugaba con ellos como
una niña con sus juguetes.
Cada día, antes de la Guerra, nos acompañaba a dormir en nuestras
camas, pero algunas veces, antes, nos
llevaba a comer a su casica con un
sobrino sin padres que era “corneta” en
el Ejército y como no tenía vivos a sus
padres, amaba con locura a su tía Concha.
¡Qué cariño nos tenía la señora
Concha, porque interpretaba la Guerra Civil, que ella estaba viendo venir. No sabía sí serían unos u otros los que entrarían a
gobernar. Ante aquella lucha que veía venir, porque rascándome las espaldas,
gritaba: ¡ay,” jo mío,” ladrón de Gobierno, tú serás un rey con lo que saques
del Gobierno”. La señora Concha, no tenía estudios sobre economía, pero se daba
cuenta de que había personas que hacían vivir a todo el mundo y otras que
querían destruir la vida de muchos, para crear un “mundo feliz”, en qué serían
otros dirigentes de la Sociedad los que dominarían el gobierno del Mundo.
Yo, entonces no me daba cuenta de los
problemas sociales, que se presentaban en la mente de una “mujer antigua,
vestida con sayas y alpargatas”, que sufría por el problema del bienestar de la
Humanidad. ¿Qué pensaba de mi porvenir la señora Concha?. Ella quería que
viviese cómodamente “siendo ladrón de gobierno”, pero de ¿qué gobierno?, ¿del
democrático o de alguno de los dictatoriales?.
No, ella no quería que yo fuese “ladrón de gobierno”, sino como ella,
trabajadora y honrada.
Pero esta circunstancia no se dio
en el pueblo de Siétamo, sino que en Siétamo aparecieron la guerra, el fuego y
la sangre. Y fue Concheta la que impidió
que ardiera el total del pueblo de Siétamo. Cuando el Gobierno Republicano según algunos, dominó en Siétamo y según otros, los luchadores
sindicalistas y en realidad la confusa mezcla de unos y de otros, estaba ya el
pueblo de Siétamo semidestruído, pero un
grupo de “creadores de nuevos pueblos “, alegres y contentos “con su afán
constructivo de nuevas poblaciones, pasaban por la Plaza Mayor de Siétamo ,con
botellas de gasolina, destinadas a encender la casa grande, que se encuentra al
lado de la Iglesia. Es Casa Almudévar, que querían abrasar y todos contentos y
felices, se encontraron con la Señora Concha o Concheta, que les preguntó que
dónde iban. Ellos le contestaron que a quemar Casa Almudévar. Concheta, que
estaba satisfecha de cuidar a los hijos de Almudévar, se llenó de dolor y les
dijo: “si hacen la quema de esta casa de
Siétamo, donde tantos hijos de este pueblo han trabajado y se han
alimentado en ella, nos echaremos a llorar, déjenla sana y fuerte, donde
vuestro jefe Durruti, establecerá su vivienda” .Aquellos hombres reflexionaron
y dijeron: Vamos a dejar de que se queme
la casa para que aquí dentro podamos dormir, cuando llegue el frío. Y a escaso
tiempo llegó Durruti a Siétamo y con gran satisfacción se instaló en la casa,
que dejaron sin abrasar. Durruti no tendría la crueldad de otros
“Guerrilleros”, que parecían hacer la Guerra por su cuenta particular, pues
empleaba como su ayudante a un sacerdote, de los que en el frente de Huesca
mataron a cada clérigo que podían coger prisionero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario