domingo, 12 de mayo de 2019

A Ignacio Almudévar. Por el hijo de Siétamo, Ramón Pisa.


         
                               
Como asiduo lector del periódico Nueva España, leo todos tus escritos que en el citado periódico se publican, pero entre todos los publicados, el que más emoción sentí al leerlo, fue el aparecido el día de Año Nuevo, sobre la “Señora  Concheta”, como tú la llamas, hasta el punto de que se me puso la carne de gallina, como se suele decir, y las lágrimas estuvieron a punto de saltarme.
Para los que no conocen a esta señora, poco impacto les podía hacer este artículo, pero para los que fuimos bautizados en la misma pila, o convivieron con ella, creo que les sucedería lo mismo que a mí.
Yo no voy a escribir sobre ella, porque lo dices tú todo, voy a escribir sobre tu persona, pero no sé si sabré describir todas las virtudes que en ti concurren,  y todas las que tú mereces.
Para ti,  los pecados capitales sobran, porque derrochas humanidad a raudales, tu modestia reina en ti como principal virtud, en cuanto honradez no hay quien lo ponga en duda. ¡Cuántas personas que no han nacido en una cuna de tantos quilates como la tuya, quieren ostentar todo esto que tú tienes!
Abundan muchas personas que al llegar a ostentar un cargo político de alguna categoría, por el dedo caprichoso de otra persona, se enorgullecen tanto que aun habiendo sido viejo conocido, te niegan el adiós al pasar por su lado, o sea, que se les sube el cargo a la cabeza, como vulgarmente se dice, también les suele suceder  a bastantes que de pobres han llegado a ricos.
Tú, Ignacio tienes como lema el trabajo, desde muy joven, ya fuiste pionero de de la explotación de una granja de gallinas, en colaboración con Laureano Ciprés, en vuestra propiedad de la Torre de Casaus, te he visto como veterinario en los almacenes Escartín, y hoy, en la actualidad en el Matadero Municipal, todo esto te enaltece, mucho más ante los que te conocemos, ya que todos tus antepasados, aunque también tenían todas las virtudes que tú tienes, vivían más opulentamente, desde tener cuatro muchachas de servicio, una legión de personas para trabajar las tierras, y un coche de caballos con su cochero para venir de Siétamo a Huesca todos los días.
Cuando hicieron aparición los coches de motor, el primero que había por todos este contorno lo  tuvieron en tu casa; para todo el pueblo fue un acontecimiento y más para nosotros que entonces éramos muy jóvenes. Recuerdo que lo conducía tu tío José María,  y tu abuelo le hacía la advertencia de que no corriera mucho, ya que aquellos coches no estaban inventados para correr.
Como alcalde de Siétamo también has sido pionero en el adecentamiento del pueblo, pero además no sólo has arreglado la Plaza Mayor, por estar allí ubicada tu casa, sino que la pavimentación ha llegado hasta el último rincón del pueblo, desde luego con la colaboración de todos los vecinos; muchos alcaldes se podrían mirar en tu manera de proceder.
Muchas más cosas te podía contar, tanto de ti como de tus hermanos, que todos se han dedicado al trabajo, pero con esto que me ha venido a la memoria después de leer esa colaboración tuya en Nueva España, me doy por satisfecho, más viendo que lo hago antes del día de las alabanzas, pues ya que casi siempre se suelen hacer después de que uno muere.
                                                                                                                         Ramón Pisa

2 comentarios:

  1. Que maravilla y bendición... Yo pude conocerlo en persona al Sr Ignacio Almudevar Zamora... Un cuentista excelente. Y escucharlo de su propia voz fue mágico... Me siento bendecida siendo que amo la Historia... Junto al Sr la pude palpar...

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    1. Muchas gracias por su amable comentario.También he publicado escritos de la Argentina.He conocido al argentino Rafael Videla ,en Sietamo, y me admiro de su conocimiento de poesías argentinas.

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