sábado, 11 de mayo de 2019

Las Confesiones, de San Agustín, comenta su obra, de tiempos del Imperio Romano.





San Agustín de Hipona, escribió  en  los  año 397 y 398 d.C., sus Confesiones. Este teólogo africano, nació el año 354 d. C. y murió el año de 430 d.C. En su juventud no fue fiel a la Iglesia Católica, pero reflexionando sobre sus estudios teológicos, se convirtió en Obispo Católico. La Iglesia lo considera como “el autor de la visión de la Iglesia Católica sobre el amor y la relación espiritual con Dios”. La Iglesia Católica piensa en él, como uno de sus más notables santos, colocándolo con San Jerónimo de Estridón, San Gregorio Magno y San Ambrosio de Milán.  Escribió Las Confesiones de San Agustín, que se puede señalar como una “conversación de este Santo católico con Dios”.
Esta obra parece ser la primera autobiografía, que se ha escrito en el mundo occidental. Escribió San Agustín, sobre sus primeros años, en que practicó el Maniqueismo. Pero no fue hasta su madurez cuando San Agustín, se entregó al catolicismo, lo que se deduce de lo que escribió sobre su comportamiento, como un católico converso.   
San Agustín de Hipona era hijo de la Santa Mónica, cristiana de Argelia, donde no llegó el Corán hasta después del año 711. Agustín estaba  dominado  por la  herejía  maniqueísta,  pero cuando viajó a Italia, ”pudo  Agustín descubrir en Milán al  genuino y más antiguo Cicerón y su retórica filosófica” y así mismo , tal vez recibió ayuda  en las ideas más antiguas de este filósofo. Pero San Agustín  no  descubre  en  los  libros  de  los  platónicos  que : “el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros…”. San  Agustín  no  encuentra  en  los  neoplatónicos el hecho de la Encarnación, la Pasión y la Resurrección del Verbo, es decir los misterios sobrenaturales del cristianismo. Las ideas del prólogo del Evangelio de San Juan, es el más antiguo  del  siglo I,  pues son el hecho de la Encarnación, la Pasión y la  Resurrección  del Verbo, son los misterios  sobrenaturales  del cristianismo. El Señor adopta a los hombres como parte humana en la Naturaleza del Hijo.
Es tan profunda la sabiduría de San Agustín, que dice en el Capítulo XIV de sus Confesiones: 17. “Maravillosa profundidad la de tus Escrituras, cuya superficie ved que aparece ante nosotros acariciando a los pequeñitos; ¡ pero maravillosa profundidad la suya, Dios mío, maravillosa profundidad!. Horror me causa fijar la vista en ella, pero es un horror de respeto y un temor de amor……..Mas he aquí otros, no reprensores, sino alabadores del libro del Génesis, que dicen: No es esto lo que quiso que se entendiera en estas palabras al Espíritu de Dios, que es quien escribió estas cosas por medio de Moisés tu siervo, no quiso que se entendiera eso que tú dices, sino otra cosa: lo que decimos nosotros. A los cuales, tomándote a ti, ¡oh Dios de todos nosotros!, por árbitro respondo de  esta  manera.- ¡Profunda respuesta, que es un horror de respeto y un Evangelio de San Juan de amor!. Han pasado siglos, pero San Agustín, que une los escritos del Evangelio con  los tuyos, causa en los espíritus,  un respeto inmenso
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

“Yo, el conde de Aranda”, por José Andrés Alvaro Ocáriz.-

                      El día uno de Febrero, tuvo lugar en Siétamo, la presentación del libro “Yo, el Conde de Aranda” por Don José Andrés...