San Agustín de Hipona, escribió en
los año 397 y 398 d.C., sus
Confesiones. Este teólogo africano, nació el año 354 d. C. y murió el año de
430 d.C. En su juventud no fue fiel a la Iglesia Católica, pero reflexionando
sobre sus estudios teológicos, se convirtió en Obispo Católico. La Iglesia lo
considera como “el autor de la visión de la Iglesia Católica sobre el amor y la
relación espiritual con Dios”. La Iglesia Católica piensa en él, como uno de
sus más notables santos, colocándolo con San Jerónimo de Estridón, San Gregorio
Magno y San Ambrosio de Milán. Escribió
Las Confesiones de San Agustín, que se puede señalar como una “conversación de
este Santo católico con Dios”.
Esta obra parece ser la primera
autobiografía, que se ha escrito en el mundo occidental. Escribió San Agustín,
sobre sus primeros años, en que practicó el Maniqueismo. Pero no fue hasta su
madurez cuando San Agustín, se entregó al catolicismo, lo que se deduce de lo
que escribió sobre su comportamiento, como un católico converso.
San Agustín de Hipona era hijo de
la Santa Mónica, cristiana de Argelia, donde no llegó el Corán hasta después
del año 711. Agustín estaba dominado por la herejía maniqueísta, pero cuando viajó a Italia, ”pudo Agustín descubrir en Milán al genuino y más antiguo Cicerón y su retórica
filosófica” y así mismo , tal vez recibió ayuda en las ideas más antiguas de este filósofo. Pero
San Agustín no descubre en los libros de los platónicos que : “el Verbo se hizo carne y habitó entre
nosotros…”. San Agustín no encuentra
en los neoplatónicos el hecho de la Encarnación, la
Pasión y la Resurrección del Verbo, es decir los misterios sobrenaturales del
cristianismo. Las ideas del prólogo del Evangelio de San Juan, es el más
antiguo del siglo I,
pues son el hecho de la Encarnación, la Pasión y la Resurrección
del Verbo, son los misterios sobrenaturales
del cristianismo. El Señor adopta a los
hombres como parte humana en la Naturaleza del Hijo.
Es tan profunda la sabiduría de San
Agustín, que dice en el Capítulo XIV de sus Confesiones: 17. “Maravillosa
profundidad la de tus Escrituras, cuya superficie ved que aparece ante nosotros
acariciando a los pequeñitos; ¡ pero maravillosa profundidad la suya, Dios mío,
maravillosa profundidad!. Horror me causa fijar la vista en ella, pero es un
horror de respeto y un temor de amor……..Mas he aquí otros, no reprensores, sino
alabadores del libro del Génesis, que dicen: No es esto lo que quiso que se
entendiera en estas palabras al Espíritu de Dios, que es quien escribió estas
cosas por medio de Moisés tu siervo, no quiso que se entendiera eso que tú
dices, sino otra cosa: lo que decimos nosotros. A los cuales, tomándote a ti,
¡oh Dios de todos nosotros!, por árbitro respondo de esta manera.- ¡Profunda respuesta, que es un horror
de respeto y un Evangelio de San Juan de amor!. Han pasado siglos, pero San
Agustín, que une los escritos del Evangelio con
los tuyos, causa en los espíritus,
un respeto inmenso
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