martes, 7 de mayo de 2019

CASTILLO DE TORRES SECAS




Me ha  llevado  mi  hijo  Manolo  a  contemplar  la belleza del Castillo de Torres Secas y al mismo tiempo discurriendo sobre el camino, él y yo, mirábamos aquellos grandes espacios de tierras, que hacen contemplar aquellas grandes superficies de cereales, de un color verde,  que  en aquellas pardas superficies, han adoptado al llegar la primavera. Por el Norte lejano se estiraba una   cordillera  subpirenaica, que dicen no alcanza la altura del Pico de Guara. Esta tierra  que  en  ocasiones, da la impresión de un desierto, pero hoy en un día  mayenco, parecía ser una enorme pradera.
Desde los pueblos de  Huerrios  y de Banariés, entró el coche en un ancho camino de suelo de tierra, por el que se observaban los campos y sus verdes cereales, pero   no se veían más que escasos edificios de un buen aspecto, sino de ruinosas reliquias urbanas. A lo lejos se veía alguna finca, que  desde  siglos, había sido cultivada primero por conquistadores y después por sus nobles sucesores.  En las cercanías del camino se veía una nave, toda ella levantada con cemento, que contenía a los lados de su puerta principal, unos adornos geométricos, que le daban al edificio una elegancia urbana. Hoy en día produce tristeza su arquitectura, porque recuerda el esfuerzo artístico de unos técnicos en su construcción, ya que recuerda la muerte de   esos   artistas,  que añadieron al edificio aquella llamada a los adornos clásicos. Su color, por el paso de muchos años por su estructura, era oscuro, como de un cemento que durante muchos años se han vuelto de un color mortecino, aquellas paredes  y  sus adornos.
 En un documento de Sancho Ramírez, por los años de 1093, obligaba a los señores de  Ayerbe y San Juan de la Peña a pagar las parias recibidas.  Como edificio antiguo en la actualidad, se ha apreciado   la  cimentación que es  prueba  de  la antigüedad  de la iglesia de San Lorenzo, que ya estuvo dedicada al culto divino, en época medieval, antes de renovarse con la posterior iglesia.
Al lado de la Iglesia, se construyó una  Torre  en  el siglo XVI. En ella vivió un Señor de apellido Madurga  y en el año de 1617, Faustino Cortés, que fue Vizconde de Torres Secas, hizo construir un recinto amurallado, que realizó Juan Dufort. Ha sufrido este edificio varias modificaciones porque se ha  hallado  habitado  hasta hace muy pocos años, pues incluso ahora,  vive una señora Veterinaria, casada con un señor Madurga.
Forma este Castillo un conjunto amurallado de unos cuarenta metros de lado, desde cuyas almenas está realizando dicho conjunto, la labor de un bello adorno. Al lado de una Torre, destinada   a   vivienda  se encuentra, con una iglesia, dedicada a San Lorenzo y un aljibe. Todos estos edificios, están fabricados con silla de sillería. Toda esta construcción se encuentra separada por otros edificios auxiliares. Forma esta construcción un Castillo- Palacio de  Torres  Secas.
Por sus alrededores se encuentran balsas para acumular aguas naturales, pero que los tiempos modernos han renunciado a su uso, porque el noble Caballero  Madurga  al que conocí hace ya muchos años en el Comercio de  productos alimenticios de animales Escartín, en el Coso Bajo de Huesca, murió. Su familia decidió venderse gran pate de la Finca  Modelo  del  Señor Madurga.
Ha llovido estos días, pero no vi ninguna balsa llena de agua. En una de esas balsas, muy próximas al Castillo, observé un gran rebaño de cabras y de ovejas, pasando por la superficie de una balsa, pero no vi brotar agua por ella. Pero esta finca siempre ha buscado producciones útiles, como ahora los cereales, pero los nobles dueños de esta finca, tuvieron una época en que criaron caballos, nobles animales, necesario su uso para vivir lejos de Huesca y de Almudévar. Criaron multitud de caballos, que usaban y comerciaban sus habitantes, para vivir la vida humana,   con  sus  necesidades  alimentarias,  intelectuales, festivas, de ferias y de actividades burocráticas.
Cuando uno contempla el aspecto de esta  finca  urbana  y  agrícola,  al mismo tiempo, se siente un tanto triste por haber perdido sus actividades del cultivo de la cultura escolar, donde un amigo mío, el Maestro Nacional,  que cultivaba las inteligencias de los niños en las  escuelas abiertas por  el Señor Madurga.  Estuve con este Maestro trabajando con él, en los Almacenes de  Escartín  de  Huesca  y  me  hablaba de la actividad humana de estos niños que cada día acudían en aquel lugar que trataba de dar categoría intelectual a aquella zona casi solitaria, en aquella zona debajo de las Sierras y encima de las tierras de Almudévar.
 En aquella amplia tierra verde en el Mes de Mayo, ahora se siente la soledad de aquellos campos, en que el paso de un gran rebaño de ganado lanar, mezclado con cabras productoras de leche, que hacen recordar la actividad agrícola de las personas mayores, en el campo y  la  intelectual  de los niños en la  Escuela. Aquel Castillo que dominaba desde lo alto la actividad de las personas cuidando los ganados y la tierra, miraba al cielo y ahora casi no tiene necesidad de observar actividades en aquellas llanuras inmensas. ¡Soledad, soledad reina en los alrededores de aquella campiña solitaria, pero sus dueños conservan y cultivan el amor a esta tierra antigua y  hoy  casi  solitaria!.
     

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