El Domingo último del mes de
Julio, a las diez de la mañana, encontré rodeando varios veladores, con sus sillas
ocupadas por varios ciclistas en el espacio en que se goza de la sombra de los árboles de la Paúl,
desayunando, para hacer su dominical paseo ciclista por una parte del espacio
del Somontano Oscense. Me senté al lado de los veladores que ocuparon los
ciclistas, de los cuales conocía a bastantes de ellos, entre los cuales estaba
José María Caudevilla de Barluenga, en
cuyo domicilio pasé cuando yo era más joven, muchos
ratos, acompañando a su familia, que me contaba como cuando era todavía
un niño, y estaba en el pueblo de Ola, trabajando en el arado de la tierra o en
la trilla de los cereales, ayudando a su
padre. También estaban, entre otros muchos ciclistas, José Manuel Ballarín,
dueño de dos tiendas Fotoactivas, una en la Avenida de la Paz y otra en la
Plaza de Santo Domingo, Miguel Angel Romero, fotógrafo del Club, como el Fotógrafo del Club José Manuel
Ballarín, entrenado en la Fotoactiva y a Juan Carlos Esco, Fernández del Toro y
otros aficionados a la bicicleta, que formaban un equipo lleno de humor y
sacrificado en el deporte, porque tomaban su desayuno, privado del alcohol y
amante del deporte. No pude hacer brillar los apellidos de muchos otros
deportistas de la bicicleta, pues tenían prisa por seguir su ruta.
El eficaz experto en el Ciclismo, Joaquín
Ballarín, antes de arrancar su ruta para completar su marcha deportiva e
intelectual, tuvo la amabilidad de servirme un café cortado, con el que me
despidió. Concretaron su ruta, que dijeron que llegarían a Angüés y seguirían
por Torres de Montes, Pueyo de Fañanás, Alcalá del obispo para llegar a Huesca.
Antes de llegar a Siétamo observaron cómo estaban marcadas varias señales, al
lado mismo de la Autovía en las ruinas del antiguo pueblo de Quinto. Los
constructores de la ruta quieren dejar recuerdos de Quinto, nombre del quinto
miliar de la ruta desde Huesca hasta Alquézar. Está su influencia casi olvidada
en la Historia del Somontano, pero la lucha por la técnica de la circulación,
hará que se recuerde la Historia de Quinto, donde San Urbez en los años de
setecientos y pico, en qué bajaba el Santo del Convento Pirenáico- Somontanés a cuidar el ganado lanar
al monte del Saso de Ola, hasta el pueblo de Quinto. En Ola habitaban moros,
pero en Quinto vivían cristianos, cuyos hijos desaparecían de su pueblo,
antigua colonia romana, requeridos por la sociedad cristiana de aquellos
tiempos.
En Ola vivió durante los años de
la Guerra Civil el padre
del ciclista Caudevilla de Barluenga, hasta que subió a
vivir de nuevo a este lugar. En este pueblo de Barluenga vivía con gozo
acordándose del paso de San Urbez a Ola
para cuidar el ganado del Monasterio Pirenáico, al que pastoreaba. Dormía sobre una
losa de piedra, que sería de algún moro y que todavía se conserva en casa Otal
de Ola. Para la Guerra Civil
destruyeron la estatua de San Urbez, que se veneraba en la Iglesia, pero
el Señor Otal compró una nueva, que todavía se conserva.
Hay muy poco escrito sobre la
vida sacerdotal y pastoril de San Urbez en Ola, pero este santo, dormía sobre
una roca y se desplazaba con frecuencia al Convento-Monasterio de la Val D’Onsera, punto de unión de los Montes
Pirineos con el Somontano. Además
regaba el monte de Ola y el de
Siétamo, desde lugares en que manaba agua, que llegó a suministrar a los
aviadores sin motor, en Monflorite. Son muchas las actividades que realizó San
Urbez y
no es extraño, porque vivió más de cien años. Nada menos que los años
del setecientos y los recientes de la aviación en Monflorite.
Los caminos que subían al pequeño
Monasterio de los Pirineos, que estaba dominado por los Cristianos, no eran
cuidados por sus habitantes y en cuanto llegaban más al Sur ya eran los caminos
fáciles de transitar por ellos. Los cristianos estaban refugiados contra los moros
en San Martín de la Val D´Onsera, en esas tierras quebradas de esas montañas. Y
todavía siguen quebradas las rutas que conducen a dicho pequeño Monasterio, de
tal forma que es imposible subir a él, montado en vehículos. No falta agua en
este pequeño Monasterio, que se desprende por las roca desde las alturas, como
mana caudalosa cerca de Ola, donde yo he bebido acompañado por Fernando
Caudevilla de Ola, contemplando al lado de la fuente, donde se encuentra, un depósito, que se levantó para suministrar
agua al Campo de Aviación de Monflorite. Hoy ya no necesitan ese suministro de
agua, porque el Campo ha hecho llegar aviones desde Madrid.
Hay una diferencia entre la
Sierra, donde se refugiaban los cristianos con la del sur de la misma y es que
éstos tenían que esconderse de los moros, para reconquistar su tierra. Una
prueba la da San Urbez, que se refugiaba en la Sierra y desde allí bajaba a Ola
a cuidar sus ovejas. Había una pequeña convivencia entre cristianos y moros y
San Urbez, bajaba a Ola y subía a su convento en la Sierra. San Urbez nació el
año de 702 y han pasado ya unos 1.384 años.
Los ciclistas pasan con
frecuencia por delante del solar donde
estuvo edificado Quinto y reciben una lección de Historia por su paso y sienten
curiosidad por la forma que le van a dar
a este solar. Instantes después de pasar por delante de Quinto, llegaron a
Siétamo y en el Café, pararon a tomar un trago. Saludé a los conocidos y al
marcharse, nos despedimos y salieron corriendo por aquellos pueblos, después de
correr un trayecto de 90 kilómetros.
Hicieron una salida del Club
Ciclista Oscense, cuyos miembros volvían a recordar las viejas vivencias que
en otros tiempo, vivieron otros
ya pasados hombres y al ver su paso por Quinto, pensaron en la conservación que
la Compañía, haría de aquel pueblo, ya
desaparecido, de la historia de Huesca y su provincia.
Pensé ante el paso de los
ciclistas veteranos de Huesca, que a la Compañía le ha recordado su paso por
delante del solar de Quinto y que dejará recuerdos de la geografía, que
recorrió San Urbez, desde la Sierra hasta Ola, por el gran Saso acompañando al
ganado que cuidaba.
Por la carretera circulan
caballos rodantes, impulsados por pedales, que permiten meditar sobre la
geografía, el paisaje y el horizonte, en tanto los ciclistas, se acuerdan de la
Historia, la paz y la guerra, durante muchos y pasados años.
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