jueves, 12 de diciembre de 2019

Felipe Labartat Montes y Luis con los mismos apellidos-



Ambos son gitanos, nacidos y criados en Barbastro que no pertenecen a aquella población, que sueña con el trabajo. Solamente trabajan cuando tienen necesidad de hacerlo para comer, cuando el hambre se les echa dentro de su estómago. La sociedad necesita comer y vivir todos los días y le tiene horror al paro, pero esos amigos gitanos de Barbastro, viven unidos y unos con otros se van alimentando, alegrando su corazón con sus bailes flamencos y sus olés gitanos. ¿Cómo se explica el gitano Felipe, que ellos no hacen huelgas  por la falta de trabajo?, muy sencillamente, porque me dijo: “nosotros no vivimos para trabajar y cuando es imprescindible vivir, trabajamos para poder seguir viviendo”.  Esta frase me la pronunció el gitano Felipe, cuando yo iba observando los distintos puestos de venta, que ocupaban toda la Plaza, que se encuentra delante del Campo de Fútbol de San Jorge. Era un muchacho joven y estaba acompañado por el compañero gitano Luis y varios otros, que estaban en aquel “pequeño mundo comercial”, sonriendo y tratando de venderle a algún cliente, algún objeto del que los hombres buscan, para gozar de él en esta vida. Estaban unos cuantos gitanos, naturales de Barbastro al pie de sus sencillas tiendas, en tanto Felipe Labarta Montes estaba acompañando a Luis con los mismos apellidos. Y me impresionó su persona con su cabeza cubierta con un sombrero deportivo y con una de sus dos manos, sosteniendo entre sus dedos, un objeto revestido con un paño marrón. ¿Qué había dentro de aquella tela, que podía ser algún objeto encantado o como me enseñó después de  preguntarle?. Me quedé enamorado de la Naturaleza al ver un “pajarico” de colores, que estaba acompañando a su dueño. Según me dijo el gitano Felipe, cuando abrió la tela que envolvía la jaula que  acogía  al  bello y dulce pajarico, que según su vocabulario era un “Verderol-Bufador”. Medio nombre, el de verderol se encuentra en los libros de Zoología y el segundo o Bufador era el nombre caló privado por aquellos gitanos barbastrenses, que sentían placer al hablar de ese encantador pajarico.
Yo quedé entusiasmado ante la oferta que me hizo el gitano de venderme el “verderol”. Yo pensé que hacía unos años, le hubiera aceptado su oferta, pero pensé en la situación en que se encuentran en estos momentos, que es una terminación del número de pájaros cantantes y le rechacé su ofrecimiento. Efectivamente en mi juventud abundaban esos alegres pájaros, pero ahora se están acabando. Cuando subía a Castejón de Arbaniés en la bajada hacia el río Guatizalema, en los agujeros que habían excavado en las márgenes, asomaban multitud de pájaros que alegraba el monte con sus cantos, pero ahora ya no se ven esos alegres pájaros, ya no so se ven por aquellas márgenes.
No acepté su ofrecimiento del “verderol o verderón”, pero creo que no sintió mi negativa a comprárselo, porque después me dijo que en realidad no quería venderlo. ¿Quería o no quería desprenderse del verderón?. No lo sé, porque el gitano sentía hacia el pajarico, un cariño inmenso y el venderlo, le proporcionaría un dinero, pero lo dejaría como huérfano del amor de su pajarico.
Tomamos un café en un Bar cercano al amplio espacio que ocupa la magna superficie de aquel lugar ocupado por la Feria y el gitano Felipe, me confesó que tampoco él hubiera aceptado la venta de su verderol. Es que aquel pequeño pájaro era amado por el gitano y si por un lado quería venderlo para gozar de un bocado, por otro lado,  le producía su venta el dolor de separarse de él.
El compañero de Felipe, a saber Luis, quería ofrecerme la realidad de la situación de unión con su mismo amigo con el pajarico y la tragedia que hubiera supuesto su venta. Este Luis  Labarlat Montes, cuando nos sentamos alrededor de la mesa de un Bar, daba la impresión de querer ser un cronista de la actual raza gitana de Barbastro .Como acabo de escribir comenzó a hablar de Mines, que me pareció que era un camarada gitano suyo, y le daba un nombre  extraño, con los que a continuación narraba la historia de una boda de su camarada gitano. ”Decía que el tal Mines se casó con la Chungalit, pero resultaba que su hermano El Rid no estaba de acuerdo con la boda. El Rid entonces le dijo que no se casara con ella  y la gitana Chungalit cogió y habló con el Mines y le dijo: el Ris se ha interpuesto entre la Ful y la Jiñadera. Pero el Mines se casó finalmente con la Churrina o la Chungalera”. Al escuchar estas palabras me dí cuenta de que el gitano narrador de la boda, estaba usando la perdida lengua flamenca de los gitanos. Yo creo que ya nadie escucha en Barbastro aquellas palabras de la “lengua Caló” y estos gitanos aprovecharon esta ocasión para que yo que estaba interesado en su conversación, las escribiera.       
Acabada la pronunciación de su historia calé y habiéndose tomado sus cafés, volvieron a vigilar sus puestos de venta dentro de la Feria, pero ese Luis Labarlat Montes, familiar , con un gran sentido de su raza gitana, me contó su larga visita, hacía ya muchos años,  al Cementerio Espiritual de los cincuenta y un Claretianos, asesinados por los“rojos”,en Barbastro. Pero no era sólo cementerio espiritual de dichos religiosos, pues allí detrás de las rejas férreas, estaban “alabando al Señor” sus huesos, reliquias del  fusilamiento de cincuenta y un claretianos.   
Pero este gitano, me confesó que estuvo muchas horas contemplando y mirando al cielo y en una conversación silenciosa con los claretianos mártires de los “rojos”.
En la cara sonriente de aquel gitano Luis, se notaba no una alegría, sino una admiración por la muerte de aquellos claretianos, pues me dijo que estuvo sólo, dentro de aquel piadoso cementerio, preguntándose donde estarían los espíritus de aquellos mártires. Me lo dijo sonriendo y con un corazón triste, esperando una vida mejor.
Este Luis estuvo en la capilla donde yacen los cuerpos de los Claretianos  Mártires  de Barbastro en 1.936, que le hizo recordar  al Pelé, santo gitano, fusilado en Barbastro, en las tapias del Cementerio, con un rosario en sus manos. Luis el gitano vive en Barbastro con sus hermanos gitanos y siempre se acuerda de aquellos años de odio, en que se mataban los hombres, unos a otros.
Se fue mi amigo el gitanico y pensé en él, cantando y bailando, escuchando cantar a los verderones y a las cardelinas y pensando en El Pelé, para pedirle que se acuerde de los demás gitanos vivos.    

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