Escudo Familia Abarca en el jardin de Eliseo Carrera. |
Sepulcro de Familia Abarca en San Juan de la Peña. |
María de los Angeles Campo Guiral falleció
el 20 de Abril de 2007 siendo catedrática jubilada de lengua y literatura
española de la Escuela donde se estudiaba para hacerse Maestro o Maestra
Nacional. Yo conocía a su padre, que fue Alcalde de Huesca y a su hermano, que
estudió conmigo en el mismo curso del Colegio de San Viator, con el que he
hablado varias veces, al encontrarlo por las calles de Huesca, en las Fiestas
de Navidad.
Su cerebro era inquieto como el de un
Historiador, que se preocupaba por estudiar la vida de nuestros y de nuestras
mujeres oscenses, como la de Doña Ana Francisca Abarca de Bolea, desde su
nacimiento en Zaragoza, su bautizo en la misma ciudad y sus tres primeros años
en Siétamo. Siguieron sólo tres años en el Castillo de Siétamo y su madre por
darle una educación lo más completa posible, encargó de su educación al
Monasterio de Casbas. Es curioso como no se sometió rápidamente a una vida monacal,
sino al estudio de la Vigilia y
Octavario de San Juan Bautista. Doña Ana Francisca, sentía unas metas
religiosas, que buscaba fueran compatibles con una vocación literaria, que hizo
presente en su Octavario, que entró en la imprenta al cumplir sus setenta y
siete años. Ella estudiaba La Vigilia y Octavario de San Juan Bautista por el
año de 1.670 y enseñaba la música a las novicias, así como dibujo y otras
artes.
Era una forma intelectual de pensar en la
vida eterna, no como aquellas monjas que rezaban en latín y no comprendían el
sentido de aquellas oraciones que recitaban sin comprender su significado.
Doña Ana se preocupaba de unas metas
religiosas, que fueran compatibles con una descripción literaria, referida
principalmente al Octavario, que no se llevó a la Imprenta hasta el año de
1677.
Esta autora, en su vida conventual,
retirada no absolutamente de su visión del Octavario, guardó hasta 1670, en un
“cartapacio”, varios textos que dieron lugar a que el Octavario, guardado en el
Monasterio de Casbas, fuera una antología de diversos materiales. ”Lo pastoril
se había ido contaminando con otros géneros hasta adquirir esa forma miscelánea
que el Octavario conlleva”.
Entró en el Monasterio de Casbas a los
tres años de edad y no emitió sus votos religiosos hasta ser mayor de veintidós
años. ¿Quería tal vez tener algún hijo, casada con algún caballero cristiano y
al mismo tiempo, enriquecer su espíritu?.
No debió de conocer un hombre perfecto,
ella que conoció muchos caballeros y los describe con perfección Y guardó sus
relatos de los festivales vividos en el gigantesco MONCAYO, que en distintas ocasiones
atmosféricas, se ve desde Siétamo.
“Sin desengaños ni tragedias, doña Ana se
perfila como una mujer niña o una niña mujer que en el Octavario vivió y cantó
corridas de toros, juegos y bailes, amores y fiestas profanas más allá de las
paredes del convento en el que la encerraron al poco de nacer”. “Todo ello hace
pensar en que el Moncayo y sus aledaños pudieron ser para ella un
nuevo Parnaso y que no necesitaba más que lo que le rodeaba para transformarlo
literariamente y convertirlo en mundo nuevo hecho con palabras”.(Estas palabras
las escribió Aurora Enciso).
Doña Ana Francisca Abarca de Bolea Mur y Castro,
era hija de Don Martín Abarca de Bolea
y de Ana de Mur. Don Martín Abarca de Bolea era antecesor del Conde de Aranda y
que vivió entre Zaragoza, Huesca y
Siétamo. El año de 1.602 nació en Zaragoza su hija Ana Francisca. Llevaron el
Marqués de Torres y Barón de Siétamo y su esposa Doña Ana de Mur, a educar a su
hija al Monasterio de Casbas, fundado en 1.172 por la Condesa catalana Oria de Pallás.
Es curioso, como
muchos años más tarde, en 1.624 ,hizo Ana el acto de profesión religiosa. Pasaron
desde su nacimiento el año de 1.602, hasta veintidós años después de hacer los votos conventuales, veintidós
años. Esta Ana Francisca. Parece que buscaba una perfección de mujer, para ser
madre de algún hijo al que educar dentro de la perfección de un hijo de Cristo.
Porque seguía la liturgia de las ceremonias conventuales, pero su tiempo libre
“lo distribuía entre pintar, bordar, cantar, tocar varios
instrumentos musicales y ,sobre todo, leer, leer mucho, y escribir”.
Parece que esta Ana Francisca, que tenía
una perfección completa de su conciencia, pues en las Catorce vidas de santas
de la Orden del cister, indica un predominio del asunto religioso. Pero junto a
los mismos asuntos religiosos se juntan muchos elementos profanos, en la
Vigilia y Octavario de San Juan Bautista. Es que además participó en dos de los
certámenes políticos, en el siglo XVII (1.646). En esta fecha ya habían pasado
los años en que pudo estar enamorada de algún caballero perfecto, pero su
inteligencia, que mantuvo su inteligencia amistosa y literaria con cerebros
como el de Don Juan Vicente de Lastanosa, con el doctor Juan Francisco Andrés
de Uztarroz, con el jesuita Baltasar Gracián, el poeta don Francisco de la
Torre el canónigo don Manuel de Salinas, a fray Jerónimo de San José y al
Marqués de Torres, acabó su vida conventual, haciendo sus votos religiosos. Era admirable su dedicación al trabajo, porque
el tiempo que le quedaba después de sus ejercicios de piedad y sus servicios
conventuales, llegó a dedicarse a la pintura, a bordar, cantar, hacer sonar
varios instrumentos musicales y sobre todo “a leer, leer mucho, y a escribir”.
Cuando se publicó en 1679, la Vigilia y el octavario de San juan Bautista, Ana
Abarca de Bolea era ya una anciana de setenta y siete años, lo que hace pensar
que debió intervenir muy poco, o nada, en la publicación del Libro. Pero fue su
sobrina doña Francisca Bernarda Abarca de Villanova, la que con la ayuda de otros, la que llevó a cabo la
publicación de la obra de Ana Abarca de Bolea. Fue Doña Francisca Abarca de
Villanova, religiosa del Monasterio y sobrina de Ana Abarca de Bolea, la que
logró dar a la luz La Vigilia y Octavario de San Juan Bautista.
Los Abarca de Villanova, tenían su casa en
la Casona que hoy divide el Coso Alto en la calle que sigue por la carretera de
Jaca y por el otro lado corre paralela a la antigua Muralla de Huesca. Tenía al
Norte un jardín-huerto, hoy recreo de los Salesianos y en ese jardín
aparecieron los escudos de los Abarca Villanova, que hoy posee una familia en
uno de los jardines que rodean los chalets, que se encuentran a la izquierda
del Gobierno Civil. Han pasado no sólo años, sino siglos y allí por la reja de
un jardín se ve ese escudo de los Abarca Villanova. Entre los restos del jardín
de Don Antonio Abarca y Vilanova de Serué, encontró don Eliseo Carrera, la
piedra con el escudo de los ABARCA.
”Este
escudo está esculpido en una piedra especial. No está labrado en piedra arenisca
y se conserva como si estuviera recién hecho. No está tallado sólo en una cara
para colocarlo en una pared, sino que
tiene cuatro caras, como para ponerlo sobre una columna, en una entrada
de palacio o en un jardín”.
“El Escudo tiene la fecha de 1.662 y en
1.679, el mismo año en que se publicó la obra de Ana Francisca de
Bolea,”Vigilia y octavario de San Juan Bautista”, murió Don Antonio Abarca y
Vilanova, padre de Doña Bernarda Abarca
de Vilanova, que promovió la publicación del Octavario y que en el año 1.683
colaboró con su tía Doña Ana en la construcción del retablo de la Virgen de la
Gloria”. Doña Ana Abarca de Bolea, convivió en un amor familiar además de la
fraternidad del Monasterio y recordando su Leyenda del Amor, en el mismo
Monasterio de Casbas, recordando los cultos y cantares en el mismo, canta un
romance, que una monja deuda suya, compuso
en el MONCAYO y cantó en una misa
nueva del Monasterio”. Tal vez se identifica en dicho Monasterio consigo misma,
cuando vivía componiendo amores entre los nobles y las pastoras, como ahora
identificando la familiaridad monástica, entre ella misma y su sobrina más
joven, Doña Francisca Abarca.
Doña Ana Abarca de Bolea, siendo Abadesa,
con su sobrina Doña Francisca Abarca, quisieron hacer una representación
religiosa en los terrenos del Monasterio y crearon el Retablo de la Virgen de la Gloria
En el “Octavario y vigilia de San Juan
Bautista”, trata Doña Ana el tema del amor teniendo cuidado de no introducirse
demasiado en él y sin escapar de la ética, acabando todas las parejas
casándose, no precisamente en el MONCAYO, sino cuando se acaban las escenas del
teatro rústico. Ya se ve en estas parejas de caballeros nobles y de muchachas
pastoriles, como Doña Ana, como queriendo igualar a las familias sociales. Se
ve en esta obra que “Para celebrar las Fiestas de San Juan se unían gustosos
desde el ganadero opulento hasta el más humilde rabadán, pues Doña Ana nos
expone “como se unían gustosos desde el opulento ganadero hasta el menos
crecido repatán”. Estos hechos explican la evolución social que era un problema
interesantísimo en el pensamiento de Doña Ana Francisca, de que el
hombre no sea cortesano pastor, sino que
todos sean hombres.
En el Retablo que crearon en la iglesia
del Monasterio entre Doña Ana y su sobrina Doña Francisca Abarca de Vilanova,
que pronunció sus votos a los dieciocho años, en tanto que Doña Ana hizo sus
votos a los veintitantos, y que no se tiene la seguridad de que esté vestida de
monja, y con una pluma en su mano izquierda, con la que se supone que
escribiera su obra. Esta actitud hace pensar, al estar colocada al lado de San
Francisco de Asís y de Santa Ana,que se trata de Ana Abarca de Bolea, que
pronunció sus votos a los veintiocho años de edad, cuando su sobrina Doña
Francisca Abarca de Vilanova, lo hizo a los dieciocho, “que puede ser la que
aparece junto a san Bernardo el Pequeño.
Este Altar más pequeño lo he contemplado
varias veces y en cierta ocasión me invitaron en Siétamo a visitarlo en el
Monasterio de Casbas, en el patio de Casa Almudévar de Siétamo, el señor Don
Eliseo Carrera Blecua, con un amigo suyo que está relacionado con otras obras
en el Monasterio. No es extraño porque Don Eliseo posee en su chalet de Huesca,
la figura de unos cuatrocientos años, con los escudos de Doña Francisca Abarca
de Vilanova.
No hay comentarios:
Publicar un comentario