martes, 31 de diciembre de 2019

MARIA ANGELES CAMPO estudió a Ana Francisca Abarca de Bolea

Escudo Familia Abarca en el jardin de Eliseo Carrera.
Sepulcro de Familia Abarca en San Juan de la Peña.

María de los Angeles Campo Guiral falleció el 20 de Abril de 2007 siendo catedrática jubilada de lengua y literatura española de la Escuela donde se estudiaba para hacerse Maestro o Maestra Nacional. Yo conocía a su padre, que fue Alcalde de Huesca y a su hermano, que estudió conmigo en el mismo curso del Colegio de San Viator, con el que he hablado varias veces, al encontrarlo por las calles de Huesca, en las Fiestas de Navidad.
Su cerebro era inquieto como el de un Historiador, que se preocupaba por estudiar la vida de nuestros y de nuestras mujeres oscenses, como la de Doña Ana Francisca Abarca de Bolea, desde su nacimiento en Zaragoza, su bautizo en la misma ciudad y sus tres primeros años en Siétamo. Siguieron sólo tres años en el Castillo de Siétamo y su madre por darle una educación lo más completa posible, encargó de su educación al Monasterio de Casbas. Es curioso como no se sometió rápidamente a una  vida  monacal,  sino  al estudio de la Vigilia y Octavario de San Juan Bautista. Doña Ana Francisca, sentía unas metas religiosas, que buscaba fueran compatibles con una vocación literaria, que hizo presente en su Octavario, que entró en la imprenta al cumplir sus setenta y siete años. Ella estudiaba La Vigilia y Octavario de San Juan Bautista por el año de 1.670 y enseñaba la música a las novicias, así como dibujo y otras artes.
Era una forma intelectual de pensar en la vida eterna, no como aquellas monjas que rezaban en latín y no comprendían el sentido de aquellas oraciones que recitaban sin comprender su significado.
Doña Ana se preocupaba de unas metas religiosas, que fueran compatibles con una descripción literaria, referida principalmente al Octavario, que no se llevó a la Imprenta hasta el año de 1677.
Esta autora, en su vida conventual, retirada no absolutamente de su visión del Octavario, guardó hasta 1670, en un “cartapacio”, varios textos que dieron lugar a que el Octavario, guardado en el Monasterio de Casbas, fuera una antología de diversos materiales. ”Lo pastoril se había ido contaminando con otros géneros hasta adquirir esa forma miscelánea que el Octavario conlleva”.
Entró en el Monasterio de Casbas a los tres años de edad y no emitió sus votos religiosos hasta ser mayor de veintidós años. ¿Quería tal vez tener algún hijo, casada con algún caballero cristiano y al mismo tiempo,  enriquecer  su  espíritu?.  No debió de conocer un hombre perfecto, ella que conoció muchos caballeros y los describe con perfección Y guardó sus relatos de los festivales vividos en el gigantesco  MONCAYO, que en distintas ocasiones atmosféricas, se ve desde Siétamo.
“Sin desengaños ni tragedias, doña Ana se perfila como una mujer niña o una niña mujer que en el Octavario vivió y cantó corridas de toros, juegos y bailes, amores y fiestas profanas más allá de las paredes del convento en el que la encerraron al poco de nacer”. “Todo ello hace pensar en que el  Moncayo  y sus aledaños pudieron ser para ella un nuevo Parnaso y que no necesitaba más que lo que le rodeaba para transformarlo literariamente y convertirlo en mundo nuevo hecho con palabras”.(Estas palabras las escribió Aurora  Enciso).
Doña Ana Francisca Abarca de Bolea Mur y Castro, era hija de Don Martín Abarca   de  Bolea y de Ana de Mur. Don Martín Abarca de Bolea era antecesor del Conde de Aranda y que vivió   entre Zaragoza, Huesca y Siétamo. El año de 1.602 nació en Zaragoza su hija Ana Francisca. Llevaron el Marqués de Torres y Barón de Siétamo y su esposa Doña Ana de Mur, a educar a su hija al Monasterio de Casbas, fundado en 1.172  por  la  Condesa catalana Oria de Pallás.
Es curioso,   como muchos años más tarde, en 1.624 ,hizo Ana el acto de profesión religiosa. Pasaron desde su nacimiento el año de 1.602, hasta veintidós años después  de hacer los votos conventuales, veintidós años. Esta Ana Francisca. Parece que buscaba una perfección de mujer, para ser madre de algún hijo al que educar dentro de la perfección de un hijo de Cristo. Porque seguía la liturgia de las ceremonias conventuales, pero su tiempo libre “lo distribuía  entre  pintar, bordar, cantar, tocar varios instrumentos musicales y ,sobre todo, leer, leer mucho, y escribir”.
Parece que esta Ana Francisca, que tenía una perfección completa de su conciencia, pues en las Catorce vidas de santas de la Orden del cister, indica un predominio del asunto religioso. Pero junto a los mismos asuntos religiosos se juntan muchos elementos profanos, en la Vigilia y Octavario de San Juan Bautista. Es que además participó en dos de los certámenes políticos, en el siglo XVII (1.646). En esta fecha ya habían pasado los años en que pudo estar enamorada de algún caballero perfecto, pero su inteligencia, que mantuvo su inteligencia amistosa y literaria con cerebros como el de Don Juan Vicente de Lastanosa, con el doctor Juan Francisco Andrés de Uztarroz, con el jesuita Baltasar Gracián, el poeta don Francisco de la Torre el canónigo don Manuel de Salinas, a fray Jerónimo de San José y al Marqués de Torres, acabó su vida conventual, haciendo sus votos religiosos.  Era admirable su dedicación al trabajo, porque el tiempo que le quedaba después de sus ejercicios de piedad y sus servicios conventuales, llegó a dedicarse a la pintura, a bordar, cantar, hacer sonar varios instrumentos musicales y sobre todo “a leer, leer mucho, y a escribir”. Cuando se publicó en 1679, la Vigilia y el octavario de San juan Bautista, Ana Abarca de Bolea era ya una anciana de setenta y siete años, lo que hace pensar que debió intervenir muy poco, o nada, en la publicación del Libro. Pero fue su sobrina doña Francisca Bernarda Abarca de Villanova, la que  con la ayuda de otros, la que llevó a cabo la publicación de la obra de Ana Abarca de Bolea. Fue Doña Francisca Abarca de Villanova, religiosa del Monasterio y sobrina de Ana Abarca de Bolea, la que logró dar a la luz La Vigilia y Octavario de San Juan Bautista.
Los Abarca de Villanova, tenían su casa en la Casona que hoy divide el Coso Alto en la calle que sigue por la carretera de Jaca y por el otro lado corre paralela a la antigua Muralla de Huesca. Tenía al Norte un jardín-huerto, hoy recreo de los Salesianos y en ese jardín aparecieron los escudos de los Abarca Villanova, que hoy posee una familia en uno de los jardines que rodean los chalets, que se encuentran a la izquierda del Gobierno Civil. Han pasado no sólo años, sino siglos y allí por la reja de un jardín se ve ese escudo de los Abarca Villanova. Entre los restos del jardín de Don Antonio Abarca y Vilanova de Serué, encontró don Eliseo Carrera, la piedra con el escudo de los ABARCA.  

 ”Este escudo está esculpido en una piedra especial. No está labrado en piedra arenisca y se conserva como si estuviera recién hecho. No está tallado sólo en una cara para colocarlo en una pared,  sino  que  tiene cuatro caras, como para ponerlo sobre una columna, en una entrada de palacio o en un jardín”.
“El Escudo tiene la fecha de 1.662 y en 1.679, el mismo año en que se publicó la obra de Ana Francisca de Bolea,”Vigilia y octavario de San Juan Bautista”, murió Don Antonio Abarca y Vilanova, padre de Doña  Bernarda Abarca de Vilanova, que promovió la publicación del Octavario y que en el año 1.683 colaboró con su tía Doña Ana en la construcción del retablo de la Virgen de la Gloria”. Doña Ana Abarca de Bolea, convivió en un amor familiar además de la fraternidad del Monasterio y recordando su Leyenda del Amor, en el mismo Monasterio de Casbas, recordando los cultos y cantares en el mismo, canta un romance, que una monja deuda suya,  compuso  en  el MONCAYO y cantó en una misa nueva del Monasterio”. Tal vez se identifica en dicho Monasterio consigo misma, cuando vivía componiendo amores entre los nobles y las pastoras, como ahora identificando la familiaridad monástica, entre ella misma y su sobrina más joven, Doña Francisca Abarca.
Doña Ana Abarca de Bolea, siendo Abadesa, con su sobrina Doña Francisca Abarca, quisieron hacer una representación religiosa en los terrenos del Monasterio y crearon  el Retablo de la Virgen de la Gloria


En el “Octavario y vigilia de San Juan Bautista”, trata Doña Ana el tema del amor teniendo cuidado de no introducirse demasiado en él y sin escapar de la ética, acabando todas las parejas casándose, no precisamente en el MONCAYO, sino cuando se acaban las escenas del teatro rústico. Ya se ve en estas parejas de caballeros nobles y de muchachas pastoriles, como Doña Ana, como queriendo igualar a las familias sociales. Se ve en esta obra que “Para celebrar las Fiestas de San Juan se unían gustosos desde el ganadero opulento hasta el más humilde rabadán, pues Doña Ana nos expone “como se unían  gustosos  desde el opulento ganadero hasta el menos crecido repatán”. Estos hechos explican la evolución social que era un problema interesantísimo en el pensamiento de Doña Ana Francisca, de  que  el hombre no sea cortesano  pastor, sino que todos sean  hombres.
En el Retablo que crearon en la iglesia del Monasterio entre Doña Ana y su sobrina Doña Francisca Abarca de Vilanova, que pronunció sus votos a los dieciocho años, en tanto que Doña Ana hizo sus votos a los veintitantos, y que no se tiene la seguridad de que esté vestida de monja, y con una pluma en su mano izquierda, con la que se supone que escribiera su obra. Esta actitud hace pensar, al estar colocada al lado de San Francisco de Asís y de Santa Ana,que se trata de Ana Abarca de Bolea, que pronunció sus votos a los veintiocho años de edad, cuando su sobrina Doña Francisca Abarca de Vilanova, lo hizo a los dieciocho, “que puede ser la que aparece junto a san Bernardo el Pequeño.
Este Altar más pequeño lo he contemplado varias veces y en cierta ocasión me invitaron en Siétamo a visitarlo en el Monasterio de Casbas, en el patio de Casa Almudévar de Siétamo, el señor Don Eliseo Carrera Blecua, con un amigo suyo que está relacionado con otras obras en el Monasterio. No es extraño porque Don Eliseo posee en su chalet de Huesca, la figura de unos cuatrocientos años, con los escudos de Doña Francisca Abarca de Vilanova.    

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