El año de 1.971 Angel Sanagustín
López unido con su esposa María Victoria Fons Gil, en el Coso Alto de Huesca, y
en el lado exacto, al Sur del piso donde vivía con mis hermanos,
mi padre Don Manuel Almudévar Casaus y mi abuela doña Agustina Lafarga Mériz,
viuda de Don Ignacio López de Zamora Blasco, abrieron las puertas de una nueva y atractiva
sala de exposiciones, de Arte Moderno y de Tiempos Pasados. Al Norte del piso
en que vivíamos se encuentra el Colegio de Santa Ana y mis hermanos y yo,
gozábamos, escuchando la música, que de vez en cuando sonaba al otro lado de la
pared, que separaba la iglesia de Santa Ana de la alcoba donde dormíamos mis
hermanos y yo mismo. Aquella música unía las imágenes que se exhibían en la
Galería S´Art, con las de Santa Ana, que formaba parte de la Visita que esta
Santa hizo a la Santísima Virgen María.
Entre la Iglesia de Santa Ana y la Galería S’Art, estaba uno recordando las
bellezas de los tiempos pasados.
Mi amigo Angel San Agustín era un hombre artista, por su amor
al Arte, que lo sentía en su corazón y yo entraba a visitarlo, por la entrada
paralela a la de mi domicilio en el entresuelo de la casa número sesenta y uno,
del Coso Alto. Contemplaba su Templo de
las Artes, donde se encendía su espíritu en amor a la belleza y te hablaba
y parecía que quería transmitirte su amor a lo bello, que le llenaba el
corazón de felicidad. Yo, que como acabo de expresar el contacto de felicidad,
que me producía su enamorada palabra, de
la belleza de un Gran Sillón, en aquella fecha de 1.971, no
sabía que contestarle. ¿Cómo iba a contestarle al contemplar en aquel sillón
alto y hermoso, la belleza que sentía yo al admirarlo y soñar en descansar en él y contemplar toda su obra, expuesta en su
particular Museo del Coso Alto ?. Angel
llevaba su corazón emocionado, que lo hacía estar enamorado de todo lo que era
bello por sí mismo. En dichas miradas me llamaban la atención las dos torres de
“ajedrez doradas”, que me producían la valoración del valor de la poesía.
En dicha Galería del Arte de Angel San Agustín López, estaban presentes la pintura,
la escultura, la poesía e incluso la fotografía. En ella se exhibían todos los
placeres artísticos, que Angel Sanagustín, nacido en Tamarite de Litera en
1,927, le producían la felicidad de su espíritu. Hasta entonces era un
“aclamado comerciante, que no tenía nada que ver hasta entonces con el Mundo
del Arte”. En aquellos momentos el público no veía, de la misma forma “él que
Angel fuera un apasionado y entusiasta del Arte, pero en el momento en que
fundó la galería “y gracias a su larga trayectoria”, demostró su capacidad
“para transmitir a sus espectadores y clientes lo que su arte pretendía
expresar a través de sus obras”.
Con esta fe creó una sala de arte
en Huesca en Galerías S’Art. En esta Galería ,estaban unidas “la pintura, la
escultura, la poesía, la fotografía, la ilustración y el diseño gráfico. Pero
yo que dormía en el entresuelo del número sesenta y uno, escuchaba además el
sonido musical del órgano de la iglesia de Santa Ana, que rendía “culto a la estética”,que
se sentía fusionada por la pintura, la
escultura y la poesía de las artes que se contemplaban en las Galerías S´Art,
que completaban una armonía entre la “convivencia y el ocio”.
Era Angel San Agustín u artista
apasionado por el coleccionismo “ y la posibilidad de contemplar objetos y
piezas únicas por las que sentía fascinación”. En la exposición “se intenta
recordar a Angel con el sillón que se expone en la entrada, en el que todos se
acuerdan de verlo sentado en la galería”. Este sillón renueva en los antiguos
alumnos, el recuerdo de su amistad de “grandes dotes comunicativas y
sociales….transmitía una sabiduría y una experiencia que persuadían aun que encandilaban y persuadían aun sin querer.
Hoy basta con encontrarse con algún amigo suyo para recordar su temperamento
amistoso, de personas que lo admiraban y que todavía lo recuerdan.
Me acuerdo de su personalidad,
vecina de mi casa familiar, de la que guardo todavía grandes recuerdos de
admiración y cariño. Por eso no he podido abstenerme de recordar su amistad.
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