En mi libro Retablo del Alto Aragón escribí lo siguiente:
” Mi amigo el cura don Manuel Bibián, que tiene su casa sobre el mismo río, el
Alcanadre, escucha como le cantan las ranas, por la noche, que le hacen
dormirse como un ángel”. Es amigo mío desde hace muchos años, porque los dos
nacimos en el pueblo de Siétamo y
convivía con sus padres y también
con su tía Concha o “Concheta”, para los vecinos de nuestro pueblo. Eran todos
ellos personas buenas y con un humor extraordinario, que les hacía convivir agradablemente con aquellos con los
que se trataban. Pero este mosen, no
sólo amaba a la gente de su parroquia, sino que admirador del Creador y
siguiendo el consejo de San Pablo, se fijaba en la belleza de los animales, en
los que se ve la obra de Dios y como San Francisco de Asís, convivía con ellos.
Servía a Dios en las parroquias
no sólo de Pertusa, sino de La Cuadrada, La Perdiguera Laluenga y Barbuñales y amaba a la Virgen, que está elevada en lo más alto del monte
coronado por su ermita de la Virgen de la Victoria y al mismo tiempo convive
con los vecinos de Pertusa. Abajo está
la Virgen de la Asunción, que preside su templo herreriano y parroquial.
Pero no sólo se acordaba de sus feligreses, sino que reconstruía aquellos
viejos libros parroquiales, en que estaban relacionados los difuntos, por
ejemplo los de Siétamo, que fueron
destruidos en la Guerra Civil y
recogía cuadros, que representaban
antiguas iglesias del alto Aragón. Y no sólo reconstruía documentos
parroquiales, sino que también reconstruyó aquella casa que dicen fue en otros
tiempos convento y en la que yo conocí una granja de cerdos. ! Dios mío, qué
reconstrucción realizada por él mismo!.
Desde que entras en el patio, lo
ves con dibujos sobre el suelo, hechos por él con una pintura que es de piedras
o guijarros planos, recogidos en el profundo río. Si, en aquel lugar estuvo el
viejo molino de Porta, que cogía con sus enormes músculos e introducía en él a
los borricos, que con sus cargas de trigo, allí iban a moler. ¡ Pertusa, cómo
te ama aquel cura, que veía en ella a Dios en lo alto de la ermita de la
Victoria y de la torre de la parroquia y a los hombres en la hondura del río,
en otros tiempos moliendo el trigo para hacer su pan y ahora, bañándose en el
verano.
Este sacerdote heredó ya de sus
antepasados el amor a las criaturas, porque siendo yo todavía a un niño, junto
a otros, estábamos tratando mal a un gatico y su bisabuela, la señora Juana,
madre de Concheta, nos dijo: ¡pobre
animalico, dejadlo en paz, que no os ha hecho ningún mal”. Pero al
hacerse sacerdote “considerando las aptitudes que demostraban las abejas,
sentíase en tanto grado movido a la alabanza de Dios, que más de una vez llegó
a emplear un día entero en elogiar sus labores y las de las demás
criaturas”(Vida de San Francisco de Asís). Y ha sido y es un gran apicultor,
que ayuda a los criadores de abejas y asiste a cursos que sobre ellas se dan.
Hace unos dos años, cuando ya se habían ido las golondrinas de Siétamo, bajé a
Pertusa y numerosas golondrinas armaban una ruidosa algarabía por aquellos
aleros de las casas y pensé como San Francisco, encontrándose en una situación
semejante, les dijo: “golondrinas, hermanitas mías, tiempo ha que estáis
charlando, hora es ya de que yo hable.
Escuchad la palabra de Dios, guardad silencio y estaos quietas hasta tanto que
yo hable”. Las avecillas se callaron y al enterarse mosen Bibián de semejante milagro, se sintió
atraído por las aves y más leyendo la frase de San Francisco, que dice así:
”Aves, hermanitas mías, mucho debéis agradecer y alabar a vuestro Criador y
amarle siempre, porque os dio plumaje con que cubriros, alas con que volar y
todo lo que os ha sido necesario”. Y entonces creó un corral, que lo tiene en
Laperdiguera y en él puso pavos, unos comunes y otros reales, guineas,
tórtolas, palomas de diversas clases, gallinas enanas y otras de distinto
plumaje, acompañadas por gallos cantores. Pero no sólo puso aves, sino también
conejos y cobayas y diversas especies, todas distintas, pero que todas se
guíaban por sus instintos y ensalzaban a Dios, con su simple existencia. En
cierta ocasión un barquero le entregó una tenca y San Francisco la llamó
hermana tenca, la acarició y la colocó nuevamente en el agua. ” Por largo rato,
mientras duraba la oración, dicho pez, jugando junto a la nave, no se alejaba
del lugar donde había sido colocado, hasta que terminada aquélla, el Santo le
dio permiso para alejarse”.Así le ha ocurrido a mosen Manuel Bibián de Pertusa y a sus feligreses,
que habiendo estado treinta años con ellos y con sus animales, eran felices
junto al Señor y ahora, tendrá que marchar a Ayerbe. Pero la Virgen le ayudará,
porque si en Pertusa se miraban con la Virgen de la Victoria, en Ayerbe, que
también tiene alturas como el Castillo de Loarre,su Virgen que está en una
iglesia románica, le ayudará, como la Virgen de Casbas del mismo Ayerbe.
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