jueves, 23 de julio de 2020

La Almunia del Romeral está bajo la cima de Guara.-


 Huesca, está en una llanura, al Sur de la Sierra de Guara, y desde esta ciudad se encuentran sus habitantes, contemplando con cierta cercanía, la Sierra de Guara. Está dicha Sierra muy cercana a la capital y por Estrecho Quinto y Loporzano,  presenta a los ocenses con gran prontitud, “adorando” a Guara. Se encuentra la Sierra de Guara, con el pueblo de La Almunia del Romeral, a unos 630 metros de altura, cuando la cima de la Sierra se alza a 2.077.
La Almunia del Romeral, vive  en  un lugar tranquilo, unida la curso del río Guatizalema, por donde bajan de arriba abajo, sus aguas frías, que las han usado para suministrar el agua a muchos lugares de su curso. En 1.972 se aprovechó la ocasión para enriquecer el agua a la ciudad de Huesca  y más tarde de los pueblos que se situaron históricamente más al Sur. Para poder enviar el agua a Huesca y a los citados pueblos que se van escapando hacia el Sur, han tenido que construir en 1.972 el Pantano de Vadiello, que está elevado sobre el pueblo de La Almunia del Romeral rodeado de  rocas, muchas que conservan su nombre vasco.
El territorio donde se encuentra La Almunia del Romeral es vecino al de Santa Eulalia la Mayor y al antiguo y desaparecido pueblo de Isarre, de nombre vasco. Este pueblo fue destruido por los árabes, cuando Extremadura su líder estaba luchando más al Sur en la zona de Santolaria y la altísima cumbre de Guara que se elevan separadas por el río Guatizalema.
En Santa Eulalia la Mayor se hallaba encargado Martín de  Abós y Escario ,nacido el 6 de Octubre de 1.628 y casado con Isabel de Almudévar y Lueña, de la que nació en 1.669 Antonio de Abós y Almudévar, que se fue a casar a Huerto en 1.700, donde se siguió el linaje.
Hay numerosos apellidos en La Almunia del Romeral, pero en el siglo XIII, dos hermanos, al servicio de Jaime I, a saber los Urraca. Uno de ellos Martín Urraca casado con Margarita Almudévar,que tuvieron varios hijos,que ganaron ejecutoria de Infanzonía ante la Real Audiencia de Aragón. También se nombra en la Historia a Juan y Miguel Almudévar,se quedaron en la casa paterna,de la que fue segundo hijo el segundo en 1629.  
Pero siguió el pueblo habitado en los últimos años, por Joaquín Borruel Buil, descendiente de Caborbaya, que edificó Casa Almudévar de Siétamo en el año de 1.853.



Joaquín Borruel Buil es un descendiente de Caborbaya, albañil que edificó Casa Almudévar de Siétamo el año de 1853.Me habla de su  padre, cuando pasa gran parte del año en Siétamo, pero no recuerda menos a su madre, Francisca Buil Albero, a la que yo  conocí. Los recuerdos de su madre le llenan de sentimientos su corazón, de tal manera que los manifestaba describiéndome su vida entre las bellezas sobre las que se asienta La Almunia del Romeral. No pude pasar sin acordarme de las vivencias que pasé ejerciendo mi profesión de veterinario y de vivir los sentimientos de Joaquín Borruel y decidimos una tarde calurosísima del mes de Agosto, subir por las orillas del Río Guatizalema, desde Siétamo hasta el verdor, que manifiestan los litoneros, los romeros y las oliveras. El primer punto al que nos dirigimos fue a casa Escario, que fue de la madre de Joaquín y allí encontramos la puerta de hierro del corral, que estaba toda rodeada de una parra, que ofrecía unas uvas rojizas, de las que Joaquín no se atrevió a probarlas, pero yo, sumido en aquel ambiente somontanés del río Guatizalema, en la ladera del monte Miscón y desde donde se divisa Santolaria, con su atalaya restaurada e iluminada por la noche, cogí un grano de aquella uva para comulgar con aquella tierra que conduce el agua a Huesca capital y a los pueblos del Somontano, con su campo de aviación de Alcalá-Monflorite. Esos espejos producen una luz, que nunca apagan las boiras, que en invierno alcanzan a los pueblos próximos. Nos daba la impresión de que no íbamos a ver a ningún ser humano, pero nos encontramos con una pareja, que habita en Casa Sastre y formada por la señora Ester Loriente Abadías y por su marido José Ferrando Trallero. Ferrando ha sido cartero de la Sierra durante treinta y cinco años y yo lo conocí en casa de Lorenzo Zamora de Coscullano y su esposa Aurita de una casa en que durante cuatro generaciones tuvieron sastrería y más de cien arnales, emigró a Barcelona, donde trabajó y estudió, pues al hablar con ella, noté la claridad de sus palabras y la lógica de sus ideas, hasta que Joaquín me reveló que era Licenciada por la Universidad de Barcelona. Pero la miel de aquel “Jardín de romeros”, como llamó a la Almunia Don Fernando de Aragón, Abad de Montearagón, había influido en su corazón porque fue  toda  amor y caridad, ya que se llevó con ella a Barcelona a su madre y a cuatro tíos suyos. Cuando volvió a La Almunia se trajo los restos de sus difuntos  y no pudo menos que enseñarme su parroquia y el cementerio, donde duermen sus seres queridos. A Santo Domingo de Guzmán y a la Virgen del Rosario los sacan todos los años en procesión y en aquella tierra serrana, aunque están casi todos muertos, les cantan José Ferrando con su esposa Ester. Para San Vicente, celebran la Fiesta Pequeña  y en medio de la plaza encienden una hoguera, en la que asan panceta, longaniza  y tortetas, acompañadas por el vino de sus botas. El río Guatizalema baja de Nocito y es un punto, desde luego muy profundo. El punto más estrecho que me hizo contemplar Ester, subiéndome a la “demba” de Casa Aniés, fue el paso de Bolituero. Antes, cuando iban a Santolaria, colocaban varios maderos, fajos de “buchos” y barro, pero cuando llegaba una riada, lo arrastraba todo. Encima de Bolituero hay una presa para conducir el agua a Huesca y más arriba, por un túnel, corre el agua al Campo de Aviación de Monflorite y a los pueblos de abajo. Hay una zona más profunda que tenía un molino, una explotación de cobre y una papelera y cruzaban el río por unas vías ferroviarias que allí instalaron. La factoría de cobre se llamaba Martinete y en ella fabricaban calderos de cobre, tan usados en aquellos pueblos. Era La Almunia una potencia industrial gracias al río. Pero no sólo tenía la industria sino también la agricultura, que producía gran cantidad de aceite y por allí pasaba la ruta del vino y del aceite. Había dos rebaños,  uno de ovejas y otro de cabras, pero destacan las colmenas de abejas, que producían una miel transparente y clarísima, como la que destilan de su corazón las personas de La Almunia, donde todavía se encuentra  la llamada zona  de los arnales.





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