Antigua estación de autobuses de Huesca.
Este
señor por sus apellidos, da a entender a todo el Mundo, que es un altoaragonés,
que lleva un apellido, que en el Alto Aragón se usa de dos formas: una, Garasa,
apellido vasco, muy frecuente en la provincia de Huesca y otros suprimiendo una
a, lo convierten en la palabra altoaragonesa, Grasa. Para algunos el
encontrar apellidos vascos en Huesca, le parece una cosa rara, pero el sabio Don Federico Balaguer,
demostró que no lo es, porque se habló bastante en vasco en la provincia de
Huesca, como escribió que en la Feria de Huesca, se hacían muchos tratos en la
lengua vascongada. Y no es cosa rara el saber que Osca, es palabra vasca, como
lo son Alerre, Ayerbe, Arbaniés, Ansó, Echo y multitud de ellas, que son
palabras puras en la lengua vasca o semejantes. En Huesca se fue hablando en
vasco, hasta aproximadamente el siglo XVI.
El
padre de Luis Grasa Alamán nació en el pueblo de Liesa, que hoy forma parte del
Ayuntamiento de Siétamo. Ya casi no se acuerda el pueblo de la vida de Liesa,
porque además de su iglesia parroquial
de tres naves, donde se guardaba un cuadro de la Virgen medieval, que fue robado por un belga, tenía en las afueras una ermita, dedicada a
San José y entrando en el pueblo, a mano
derecha , quedan las ruinas de otra antiquísima ermita. Pero todavía se alza bien
conservada con su belleza medieval, sobre una colina, saliendo hacia Ibieca, un Monumento Histórico Artístico,
declarado Obra de Arte en 1931, donde se conservaba una tabla románica en qué se ve el martirio de San Vicente, que
es el segundo Patrono de Huesca. Hoy día puede contemplar esa tabla románica,
todo el que pase por los Porches de Huesca, pues está colgada en su atrio y se
puede contemplar a través de los cristales que reciben luz de la Calle.
En
esos pueblos del Somontano, llenos de arte, se va acabando la forma de ganarse
la vida y su padre ya se buscó su trabajo en la capital de Huesca. Se casó y
tuvo un hijo, llamado Luis, que es el
que hoy reparte sus sonrisas tras el mostrador de la Estación de Autobuses. Y con
un vaso en sus manos lo va llenando de licor, con una botella que inclina sobre
el vaso, que le ha pedido un cliente. A veces desde el citado mostrador mira a
través de los cristales, desde la modesta altura del mismo, y se acuerda de que
él no siempre estuvo en ese Bar, pues hace ya unos cuantos años, estaba jugando
por la Calle Sobrarbe paralela a la de Ramiro el Monje, en el Barrio Viejo de
Huesca. Allí celebraban cada año la
Fiesta de Conquista de calle de Huesca y sacaban de la casa de un hortelano
figuras de trapo y de papel sobre la dicha conquista. Luis Grasa Alamán nació
en la citada Calle de Sobrarbe y ahora ,como ha pasado el tiempo con tanta
rapidez, ha hecho ya los cincuenta y seis años.
En
2.010, dejó el pueblo de la iglesias y ermitas y pasó a la capital oscense,
encontrando como he dicho el alquiler de una casa en la citada Calle de
Sobrarbe.
Vivió
alquilado hasta que compró una casa en la Zona Industrial, al lado de la Zona Deportiva de Villa Isabel y del Parque
Deportivo con su Campo de Deportes de Almazán, con su hermosa Piscina Pública.
En
Villa Isabel vivía cada familia muy feliz, como parece que ocurre ahora con la
mejora de los pisos construídos, pero tenían aquellas viviendas un defecto
notable que era el de verse los inquilinos de aquellas viviendas obligados a
compartir el mismo “retrete o wáter” con sus vecinos. Esa frase tan grosera de
“vaya usted a la mierda”, se praticaba
cada rato sin violencia , pero con vergüenza.
Luis
Grasa Alamán es un hombre elegante y goza de la vida en ese Bar que comunica la
ciudad de Huesca con el Mundo, y es feliz atendiendo a los viajeros, que
cambian cada día de residencia, pero hay que reconocer que aunque ha vivido
bien en la ciudad de Huesca, ha tenido que sufrir molestias en su vida oscense.
Es
un auténtico caballero, que sonriente hace felices a los viajeros que pasan por
recibir sus servicios,
que él ya ha olvidado.
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