Pero en los recuerdos de aquella Guerra
salvaje, destacan con los Trisán de Fañanás, los de su paisano Jesús Vallés
Almudévar, que con sus catorce años empezó a escribir el diario de su vida. Era
paisano de Antonio y de Francisco Trisán Viñuales y era doble pariente mío,
porque el apellido Vallés de Castilsabás, lo llevaba mi abuelo detrás del de
Almudévar y es en ese retrato, el que se fijó Antonio Trisán en su visita a
nuestra casa. El apellido de Almudévar,que era el de su madre, la hacían prima hermana de mis antecesores de
Siétamo. Este Diario lo conservó el sacerdote Jesús, durante toda su vida y
pocos meses antes de morir, me lo entregó, para que recordara con él, las miserias de aquella Guerra Civil. A él
mismo, en Fañanás, se le llevaron a su
madre y a su hermano, de unos veinte
años, a Bespén y al lado de la carretera, los fusilaron.
El día treinta y uno de Julio de 1936. Luis
desde Fañanás y yo en Siétamo, escuchamos un tiroteo imponente.”Era por
Siétamo, pero parecía que estaban a cien metros. Han tirado muchos cañonazos
seguidos y desde arriba se veía la polvareda que levantaban. Después ha pasado
la aviación. Han dado unas vueltas por encima de Siétamo bombardeando y luego
se han ido hacia Huesca”. Yo en los mismos momentos que Luis observaba como
bombardeaban en Siétamo, pues fue este día el que me hizo escuchar los ruidos
de la Guerra, fui introducido en la bodega de la iglesia vecina, con todos los
vecinos y familiares míos. Allí estuvimos muchas horas, mientras lloraba mi
amigo Rafael y mi tía Luisa, hermana de mi padre, iba a casa para traer
alimentos para los acogidos en dicha bodega. Ya bastante tarde, del día 18, se
dejaron de escuchar las explosiones y bajamos a la carretera, donde un camión
nos recogió y nos llevó a Huesca, como refugiados. Jesús, el día siguiente, dos de
Agosto, escribió en su Diario: ”Ha corrido la noticia de que había caído
Siétamo”. Nosotros fuimos a alcanzar la
libertad, pero Jesús, escribió el día 7 de Agosto:” Hablan de libertad y no
puedes hacer ni decir nada de lo contrario que ellos quieren”.”Se oyen muchos
cañonazos”. El día 18 de Agosto , escribió Jesús: “Mi hermano Luis cada día
está más inquieto y preocupado aunque trata de disimularlo, con chirigotas y
con buen humor…Hace ya unos días que no duerme en casa. Cree que es la hora en
que van a buscar a las víctimas y le asusta que lo maten por la noche…Mamá pasa
las noches en vela pensando siempre lo peor
y no descansa hasta que no lo ve de nuevo en casa. Los veinte años de mi
hermano Luis le harán estar tenso y cualquier golpe de viento moviendo las
ramas de los árboles (tras de los cuales se esconde), le hará sospechar que lo
han descubierto y van a por él… El día 23 de Agosto, dos milicianos preguntan
por el señorito Luis. Bajó mi hermano rápidamente.-Que venga también la madre.”
Se pasaron unos días terribles, pues la madre,
le decía a Jesús:”Se valiente, cuídate y come mucho. Ten confianza y esperanza
que todo acabará bien. No olvides que hay Providencia…Sí, mamá y hay un Dios…”.
El día 29 de Agosto “En el escenario de la plaza irrumpió la figura menuda y
vivaracha de Juané, el alguacil. Dejó oír
el sonido chillón de su trompeta-cuerno y a continuación, con su voz más
vibrante, cantó su pregón:-De orden del Comité…hago saber…que se va a proceder…
al juicio… de la Viuda de Vallés…y de su hijo…que acudan todos al granero…del
obispo…”.
“Del juicio sé que fue una farsa más, tal vez
un juego, una diversión, aunque lo hicieron con visos de seriedad… Se les acusó de hacer señales con linterna al
frente “fascista”de Siétamo…Salieron testigos que declararon haber visto una
luz en una ventana, no sabían si era de vela o de linterna. Las pruebas, unas linternas
sin pilas, que encontraron durante un registro. El abogado “defensor” se negó a
defender a Luis. Dijo que no tenía defensa posible. En cuanto a mamá, cuatro, cuatro
tópicos vulgares le sirvieron para salir del paso y dar la cosa por resuelta. Los
condujeron a una casa extrema del pueblo, cerca de la carretera y dejaron a
unos cuantos guardias civiles custodiándolos”. Dijo Jesús que quería estar con
ellos, pero se lo “impidieron”. Pero luego le dieron un permiso para permanecer
una hora con su madre y con su hermano.”Estaban sentados en un patio pequeño,
la puerta abierta…Los guardias civiles en la calle charlaban amigablemente al
mismo tiempo que los custodiaban sin dejar el fusil de las manos, leyeron el
permiso del comité y me dejaron pasar. Me senté en las rodillas de mi mamá, abrazados
muy estrechamente”.Su hermano “Luis le afeaba el que estuviera encima de mamá. ¿No
te da vergüenza tan grande como eres ya?. ¡Serás toda la vida un mimoso, un
crío!”. Luis, a pesar de su juventud, tenía un pensamiento realista y en lugar
de sufrir, ”hablaba, medio en broma, medio en serio de la muerte. Total, hay
que morir de una vez. Pues, cuanto mejor de un tiro sin guardar cama, sin
enfermedad, sin fiebre, sin sufrir; un salto y a la eternidad, a gozar de Dios.
Pero yo que había sido siempre su confidente, al que contaba sus amores, sus
proyectos, sus ilusiones, sus sueños, sabía que amaba la vida y que de esta
manera se despedía de la luz y del sol que en aquellos momentos se ocultaba en
aquel atardecer de agosto; del cacareo de las gallinas que “escarvaban” allí cerca, de las golondrinas de su chillido
agudo, que jugaban a “encorrerse” rozando casi la calle, dando sus vueltas
rápidas allí mismo, a dos pasos, ante nuestros propios ojos, y que daban al
mismo tiempo una mezcla de melancolía, de paz y añoranza”.
“Un guardia se acercó a nosotros. ¡Es la hora,
tendrán que despedirse!.
Un abrazo apretado, en grupo, los tres juntos.
Un “hasta mañana”, musitado casi sin voz y eché a correr, calle abajo, sin volver
la cabeza, sorbiéndome las lágrimas”.
Jesús experimentó, en su espíritu joven, la
muerte de su madre y de su hermano Luis, él que tanto amaba la luz y el sol,
que gozaba de contemplar las gallinas escarbando y de seguir el vuelo rápido de
las golondrinas, se encontraba en el encuentro entre la vida y la muerte “en un
barranco, entre Bespén y Blecua”. Si.
“Aquí. El piquete lo formaban unos guardias civiles cobardes más que asesinos y
dos jóvenes del pueblo. Dispararon . Cayeron. Luis no se movió. Mamá intentó incorporarse,
una nueva descarga se lo impidió.
Después llegaban los del comité. Rociaron los
cadáveres con gasolina y los prendieron fuego.
En Blecua (pueblo en el que no fusilaron a
nadie), fueron unos hombres a enterrar los restos”.En Blecua ejerció el Maestro
Cavero, pariente de los Caveros de Siétamo y enseñó la paz y no la guerra. En
Fañanás la autoridad estaba en posesión de un analfabeto.
Están madre e hijo, enterrados en el
cementerio de Huesca, pero Jesús, sacerdote de la Parroqia de San Pedro el
Viejo también de Huesca, colaboró con los arquitectos medievales, en la Torre
de tal iglesia, al crear en ella un
cementerio o más bien un lugar que mira al cielo. Él fue el cementerio –cielo
de sus difuntos durante toda su vida, porque consagró su vida al sacerdocio,
para estar unido a su madre y a su hermano y en su piso tenía todos los escudos
de sus antepasados, que los tenía unidos a la vida de su madre y de su hermano
con la vida superior del cielo. La Torre de San Pedro el Viejo, le hizo
recordar las alturas del cielo y si van ustedes por allí, verán cómo están sus
muros con santos enmarcados y objetos litúrgicos que hacen mirar hacia arriba y
tratar de ver en lo alto a la madre y al hermano de Jesús Vallés. Yo cuando
paso por San Pedro el Viejo de Huesca, entro en su Torre, que me recuerda a los
mártires de la Guerra Civil.
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