Iglesia de Nasarre (Huesca).
Paseando por La Alameda
he entrado en conversación con un señor y al escuchar su voz, me he dado cuenta
de que era montañés. Le he preguntado
que de donde era y me ha contestado que de Nasarre. El me ha preguntado a mí,
si sabía dónde se encontraba su pueblo y
entonces le he contestado que ya hace muchos años, yo iba por la carretera que
sube de Huesca a Sabiñánigo y a la derecha de La Manzanera que se encuentra sobre
Arguis, cogía una ruta, desde luego
penosa, que pasando por Belsué, por su embalse de Santa María, cerca de Lusera
y siguiendo por Ibirque, llegaba al
pueblo de San Urbez, es decir a Nocito. Desde este lugar, dejando a un lado Abellada y Azpe, pasando por
Used y por la Pardina de Zamora, se llegaba a Bara. Desde el Somontano, por
Santolaria, subían los vecinos de Used, cuando volvían de llevar patatas para
sembrar y subir aceite y vino para su consumo, en los lomos de sus caballerías.
Subían por Cuello Bail y al llegar arriba, podían ir a Nocito o por la derrecha
regresar a Used o a Bara. En Lusera se veía la iglesia en un lugar
elevado, y en la parte baja, en un espacio amplio, estaban las comederas de
ganado lanar y en Bara saludé
a un ganadero, noble, que vivía en aquellas soledades, pero que conocía a todas
las personas de aquellos pueblos de la Sierra y del Somontano, con un sentido
de la hospitalidad, que por desgracia ya casi no existe en las ciudades. Leandro
Campo de Nasarre también lo conocía y comprendía, pues él también guardó ganado lanar en Nasarre y en Ola, en Casa de don Antonio Otal. Estuvo como su paisano de la Sierra, San
Urbez, cuidando el ganado, no sólo en sus montes, sino también en el pacífico
pueblo de Ola. Para pasar de Bara a Nasarre y a Otín, hay que hacerlo por
encima del río Alcanadre, cuyo paso sólo estaba protegido por puentes de madera, que no ofrecían gran
seguridad. Los niños de varios pueblos, como los de Letosa, Nasarre, Bagüeste y
otros acudían a la Escuela de Otín. Entre los alumnos estaba Leandro Campo de Casa Campo de Nasarre. Eran tres las
casa abiertas en Nasarre, además de la de Campo, estaban Casa Laliena y Casa
Español. Su hermano Pascual, el heredero marchó con su madre y con su esposa, a
vivir a Barbastro, hace unos Nasarre y otros
pueblos del Parque de Guara.-
Paseando por La Alameda
he entrado en conversación con un señor y al escuchar su voz, me he dado cuenta
de que era montañés. Le he preguntado
que de donde era y me ha contestado que de Nasarre. El me ha preguntado a mí,
si sabía dónde se encontraba su pueblo y
entonces le he contestado que ya hace muchos años, yo iba por la carretera que
sube de Huesca a Sabiñánigo y a la derecha de La Manzanera que se encuentra sobre
Arguis, cogía una ruta, desde luego
penosa, que pasando por Belsué, por su embalse de Santa María, cerca de Lusera
y siguiendo por Ibirque, llegaba al
pueblo de San Urbez, es decir a Nocito. Desde este lugar, dejando a un lado Abellada y Azpe, pasando por
Used y por la Pardina de Zamora, se llegaba a Bara. Desde el Somontano, por
Santolaria, subían los vecinos de Used, cuando volvían de llevar patatas para
sembrar y subir aceite y vino para su consumo, en los lomos de sus caballerías.
Subían por Cuello Bail y al llegar arriba, podían ir a Nocito o por la derrecha
regresar a Used o a Bara. En Lusera se veía la iglesia en un lugar
elevado, y en la parte baja, en un espacio amplio, estaban las comederas de
ganado lanar y en Bara saludé
a un ganadero, noble, que vivía en aquellas soledades, pero que conocía a todas
las personas de aquellos pueblos de la Sierra y del Somontano, con un sentido
de la hospitalidad, que por desgracia ya casi no existe en las ciudades. Leandro
Campo de Nasarre también lo conocía y comprendía, pues él también guardó ganado lanar en Nasarre y en Ola, en Casa de don Antonio Otal. Estuvo como su paisano de la Sierra, San
Urbez, cuidando el ganado, no sólo en sus montes, sino también en el pacífico
pueblo de Ola. Para pasar de Bara a Nasarre y a Otín, hay que hacerlo por
encima del río Alcanadre, cuyo paso sólo estaba protegido por puentes de madera, que no ofrecían gran
seguridad. Los niños de varios pueblos, como los de Letosa, Nasarre, Bagüeste y
otros acudían a la Escuela de Otín. Entre los alumnos estaba Leandro Campo de Casa Campo de Nasarre. Eran tres las
casa abiertas en Nasarre, además de la de Campo, estaban Casa Laliena y Casa
Español. Su hermano Pascual, el heredero marchó con su madre y con su esposa, a
vivir a Barbastro, hace unos cuarenta y dos años. Leandro se fue de Nasarre a los
veintisiete años a pastorear las ovejas propias, junto con las de Otal de Ola y eran
más pequeñas que éstas, con manchas negras en las orejas, la cabeza y el resto de su cuerpo. No sólo
iban a la Escuela, sino que tenían que pasar los puentes sobre el Alcanadre y
sobre el Mascún, para aisitir a los entierros de sus paisanos, cuando se iban
al otro mundo. Se conserva en Nasarre la iglesia del siglo XII, de estilo
“Románico de la Montaña” y en la casa donde nació Leandro, en la dovela de la
entrada está esculpida una bella flor y
al lado la fecha de su construcción. Recuerda con gran amor a su familia, pero
se amaban con locura con todos los vecinos del pueblo y de los alrededores,
pero ahora, que ha llegado la globalización a las ciudades, ya casi no se conoce la gente. Pero al marchar
cada uno por sus caminos, no se olvidan del pasado, pero tienen otros problemas,
y exclamó: ”¡qué bien se vive en Huesca!”.
Se acuerda con nostalgia de aquellos tiempos, pero vive bien en Huesca capital, lo que le impide derramar lágrimas. cuarenta y dos años. Leandro se fue de Nasarre a los
veintisiete años a pastorear las ovejas propias, junto con las de Otal de Ola y eran
más pequeñas que éstas, con manchas negras en las orejas, la cabeza y el resto de su cuerpo. No sólo
iban a la Escuela, sino que tenían que pasar los puentes sobre el Alcanadre y
sobre el Mascún, para aisitir a los entierros de sus paisanos, cuando se iban
al otro mundo. Se conserva en Nasarre la iglesia del siglo XII, de estilo
“Románico de la Montaña” y en la casa donde nació Leandro, en la dovela de la
entrada está esculpida una bella flor y
al lado la fecha de su construcción. Recuerda con gran amor a su familia, pero
se amaban con locura con todos los vecinos del pueblo y de los alrededores,
pero ahora, que ha llegado la globalización a las ciudades, ya casi no se conoce la gente. Pero al marchar
cada uno por sus caminos, no se olvidan del pasado, pero tienen otros problemas,
y exclamó: ”¡qué bien se vive en Huesca!”.
Se acuerda con nostalgia de aquellos tiempos, pero vive bien en Huesca capital, lo que le impide derramar lágrimas.
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