lunes, 24 de abril de 2023

Don Juan Gorgues Torrent.-

 

                           
                          

Nació don Juan en Juneda, provincia de Lérida, en 1919 y ha muerto en Huesca a los ochenta y ocho años, en la desaparición casi conjunta de una familia, que enriqueció a nuestra ciudad de sabiduría y de bien obrar. En pocos días, en el mes de Mayo, murieron su cuñado Don Joaquín Sánchez Tovar, gran orador no sólo en el oratorio o en la cátedra, sino también en  el Coso, cuando te encontrabas con él; murió también  su cuñada Doña Carmen Vallés, Farmacéutica que dirigía la Farmacia de la Plaza de San Lorenzo con gran conocimiento y amabilidad y luego,  el día veinte de Mayo, en plena primavera, murió Don Juan Gorgues. Era este señor  un gran Psicólogo, Titular de la Marina, llegando a ser el primer Médico Titular Forense de Huesca.

Como he dicho Don Juan enriqueció a Huesca con su sabiduría, pues fue profesor de la Universidad Oscense, en la que puso un enorme interés y la apoyó,  para que continuasen los estudios universitarios en nuestra capital, sin ahuyentarlos a Zaragoza.

Pero no sólo puso su entusiasmo en la Universidad, sino que cultivó numerosas aficiones, por ejemplo la pesca, pues unas veces subía a Oza, otras a Vadiello y algunas se dedicaba a meditar en Arguis, mientras le picaba algún pez en el anzuelo. En ocasiones formaba parte de grupos de pescadores oscenses, que iban a Santander a pescar salmones. Era un aficionado a las setas, llegando a conocer los boletos de tal forma que hizo anotaciones de gran interés. Su sobrino, Ramón Colom,  ingeniero de la Diputación Provincial, aprendió mucho de Gorgues, porque ya desde niño, lo llevaba a las excursiones de pesca y de recolección de setas boletus, junto con Lorenzo Sánchez Vallés, hijo de Joaquín y de Carmen. Era amigo de todas las manifestaciones de la Naturaleza, en general,  pues fue amigo íntimo de los hortelanos, especialmente de Daniel Calasanz, que es un sabio en conocimientos naturales. Hablaba con él igual que si tuvieran unos ideales comunes, pues a pesar de su temperamento callado, con Calasanz, se reía, hablaba  y meditaba.

Un día en el que yo iba caminando con Roberto Pérez Almudévar, otro gran oscense,que tiene una colección de fotografías sensacional, nos encontramos en un camino, por el que se accede a su huerto, con don Juan Gorgues. Yo observaba como contemplaba las  florecillas, que brotaban por aquellos setos, de las cuales  cogía  algunas con sumo cuidado, para dejarlas secas y para doblarlas, con el fin de colocarlas en sus cuadernos de anotaciones. Parecía estar absorto por su contemplación de la belleza y los colores de los múltiples insectos, que por aquellas flores revoloteaban y se paraban a libar sus jugos. ¿Qué le iba yo a preguntar a un doctor que sin hablar, me estaba dejando absorto de admiración?.

En el entierro de Gorgues, se oía hablar de que era un médico muy desinteresado, porque hacía numerosas visitas a muchos oscenses y no les cobraba nada. Eso comentaban algunas monjas y numerosos paisanos que decían que Gorgues había estado a visitar en varias ocasiones y de forma desinteresada, unas veces a su padres y otras a sus madres.

Era un hombre introvertido, pero su cabeza especialmente pensativa, acuciada por sus conversaciones con personas enfermas de los nervios, siempre dialogaba consigo mismo sobre las vivencia naturales, pero cuando en aquel camino, acompañado por mi primo Roberto Pérez Almudévar y por mí, hablaba, después de haber contemplado los insectos y las flores, sin freno sobre aquellos hexápodos y tetrápodos, que como él,  adoraban las flores.

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