martes, 10 de octubre de 2023

Judeoespañol o idioma ladino (1ª Parte)

 




El Edicto de Granada, expulsó de España en Julio del año 1492, a los judíos que no se convirtieran al Cristianismo. La mayor parte de aquellos judíos o sefardíes, optaron por la emigración, quedándose en España una minoría. Casi todos fueron admitidos por el sultán Bayaceto II, en el imperio otomano. Otros se fueron a Marruecos, a Holanda y a diversos países de la Europa Central. Los que se fueron a Marruecos, viajaron muchos, a través de las Islas Canarias a América. De Holanda nos ha quedado un gran recuerdo en Baruy de Spinoza, sefardita hispano- portugués, uno de los mayores racionalistas de Historia del siglo XVII. Y al leer sus pensamientos, se queda uno animado a estudiar la historia, para  “si  no quieres repetir el pasado, estúdialo”. Por todos los países árabes, europeos y asiáticos anduvieron los judíos,  pero a España, ya acudían judíos antes de la muerte de Cristo. Fueron llegando judíos, que al hablar  también en latín y sus dialectos castellano, catalán y otras lenguas, de su mismo origen, fueron llamados ladinos o latinos y sefarditas, y en la Península, llegaron a constituir una enorme población, tanto que llegó España a ser el país más poblado de judíos de todo el mundo.
¿Qué recuerdos tengo yo de los judíos?. De mi niñez, ninguno positivo, pues  se  hablaba de ellos muy poco, sólo alguna historia o cuento  de muy mal sabor.  Cuando llegaba la Semana Santa, salíamos, antes y después de la Guerra Civil de 1936, todos los niños de Siétamo,  a la calle provistos de matracas y carracas, que hacíamos sonar, al mismo tiempo que cantábamos: ¡a matar al diablo, que ha matado a Cristo!, mientras otros respondían: ¡a matar a Judas!. Judas era una figura odiada por el pueblo, que ya se va apagando y que representaba a todos los judíos a los que había que matar. Teníamos los niños la misión de alejar por medio del tenebroso ruido de las matracas y carracas y de “matar judíos”. ¡Qué recuerdo tan triste ese de por la tarde del Jueves Santo, tener que matarlos, con el ruido solidario producido por los niños con sus matracas y carracas!. Cuando el año de 1936, para la Guerra Civil, fuimos a casa de mi abuela materna, cuya parte posterior, daba al Barrio Nuevo, nombre que hacía siglos le habían adjudicado a “La Judería”. Mi tía Rosa,  hermana de mi abuela, era una persona muy amante de la lectura y conocedora de las tradiciones de la ciudad de Huesca; me contó que en aquel Barrio o Judería, quedaban dos juderías antiguas. Una de ellas la he visitado y he contemplado unos capiteles judaicos alargados y que su dueño poseedor del local, ahora dedicado a fotocopiar papeles, los ha tapado con madera o cartón, de tal modo que ya no recuerdo de qué objetos litúrgicos  se trataba, menos las cepas y uvas, que adornaban un capitel.        
Hace no mucho tiempo, un señor oscense, don Jesús Benito, dueño del Estanco que se encuentra en la entrada a la Plaza de la Catedral, me enseñó un antiquísima Aljaima o Sinagoga, en la que se encuentran columnas, capiteles, también alargados, con cepas de vid con sus ramas y sus hojas, y que yo describí, no con mucho realismo,  en el Diario del Alto Aragón, pero que pocos se han interesado por tan histórico ambiente  ya muerto, de nuestra ciudad. Nos llama la atención la curiosidad que causa en nosotros el contemplar una matraca o una carraca, pero nuestra ignorancia nos oculta que fueron tales matracas golpeadoras y productoras de ruido, utilizadas en tempos bíblicos, por los judíos. Esta es una demostración de como el judaísmo ha influido en el cristianismo, mientras nosotros recordábamos con antipatía y odio a los judíos. Muchos ciudadanos actuales, sin saberlo, llevan o tal vez llevemos sangre de aquellos ciudadanos. En una emisión de la revista judía  “Confidencial”, dice que  para Florentino Portero “es difícil entender la cultura española sin conocer antes el judaísmo”, “que es uno de sus pilares”. ”Portero recuerda también el vínculo entre el cristianismo y el judaísmo, como se reconoce en el Concilio Vaticano II, ya que comparten las mismas raíces”. “Es difícil entender el cristianismo sin conocer sus puntos comunes con el judaísmo”, sentencia Portero, profesor de Historia contemporánea y conocedor de Sefarad. 
 Nos hemos olvidado de nuestros ¿antepasados, los judíos?. Tal vez sí,  porque, como escribí en mi artículo “Sefardíes en Huesca”, “era difícil que se entendieran cristianos, judíos y musulmanes” y sin embargo, después de cientos de años, “mi padre Manuel Almudévar,  me  contaba hechos que ocurrieron en la pequeña historia. Por ejemplo, el de un aragonés, natural de un pueblo del Somontano, Berbegal y apellidado Palacio, que llegó a ser Diplomático y estando en el Líbano, se le acercó un joven muchacho, que vendía tortas de Ayerbe, nombre tan español como su origen en algún horno, en este caso de la Villa de Ayerbe”. ¡Qué tristeza sentirían los judíos al ser expulsados de Sefarad o España y qué alegría sentiría el Diplomático Palacio, al ver y escuchar a este joven sefardita, originario, con casi seguridad, de Ayerbe. Se comprueba más por el mundo que por la península el recuerdo de los judíos, porque por aquí ya casi nadie se acuerda de tal pueblo, si no es el papel de Israel por el Mundo.
Durante la Guerra Mundial, llegó al Colegio donde yo estudiaba, un auténtico señor, judío, que huyendo de los nazis alemanes, había pasado la frontera por Irún. Hablaba castellano con una gran dulzura, vestía de negro con sus cabellos canos. Yo me acerqué a él, hablamos y vi como le daban alimentos,  pero se le negaba una acogida temporal, para no dejarlo, ya mayor, correr abandonado por el mundo. Cuántas acogidas se hicieron con muchos de ellos, pero ¡cuántos judíos niños y mayores, se asesinaron y de esto me  acuerdo, porque hace unos días de este año de 2012, conocí al judío Abel Gaeguer, convertido en un ciudadano israelita ,que estaba pidiendo limosna. En mi artículo sobre este israelita, “he pasado a su lado y le he preguntado de donde procedía y me contestó que de Ucrania, pero que era de nacionalidad israelita. Me ha hablado con gran amabilidad en una lengua de muy variadas palabras,  de distinta procedencia lingüística, pues me dijo que allá, en Ucrania, donde nació en 1950, hablaban además del ucraniano, el ruso, inglés, alemán, así como el francés, hebreo y árabe. Conocía un poco el español sefardita, que hablaban los judíos expulsados de España, por los años de 1492, año del Descubrimiento de América y de España marcharon por Europa, Africa y América… Era evidente que él sentía el judaísmo, porque me dijo que había visto en Huesca, documentos hebreos, no sé si en el Museo Provincial o en el Ayuntamiento. Me hizo entender, como pudo, que cerca del Parque, había visto una sinagoga antigua. ¡Cuántos recuerdos le bullían en su mente!, porque no se acordaba de España, sino de Ucrania, en sus años de niño, en compañía de sus abuelos y de sus padres, que se dedicaban un poco al comercio y especialmente a la reparación de carros tirados por mulas y por asnos.
Nació aproximadamente el año de 1950 y ahora tiene, (Octubre de 2012) unos sesenta y uno. Antes de nacer Abel, cerca de Kiev, los habitantes judíos, tuvieron que salir de sus hogares  y caminar en fila hasta el Barranco de Bali Yar. Allí los agruparon en lotes de diez judíos y fueron obligados a desnudarse y a cavar las zanjas en que iban arrojados. Fueron los asesinos miembros ultranacionalistas de Ucrania, en colaboración con las SS y los asesinados,  una gran parte de la población judía. Abel no había nacido todavía e ignoro si era ucraniano de la zona cercana a Kiev o de otra, a la cual no llegarían esos asesinatos. Mal ambiente quedó en Ucrania para que los judíos pudieran vivir.  A los seis años, Abel fue trasladado a Israel.
¡Qué soledad tuvo que pasar el niño, sin ninguna culpa!, porque él sabe  que todavía tiene algún pariente por el Mundo, pero no puede comunicarse con él. La historia de este hombre, me recuerda la de tantos españoles que en el año de 1936, tuvimos que huir de nuestras casas, para evitar las muertes de la Guerra Civil, mientras muchos murieron asesinados. ¡Qué tristes son las guerras entre los hombres y qué difícil es conseguir una Paz Universal!”. Hay que recordar la aseveración del sabio judío sefardita y después de la expulsión de España, holandés, cuando decía: “Si no quieres repetir el pasado, estúdialo”. 
“En Israel, Abel, tuvo que luchar como soldado y como Policía Israelí, durante catorce años. No se sintió  feliz  en esa situación de guerra. Después de catorce años de ejercer de policía y de tantas situaciones que le recordaban las que pasaron en Ucrania, el año de 1999, partió para Francia, después a Inglaterra y luego a Irlanda, donde durante tres años trabajó de pastor y como él dice, con gran tranquilidad. Después de ver tantas guerras y luchas por el mundo, allí le pareció ser uno de los pastores del Israel antiguo. Y allí, en el Coso Bajo, sentado en un escalón del anterior Comercio de Rodrigo, está en Huesca, esperando que le va  a dar el Espíritu Santo, una casa, porque él tiene una fe inmensa propia de los judíos, pero el Señor no le da lo que él espera. Los judíos soñaron durante muchos tiempos en alcanzar el Templo de Jerusalén, como él pasa sentado en un escalón, esperando alcanzar una casa para pensar en Jehová. ¡Qué fe y que ilusión tiene Abel en el Creador Supremo,  pero los judíos yo creo que no se enteran de lo que le pasa a Abel, porque no hay en Huesca ningún diplomático israelita , que le socorra. Pero, cómo han sido tantos los millones de judíos perseguidos, tal vez no puedan llegar a socorrerle. Dice Abel que la gente de Huesca es muy buena y cuando lo acompaño, de vez en cuando, veo algún hombre o mujer, que le entregan un donativo. ¡Cuántos hombres y mujeres van por el mundo, buscando la felicidad, que no han podido alcanzar nunca, unas veces por ellos mismos y otras por las difíciles circunstancias  que le rodean!. La caridad es la virtud que ahora es más necesaria que nunca. Abel es judío y así como los judíos tienen un “gen” especial, que les gobierna la economía, la ciencia y los viajes por el mundo entero, igual que a los gitanos les gobierna el cante, el baile y descuida su espíritu económico, han padecido mucho por las persecuciones y asesinatos, que han influido en el cerebro de Abel, que al contemplarse muy niño, sin padres y sólo, está todavía buscando una casa, para vivir,  para convertir esas casas en el Templo del Señor, que se alzó en Jerusalén.  Al hablar con él,  te das cuenta de como sueña con su patria, pues la está siempre amando y soñando acabar en ella y uno se va dando cuenta de que la casa que está pidiendo, es la Tierra de Promisión. El judío ucraniano e israelita, parece que sueña liberarse de la antigua Diáspora, de la Expulsión de España, de la persecución de los hitlerianos y ahora teme el fuego atómico de los fanáticos persas. Siempre han estado viajando los judíos, unos a América, con Colón y otros mallorquines, que encontré en el Centro Recreativo, que se encuentra en el antiguo Matadero de Huesca. Hablé con ellos y eran también dulces y parecían buscar la felicidad, por lugares, como Huesca, que también conserva, desde luego de mala manera, sinagogas, a las que ya no va nadie, sino son el ucraniano o los mallorquines, que yo encontré. En Mallorca todavía viven muchos individuos que saben su origen hebreo, cuando en Huesca, quedan unos pocos, con escudos infanzones, pero con orígenes judíos

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