Muchas veces escuchamos con gusto
lo que ocurre lejos de nuestra tierra y no nos interesamos por lo nuestro, que
no valoramos. Hemos leído relatos y visto películas sobre Romeo Y Julieta,
italianos, que se amaron tanto, que murieron por su amor. Así lo relata la
canción:” No somos ni Romeos ni Julietas, aquellos que murieron por su amor…”,
que con su pegadiza música nos recuerda aquella historia de amor.
Como aragoneses todos conocemos
los amores de Diego e Isabel, los amantes de Teruel, que los llevaron a una
trágica muerte. El pueblo, que está en posesión del sentido común, los recuerda
con simpatía, pero piensa que todos los excesos son malos y lo explica diciendo,
”los amantes de Teruel , tonta ella y tonto él” y es que el amor entre un
hombre y una mujer, debe conducir a la vida y no a la muerte.
Como he dicho, conocemos muchas
historias de amor, pero no sabemos nada de la que sucedió entre Guati, cristiano
de Siétamo y Zalema, mora del pueblo de Argavieso. Ahora ya la conocemos,
gracias a una novela histórica, de autor desconocido. El río Guatizalema se
presta a los amores, como habéis podido comprobar al recorrer durante el verano
sus orillas. Y esa misma cualidad de nuestro río intuyó el autor de la dicha novela histórica, cuando
escribía: “¿Cómo era posible, decía yo, que entre estos sitios tan amenos, tan
pintorescos, tan poéticos, dejasen de amarse locamente sus habitantes en aquellos
siglos románticos y caballerescos?. ¡Ya
lo creo que se amaron los ribereños del río Guatizalema, pues lo hicieron hasta
la muerte!.
La fe en Dios por parte de Guati
y la fe en Alá por parte de Zalema, ha hecho que vivan juntos en el cielo.
Bueno sería que esa fe monoteísta en un Sólo Señor, nos sirviera para convivir
con judíos y moros, no sólo en el cielo, sino aquí abajo, pues nuevamente
regresan a España, después de ser expulsados, hace quinientos años, cuando aquí
en Siétamo, todavía persiste un cementerio musulmán, que mira al Oriente.
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