Romería de "El Viñedo". |
La historia de Aragón no se acabó
con la desaparición del Monasterio de Montearagón. Porque el pequeño, en
tamaño, y antiguo Santuario de Nuestra
Señora del Viñedo, fundado por la Comunidad Religiosa de Montearagón, que creó
ese Santuario el pueblo lo ha restaurado. Al desaparecer los frailes, fueron
los pueblos de debajo de la Sierra de Guara, los que lo protegieron a su Señora
la Virgen del Viñedo. Porque ese pueblo, que vio levantarse las descomunales
llamas, que acabaron con Montearagón, buscó la ayuda de la Virgen del Viñedo o
“d’o Viñero”, a la que tanto quería y ella le correspondía protegiendo su
trabajo en la producción vitivinícola y de ese anís, que les daba fuerzas para
luchar en su trabajo diario. Por el Norte tiene a Castilsabás y en otros
tiempos a Isarre, por el Oeste limita con Barluenga, donde bailaban un Dance a
la Virgen del Viñedo. ¿Han desaparecido muchos dances porque han emigrado los
habitantes de aquellos pueblos del Abadiado?. Tal vez, pero ¿no podrían
reconstruir el mismo dance entre todos los habitantes de este Abadiado y todos
los socios de la Cofradía del Santuario?. Cuando unos catalanes vieron como se
destruía la Virgen del Viñedo en la Guerra Civil, más tarde, sus corazones conmovidos, devolvieron la cabeza al
Santuario.
Cuando la devolvieron los
habitantes del Abadiado se reunieron en el Santuario entre músicas, jotas y
actos religiosos, acompañados de risas, sonrisas y por lágrimas. Un carpintero,
devoto de la Virgen, escribió en Fabla Aragonesa, ya desgastada por no haberla
mostrado a los niños, que así decía:” Bien pasau ya medio siglo-en recuerdo de
unos ¡hombres!- que- en esta sagrada ermita, siendo tiempos de algarada-con
avidez l’alcontraron-de todos …¡aquí olvidada!-mucho por ella arriesgaron-
qu’en este pozo d’a entrada-hasta d’os suyos guardaron- Ta su tierra
catalana-con ellos se la llevaron-y justo de acabar aquello-¡el degolvela
anunciaron!- A recibila acudieron-To l’abadiau con l’Obispo-Fue a más grande
romería-qu’en o Viñero s’ha visto-¿oh! Qu’aún está en a memoria,- recordala,
que ye historia”.
¡Dios mío, que santuario, queda
en esta Sierra Guara, pues sus hijos ya se fueron, pero el amor al pasado y a
esa “Virgen D’o Viñero”, les ha hecho
conservar, como dice el Carpintero, el recuerdo de la Historia de aquellos
pueblos unidos, dentro del Abadiado!. Igual que algunos buenos catalanes, durante la Guerra Civil,
contemplaron la inmersión de la Virgen en el pozo, los miembros del Abadiado,
igual que los catalanes devolvieron la cabeza de la Virgen del Viñedo,
decidieron conservarla y venerarla, y acudir a recordar sus trabajos,
sus oficios y su bendita Fabla Aragonesa, en ese medio Serrano!. Ahora se
recuerdan los trabajos del aceite, moliendo las olivas en esa nave preciosa,
que recuerda la faena del asno que gira el torno y los carteles, que dicen
quienes eran los que hacían el aceite. En aquel tronco tan grande para
presionar olivas, hay escrita una oración por un obrero devoto de la Virgen del
Viñedo. Más arriba se divisa una pequeña fábrica para preparar anís, que
alegraba el corazón y ayudaba a trabajar largas horas, con olivas que
aplastaban, para sacarles aceite.
Ayudaba la Virgen a los vecinos, antes del Abadiado y luego del
Santuario, como pone como ejemplo dentro de la bella Ermita, el milagro que
produjo con una mujer pariente, con apellido Almudévar.
El Monasterio, en lo alto, sigue
en ruinas, esperando que el gobierno poderoso lo restaure, pero el pueblo, con
amor y con sus medios escasos, ha hecho renacer
el Santuario serrano de la Virgen del Viñedo. Es que con la sencillez y amor de los vecinos, que vivieron
como hermanos del conjunto, que formó el
Abadiado, aportaron sus trabajo, sus romerías y jotas a la Virgen, que preside
en el altar de la Ermita, que se encuentra debajo la Sierra Guara. La Virgen
los atraía y ellos la querían tanto, que
en romerías continuas iban a corresponder a esa llamada, que venía del corazón
de María. Pero no sólo eran las personas las que iban a rezarle y a cantarle,
sino que las golondrinas, con sus cantos y sus vuelos artísticos, anidaban en
el claustro y allí, durante el verano,
comunican a la Virgen la belleza de la rima, entre el cielo de allá arriba y la
tierra de la Sierra.
Hoy he acudido a la Ermita para
rezarle a la Virgen y saludar a la señora Consuelo, de más de noventa años que
es “santera” de la Virgen. He llegado al claustro, donde las golondrinas parece
que hacen vela a la Virgen, porque están tranquilas y no se asustan con mi presencia o la de otros turistas o devotos que
por allí llegan. En la misma puerta de la Oficina de Turismo, están sentadas la
señora Consuelo y una joven señora, encargada de atender a los que por allí
llegan. Las saludo y descubro que la citada señora es Mercedes Claver, del
cercano pueblo de Chibluco y de la familia que es pariente de los Bruis o
Lasierra de Siétamo y que son vecinos de mi casa. Yo conocí a sus padres ya
hace muchos años. Resulta que contándome sus viajes por la Sierra, me dice que
tiene a veces como compañero a Bescós de Panzano, pariente mío por Manuel
Bescós Almudévar y por su madre también pariente mío por los Azara. Me dice que
este Bescós le contó la historia del caballero de Isarre, que ella ya la
conocía porque se la había contado su abuela de Chibluco. Aquella hermosa y
dura tradición de la Sierra de Guara, todavía se conserva en su territorio,
aunque quedan muy pocos habitantes. Nieves me contó la tradición, que se van
contando unos serranos a sus hijos y éstos a los suyos. El desaparecido pueblo
de Isarre, nombre vasco, como el del pueblo y ermita también en ruinas, encima
de Panzano, que se llamaba Arraro, también vascuence, dice que aun estando en
lo más alto de Guara, encima de Santolaria, fue invadido por los moros, que
asesinaron a todos sus pobladores que eran cristianos. Un joven hijo de Isarre,
que también se llamaba Isarre, estaba por aquellos tiempos luchando contra los
moros con el Rey de Navarra y Aragón. Cuando llegó a Isarre y comprobó que
habían muerto todos sus familiares y a todos sus vecinos, levantó su espada y
dirigiéndola al pico de Guara, juró que él daría muerte a tantos moros como
ellos habían asesinado en su pueblo de Isarre. Efectivamente cumplió lo
prometido y en una batalla, cerca del pueblo de Abizanda, acabó con tantos
moros como ellos habían eliminado en Isarre. Recogió todos los cadáveres, los
cargó en un carro y se los llevó a enseñar al Rey y decirle que esos cadáveres
eran la venganza contra los moros, que
habían asesinado a sus padres, hermanos,
vecinas y vecinos del su pueblo.
Yo, antes de morirme quiero subir a Isarre a rezar
al Señor una oración por Aragón, que ha luchado en tantos actos heroicos, pero
que acabaron con muchos pueblos muertos, como Isarre. A ese joven, que también
se llamaba Isarre, en agradecimiento a su heroico comportamiento, lo hizo Señor
de todos los terrenos de Isarre, que se encuentra encima de Santolaria, de donde era la abuela de Nieves, en lo más
alto de la Sierra de Guara. Como he dicho esta historia se la contaron a
Nieves, su abuela y Bescós, pariente mío de Panzano, que está debajo del pueblo
también desaparecido de Arraro.¡Dios mío, como conserva el Santuario del Viñedo
la historia medieval de Guara, que los oscenses ya hemos olvidado!.
Nieves de Chibluco en el extremo
occidental de la Sierra y mi pariente Bescós, en su estremo oriental, ambos jóvenes,
me han hecho recordar mi pasado, pues mis antepasados eran de Sieso y de
Barluenga. Pero esta historia tiene documentación en el Archivo Diocesano de
Huesca.
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