domingo, 16 de septiembre de 2012

El manicomio del Imperio



Era muy importante, entre los soviets, la labor del director del Manicomio. En primer lugar su papel era de Gran Inquisidor de una nueva fe, cuyo dios en forma de estatua colosal, presidía todas las Plazas del Imperio. No era preciso quemar a nadie, que olía mal; bastaba con quitar las rejas preventivas. Gritaban: ¡abajo las rejas y las cadenas, viva la libertad!, para que los locos se tirasen por la ventana. Quince murieron en dos años en aquel manicomio,  cuando en años de “fascismo”, lo hicieron seis en doce años. Sólo esto había ocurrido hacía varios lustros, cuando los locos se subían a la higuera y cuando se sentían maduros, se dejaban caer.

Es extraño que al Gran Derviche, que no le gustaba el olor a muerto quemado, no le agradara tampoco la limpieza del Hospital, pues la primera exclamación al llegar a él, fue la siguiente: ¡esto  huele a monja, está demasiado limpio!. Parece ser que a los modernos derviches de los hospitales de aquel Imperio, no les gustaba la limpieza, pues proliferaban las ratas, los hongos, los virus y las bacterias, que como las ventanas sin rejas mataban al personal, unas veces por infieles y otras por ser inútiles. ¡Por qué coño!, la eutanasia había que practicarla, aunque fuera con disimulo. A pesar del disimulo, alguien en alguna asamblea, le hizo ver al Gran Derviche, que la mortalidad había subido de un modo alarmante, pero el antiguo director explicó que los higos estaban maduros y el actual,   reuniendo a los enfermos, les explicó que la muerte es natural. Pero los antiguos poetas, ya  decían: “Sólo le temo a la muerte, que la muerte es natural, sólo le temo a la cuenta que a Dios le tengo que dar”, pero como el Gran Derviche no creía en Dios, no le tenía que dar cuenta a nadie.

Si no le importaban las muertes, que por otro lado, aportaban ahorros al “Pequeño Estado”, que permitían que él, cobrase millones, ¿para qué quería Rayos X y Electroencefalogramas?, para nada. Se los vendió a no sé que estado satélite, de su Imperio y él, como administrador recibió un talón por importe de unas 20.000 pesetas( precio simbólico), porque el precio real, ¿quién lo percibió?. Seguramente la “Suprema Inteligencia” , porque los tontos ¿ para qué querrían saberlo?.

Así hizo con las monjas a las que les prometió el terror de tal forma impuesto, que les dijo: las vais a pasar tan mal, que el día que os diga ¡fuera!, vais a salir corriendo por la puerta.

Supongo que todavía quedan monjas en esa tierra, porque en ésta, se van yendo no por la puerta de los conventos,  sino por la de la muerte. En Huesca se han cerrado el convento de la Carretera de Jaca, el de las Siervas y se han ido las monjas de Santa Ana de Jaca y de Almudévar.

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Ya pasaron más de ciento cincuenta años de la vida de Goya.-

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