Maruja, nombre que con gran
cariño, utilizaban desde su familia a
todos los numerosos amigos y amigas con los que convivió durante toda su vida,
ha muerto a los setenta y tres años de edad. Era natural de Pertusa y, como
dijo mi esposa “de pies a cabeza” y
tenía razón, porque cuando nombraban este pueblo, te acordabas de su hija
ejemplar, que repartía alegría con su
buen humor, que tenía ganas de recorrer
mundo y de visitar a todos sus parientes y conocidos, estuviesen en Bilbao, en
Fraga o en la playa mediterránea. En Bilbao hizo feliz a su marido bilbaíno Joaquín Lázaro, pero no sólo
a él sino que allí donde se encontraba, alegraba la vida de todos los que con
ella convivían. No tuvo hijos, pero amó
como tales a sus sobrinos, fue hermana de todos y de todas, repartiendo
felicidad a todo el mundo.
Cuando en Bilbao murió María
Pilar, la esposa de mi hermano Luis, ella se preocupaba y le comunicaba a mi
esposa las distintas fases de su enfermedad. En los buenos tiempos nunca se
olvidaba de llamar a sus amigas para que fuesen a pasar temporadas en el
apartamento que tenía en la playa. Pero como Maruja era de Pertusa de “pies a
cabeza”,siempre colaboraba con sus paisanos en la celebración de las fiestas,
de las comedias y de los actos religiosos en el gran templo herreriano Desde
allá abajo en medio de la pequeña península, donde se encuentra la
Parroquia, parece que la cúpula de su
torre, de vez en cuando se mira hacia la Ermita de la Virgen de la Victoria y
en aquellos “coricos” de la Ermita, cantaba Maruja, armonizando con otros
fieles, sintiéndose uno como escuchando música, que tal vez proceda, no de la
tierra, sino del cielo.
Cuando asistimos con mi
esposa a la boda de su sobrino con Jisela, visitamos el monte de la Virgen de
la Victoria, limpio y con césped bien
regado, me dijo Maruja Palacio:”La Virgen de la Victoria-Ni es comprada ni es
vendida-Es bajadita del cielo- Y en Pertusa aparecida”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario