lunes, 4 de noviembre de 2013

La siega en el año 1936, en Las Valles de Siétamo


En el mes de Julio de 1936, me llevaron en un carro tirado por mulas, desde  Siétamo a la finca Las Valles a contemplar como los segadores, abatían las mieses, que depositaban en faginas.  Un día,  recordando la siega y el ambiente raro, que en el año de 1936,  anunciaba una guerra, escribí lo siguiente:
Salía el sol por el Oriente,
Brillaba el horizonte y el cielo estaba azul,
Los hombres con camisa y pantalón de pana
y armados con sus hoces,
segaban, segaban y segaban…
Mirábame  hacia el monte y se veía,
Una enorme ventana,
Con la Sierra de Guara, por el Norte,
Oliveras al Sur y al Oriente, el Pueyo de Barbastro.
Y la tierra que pisaba, aparecía con los campos amarillos.
En un carro me llevaron a contemplar los segadores,
que segaban, sudaban y segaban las amarillas mieses.
Ingenuamente, como un niño, miraba a estos pacíficos hombres,
al tiempo que seguía el movimiento de los pequeños animales;
entonces, cacé un insecto verde y lo guardé, envuelto en mi pañuelo;
lo miraba, abriendo mi moquero y volvía  a cerrarlo.
Volví a abrirlo y vi el insecto envuelto  de color verde, como de sangre verde.
Sangre del misterioso insecto, que impregnaba el color verde en el pañuelo,
al cual abandoné, manchado de color verde, de sangre verde,
que  me hacía intuir el color rojo de la sangre, que estaba a punto de brotar
de   los corazones del pueblo.
Y me llevaron a casa, sin pañuelo, porque mi corazón latía, latía, repitiendo:
¡Verde que te odio, verde!, ¡verde que no te quiero, verde!.
Un segador encontró el pañuelo verde
Y ¡verde que te quiero verde!, lo trajo hacia mi casa, donde parece, que también sonaba:
¡Verde que te quiero verde!.
Llegó el mes de Julio de 1936 y yo no lo amaba porque era verde, pero en este mes de Julio nos estaba esperando, el cambio del color verde por el rojo y el azul. La sangre humana es roja, pero su espíritu es blanco, pero muchos de “los rojos” gritaban a todos los hombres de sangre roja: ¡Rojo, que te quiero rojo!. Otros gritaban a los otros hombres:¡Azul, que te quiero azul!. Como en una olla hirviendo por el calor del mes de Julio, se imprimieron en los españoles, los dos colores: el rojo y el azul. El rojo acechaba al azul y el azul al rojo.
Y las camisas y los pañuelos, igual que el mío tomaba el color verde, iban tomando el color rojo de la sangre humana, porque los hombres y mujeres, se mataban y se odiaban. Allí mismo en las Valles a un sacerdote, frente a la Sierra de Guara, lo fusilaron por gritar: ¡Viva Cristo Rey!.
La luna miraba extrañada la siega que habían realizado los segadores del pueblo y quería presidir el color de las mieses amarillas y de los membrillos, el anaranjado de mil flores y el verde de los prados, de las vegas de los ríos y el verde, que ahora quiero, con el que vestían los soldados, que no pudiendo impedir aquellas lucha civiles, estaban echados a las orillas del río Guatizalema.
Ahora también amo al insecto verde, que abandoné y ahora no lo encuentro , pero lo amo. ¡Lo he vuelto a amar por su color verde!.

¡ Que cesen los tiros y vuelva la paz sobre las tierras a segar, para que los niños se recreen con todos los colores : rojo, anaranjado, amarillo, verde ,azul, añil y violeta!.

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