San Miguel |
Los ángeles citados en el Antiguo
Testamento fueron creados por Dios
llenos de felicidad y de gracia, y dentro de ese estado de privilegio, estaban en una
situación de libertad, de tal manera que podían elegir entre el bien y el mal. Creemos,
por tanto, que hubo ángeles que quisieron ser como Dios, cayendo en el pecado
de orgullo, siendo condenados al fuego eterno del Infierno, y estos ángeles
caídos son los demonios o diablos, permaneciendo en el Cielo y al servicio de
Dios, los ángeles buenos. El hombre tiene cuerpo y alma; es por tanto material
y espiritual y tal vez por estar su alma unida a su cuerpo material, si peca
puede ser perdonado y evitar así las penas del Infierno.
Miguel, en hebreo, quiere decir:
¿Quién como Dios?. Y es que fue él,
quien luchó al frente de la milicia celeste contra Satanás, el dragón infernal.
Es por tanto San Miguel, el encargado de libertarnos a los que hemos pecado,
del dominio de Satanás, ayudado por su espiritual ejército de los ángeles
custodios, ya que cada uno de nosotros, tiene
adjudicado un ángel para que nos salvemos. Llamamos ángeles a los componentes
del glorioso ejército celestial, del que se dice en el salmo 148: “Angeles y
Arcángeles, Tronos y Dominaciones, Principados y Potestades, Virtudes de los
cielos, alabad al Señor en los cielos, aleluya”. Son admirables los ángeles
porque no tienen cuerpo, son muy inteligentes y son superiores al alma humana,
y su destino es tener relación con los hombres para cuidar de su estado
sobrenatural.
Se supone que todos los ángeles
tienen un nombre, ya que la Escritura, cita el nombre propio de los ángeles
Miguel, Gabriel y Rafael.
Los ángeles son espíritus y por
tanto, no llevan alas, ni espadas ni balanzas, pero los artistas humanos
expresan con las alas, sus cualidades de desplazamiento, con la espada
representan a San Miguel luchando con el demonio y contra el pecado y con la
balanza quieren recordar que cuando un cristiano deja la vida, el Arcangel pesa
sus méritos y sus pecados, para que pueda
presentarse ante el Tribunal Divino. El Arcángel San Miguel es representado como caballero y amo militar, como San Jorge por la espada
con la que corta la cabeza al dragón demoniaco y para ostentar el título de centinela,
lo que explica que sus templo s se suelen situar en la cima de los montes, al
contrario que los de San Martín (San Martín de la Valdonsera), que se coloca en
los lugares escondidos. Algunos, incluso lo representan montando a caballo.
En Huesca el monumento dedicado a
San Miguel Aracángel, no está en lo alto de la ciudad, pero hace de centinela
cerca de su muralla y su imagen está representada en lo más alto del
presbiterio.
En el domingo infraoctava, después
de la Epifanía, en el Introito se dice: “Vi a un varón sentado en altísimo
trono, a quien adora gran multitud de ángeles cantando al unísono: He aquí
aquel cuyo nombre e imperio serán para siempre.(Salmo 99).
En tiempos antiguos, fue San
Miguel protector de la Sinagoga, pero la Iglesia, hoy sucesora de sus ventajas
y de sus promesas, le tiene también como patrono. Y las Carmelitas de Huesca,
que tienen el nombre de Yavéh en su portal y el candelabro de los siete brazos
en su claustro, cantan: ”En presencia de los ángeles te cantaré salmos, te
adoraré en tu santo templo y alabaré tu nombre”(salmo 137).
En 1619 Fray Diego de Aynsa y de
Iriarte, escribe en el capítulo VI del libro ”De las excelencias y antigüedades
de Huesca, lo siguiente: ”Parte de esta opulencia y grandeza, conservó aún
después de tomada por los cristianos, siendo más populosa que ahora es. Aun se
echa de ver en dos templos antiquísimos, como la fábrica de ellos lo muestra
bien, que fuera de los muros de la ciudad están: el uno es de San Miguel y el
otro de San Ciprián (esta iglesia estaba en Barrio Nuevo), los cuales, como
diremos cuando se trate de la fundación de ellos, eran iglesias parroquiales”. “Y si alguno me dijere que a los portales de
San Miguel y de Montearagón no les pondrían los moros estos nombres, cuando los
hicieron: Digo que es verdad, pero que los cristianos, quitándoles los que antes tenían, de los
cuales no se halla memoria como de los demás, les pusieron los nombres que hoy
tienen, dejando a los otros, los que antes tenían impuestos por los moros”.
En el libro “Huesca y en Pueblo y
Paisajes”, escrito por José Luis Acín Pablo, se lee.”A las afueras de la
población se levantó la iglesia de San Miguel, popularmente conocida por “Las
Miguelas”, antepuesta de dos partes. Una mazacótica torre románica y parte de
la nave,del siglo XII y el ábside gótico”.Son los historiadores los que podrían
decir la fecha aproximada de la creación de la iglesia de San Miguel. Durante
la Guerra Civil de 1936, sufrió mucho, siendo ocupada la iglesia y la casa del
capellán por el Ejército. En el convento también se situaron diversos tipos
militares, siendo objeto del blanco de cañonazos y de metralla.”Los militares
decían a las monjas que tenían la huerta sembrada de bombas”.
Don Damián Peñart escribe en el
libro: ”La diócesis de Huesca y la guerra civil de 1936”, lo siguiente: “el 15
de Septiembre de 1936, un proyectil penetró en la iglesia y fue a explotar junto a la reja del coro, en el momento
preciso en que las monjas estaban cantando las Vísperas de Nuestra Señora de
los Dolores. La bomba averió gravemente la reja, lanzando hierro a todas partes
y destrozó la reja interior de madera, levantando su puerta…La abertura del proyectil de la reja de hierro la
repararon momentáneamente las monjas, colocando el anagrama de la Virgen
Santísima, en señal de gentilidad a la Madre, Reina y Señora”. Hoy esa reja la
han colocado en la puerta del Cementerio, donde algunas de las monjas presentes
en el Coro, cuando cayó la bomba, recordarán aquel milagro. La postguerra fue
dificultosa, pues los cristales de las
celdas rotos por la guerra, tardaron diez años en ser restaurados y el frío lo
tuvieron que combatir con el fuerte calor de su espíritu.
Está ahora la sociedad pasando
necesidades, como las pasaron las monjas de San Miguel, después de la Guerra
Civil de 1936 y ellas conformes con Dios, rezarán para que se compadezca del
pueblo, para que le “de el Pan Nuestro de cada Día”.
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