El hombre en su evolución, ante la autointerrogación de su procedencia, intuyó que había sido creado por un Ser Supremo, es
decir por Dios. Al principio no se aclaraba
si el mundo era gobernado por un Dios o por una multitud de ellos, pero pronto
empezó a levantar pagodas, los templos de Karnak y de Luxor, la acrópolis de Atenas, los templos de los
dioses romanos y los de Méjico y de Perú, siguiendo por los templos
monoteístas, como el de Jerusalén, las
sinagogas que se encuentran en cualquier lugar de España, como yo he visto tres
en Huesca capital, que serían construidas en el siglo XV, y ha
seguido levantando sinagogas por el mundo,
catedrales e iglesias en el mundo cristiano y más tarde las mezquitas en
el musulmán.
La evolución es
larga para el hombre, porque el tiempo y el espacio se conocen con el Big-Ban, ya
que antes de la Creación, para el Señor,
no había pasado ni futuro, sino que todo estaba presente. El químico Mendeleief
decía que el petróleo se formó por la acción del agua, dentro de la tierra,
donde estaban los carburos metálicos. El petróleo tiene propiedades comunes con
la composición de los seres vivos, al formarse de un modo semejante al de
la materia orgánica, con que se generaron esos seres vivos. El hombre se ha
dado cuenta del paso que hace el Creador de la materia al espíritu. Y podemos
contemplar el paso contrario, es decir del espíritu al cuerpo de Jesús,
convertido en hombre material y espiritual, sin dejar de ser Hijo de Dios. La
mente humana se queda admirada de ver la materia y sentir el espíritu y yo no
puedo menos que acordarme de la oración al Espíritu Santo, que reza así: “Envía
Señor tu Espíritu y todas las cosas serán creadas y renovarás la faz de la
Tierra”. Aquellos hombres que en esos tiempos en que se iban escribiendo los
textos del Antiguo Testamento, levantaban templos al Creador y pensaban no sólo
que Dios había creado el Cosmos, sino que tenían fe en que todas las cosas
serían creadas. Y veían la necesidad de que se renovara la faz de la Tierra. Rezando
esa oración, se da uno cuenta de que estamos los hombres en evolución.
El hombre está
evolucionando, y si no ve todos los
problemas claros, los intuye. Es el hombre la síntesis de la materia y del
espíritu. Su cuerpo es material y es una situación evidente, pero el espíritu o
el alma necesita una demostración para ser reconocida esa parte espiritual del
hombre, que tiene la capacidad de razonar, de enjuiciar y de abstraer, pues la
materia no es capaz de tales acciones. Se deduce claramente que el alma no es
cuerpo, pero ambos forman al hombre. Hay una síntesis de alma y cuerpo. El alma
es un principio o causa de vida.
En 1966, René
Maheu, director general de la UNESCO, en el simposio titulado ”Ciencia y Síntesis”, dijo que la obra de
Einstein y la de Teilhard, cada una en
su forma, son los dos sistemas de conocimientos más densos y más extensos que
se han realizado en la humanidad. Su capacidad de síntesis ha sido enorme en el
campo de la ciencia, pues la síntesis jamás se ha hecho tan consciente como en
la cabeza de estos dos investigadores. Los escritos de Teilhard de Chardin se
difundieron de una forma sorprendente, pero en el año 1970, desaparecieron de
las editoriales y librerías. A todas las discusiones contradictorias de las
teorías de Teilhard, le han sucedido las observaciones sobre el fenómeno
humano. Si la teoría de síntesis de Teilhard es una hipótesis, resulta que
atrae las ideas del catolicismo, el capitalismo
o el marxismo, haciendo de la teoría de la evolución, una
“complementariedad y una convergencia”, que son atraídas y consideradas por
todas las ideas citadas.
Renovar la faz de la Tierra ha sido la intención de
aquellos hombres que han buscado la igualdad entre todos ellos y gocen de
bienestar; han pasado por el mundo caudillos como Alejandro Magno, emperadores
romanos, unos beneficiosos pero otros
tiránicos. Y “vino Cristo al Mundo y los
suyos no le conocieron”. El hombre se había dado cuenta de la necesidad de que
se renovara la faz de la Tierra y el
Señor, para alcanzar tal fin, envió a su
Hijo, con lo que demostraba que amaba a los hombres creados por su poder y
hemos visto como Cristo fue un hombre de dolores, que sufrió el insulto de sus
verdugos, hasta que murió en la Cruz. El hombre
va desarrollando su cuerpo y su mente por medio de la Evolución y
Teilhard de Chardin, hizo la enorme reflexión
de que es “Cristo el evolucionador,
el Cristo motor de la evolución, es decir, el Cristo resucitado en su
función cósmica”. “Vino Cristo al mundo
y los suyos no le reconocieron”, igual que a Einstein cuando propuso prohibir
las bombas atómicas, no le hicieron caso y cuando propuso ideas sobre un campo
unificado, fueron criticadas por los científicos. O cuando Teilhard pretendió
compaginar la educación para la evolución soñó con una administración, que
favoreciera la cooperación internacional universal para humanizar, por medio de
la evolución, la vida de los hombres, vio como se restringían
sus ideas de desarrollo de la humanidad, simplemente por ser aristócrata y
jesuita.
Teilhard
basa sus teorías en la Síntesis y en la Hiperfísica. En “El fenómeno humano”
sintetiza el mundo físico y material con el mundo mental y espiritual. Considera
el pasado del hombre y aspira con la evolución, a desarrollar su futuro. La hiperfísica está basada en las ciencias
naturales, pues se deriva de las teorías
científicas conocidas por la ciencia, entre las que se encuentra la teoría de
la evolución. Pero mira más adelante con la consciencia que le hace observar el
interior de las cosas y la complejidad del exterior. Hace una síntesis
científica y filosófica al mismo tiempo. Los problemas de la materia son más fáciles de
comprender que los del espíritu e incluso es difícil separarlos uno de otro,
como cuando se medita sobre la fórmula de Einstein E= m. c²,
parecen unirse la materia y la energía, que son de la misma naturaleza, de tal
forma que algunos identifican el espíritu, con la síntesis de la materia y la
energía. La materia y la energía ni se
crean ni se destruyen, simplemente se transforman.
Estos primeros días del mes de diciembre de 2010, he
estado meditando sobre Teilhard de Chardin y estas meditaciones se las he
debido a mi compañero Veterinario Ignacio Escalona. Es éste un sabio, un hombre
preocupado por la justicia y el bienestar de las personas, como ha demostrado
en los años en que fue Alcalde de la Villa de Grañén. Me envió un escrito
titulado “Antigüedad y Cristianismo”, que movió mi mente a pensar en la
evolución. Es que este sabio Ignacio Escalona, siente como sentía Einstein que
“la más bella y profunda emoción que nos es dado sentir es la sensación de lo
místico. Ella es la que genera la verdadera ciencia. El hombre que desconoce
esa emoción, que es incapaz de maravillarse y sentir el encanto y el asombro
está prácticamente muerto. Saber aquello que para nosotros es impenetrable,
realmente existe, que se manifiesta, como la más alta sabiduría y la más
radiante belleza, sobre la cual nuestras embotadas facultades sólo pueden
comprender en sus formas más primitivas”. Estos pensamientos nos religan con el
Creador, es decir que confirman la verdadera religión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario