El Instituto de Estudios
Altoaragoneses me envió el libro de Pedro Lafuente Pardina “Al calor de la
cadiera” y a continuación me puse a leerlo hasta su última frase, que dice así:” Y si, de paso,
al leer mis trabajos, ustedes pasan un rato agradable, me daré por bien
pagado”. ¡Pues, nada, Señor Lafuente! por este lector puede usted considerarse
satisfecho, porque no sólo me ha gustado su literatura, sino que coincido con
lo profundo de sus pensamientos, como son la armonía y unión, que debe tener
Huesca con su Comarca, desde Ayerbe, Siétamo, Loporzano, Casbas y Angüés y no
cito todos los pueblos, porque el pasado de la capital y de sus cercanos
pueblos los ha convertido en Huesqueta y su “comarqueta” y en cambio a Zaragoza la ha convertido ese mismo tiempo en
Zaragón y su Comarca. Y así lo das a entender, también en la última página, en
la que pones:”Sigo creyendo en el futuro de nuestro Altoaragón. Es una tierra
extensa, surcada por ríos limpios y caudalosos que son la mejor garantía de
vida”.Y quieres corregir la conversión de Huesca en Huesqueta, cuando dices:
”En nuestro suelo hay mucho por hacer, mucho por descubrir…La Tierra Baja se
está regando y poniendo en riego mucha de la que falta, pero Huesca por la que
van a pasar las autopistas de Madrid a Monrepós y la de Lérida a Pamplona,
carece de agua” y hace que escasee en la cuenca del Guatizalema, que tiene su
Pantano y su proyecto de riegos. Esperemos que si se hace el Pantano de Montearagón
y el Canal de Biscarrués, se le devuelva el agua al Guatizalema, que en caso de
necesidad podrá abastecer a Huesca y más si el Pantano de Calcón, es
enriquecido con una acequia que desde Pedruel, procedente del río Alcanadre,
conduzca el agua a dicho Pantano y desde
allí a Vadiello, como tenía proyectado Albasini.
Dices también, en el epílogo que
“el tremendo espíritu de lucha que les caracterizó (¡claro a los de Huesca!),
hizo que superaran hasta las peores épocas de sequías y penurias, ciñéndose a
sus posibilidades, sabiendo que todo dependía de la Naturaleza y de su
esfuerzo”.Y en la mañana de San Lorenzo, dentro de la belleza literaria, sacas
los deseos del pueblo de Huesca y sino lo creen algunos, que lean: ”La fiesta,
que ya se encendió la víspera con llamas moradas de vino, de ronda y de
charanga, va dejando la umbría de la noche para vestir de rosa, con blondas de
danzante, la aurora de esa mañana única y esperada”. Esto es literatura pura,
pero sigue la reivindicación esencial de Huesca y su comarca: ”La Hoya,
penitente de agua, cuya sequedad enfada a los oscenses, contorna la ciudad con
esa manifestación muda de protesta, por saberse habitada por hombres y mujeres,
no muertos, sino abandonados a su suerte por quienes desde fuera tasan votos.
Ellos quieren para este suelo, céspedes de cardos. Nosotros praderas de
futuro”.Como antes he dicho al hablar de la Hoya, está haciendo alusión al
Somontano oscense, que forma parte del problema de la pobreza de aguas de casi
toda la Hoya de Huesca.
“La Plaza de San Lorenzo, pulmón
y pupila, aviva los recuerdos, sobre todo para aquellos hijos de esta tierra
que, para ser notables, debieron hacerse ahijados de otros suelos. En ellos,
por fortuna, sigue clavada la espina de la nostalgia. Por eso están allí, junto
a sus amigos de infancia que siguieron aquí, como raíces pegadas a la breña”.
Pero quiero resaltar que Pedro
Lafuente, me parece que escribe sus obras un poco como Cervantes escribía su
Quijote, en que salían las ciudades de España y lo que en ellas ocurría; salían
también los pueblos, los castillos y los molinos de viento. Así parece que
escribe Pedro sobre Huesca, sobre sus pueblos, sobre sus campos, sobre sus
monumentos y castillos y así como Cervantes escribía sobre el viento que movía
las aspas de los molinos, Pedro escribe sin descanso sobre el agua, que además
de regar los campos y los jardines, mueve los molinos en los ríos, que son como
un precedente de la época industrial, que ya triunfa desde Barbastro y se
pierde en Cataluña y en Zaragoza, siguiendo por Villanueva de Gallego, por
Zuera, por Gurrea y se inicia en Almudévar.
Entre los monumentos nos recuerda
el Santuario de Loreto, que aproxima Huesca a los Siete Lugares. En dicho
Santuario se ve el problema de la sequía cuando ponen”San Orentius, Pater
Pluviarum”, es decir San Orencio, padre de las lluvias y uno recuerda las
rogativas que se le han hecho a este santo, incluyendo a la Venerable Madre
Berride, que allí acudía a rezar para que lloviera y está enterrada en el
Colegio de Santa Rosa.
Se ve este pensamiento quijotesco
en Vicén D’o Río, cuando en el prólogo de la obra, dice: ”En muchos ha
despertado con ellos, (artículos y comentarios telefónicos), recuerdos de otros
tiempos, cuando los campos resecos eran arañados con aladros romanos tirados
por mulas, trabajos y juegos en las eras, transportes y trajineros, artesanía y
artesanos, costumbres ligadas a los momentos culminantes de la familia
altoaragonesa, que se cumplían con ritos de siglos, innumerables formas de vida
que, sin presumir de viejos, muchos de nosotros hemos conocido y que son ya
inexistentes.
¡Cómo relata en su poesía el
traslado de esa pareja de viejos al asilo, en su obra “¡Adiós, viejo
labrador,adiós!.Es una de sus mejores obras poéticas y me recuerda, de algún
modo, a Gabriel y Galán. Acaba su poesía diciendo: ”Pero somos ¡los
últimos!-así, que cierra la cleta,-que aún nos queda nuestro amor.¡y este si
que tiene fuerza!”.
En “La última mula”, animal al
que los niños ya no conocen, aunque van conociendo cada vez más a los caballos,
se ve como:”Los jóvenes marcharon a la ciudad y sólo los “viellos”, para no
estorbarles, seguían viviendo entre los toscos muros encalados, cargados de
miseria y doméstica historia”.Venían sus hijos y nietos para Navidad y al no
llegar, salió el “agüelo” con la mula y sacó el coche, que se había quedado en
la cuneta. La mula lo sacó, pero te deja pensando :”Dios mío ,qué solos se
quedan los pueblos”.
Como en el Quijote, en la obra de
Pedro se ve al pueblo sufrir y soñar, pero siempre le asedian desgracias y
aventuras, pero ni la obra de Cervantes está basada en el humor negro ni la de
Pedro, que lo que busca es el progreso y el amor de Huesca a San Lorenzo.
Cervantes describe en el último capítulo
del Quijote, la belleza de una tierra como la que Pedro sueña para la suya y
dice: ”las florecillas de los campos se descollaban y erguían, y los líquidos
cristales de los arroyuelos, murmurando por entre blandas y pardas guijas, iban
a dar tributo a los ríos que los esperaban, la tierra alegre, el cielo claro,
el aire limpio, la luz serena, cada uno por sí y todos juntos daban manifiestas
señales que el día que al aurora venía pisando las faldas había de ser sereno y
claro”.
Así Pedro ten en cuenta “que el
día que al aurora viene pisando, ha de ser sereno y claro”.
Y tu mismo lo manifiestas en “Mañana de San Lorenzo”, cuando dices:”No
te domeñes, Huesca, no te rindas. No renuncies nunca a ser ese bravo verde en
que hoy te agitas”.
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