domingo, 22 de junio de 2014

Un matrimonio de Zaragoza, repartiendo felicidad al pueblo

Amatistas


Hoy han llegado a Siétamo, los repartidores de bienestar entre sus habitantes. En el Mundo hay ocasiones en que el dolor hace sufrir a las personas, pero hay en la Naturaleza objetos de belleza singular y el hombre y la mujer los buscan, para gozar de esa balleza, contraria a la miserias de la vida, como la enfermedad, la muerte y el sacrificio que supone para el hombre y para la mujer, el caminar por el Mundo, navegar y pasar frío, calor y hambre. ¡Cómo se conoce en el Mundo el Bien y el Mal, pues a las dificultades descritas que tienen que soportar los seres humanos, se opone el  Bien!. El Mal producido cada día por la vida, que se acaba con la muerte y el Bien que nos hace olvidar los sufrimientos que tenemos que pasar durante la vida y nos hace gozar con su presencia.
Por ejemplo la vista se alegra al mirar las amatistas, que la zaragozana ha expuesto sobre su vitrina y estas amatistas con su color casi morado, que recuerda la Pasión de Cristo y nos atrae  con esas puntas cristalinas, que se lanzan al aire, como buscando la felicidad.
No sólo goza la vista contemplando las amatistas, sino que su tacto le hace a uno olvidar las heridas, que sufren los humanos, cada día, con sus trabajos, sus deudas y sus pesares.
Las pequeñas torres de selenita, con su color igual al que enseña la luna por la noche, produce una tranquilidad en el espíritu, igual que cuando miras por la noche a este tranquilo y bello satélite. Y mirando esa selenita o  al satélite Selene, olvida la triste mujer, la muerte de sus hijos y la miseria de la vida, que pasó a lo largo de su existencia.
El cuarzo blanco, revestido por una capa  un tanto oscura, que recuerda la ropa de aquel pobre, que pasa por los caminos, al abrirse esa capa ordinaria, parece que quieren asomar al exterior, desde la profundidad de sus entrañas, unas agujas que intentan multiplicarse, formando una masa de estrellas de Dadid, brillantes , que alegraban al Rey, quitándole los recuerdos nefastos.
Pero el hombre es un ser que vive el Bien y el Mal e imita la belleza de los objetos naturales, creando bandejas que obtiene limando rocas naturales y en las que aparecen bellas amatistas.Hace medallas en las que están presentes santos y vírgenes para que la protejan y otras veces prepara amuletos, de donde le acudan los bienes materiales de la vida y las alegrías del espíritu.

Pero todo el puesto está exponiendo flores, que imitan la belleza de las rosas, los claveles, las hojas de los abetos y de los pinos y que hacen que la Zaragoza, goce por un día, por lo menos,  de la vida.    

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